domingo, 30 de septiembre de 2012

PARA EL DEBATE: El lugar de La Cámpora

Por José Natanson

¿De qué hablamos cuando hablamos de juventud? ¿Es posible ensayar un retrato colectivo de los jóvenes de nuestro país? El rasgo central de la juventud argentina, como la de otros países en desarrollo, es la fragmentación social. Así, bajo el mismo amplio concepto de juventud conviven realidades completamente diferentes: los jóvenes de clase media, que como en el primer mundo retrasan cada vez más el salto a la adultez (postergan el casamiento y la paternidad, estudian muchos años antes de insertarse en el mercado laboral), y los jóvenes de los sectores populares, con un ciclo de vida acelerado, de paternidad temprana, menos años de escolaridad e ingreso prematuro al primer empleo. Esta acumulación de desventajas demuestra que la desigualdad no es sólo estática sino también dinámica y de paso desmiente, como señala Susana Torrado, la leyenda que proclama que todos somos iguales ante la muerte: aquellos que tuvieron la desgracia de nacer en una familia pobre están condenados a vivir rápido y morir antes.

Pese a estas diferencias, todos los jóvenes argentinos, pobres o ricos, varones o mujeres, porteños o santiagueños, comparten la pertenencia a una misma generación, no por una simple coincidencia en cuanto a una fecha de nacimiento sino en el sentido de haberse socializado en un mismo entorno histórico. Cada generación constituye una especie de hermandad frente a los estímulos de una época; en cierto modo, vive en un mundo diferente a las demás.

Y como de política se trata, señalemos que la generación de la que se ocupan estas líneas, la de los jóvenes de hoy, tiene poco que ver con la “generación del ’70”, sesentones que cargan con sus derrotas, sus siglas misteriosas (FAP, FAR, ERP) y su tecnojerga (“bufoso”, “Taco Ralo”, “orga”). Tampoco nos referimos a la “generación del ’83”, la que vivió la primavera alfonsinista pero antes atravesó parte de su adolescencia en dictadura, los cuarentones y cincuentones estilo Andrés Calamaro:

“Me parece que soy de la quinta que vio el mundial ’78
Me tocó crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor”

Hablamos aquí de otra cosa. Arbitrariamente, podría definirse a la juventud actual como compuesta por todos aquellos que tienen menos de 36 años, simplemente porque el autor de este libro tenía esa edad al momento de escribir estas líneas. Más simbólicamente, es la edad aproximada de los nietos recuperados, la mayoría de ellos nacidos alrededor del ’76, que constituyen el corazón de los reclamos de justicia y un puente, actual en su dolorosa persistencia, entre pasado y presente.

Se trata, en todo caso, de una generación que conserva de la dictadura recuerdos directos muy vagos, o ninguno, y que comparte el hecho de haber crecido en un contexto democrático, de creciente respeto por los derechos humanos, revalorización del pluralismo y paz. Y a la que al mismo tiempo le tocó atravesar un proceso de transformación económica y social severísimo, que no sólo incluyó el quiebre de la sociedad integrada y la reforma neoliberal de los ’90 sino también la aparición de la cuestión de la inseguridad, la crisis de la ciudad, el malestar institucional. Una generación que creció en plena consolidación de la “sociedad del riesgo” (al desempleo, la pérdida de vivienda, un robo), atormentada por la hiperinflación y la precariedad laboral, saltando de crisis en crisis.

Y que, sin embargo, está demostrando una energía militante que no se veía desde los primeros años del alfonsinismo.

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La novedosa repolitización de la juventud argentina se produce en clave kirchnerista y tiene como actor principal a La Cámpora, cuyos líderes han sido acusados entre otras cosas de abusar de la infraestructura del poder mediante el uso por ejemplo de teléfonos BlackBerry. La crítica es puntualmente absurda (los smartphones ya son una herramienta de trabajo habitual de buena parte de la clase media, se consiguen desde los 800 pesos y pueden ser interpretados como un lujo tanto como un signo de compulsión al trabajo) y encierra todo tipo de prejuicios: la juventud kirchnerista no es un invento del Gobierno sino el resultado de un proceso de mediano plazo que comenzó en los ’90, con la formación de núcleos de resistencia al menemismo como las organizaciones piqueteras, el Movimiento 501 o HIJOS, y que explotó en diciembre del 2001, cuando el clima anti-político del “Que se vayan todos” coincidió paradójicamente con un fuerte impulso de repolitización juvenil. En sentido estricto, la juventud K es un movimiento desde abajo luego capturado –y amplificado– desde arriba.

Pero reconocer las raíces y complejidades de este movimiento no supone, no debería suponer, caer en una idealización boba de la juventud kirchnerista, que ya exhibe límites que vale la pena revisar. Algunos son derivaciones del modo en que el gobierno administra el poder: la concentración de las decisiones, la escasa propensión a someter a la deliberación pública sus medidas más importantes y el hermetismo como contracara de la sobrevalorada sorpresa kirchnerista constituyen tics políticos negativos que se contagian a la forma en la que opera la juventud.

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Pero, más allá de sus evidentes debilidades y sus defectos, la oportunidad de los jóvenes kirchneristas, y en particular de La Cámpora, es única. En primer lugar, porque están prácticamente solos. El resto de los partidos carece de sectores juveniles significativos que los acompañen, a excepción de la microizquierda trotskista, que vive en sus mundos de fantasía de siempre, y, aunque más minoritariamente, del PRO, que cuenta con algunos jóvenes no sólo entre su dirigencia sino entre sus, digamos, bases, muchos de ellos provenientes de esa forma tecnocrática de relacionarse con los asuntos públicos que es la participación en las ONG eficientistas surgidas en los ’90, tipo Cippec. Pero, más allá de estas excepciones puntuales, lo cierto es que, con el radicalismo convertido nuevamente en un partido de gente mayor y el resto de la oposición arrinconada, el kirchnerismo es la única fuerza capaz no sólo de nuclear a un sector de la juventud sino de seguir conmoviéndola.

Pero hay más. Así como está prácticamente sola en comparación con las escuálidas juventudes opositoras, la juventud K también está sola –o casi– al interior del mismo kirchnerismo, que asume más bien la forma de una “suspensión coloidal”, según la feliz metáfora química de Ricardo Sidicaro, en el sentido de una serie de elementos sólidos que flotan en un medio fluido sin contacto entre sí. El kirchnerismo es, en efecto, un universo complejo integrado por sectores del más diverso origen y orientación ideológica, cuya identificación con el rumbo oficial no es difícil adivinar en muchos casos producto de la conveniencia coyuntural: en este contexto frágil, un núcleo de militancia juvenil que se muestre genuinamente consustanciado con el programa del oficialismo cobra especial valor. Y es en este punto donde el lugar de los jóvenes se hace especialmente difícil: si, por un lado, resulta esencial evitar un disciplinamiento absoluto que termine sofocando cualquier energía desafiante, no menos crucial es consolidar su lugar de “corazón ideológico” de un kirchnerismo cuyas alianzas sociales y políticas son muchas veces precarias y oportunistas.

Una salida virtuosa a esta aparente encerrona quizá pase por la construcción de una agenda propia. Hasta el momento, los esfuerzos de La Cámpora se orientaron, por un lado, al desarrollo territorial y, por otro, a la formación (o cooptación) de jóvenes capaces de desempeñar puestos de alta responsabilidad pública. El primer objetivo, de inevitable largo plazo, avanza en diferentes lugares del país, gracias al entusiasmo de muchos militantes y, por supuesto, a la amplia disponibilidad de recursos estatales. En cuanto al segundo objetivo, también se cumple con éxito, como confirma el repaso de los espacios de poder obtenidos por la agrupación.

Ambas cosas son cruciales pero insuficientes. Consolidar una organización en el territorio es importante para cualquier corriente interna, pero no muy diferente a lo que hacen otros referentes del peronismo tradicional (gobernadores, intendentes, punteros), mientras que los cuadros técnicos pueden provenir de canteras tan diversas como la academia, los estados provinciales (origen de la mayor parte de los altos mandos kirchneristas) o incluso los medios de comunicación y el espectáculo. En suma, el diferencial de La Cámpora no puede limitarse a la construcción territorial o la disponibilidad de buenos gestores.

