Ernesto Sanz y Julio Cobos, adversarios internos de Ricardo Alfonsín, salieron a criticar el desempeño del candidato a presidente. Buscan posicionarse ya con miras al 2015. Su primer objetivo es la conducción de la UCR, que renueva sus autoridades en diciembre de este año.
No hizo falta el veredicto final para decretar el comienzo de la pelea por la sucesión. El contundente resultado de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) fue suficiente para que la UCR diera tácitamente por concluidas sus aspiraciones presidenciales y comenzara anticipadamente la encarnizada pelea interna por el liderazgo del partido, con el objetivo de probar mejor suerte en 2015. El Comité Nacional renovará autoridades en diciembre de este año, y con ese dato flotando en el ambiente, los dos contendientes internos de Ricardo Alfonsín salieron a posicionarse desde el domingo, criticando la performance y la campaña del hijo del ex presidente. El actual titular del partido, Ernesto Sanz, reapareció en la escena mediática para recuperar protagonismo y respaldar a los candidatos locales, mientras que el vicepresidente Julio Cobos ya pedía una “autocrítica” cuando todavía no se habían terminado de contar los votos.
Lejos de cicatrizar, las heridas abiertas por el conflictivo proceso interno de selección de candidatos volvieron a abrirse con el aplastante triunfo kirchnerista. El 12 por ciento obtenido por la fórmula Ricardo Alfonsín-Javier González Fraga, en un empate con el peronista disidente Eduardo Duhalde, y la diferencia de 38 puntos con Cristina Fernández reanimaron esta disputa interna, que estaba latente a la espera del resultado electoral. Los pobres desempeños de la fórmula presidencial en distritos como Capital Federal, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y el corte de boleta en la provincia de Buenos Aires fueron determinantes para explicar los ocho millones de votos de diferencia con el oficialismo.
Más allá de que se trató de una primaria, los números fueron interpretados en el radicalismo como una muestra casi inapelable de la reelección kirchnerista en octubre. Ese análisis no comprende sólo a los sectores opositores a Alfonsín, sino también al seno mismo del alfonsinismo. Los primeros no tienen problema en hacerlo público; los segundos, en cambio, se limitan a hacerlo puertas adentro.
Sanz, uno de los impulsores en su momento de un acuerdo “amplio” de la oposición, que involucrara no sólo a Francisco de Narváez, sino también al PRO de Mauricio Macri, sostuvo ayer que el acuerdo con el peronista disidente en la provincia de Buenos Aires “no ha traído sus frutos”, pero porque era necesario “militarlo mucho más”. En un intento por cuidar las formas, fue la mano derecha de Sanz, el secretario general de la UCR, Jesús Rodríguez, el encargado de lapidar la estrategia alfonsinista.
En un extenso y duro texto difundido con el membrete oficial de la UCR, el dirigente consideró que la elección “revela un notorio retroceso electoral que, al mismo tiempo, permite avizorar el riesgo de un deterioro aún mayor en el próximo comicio de octubre”. Rodríguez remarcó que la fórmula presidencial obtuvo un nivel de adhesión muy por debajo del obtenido por referentes locales del radicalismo. Y en un dardo certero para aquellos que señalaban a Alfonsín como el mejor candidato radical, sostuvo que confundieron “la simpatía recobrada por la UCR en algunos sectores con una auténtica recuperación de confianza de la sociedad”.
Al igual que a Sanz, a Rodríguez se lo podía ver por estos días de buen semblante por los pasillos del Comité Nacional. La frustrada candidatura presidencial del senador por Mendoza vuelve a convertirse ahora en un proyecto de mediano plazo. Pero no estará solo. El vicepresidente Julio Cobos también se anotó implícitamente en esa carrera, al considerar el mismo domingo de las PASO que “la UCR tendrá que replantearse un giro en la campaña” porque sus estrategas no han sido capaces de “llevar a la ciudadanía, de enamorarla y de ser una alternativa”.
En diálogo con Página/12, el intendente de Junín y dirigente cercano a Cobos, Mario Meoni, sentenció que “no es ninguna sorpresa lo que pasó”, pero defendió la idea de acordar con De Narváez que ellos habían pregonado. “El corte de boleta no tiene que ver con De Narváez, tiene que ver con la competitividad del candidato a presidente y con la inconsistencia en el mensaje que hubo al decir que Macri era un límite”, disparó el bonaerense. Luego de abandonar la carrera presidencial hace unos meses, Cobos había anunciado que sería candidato a diputado nacional por Mendoza. Diferencias con la estrategia partidaria mendocina llevaron al vicepresidente a cambiar de decisión, pero mantuvo su postulación a delegado del Comité Nacional, con la mira puesta en la presidencia del partido, que se disputará en diciembre.
“Tal vez hasta sea mejor que los candidatos a legisladores nuestros vayan sin candidato a presidente”, remató anoche un alfonsinista crítico de las decisiones tomadas en las oficinas que supieron ser de Raúl Alfonsín. El hijo del ex presidente ratificó ayer su postulación: “Son todas conjeturas, muchas veces no vienen ni de Ernesto Sanz ni de Julio Cobos, son interesadas de la interna. No se enganchen con las cuestiones anecdóticas y menores”. Pero al mismo tiempo aceptó la idea de correrse del centro de la escena y darles protagonismo a los candidatos locales. El ejemplo más acabado de esa definición se produce en distritos como Entre Ríos, La Pampa y Mendoza, donde los candidatos a gobernador quieren colgarse también de la boleta del Frente Amplio Progresista, de Hermes Binner, algo que está en duda en términos legales (ver aparte).
De mantenerse un escenario similar al de las PASO, la pelea hacia dentro de la UCR promete ser cautivante. El alfonsinismo perderá legitimidad para seguir al frente del partido, pero ningún otro sector tiene la capacidad para imponerse por sí solo. Cobos perdió prácticamente todo el respaldo que lo había acompañado en sus épocas de alta popularidad, y cosecha todavía resistencias entre los radicales que no le perdonan su paso fugaz por el kirchnerismo. En ese contexto, el mejor posicionado es Sanz, que en los momentos más críticos del partido se mantuvo encolumnado y que goza del visto bueno de poderosos sectores económicos. Deberá, en el tiempo que le queda, juntar volumen propio. Serán decisivos, como sucede desde hace años, los históricos radicales Enrique “Coti” Nosiglia, Leopoldo Moreau y Federico Storani, enfrentados –con distintos matices– con el heredero de sangre el último prócer radical.
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