Su oportunidad, insisto, pasa por la elaboración de una agenda propia, que hasta el momento no ha aparecido. Quizá porque es muy pronto, porque sus mecanismos internos no están lo suficientemente aceitados o por el modo en que se ha ido insertando en el Estado, La Cámpora no ha mostrado, al menos públicamente, cuáles son los temas, propuestas o ideas que la diferencian de otras corrientes que forman parte del enorme entramado oficialista. ¿Cuál es, por ejemplo, la agenda legislativa de La Cámpora? ¿En qué difiere de la de Agustín Rossi? Quiero ser cauteloso y entonces insisto: puede que aún sea muy pronto y que con el paso del tiempo la vayamos viendo. De hecho, decisiones como la reestatización de YPF o el plan de viviendas Pro.Cre.Ar., cuyo autor intelectual es el joven camporista Axel Kicillof, parecen avanzar en este sentido.

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Además de la posibilidad de arriesgar nuevas propuestas, el éxito de los jóvenes kirchneristas dependerá de su capacidad para relacionarse con las generaciones anteriores, lo que a su vez implica construir una mirada nueva, y propia, sobre el pasado. Y en este sentido resulta interesante la elección de El Nestornauta como símbolo de La Cámpora, elección que considero sintomática. Digámoslo así: en los ’70 a nadie se le hubiera ocurrido transformar a Perón o Evita en un personaje de historieta, e incluso los que forzaron la interpretación de la historia casi hasta el absurdo, como la izquierda peronista que convirtió a Evita en una líder revolucionaria y sacudió a Perón de sus componentes más fascistoides, se privaron de jugar gráficamente con su imagen. Los dos soportes biológicos del peronismo conservaron siempre su forma natural. El Nestornauta, en cambio, utiliza como base a El Eternauta, un personaje que ya tiene medio siglo, cuyo padre se encuentra desaparecido y que ha sido un símbolo de la militancia de los ’70, lo reescribe con las técnicas de moda, el esténcil y el Photoshop, para sobreimprimirle luego la imagen de Kirchner. Y en un gesto que ha pasado desapercibido pero que resulta notable, le quita el fusil. Producto de una operación simbólica a la vez ambiciosa y liviana, El Nestornauta resume de manera especialmente gráfica las tensiones que enfrenta la juventud kirchnerista.

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La idea central de este texto es que la reactivación política de un sector de la juventud argentina se produce en el contexto más amplio de un resurgimiento juvenil global. ¿Cuáles son los puntos en común entre la juventud kirchnerista y los movimientos juveniles de Egipto, España, Estados Unidos o Chile? ¿Hay, más allá del hecho de vivir un mismo tiempo histórico, elementos en común?

Se pueden encontrar varias pistas. Uno de ellas es el despliegue de nuevos modos de participación política caracterizados por un repertorio más amplio de acción: a las tradicionales marchas, huelgas y piquetes, los jóvenes han agregado operaciones de alto impacto mediático como el escrache y las teatralizaciones, y recuperado de los ’60 la idea de la ocupación permanente del espacio público (desde la plaza Tahrir de El Cairo a la Puerta del Sol o el Colegio Mariano Moreno). Por otra parte, el uso intensivo y natural de las nuevas tecnologías permite no sólo la denuncia instantánea a través de las fotos y videos captados por los celulares (cruciales en sucesos como la muerte de Mariano Ferreyra o las violentas represiones árabes), sino también la “militancia virtual” a través de las redes sociales. Sin caer en las falacias de una imposible “Revolución Twitter”, hay que reconocer la novedad que implican las convocatorias espontáneas que ya no recurren a las redes de microconfianza personal, construidas cara a cara, típicas del pasado, y que se organizan y gestionan a través de la red.

Hay más elementos en común. Pero en el análisis comparativo quizá lo más notable sea que, en contraste con lo que sucede en casi todos los países, la juventud argentina no se plantea en términos anti-poder sino que se incorpora a un dispositivo de poder ya en funcionamiento. ¿Cómo se explica esta diferencia? Mi tesis es que en Medio Oriente, España o Inglaterra, por citar sólo algunos ejemplos, el poder político y el poder económico se encuentran identificados o incluso fusionados, mientras que en Argentina el kirchnerismo ha establecido una tensión entre ambos, que es justamente la que conmueve a los jóvenes. En cierta forma, el kirchnerismo puede ser visto como un movimiento anti-poder. ¿Discutible? Seguro, pero la idea quizá podría precisarse señalando que a la hora de conectar con las nuevas generaciones no importa tanto si el kirchnerismo es efectivamente un movimiento de estas características: lo central es que los jóvenes así lo creen, y alcanza con revisar sus posiciones en los actos públicos, los medios de comunicación y las redes sociales para comprobarlo.

La clave es generacional. Los jóvenes de hoy, aligerados del recuerdo de etapas que no vivieron, derrotas que no sufrieron y tragedias que no atravesaron, no cargan la mochila de plomo que a menudo arquea las espaldas de los mayores y se muestran, casi por naturaleza, más proclives a enfrentar lo desconocido, empujar lo nuevo y ejercer la libertad en un sentido amplio. Quizás ésta sea justamente la mejor definición de juventud: la que la identifica con el cambio. Expresión local de un fenómeno más amplio, los jóvenes kirchneristas gozan de una serie de ventajas inéditas, desde el contexto plenamente democrático en el cual se mueven al manejo innato de las nuevas tecnologías y el apoyo de un gobierno que ha decidido confiar en ellos. Tienen la oportunidad de rejuvenecer la política, de ellos depende aprovecharla.

Fuente: Pagina12

MEMPO GIARDINELLI: La confusión.

Por Mempo Giardinelli

“El pueblo argentino, como nunca, duerme un interminable sueño, que se acabará cuando despertemos y ya no existamos como país.”

Así comienza un mail extraordinario que llega a mi computadora, enviado anónimamente y supongo que destinado a que cada destinatario despierte de la supuesta irrealidad en que vive.

Me parece interesante compartir con los lectores la asombrosa repetición de lugares comunes que hacen los promotores de estas campañas lanzadas desde las hoy llamadas “redes sociales”.

Veamos, sólo como ejemplos, algunas afirmaciones que hacen:

1) “Apretaron a la Iglesia. Apretaron al Campo. Apretaron a los medios y periodistas. Forrearon a las FF.AA. Apretaron a la oposición, a la Industria, a la Justicia.”

2) “Tienen fuerzas de choque y patoteros pagos, que sacan de las cárceles cuando los necesitan, para pegarle a la gente y provocar en los cacerolazos.”

3) “Transformaron el Congreso en escribanía. Extorsionan y patotean a gobernadores e intendentes.”

4) “Hicieron y hacen terribles negociados con la obra pública. Compran los votos de los legisladores. Esta época es peor que cuando usaban la Banelco.”

5) “Son más corruptos que todos los presidentes anteriores juntos.”

6) “Nos aislaron del mundo (...) Argentina está devaluada, no existimos. Tenemos una economía cerrada.”

7) “Nos distraen con la ley de medios y el voto a los 16 años, como si no hubieran cosas más urgentes.”

8) “Pronto tampoco va a haber propiedad privada ni libertad individual.”

9) “Cada día vemos cómo matan a nuestros vecinos; nadie responde, nadie hace nada.”

10) “No llenan una tribuna sino es con dádivas, planes, micros. Autoconvocados no tienen a nadie. Ultrajaron el Indec. Mataron a López. Mataron a Juan Castro (...). Burlaron a los 400.000 electores de Patti, aprobado como candidato por la Cámara Electoral. Pisaron a maestros de Río Gallegos. Patotearon a los manifestantes en Plaza de Mayo. Dejan que la delincuencia no pague. Dan prisión domiciliaria a los violadores. Ignoran y verduguean a Macri.”

11) “Cada día hay más miseria. Crearon la fábrica del subsidio para generar más vagancia (...) Premian a los que menos hacen y castigan a los que laburan. Los que tienen cinco hijos ganan más que un jubilado.”

12) “No hay infraestructura vial, no hay salud, no hay seguridad, no hay educación, no hay previsión energética, no hay combustibles, no hay carnes, no hay leche, no hay estrategias ni políticas.”

13) “El año próximo importaremos carne, trigo y maíz.”

14) “Con el dinero de las drogas y la salud de nuestros hijos, ellos se compran campos y estancias en la provincia de Santa Fe.”

15) “Cuando sea expulsada de la Casa Rosada, la Presidenta vivirá en uno de los tantos palacios comprados en el extranjero, con dinero que robó, roba y robará.”

Entre las esperanzas, que las tienen, aseguran que ahora “nos queda Jorge Lanata. Pero él solo no puede hacer nada” porque “a este pueblo parlanchín y fanfarrón le sobra lengua y le falta coraje”. Todo escrito con grandes signos de admiración no forzados.

Como se aprecia, la histeria y el despropósito de estos enunciados son tan palpables que asombra que muchos argentinos/as puedan creerlos.

Es curioso, sin embargo, que en esa pintura del supuesto país horroroso en que creen vivir, no mencionan la tan meneada re-reelección presidencial, que por ahora no existe como proyecto legislativo concreto y todo lo que el país está viendo es sólo una creciente esgrima periodística. A la que no habría que hacer caso, y menos si acusan de confrontativa a la Presidenta cuando la verdadera confrontación –sistemática e implacable– la generan y sostienen los medios encabezados por el Grupo Clarín.

Ellos son, además, la verdadera y más poderosa oposición que hoy existe en la Argentina. Alarmados porque se acerca el 7 de diciembre y la lucha ideológica devino también económica, es presumible la tentación de que se rompan los principios de la democracia. El golpismo destituyente, como lo prueba la historia de nuestro país, puede llegar incluso a estimular formas de violencia. Ojalá me equivoque, pero podríamos estar en vísperas de días sombríos.

Bien haría el Gobierno en tener en cuenta todo esto, por si acaso, pero sobre todo es imprescindible que tomen nota de ello algunos dirigentes que parecen no advertir la gravedad y exageración de sus reclamos, pero llaman a marchas y manifestaciones que no es seguro que controlen. Hugo Moyano, Pablo Micheli y Pino Solanas, entre ellos, que ya están coincidiendo con los señores Macri, De Narváez, Buzzi, Duhalde, De la Sota y Cecilia Pando.

Digan lo que digan, en la cancha parecen estar pateando todos para el mismo lado: la desestabilización. Porque si se trata de construir alternativas para vencer electoralmente –para lo cual tienen derecho, y también muchos deberes– no parece ser éste el camino. Y menos el de confundir a la ciudadanía exagerando el pánico.

Fuente: Pagina12

sábado, 29 de septiembre de 2012

LUIS BRUCHSTEIN: A la derecha del miedo

Por Luis Bruschtein

Cuando se juntan el odio y el miedo, el resultado es altamente inflamable. Hay un lenguaje mediático que estimula el discurso violento que se instaló en algunos nichos sociales y culturales. Al mismo tiempo le otorga a ese nicho la calidad de vocero, de emergente de una animadversión generalizada. Entre ambos se potencian, se crispan unos a otros y así los grandes medios transmiten una vibración de odio y furia a toda la sociedad. Hicieron lo mismo después de la derrota del Gobierno con la 125, al punto de que el oficialismo parecía reducido a una mínima expresión en un océano de repudio. La fiesta del Bicentenario fue como si se hubiera descorrido el telón de esa imagen virtual mentirosa.

“Somos los guerreros de la red” se presentó el joven cacerolero en un programa de TN. Apareció allí como un joven independiente indignado con el gobierno kirchnerista, presentado por periodistas con antecedentes progresistas. En la red, el dizque guerrero aparece abrazado con el

inefable Tula (el bombista oficial de Menem) y con el Momo Venegas. Cada vez que se rasca la cáscara de esa rabia virtual y cacerolera, no aparecen ni independientes ni progresistas ni moderados. Hay en la red una lista de las páginas –alrededor de medio centenar– que convocaron al cacerolazo y están los nombres de sus administradores, todos cercanos al PRO, a la Sociedad Rural o a los dictadores. No hay ni un solo progresista y menos de izquierda. No aparece ninguna constancia de que haya otra fuente de ese odio que la de amigos de la Sociedad Rural, colaboradores del macrismo o amigos de los represores de la dictadura.

Pero hay una oposición diferente. Hay una disidencia crítica diferente y que además es mayoría frente a esa protesta violenta. Confundir a los caceroleros –“esas señoras con abrigos de piel”, como dijo Charly García–, con toda la oposición sería hacerles el juego a la violencia y a la estrategia cada vez más visible del Grupo Clarín de desestabilizar y jaquear al Gobierno de cualquier manera a medida que se aproxima la fecha en la que deberá desinvertir por la cláusula antimonopólica de la ley de servicios audiovisuales.

Asimilar esa marcha como la única expresión o la expresión mayoritaria de la oposición forma parte de esa estrategia que intenta nuevamente generalizar una voz minoritaria. Es una forma de extender el odio, de convertirlo en el único argumento opositor, un argumento que no admite discusión, que se dice a los gritos y que cierra el debate.

En los barrios del sur de la ciudad no se movió ni una hoja. La condición social de los caceroleros fue más que evidente y hasta resulta patético el oportunismo de algún dirigente piquetero opositor cuando alaba estas manifestaciones, creyendo que así será bien visto por estos sectores, una de cuyas consignas es “soy de la mitad del país de la cual vive la otra mitad”. Señor dirigente piquetero: para esa gente, usted es de los parásitos que viven de lo que les sacan a ellos. No hay puntos de contacto, cualquier esfuerzo por encontrarlo es puro oportunismo. Facundo Moyano no tiene la edad suficiente para saber que ese mismo tipo de marchas eran las que hacían los viejos gorilas antiperonistas en el primer peronismo. Si Facundo no lo sabe, el intento de su padre Hugo por congraciarse con ellos resulta por lo menos poco peronista.

Para la oposición sería un error convalidar estas expresiones de odio por oportunismo o por creer que allí se encuentran posibles votos. Esa gente no vota radicalismo ni socialismo y mucho menos izquierda. En ese sentido, fue más inteligente la posición del PTS que, desde una izquierda muy crítica con el Gobierno, se diferenció de las consignas reaccionarias que se escucharon en el cacerolazo.

Pero al mismo tiempo que este discurso mediático estimula esas expresiones de odio, denuncia que la gente que se expresa con esa violencia tiene miedo. Hay una lógica en esa aparente contradicción: el miedo puede generar odio. Cuando alguien es apuntado por un arma, tiene miedo, pero en el fondo quiere asesinar al que lo está apuntando. Si este discurso mediático puede convencer a una parte de la sociedad de que debe tener miedo, estará generando odio. No se trata de que haya razones reales para el miedo, sino que se trata de inducirlo.

Los “guerreros de la red”, como los amigos del Tula y del Momo, hicieron una campaña diciendo que el Gobierno retiraría los pasaportes a los que tuvieran deudas con la AFIP. Aunque parezca mentira, hubo incautos que se apresuraron a tramitar su documento, lo cual demuestra que es un error despreciar el poder conjunto mediático y virtual. En apenas una semana se presentaron dos denuncias por supuesto maltrato de género. TN se sumó a la campaña y mostró una lista ridícula de frases del secretario de Comercio que “producían pánico en los empresarios”, como una en la que le decía “chucrut” a un superempresario alemán u otra en la que trataba de “Ratonazi” al dueño de la FIAT, Cristiano Rattazzi.

En nueve años de gobierno kirchnerista puede haber seguramente muchas críticas en todos los planos. Pero las razones para tener miedo serían represión, persecución y amenazas, listas negras, cierre de medios, personas golpeadas por matones, vidrieras rotas por hordas, policía política, presos políticos, exiliados, periodistas agredidos, opositores agredidos. No hay nada de eso.

El miedo es una mentira. Y una mentira menos digerible todavía en un país que tuvo una dictadura en la que todo eso fue llevado a la enésima potencia. El superempresario alemán se puede ofender porque le digan “chucrut” y hasta es discutible el sentido del humor de Moreno, pero es ridículo que alguien pueda creer que eso le dé miedo, igual que al dueño de la FIAT. El empresario español, de origen argentino, Martín Varsavsky, que quedó desgraciadamente enredado en la quiebra de la aerolínea Southern Winds y que no puede exportar a este país productos informáticos por culpa de las disposiciones de Moreno, también dice que los empresarios argentinos tienen miedo por la AFIP, pero en vez de indignarse contra los empresarios que no están en regla, se enfurece con los funcionarios que hacen cumplir la ley. Esta conjunción mediática y virtual de referencias insistentes al miedo no proviene de una situación real ni de una exageración periodística. Forma parte de una mecánica para generar odio y para justificarlo cuando explote.

Cuando un matón ataca en público, lo hace mientras se victimiza a los gritos para que la gente justifique su agresión y no intervenga. Es una lógica de escaramuza callejera, de barrabrava, que se aplica también como técnica sucia en campañas mediáticas. No es éste el caso, pero todos los golpes de Estado fueron antecedidos por fuertes campañas mediáticas de este tipo. Cuando el 6 de septiembre la Presidenta bromeó en un discurso con que sus funcionarios deberían tenerle un poquito de miedo si cumplían mal sus funciones, se forzó la frase para convertirla en una amenaza que nunca fue tal. Los lectores de Clarín y de La Nación leyeron que la Presidenta había dicho que la sociedad debe tenerles miedo a ella y a Dios.

Los caceroleros salieron después con carteles que decían “no le tenemos miedo”, replicando la tergiversación estúpida de una broma y exhibiendo una valentía de papel. Fue un acto de opereta salir con esos carteles. No tienen miedo porque no hay nada a qué tenerle miedo, excepto a ellos mismos por la violencia que expresan y el primitivismo gritón y autoritario al que reducen la política. En la Argentina hubo miedo en otras épocas y eso sucedió cada vez que expresiones sociales de ese tipo llegaron al poder, la mayoría de las veces a través de golpes de Estado que tuvieron un respaldo civil cimentado en el miedo y el odio.

La mayoría de la oposición, por más crítica que sea con el Gobierno, no piensa de esa manera. La polarización cada vez más fuerte que están planteando los medios hegemónicos está fomentando la conformación de una tercera fuerza a nivel nacional como expresión de una derecha muy clara alrededor del jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri. El peronismo expresado en el kirchnerismo y sus aliados peronistas y no peronistas conformarían una fuerza; el socialismo y el radicalismo necesariamente quedarían en una intersección que los presionaría a la unión, y en un tercer andarivel, la ideología mediática de confrontación desesperada ha actuado como la ambulancia que recoge a los heridos de los ’90: restos del menemismo y el duhaldismo, de la derecha radical, candidatos mediáticos y partidos provinciales conservadores tenderían a delinear la primera formación nacional de derecha clara, alrededor del PRO, un heredero de la vieja UCeDé. Estas expresiones, inclusive la de los chicos que preguntaron en Harvard, entre los que había un ex funcionario de Esteban Bullrich y un activista homofóbico que realizó una fuerte campaña virtual en contra del matrimonio igualitario, son parte de este nuevo y viejo componente del escenario político. Nuevo porque sería una novedad la conformación a nivel nacional de esta corriente de derecha como fuerza competitiva electoral. Y vieja, porque se identifica con todos los componentes ideológicos de la antigua derecha liberal.

Fuente: Pagina12

viernes, 28 de septiembre de 2012

REPUDIO A DE LA SOTA DE EX MILITANTES DE LA UNION DE ESTUDIANTES SECUNDARIOS.

En respuesta a un spot publicitario en el que el gobernador De La Sota intenta relacionar la Noche de los Lápices con una medida de su gobierno, queremos aclarar que nuestros compañeros secuestrados, torturados, asesinados y desaparecidos por la dictadura no son ángeles alados ni "mártires del boleto estudiantil" cuyo sueño hizo realidad dicho gobernador, como pretende esa publicidad. 

Ellos fueron militantes políticos que pusieron en juego su vida -y la perdieron- luchando contra un orden económico injusto, sustentado en la complicidad entre corporaciones -contrarias a todo valor ajeno a su propio beneficio- y sus socios civiles, religiosos y militares. 

Desde ese lugar es que nos siguen guiando en nuestro quehacer cotidiano y desde este lugar repudiamos la banalización indecorosa que de esa lucha realiza el gobernador de Córdoba intentando utilizarlos en beneficio propio. 

Su interpretación de la historia de lucha de nuestros compañeros demuestra, en el mejor de los casos, ignorancia. 

Solicitamos al Sr. Gobernador de la provincia de Córdoba que retire de circulación este mensaje indigno de la memoria de nuestros luchadores populares. 

Firman: Emilce Moler, Gustavo Calloti (sobrevivientes de la Noche de los Lápices) y compañeros de militancia de María Clara Ciochini, Horacio Ungaro, Claudia Falcone, Francisco Muntaner, Daniel Racero y Claudio de Acha.

ADHESIONES: reencuentrodelaues@gmail.com

jueves, 27 de septiembre de 2012

Venezuela y la Convención Americana sobre DD.HH.

Por Raúl Gustavo Ferreyra *

La Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) configura, en sentido relevante, un código de derechos y deberes fundamentales en América para todos los ciudadanos. Fija, en paralelo, los deberes y responsabilidades de los Estados soberanos.

Algunos Estados han dispuesto que las reglas de la CADH tienen carácter prevalente sobre el Derecho interno, incluso el constitucional (Colombia, 1991); otros, como la Argentina (1994), dispusieron que sus reglas son equivalentes al Derecho constitucional. Mas, en otros casos (Brasil, 1988), la dogmática judicial prevaleciente sostiene que las reglas de la CADH se encuentran por encima de la ley, pero cotizan debajo de la Constitución federal. Otras constituciones (Chile, 2005) no dicen expresamente, aunque la dogmática afirma que cotizan, al menos, con jerarquía constitucional.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 dispuso en su artículo 23 que “los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno, en la medida en que contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a las establecidas por esta Constitución y la ley de la República, y son de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del Poder Público”. Hace muy pocos días, la autoridad pública de Venezuela decidió, formalmente, renunciar a la CADH; concretamente, salvo un cambio en la decisión política, Venezuela quedará desligada de este magnífico sistema de protección y promoción de los derechos humanos; o sea: fuera del ámbito de realización de la CADH.

La decisión del gobierno de Venezuela es profundamente equivocada. No tiene defensas, ni siquiera en el hecho de que dicho estado sea o haya sido uno de los más condenados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). La autoridad venezolana yerra, sin atenuantes, porque en pleno proceso de integración de América del Sur, el mejor momento en 200 años de historia política y constitucional, se desliga, sin razón, del pacto de unión sobre derechos y deberes fundamentales, que con uniformidad y sin vacilaciones reconocen todos los Estados.

Desde hace unos seis años, la CIDH ha insinuado un control de convencionalidad, que trata de lograr la conformidad con la CADH de toda disposición de Derecho interno, incluido el Derecho constitucional. La CIDH también se equivoca cuando pretende que el Derecho constitucional, el más alto grado de soberanía estatal, puede ser susceptible de control de convencionalidad; hasta tanto un Estado no disponga la prevalencia de la CADH, no lo puede hacer la CIDH. No deberían los jueces colocar en crisis la soberanía del Estado! Significativamente: la jerarquía siempre debe ser de la persona humana, no de sus productos, ya sea el Estado o el Derecho.

También, en los últimos tiempos, se ha cuestionado el emplazamiento físico de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Se localiza en un país que no forma parte de la CADH y que, además, no se caracteriza por constituir un paradigma universal de la defensa irrestricta de los derechos humanos. Las personas que deben viajar a la “Comisión” tienen que obtener visa de dicho país y en algún caso ha sido negada. Idénticamente, se ha cuestionado, con gran fundamento, que la “Comisión” no debería dictar medidas cautelares, una decisión sustantivamente jurisdiccional.

Nadie puede afirmar con certeza científica terminante si la razón es esclava de la emoción o viceversa; el debate, iniciado por René Descartes en el siglo XVII, rebatido por David Hume en el siglo XVIII, prosigue con vitalidad.

En el plano de la razón y con sentida emoción sería altamente estimulante que Venezuela reconsidere inmediatamente su decisión y retorne al sistema de la CADH; que los jueces de la CIDH tengan presente que el control de convencionalidad es un acto de la máxima trascendencia jurídica e institucional y que la enorme mayoría de los Estados que suscriben la CADH no ha conferido jerarquía prevalente sobre su propio Derecho constitucional al mencionado instrumento; ergo, no debería proceder dicho control sobre el Derecho constitucional; que la “Comisión” atienda en América latina y en nuestras lenguas nativas.

* Profesor titular regular de Derecho constitucional, Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires.

Fuente: pagina12

lunes, 24 de septiembre de 2012

EDUARDO ALIVERTI: Afinar la sintonía

Por Eduardo Aliverti

El paisaje político continúa dominado por los ecos de las cacerolas, como no podía ser de otra manera. A la vista y en general, desde el oficialismo se persistió en minimizar lo ocurrido. Y la oposición siguió creyendo o diciendo que aconteció un punto de inflexión.

Aun entre quienes sólo simpatizan con el kirchnerismo pero sin ahorrarse críticas, causó impresión –con toda lógica– la violencia verbal que expresaron los manifestantes. Corridos varios días, ¿por qué no hubo condena a las barbaridades vistas y escuchadas, por parte de aquellos que puedan haberse exteriorizado con espíritu democrático? ¿Hubo de esa gente? Nadie se indignó frente a cánticos y consignas repugnantes. No se destacaron reprobaciones entre los portavoces mediáticos de la oposición. Los editorialistas de la prensa, oral y escrita, simplemente se dedicaron a insistir con la solicitud de que Cristina escuche el reclamo “popular”. ¿Qué es lo que tiene que escuchar? ¿Que se vaya con Néstor? ¿Que es una chorra? Dejemos esto para dentro de unas líneas, de todos modos. Por ahora, vale que la malignidad de los emblemas recortó al oficialismo en el desprecio porque de esta forma no puede dialogarse ni pretendiéndolo. Y en efecto, así no se puede hablar. Pero también, con toda lógica, la oposición se aferró a un número de embroncados callejeros que no estaba en el cálculo ajeno ni propio. Producido el hecho, y aunque la convocatoria no pasó por figura alguna de quienes enfrentan al Gobierno, bien que solamente desde el discurso, era obvio que buscarían potenciar la magnitud del caceroleo hasta esos límites comprensibles pero injustificables.

Algunos colegas opositores puntearon que el oficialismo sí tomó nota de lo acaecido. Ahora dicen que no volvió a citarse la re-re, lo cual es veraz. Dicen que los tonos y actitudes de Cristina reflejaron la decisión de bajar un cambio. Dicen que en algo andaría si no volvió a abusar de la cadena nacional. Por algo será, dicen, que Boudou ya no aparece con esa sonrisa permanente y causante de irritación masiva. Por algo habrá sido, dicen, que a ella se la ve más simpática, menos tensa, distendida, no tan provocadora. Acerca de esto último sería atinado si se ponen de acuerdo porque, justamente, se viene de una tapa revisteril que exhibió a la Presidenta en gestualidad orgásmica por su relación con las masas. La saltan de deprimida a bipolar, de bipolar a furiosa, de furiosa a autista y del autismo a la felicidad masturbatoria. ¿Eso es todo lo que se les ocurre como cuestionamiento político? Convengamos que semejante pobreza argumentativa refleja mucho, o todo, sobre cuál es el verdadero equipaje de la oposición. ¿Creen, honestamente, que la muchedumbre caceroleante, y la gran mayoría de quienes se quedaron en sus casas pero aprobando el repudio, salió a la calle porque está inflada de cadenas nacionales, de la re-re, de que no haya conferencias de prensa, de la sonrisa de Boudou? ¿De la “inseguridad”? Este aspecto sí puede ser incluido en el pésimo humor de los manifestantes, pero se desarma al contrastarlo con el tipo de salida que propondrían y aun si dejara de considerarse que cualquier estadística demuestra que no hay un incremento del delito violento. ¿Qué significa protestar contra la inseguridad en términos de solución? ¿Salir a pura bala, matar a como venga, institucionalizar el gatillo fácil? Sí. Pero no pueden decirlo. Por fortuna o militancia, el asentamiento de la democracia le puso una raya, grande, a que se tome como natural poder vomitar cualquier afirmación de anclaje facho, so pena de exposición absurda o maloliente. Se puede en el anonimato de los llamados sueltos a las radios, en las redes sociales o en las estrofas y carteles de una manifestación cada tanto. Pero no en forma generalizada. Es por esa misma autopista que circula lo auténticamente representativo de la irritabilidad del teflón. Es el dólar, estúpido. El cepo cambiario sobresalta a las porciones acomodadas de la sociedad. Y al imaginario de clase media: por obra de factores culturales históricos, estimulados hasta el hartazgo por los medios de comunicación, se termina convencido de que la cotización o acceso a la divisa norteamericana son determinantes para sentirse libres o en prisión. Pero eso tampoco pueden manifestarlo de manera consignista, porque es vergonzante. Y el Gobierno comete el enorme error de no ajustar su alocución, y sus disposiciones, a desflecar ese espíritu convocante del dólar.

Cristina es una plebeya, linda, de temperamento jodido, frentera, capaz de haberse sobrepuesto a tragedias personales, con accionar reparador de las necesidades mayoritarias aunque nunca deje de recordar que no es el Che Guevara. Eso es insoportable para las señoras y señores que viven del goce a través de que haya los situados aplastadamente abajo. No tiene arreglo. Sí entre alguna burguesía dirigencial que comprende la necesidad de contar con liderazgo y reglas claras, así deba apartar fastidios o repelencias gorilas. No entre tilinguería mediáticamente comandada, que sesenta años después reproduce el festejo por el cáncer de Eva y por más que su comodidad dineraria no esté afectada. Pero lo que no dispone de arreglo tiene algunos acomodamientos, parciales, tal vez capaces de despejar cargas perniciosas. Sintonía fina, ya que estamos. Siempre sin perder la noción de que uno no es más que un simple analista, cuyo poder se remite a escritura, micrófono, capacidad de convencimiento, pero no a las decisiones ejecutivas con que lidian a cada rato quienes ejercen el poder en serio, vayan ciertas apreciaciones de acción y comunicación. Están en línea con lo que es el motor no sólo de la furia enunciada por energúmenos de la marcha. Lo es de la gente que hasta aprobaría o dispensaría al Gobierno si no fuera por los embrollos en que se mete, en áreas de sensibilidad extrema. Por ejemplo, ¿cuánto da la cuenta anual de los argentinos que viajan al exterior con relación a la cantidad de divisas imprescindibles? ¿Es tan estremecedora, como para dejar(les) el flanco de que parecemos la Unión Soviética? ¿Puede ser, debe ser, que un día sea que hay que avisar a dónde se viaja, y al otro que hay que hacerlo con un mes de anticipación, y al otro que recién en la semana del viaje se consigna cuánto tiene habilitado cada viajero, y así sucesivamente? ¿No se dan cuenta de que por estas barrabasadas dispositivas, y/o informativas, es por donde se cuela buena parte de lo que el propio oficialismo denomina “cadena del desánimo”? Quienes viajan al extranjero son una sólida minoría respecto de la suma poblacional, pero la construcción simbólica que se traza alrededor de ellos es fortísima. Desde la oposición periodística se escribió que la Presidenta está encrespada con el desaguisado que le indujeron las segundas líneas en la implementación de los dispositivos cambiarios. Aunque eso no la exima de responsabilidad, ojalá sea cierto. ¿Y no sería conveniente que se establezcan diferentes escalas de tipos y accesos de cambio? ¿No debe distinguirse entre los para qué de importaciones y requerimientos de divisas? Si es cierto, como lo es en poca, alguna o gran medida, que las dificultades mundiales nos cayeron encima sin comerla ni beberla, ¿no hay que explicarlo mejor y unívocamente, en lugar de brincar de resolución a resolución dando idea de que se opera en el rato a rato? Salvador Treber, economista del Plan Fénix, lo dijo en una entrevista publicada por este diario el domingo anterior: “En 2011, la fuga de divisas fue de 18 mil millones. En el primer semestre de este año, (apenas) algo más de 3 mil (...) Las medidas son en general correctas, pero (...) torpemente implementadas. Me gustaría que sean más sutiles, menos torpes. Esas economías (de ajuste cambiario) las haría cualquier país del mundo. Las exportaciones bajaron 2 por ciento, que en un mundo en crisis no es nada (...) Brasil bajó 20 por ciento sus importaciones y nadie lo critica (...) Esto es una guerra de nervios, pero volvería a decir: ¡Por favor, funcionarios del Gobierno! ¡Sean más hábiles para tomar las medidas y no producir rechazo aun de las que están bien!”.

El firmante tiene la certeza de que si eso sucediera quedaría seriamente desarmado el centro del cuestionamiento que caceroleros, adyacentes y gente de buena fe no se animan a admitir como tal, como centro. El dólar, la sensación que provoca, las visiones que excita. No serviría, quedó dicho, para que dejen de bardear con la yegua, la chorra, la corrupción. Pero salir a la calle quedaría “circunscripto” a eso; a que no hay conferencias de prensa presidenciales; a que no se quiere más entradas en cadena; “a la inseguridad y había otra cosa más que no me acuerdo”, como dijo una manifestante en un testimonio para la historia. Saldrán igual, lo pueden hacer y de hecho lo harán. Pero no cabría envidiarles la antología del ridículo.

Fuente: Pagina12

domingo, 23 de septiembre de 2012

DE CRISTIANOS A LA JERARQUIA: Repudio y pedido de verdad

Por Washington Uranga

La Conferencia Episcopal Argentina recibió el jueves un pedido de condena pública de la jerarquía católica a las declaraciones del ex dictador Jorge Rafael Videla. El documento tiene el respaldo de 350 cristianos, en su gran mayoría laicos, integrantes de organismos de derechos humanos, trabajadores, intelectuales, periodistas, docentes y miembros de comunidades de base. Las declaraciones del genocida fueron realizadas a la revista española Cambio 16 y al periodista Ceferino Reato y son una admisión de responsabilidad en el terrorismo de Estado, además de un reconocimiento de la complicidad de la institución eclesiástica y de los obispos con la dictadura. Se solicita también que se lo prive de participar en la eucaristía hasta tanto exprese su arrepentimiento por los delitos cometidos y su voluntad de reparar los daños causados.

El texto está dirigido a todos los niveles de la Conferencia Episcopal en la persona de su presidente, el arzobispo de Santa Fe José María Arancedo, y fue entregado por el promotor de la iniciativa, el escribano Hernán Patiño Meyer. El documento señala que “esta inédita situación de reconocimiento criminal por un lado y de señalamiento de corresponsabilidades eclesiásticas por otro, constituye sin duda un escándalo que por su magnitud reclama de parte de quienes nos sentimos miembros de la misma comunidad de creyentes y ante el incomprensible silencio de los obispos, una reacción impostergable”. Pide que además de la “condena categórica” a las manifestaciones de Videla se actúe mediante “la negación de su acceso a la eucaristía hasta tanto no se produzcan las condiciones previstas para concederle el sacramento de la reconciliación, que no son otras que el arrepentimiento, el reconocimiento de los pecados cometidos y la voluntad de reparar sus consecuencias”.

La carta lleva la firma, entre otros, de Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, de Taty Almeida, Mirta Baravalle, Aurora Bellochio, Laura Conte, Nora Cortiñas, Haydée García Buela, Beatriz Lewin, Marta Ocampo (todas integrantes de Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora); de los periodistas Liliana López Foresi, Víctor Hugo Morales y Gustavo Cirelli; del músico y embajador ante Unesco Miguel Angel Estrella, de la cantante Marilina Ross y del propio patrocinante y ex embajador argentino en Uruguay, Hernán Patiño Meyer. Entre los religiosos se cuentan el coordinador del Grupo de Sacerdotes de la Opción por los Pobres, Eduardo de la Serna, el ex candidato a gobernador de Formosa, sacerdote Francisco Nazar, curas, monjas y pastores evangélicos.

Los firmantes sostienen que “es la historia la que nos interpela como cristianos y por ello necesitamos dirigirnos a los actuales integrantes del Episcopado exhortándolos y exigiéndoles acciones concretas que repudien las afirmaciones del dictador y demandarles también los gestos y decisiones que contribuyan a reparar y poner fin al daño causado por las inconductas de sus antecesores”. Se afirma que “resulta imposible negar que, en la mayoría de los casos por omisión, en algunos otros por complicidad activa y afinidad ideológica, la jerarquía fue incapaz de cumplir con su misión de enfrentar con decisiones claras y contundentes a una tiranía contraria a los principios y valores de nuestra fe”.

Al reconocer que de la actual composición de la jerarquía católica “no forma parte ninguno de los que como obispos convivieron con el terror estatal”, advierten que estos obispos tienen “la oportunidad de liberarnos de la pesada mochila de un pasado que cargaron los que, por decir lo menos, no supieron, no pudieron o no quisieron estar a la altura de sus responsabilidades pastorales”.

Subrayan los firmantes que “no nos mueve otro interés que el más sincero deseo de que la Iglesia, de la que somos parte, no hipoteque una vez más su autoridad moral y con ella su credibilidad y potencialidad evangelizadora”. Entre otros interrogantes que se formulan está si “¿puede seguir integrando la comunidad cristiana quien reconoce públicamente y sin arrepentimiento alguno haber encabezado como su máxima autoridad un gobierno tiránico durante el cual, y siguiendo sus órdenes, se torturó, asesinó y se hizo desaparecer a miles de seres humanos?”.

La jerarquía católica argentina nunca hizo un reconocimiento completo de las responsabilidades institucionales de sus obispos. Algunos pedidos genéricos de perdón fueron incluidos en distintos documentos, pero en ningún caso hubo asunción directa de responsabilidades y condena de los miembros de la Iglesia que estuvieron directamente comprometidos. Aun en el caso de un condenado por delitos de lesa humanidad, como Christian Von Wernich, sigue gozando del amparo eclesiástico hasta el punto que se le permite celebrar misa, hecho que también se denuncia en el documento.

Existe por otra parte un reconocimiento “con admiración” a la “minoría de pastores que alzaron su voz para dar testimonio del mensaje evangélico”, recordando entre ellos a los asesinados obispos Angelelli y Ponce de León, y a De Nevares, Novak, Hesayne y Devoto.

Un párrafo especial se dedica a los capellanes militares a quienes se sindica como cómplices. “Es casi imposible que quienes estuvieron en unidades militares empeñadas activamente en la denominada ‘guerra sucia’ hayan ignorado lo que ocurría, menos aún los que ejercían su ‘ministerio’ en donde funcionaban centros clandestinos de detención.” Por eso “creemos que es una obligación ineludible de la jerarquía exigir que aquellos sacerdotes que hayan colaborado o tenido conocimiento transmitan a las autoridades de la Iglesia, bajo el apercibimiento de ser sancionados automáticamente con las penas canónicas más severas, toda información que permita identificar el destino final de los desaparecidos y de los hijos que permanecen aún secuestrados y privados de su identidad”.

Fuente: Pagina12

MEMPO GIARDINELLI: Buenos Aires y el país

Por Mempo Giardinelli

La marcha de protesta del jueves 13 sigue dando que hablar. Y está bien, no hay dudas de que fue una manifestación significativa y a esas demostraciones siempre es necio ningunearlas. El Gobierno bien hará en tomar nota de algunos reclamos.

Por eso no importa si la manifestación fue mayor o menor de lo que muchos esperaban. Fue nutrida y se comprende, porque en realidad no tuvo nada de espontánea. Se preparó muy bien: desde dos semanas antes era notable el papel movilizador de las redes sociales, y además el macrismo –aunque lo niegue– fogoneó entre bambalinas. Lo cual es lógico: gobiernan la ciudad, el año pasado obtuvieron el 60 por ciento de los votos y el intendente Macri tiene ambiciones presidenciales. Habría sido estúpido no operar en las sombras, como ahora lo es negarlo.

Del mismo modo, habría sido más sincero admitir que estuvieron detrás de la marcha. De hecho, TN se pasó toda esa noche aupando a personajes patéticos, como un irrecuperable señor Fernández, el pobrecito señor Bárbaro y el astuto millonario colombiano que es un todo terreno para definiciones apocalípticas, hasta que “recibieron” una llamada dizque espontánea del señor Macri.

Eso explica que la inmensa mayoría de los manifestantes fueron contra el gobierno nacional, pero no dijeron una sola palabra de la censura a los maestros porteños, la desatención hospitalaria o el negociado del Hospital Borda, y nada de los subtes abandonados, ni la mugre y la contaminación de todo tipo que impregna a Buenos Aires. Con todo lo cual estoy diciendo que fue un fenómeno, una vez más, porteño.

Cierto que se reprodujo con asistencias variadas en algunas (pocas) ciudades del interior, pero fue un asunto porteño. Un movimiento político, como tantos otros que se produjeron y producen, de la capital del país. Donde vive entre el 10 y el 15 por ciento de la población, buena parte de ella aturdida por el sonido y la furia de la exasperación, el resentimiento y la ansiedad.

En el Chaco, por ejemplo, ese jueves a la hora de la marcha no pasó nada. Y en la mayoría de las provincias, tampoco. Y me parece válido el señalamiento porque ya es tiempo de que alguien les diga a las dirigencias porteñas que muchos argentinos, millones, estamos hartos de esa soberbia capitalina que se apropió de nuestro gentilicio y cree representarnos.

Cierto que no se puede tapar el cielo con un dedo, pero tampoco cabe darle dimensiones nacionales a todo lo que sucede en un distrito históricamente remiso a las continuidades democráticas. ¿O hay que recordarle al país que todos los golpes de Estado se gestaron y produjeron en Buenos Aires? Todos los fragotes, todas las protestas populares, todas las inestabilidades destituyentes y todos los festejos ligeros fueron y son allí. Como si llenar u ocupar la Plaza de Mayo fuese una gesta representativa de la voluntad de la nación argentina. No lo es.

Por eso no hubo cacerolazos importantes más que en media docena de puntos del país, precisamente allí donde se hace eco el discurso neoliberal de muchos nostálgicos de Videla y de Cavallo, de Menem y del uno a uno que nos fundió la economía. Pregunten en Córdoba o Mendoza, por caso.

Es innegable que hay un sector de nuestra sociedad que está muy enojado. No hay que descalificar ese enojo, ni subestimarlo. Pero tampoco hay que atribuirle una importancia que no tiene. En ese contexto hay que subrayar que Buenos Aires no nos representa y es hora de que lo digamos. El otro día, un flaco, en el bar al que suelo ir, hizo este comentario, obviamente en broma: “¿Viste Cataluña? Quieren independizarse. ¿Qué tal si ayudamos a los porteños a que hagan como Cataluña?”. Enseguida saltaron dos de otra mesa, que entre maníes y quesitos hicieron su aporte: “Aguante la independencia porteña”, dijo uno al que llaman Toto. “Macri presidente, pero de Boca Unidos”, se carcajeó un tercero, para provocar a los correntinos del otro lado del río. Hubieran visto las caras de la concurrencia, los comentarios.

Curiosamente, fueron dos porteños notables que suelen enfrentarse en el debate intelectual los que, en mi opinión, mejor leyeron la manifestación. Horacio González, agudo y sereno como siempre, reconoció la realidad y señaló con justeza las posibles luces amarillas que el kirchnerismo debería visualizar. Y Beatriz Sarlo, con lucidez y atenuada ironía, recordó que “la clase media no debe convertirse en una clase maldita”, pero señalando a la vez lo que definió como “el drama” con estas palabras: “Detestar al kirchnerismo no produce política. Y hoy, en cualquier lugar del mundo, afirmar la primacía absoluta de los derechos individuales (yo hago lo que quiero con lo mío) es una versión patética y arcaica de lo que se cree liberalismo”.

En una democracia, la oposición y todos los disconformes con el gobierno de turno tienen todo el derecho de organizarse, como también tienen el deber de hacerlo. La libertad en la Argentina es absoluta y para ellos sólo debiera tratarse, entonces, de que se preparen para ganar las próximas elecciones y después las de 2015. Si es que pueden. Y si no, acompañar, les guste o no.

Fuente: Pagina12

sábado, 22 de septiembre de 2012

Luis Bruchstein: Odiólar

Por Luis Bruschtein

La DEA los puso en la mira. Con el dólar se compran casas, con el dólar se ahorra, con el dólar se viaja. Sin el maldito dólar no se puede hacer nada. Y algunos sectores de las clases media y alta sufren de su abstinencia como un cocainómano en bajón. Algo de eso tuvo el cacerolazo. Síndrome de abstinencia. La desesperación del adicto que no puede consumir, el drogón al que le sacaron el caramelo y arremete contra las paredes, trata de asesinar al enfermero, odia a los médicos que lo atienden y a los padres que lo internaron.

Seguramente fue más complejo, seguramente intervinieron muchísimos factores, pero cuando el Gobierno cerró la canilla del dólar gatilló un mecanismo asesino en esos sectores. Cada una de las medidas, desde los trámites con la AFIP por computadora que después rechazan los bancos, hasta el 15 por ciento de aumento a la tarjeta alimentó al asesino serial, al monstruo solitario que anida en la zona oscura del cerebro de un ser humano argentino, dizque civilizado.

La clase media kirchnerista o que no es antikirchnerista pudo elaborar esa abstinencia, sublimarla con un razonamiento político que va más allá de la bronca inmediata, una mirada que le permite ver por encima de las fronteras una crisis mucho peor que la falta del dólar.

En cambio para la clase media antikirchnerista, que había quedado aturdida después de las elecciones, la sequía de dólares operó como catalizador del pataleo, sumó y potenció toda la bronca. Es un estado de ánimo que reclama por los dólares, contra “los planes descansar” (la Asignación Universal por Hijo), y contra el pago de impuestos. Pero no menciona estos puntos. Prefiere hablar de la “korrupción”, de la falta de libertad o “diktadura”, del rechazo a la reforma de la Constitución, a la re-reelección.

Los reclamos que mencionan son los que se pueden discutir, pero no son los que encienden la llama del odio. El polvorín está en los temas que no mencionan y, sobre todo, o por lo menos el más extendido, el maldito dólar. O se lo menciona detrás de eufemismos como la falta de libertades (para comprar dólares) y algunas otras que equiparan mágicamente a la Argentina con Cuba y Venezuela.

Nadie se hace cargo del embole que produce en general a los sectores medios esa adicción. Más de un kirchnerista se tragó una puteada cuando viajó al Uruguay y lo estafaron con el cambio. O cuando alguna de esas medidas lo sorprendió en medio de una transacción inmobiliaria que se frustró o se encareció.

Esa es una discusión: la forma de cortar una adicción surgida en años de devaluaciones y corralitos que había convertido a la Argentina en el país con más dólares per cápita después de Estados Unidos. Y, al mismo tiempo, hacer ese corte en el marco de una inflación importante.

El peligro de esa adicción en un país con inflación son las corridas cambiarias. Y el peligro es más grande aun cuando esas corridas muchas veces son provocadas por grandes empresas exportadoras para obligar a una devaluación drástica del peso. Y más peligroso aún es si esa corrida se produce en el contexto de una crisis mundial. Con ese marco, una devaluación forzada hubiera podido llegar a provocar una crisis peor que la híper de Alfonsín.

El contexto previo al cierre de la canilla era el de miles de millones de dólares girados al exterior o llevados al colchón. Un clima intoxicado con versiones de corralitos y devaluaciones que no ocurrieron. Los mismos empleados bancarios aconsejaban retirar los depósitos. Si esa corrida no paraba, la economía difícilmente sobreviviera. O sea: los sectores de clase media que están rabiosos porque tienen pesos pero no pueden comprar dólares, ahora no tendrían esos pesos para comprarlos. La canilla de los dólares se cerró para proteger a una economía que hizo prósperos a los mismos que reaccionan furiosamente contra esas medidas.

La furia fue llamativa. El odio dio vergüenza ajena. La bronca por el dólar estaba subyacente y con mucha fuerza, pero no alcanza para explicar todo. El odio forma parte innata, constituye la amalgama de una cultura donde la supuesta superioridad social, económica o cultural, otorga licencia para matar. Es algo que tiene raíces históricas en la Argentina donde la supuesta ilustración siempre apareció enfrentada al progresismo real de las masas. O por lo menos así fue presentado por historiadores que falsearon alineamientos o ignoraron a los intelectuales que no respetaron esa regla elitista.

En la búsqueda de posibles explicaciones a tanto odio apareció una frase de Arturo Jauretche navegando por las redes: “Conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor”. Jauretche fue un sociólogo autodidacta, probablemente uno de los que hicieron aportes más ricos sobre la idiosincrasia de los argentinos y constituye un ejemplo de los que han sido ninguneados por las academias.

Es difícil entender el odio y más difícil aún es entender su naturalización o su minimización por parte de columnistas e intelectuales de la oposición. Fueron pocos los que tuvieron el reflejo o la valentía de señalarlo. Algunos incluso llegaron a tratar de ocultarlo. El canal TN de Clarín fijó sus cámaras desde el principio hasta el final sobre la marcha de los caceroleros, pero le quitó el sonido y no hizo entrevistas a los manifestantes. Unos días después, en un programa de ese canal se presentó un panel con supuestos caceroleros espontáneos donde todo estaba guionado. Ninguno se superpuso, como si se hubieran distribuido previamente los temas. Los periodistas disfrazaron todavía más la mentira acusando de “oficialistas” a los demás canales que difundieron entrevistas de caceroleros histéricos. Si les da vergüenza ser partícipes y beneficiarios de ese odio, más les valdría reflexionar sobre esa cuestión, en vez de operar para ocultarlo.

En los últimos treinta años hubo manifestaciones opositoras contra todos los gobiernos. En el caso de Menem, marchaban familiares de víctimas de la dictadura cuyos asesinos habían sido indultados por su gobierno y decenas de miles de desocupados que habían perdido sus trabajos por sus políticas. Tenían muchos más motivos para el odio que estos caceroleros, pero nunca en esas manifestaciones se escucharon expresiones criminales como las que se manifestaron en el cacerolazo. Nunca se le deseó la muerte a Menem ni a su familia y lo mismo con De la Rúa. Fue repugnante escuchar esas consignas y fue repugnante ver cómo algunos periodistas que se jactan de civilizados se callaron y se hicieron cómplices de esos actos miserables de exaltación de la muerte. El mismo grupo social y la misma cultura que festejaba el cáncer de Evita sesenta años atrás. A la Presidenta no se le perdona un chiste mínimo, pero a ese grupo social le está permitido convertir en consigna política la muerte del otro.

Esa fue una expresión del odio. Porque otra de las explicaciones del odio es el tono de los grandes medios encrespados por la pérdida de privilegios que implica la Ley de Servicios Audiovisuales. Se puede hacer mucha teoría sobre el tema. Y a eso se dedica la periodista Mariana Moyano. La bajeza expresada en la forma revanchista con que informaron sobre un robo en su domicilio termina por confirmar, si alguien todavía tenía dudas, que la propiedad de los medios no puede estar concentrada ni monopolizada, que es necesario que haya diversidad y educación.

La mayoría de los grandes medios festejaron que le haya sucedido esa desgracia a una periodista que cuestionaba la manera en que los medios operaban sobre el tema de la inseguridad. Pero lo más rastrero fue que en varios de los noticieros se divulgaba la dirección de esa periodista, como si estuvieran convocando a que se repitieran los hechos. Igual de rastrero fue que inventaran que entre los pocos objetos robados hubiera dólares. Una “periodista K” con dólares constituye algo muy regocijante, aunque sea mentira.

La ruta del odio lleva a los enfrentamientos violentos. Es algo que ya se vivió y se sufrió. Es un camino más que peligroso. Si la oposición no critica estas expresiones –y las justifica como en otras épocas–, estará repitiendo los mismos errores del pasado.

Fuente: Pagina12

viernes, 21 de septiembre de 2012

CACEROLAS DE TEFLON

El "chori" es cosa de "negros",
Hay una tendencia por izquierda a un panegirico de la señora/señor de clase media que salió con la cacerola a mostrar su indignación. Algunos que posan de progresistas, tienden a justificar la movida, señalando que el racismo, el desprecio de clase hacia los sectores populares, la banalización del nazismo, las ansias de dólares, fueron una expresión marginal de esa movida... Todos nosotros, tanto en la vida diaria real como en las redes sociales, sabemos que ESA ES LA ESENCIA DEL RECLAMO. La misma desde 1810.



Es cierto, no es "la clase media"... es un sector de ella. El mismo sector del "viva el cancer", de la Libertadora, de Videla... ahora pretenden convencernos de que nada es como es, que no hay continuidades en la historia, y que el peronismo no es "el hecho maldito del pais burgues", sino que la clase media es el "hecho maldito del peronismo"... artilugios verbales para justificar las maniobras destituyentes de Clarin y de los sectores de la clase media y de la oligarquía que han sido en todos los tiempos antipopulares.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Apresaron al ex represor Spada en el Chaco por crímenes de lesa humanidad

Foto gentileza Radio Veintiuno.
20-09-2012

El abogado de la Liga Argentina por los derechos del Hombre en Formosa, Luis Zapiola declaró que "aparentemente hay un pedido de la justicia italiana donde lo identifican por sus iníciales, con el domicilio de Spada. Se lo detuvo por crímenes de lesa humanidad" .

Comentó que el ahora detenido, "Está elevado a juicio en la causa Steimbach por la represión ilegal en los centros clandestinos del Regimiento y la Escuelita San Antonio en Formosa. Se debe fijar fecha para juicio oral. Tambien se investigan una serie de delitos en la causa Carrillo. Todos los imputados en esta causa y en la causa Steimbach están libres por decisión de la Cámara de Casación Penal. Estas excarcelaciones deben ser revocadas".

Recordó que "Spada era el encargado de la tortura de los detenidos en el Regimiento. Es el procesado que hoy en la causa Steimbanch está dilatando la fecha del juicio con planteos impertinentes".

Consideró que en su opinión "no es procedente la extradición porque está siendo juzgado por delitos similares en la Argentina. Es un represor que está elevado a juicio en Formosa, y a su vez registra pedido internacional, no es un nene de pecho".

Spada, dice el diario Data Chaco, es un hombre de 64 años, quien fue detenido este miércoles por la mañana. Tenía pedido de captura internacional desde Roma. Había sido integrante del Ejército Argentino, con funciones en Formosa.


En un exitoso operativo conjunto entre efectivo de la División Interpol de la Policía Federal y del Departamento de Investigaciones Complejas de la Policía del Chaco, fue capturado en Resistencia un hombre de 64 años, quien era buscado desde Italia, acusado de cometer delitos de lesa humanidad.

El hombre tenía un pedido de captura internacional proveniente de la ciudad italiana de Roma, y el procedimiento para su detención se realizó conforme un oficio del Juzgado Federal, según informaron fuentes policiales. El sujeto, que era buscado desde 2005, fue detenido cerca de las 11, en Monteagudo al 480, mientras caminaba por el lugar.

Más tarde se pudo conocer que fue capitán en las filas del Ejército Argentino y prestó servicio en la Provincia vecina de Formosa.

Finalmente, fue trasladado al delegación de la Policía Federal en esta ciudad siendo notificado en la causa "Secuestro o Detención Ilegal, Tortura, Acto de Barbarie, Lesiones con resultado de Muerte, Homicidio", con intervención de Juzgado Federal de la Provincia. 

Fuente: Diario Nueva Provincia.





miércoles, 19 de septiembre de 2012

LOS MOTIVOS DEL CACEROLAZO

Odio.
(MDT) Según una encuesta on line de El Cronista, el 53 de quienes respondieron  contestaron que su motivación fue la oposición a la re reelección de Cristina. Lo siguió la "inseguridad", con el 16,3%, el cepo al dólar con el 8,1%. El pretendido abuso de la cadena nacional cosechó un 1,6% de adhesiones. En el variopinto conglomerado "otros" se anotaron el 6,9% de quienes respondieron.

Teniendo en cuenta que es un  derecho constitucional promover una reforma constitucional (que por otra parte el gobierno nacional no propone), no se entiende el planteo del "espontaneismo" clasemediero, que tiene en sus manos una formidable herramienta para impedir la re reelección de la Presidenta: el voto en contra, tanto en el llamado a una Constituyente como en una elección general.

En ese sentido, fresca está la lección aprendida en Honduras, donde el presidente Zelaya fue depuesto por un golpe mediatico de la la clase dominante por simplemente atreverse a proponer una reforma.

En realidad, a este sector social el único partido que lo representó históricamente fue el "partido militar". En otros momentos de la vida nacional, ya hubieran dado ese golpe. Y como siempre, los partidos populares hubieran visto la película desde afuera de la movida o desde adentro de la cárcel.

El energúmeno que confiesa ante las cámaras de televisión que efectivamente son golpistas, pero de la "democracia" dio en la tecla. Efectivamente, todos los golpes de estado del Siglo XX se dieron en nombre de una "democracia" que los partidos "populistas" habian deformado con la lentitud y la corrupción, Yrigoyen e Illia incluidos por cierto.

martes, 18 de septiembre de 2012

MARIANA CARBAJAL: La mujer que no recibió protección

Fiscal Marcelo Romero.
Mariana Condoría denunció haber sido golpeada por su pareja. El fiscal Marcelo Romero promovió una mediación entre ambos. Dos días después, fue encontrada muerta. Ahora, los familiares de la mujer y una ONG piden que se investigue la actuación del fiscal.

Por Mariana Carbajal

Por primera vez, un fiscal bonaerense fue denunciado por no tomar medidas efectivas para proteger a una mujer víctima de violencia de género, y en cambio proponer una mediación entre ella y su pareja, a quien había denunciado por darle una golpiza. La joven, Mariana Condoría, fue encontrada muerta dos días después. Tenía 20 años y era madre de tres hijos.

La denuncia se presentó ayer ante la Procuración General de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires contra el titular de la Unidad Fiscal de Investigación Nº6 de La Plata, Marcelo Romero. Fue promovida por la mamá de Mariana, María de los Angeles Pereira, el Colectivo de Investigación y Acción Jurídica (CIAJ), de La Plata, y la organización barrial El Mate Popular, al cumplirse seis meses de la muerte de la joven. Además, instaron a la procuración a que dicte un protocolo para que los fiscales sepan cómo actuar en los casos de violencia de género y se prohíba el uso de la mediación en ese tipo de causas.

En la presentación se acusa al fiscal de cometer graves irregularidades en su actuación y de violar pactos internacionales de derechos humanos. Puntualmente se le cuestiona el hecho de haber propuesto una instancia de mediación entre Mariana y su pareja, Gabriel Maldonado, cuando lo había denunciado por violencia machista. El hombre ahora está investigado como presunto autor de la muerte de Mariana, ocurrida días después de la decisión dictada por Romero. “La muerte es la constatación de que la Justicia debió haber promovido otra medida que le brindara una protección a la víctima. Y la mediación, la constatación del modo en que terminan muchas denuncias por violencia de género en la provincia”, señaló a Página/12 la abogada Sofía Caravelos, del CIAJ.

Mariana vivía en pareja con Maldonado desde hacía un año y medio. Tenían una hija en común, una beba de cinco meses. Según el testimonio de los familiares incorporado en la causa, Maldonado ejercía todo tipo de violencias hacia Mariana: física, psicológica, agresión hacia sus hijos, obstrucción de su autonomía económica.

El 7 de marzo de este año, Mariana llegó en moto junto a su pareja hasta la casa de su madre. Durante todo el trayecto, Mariana fue recibiendo, de parte de Maldonado, golpes de puño en la cara, cabeza, espalda y abdomen, según relatan sus parientes. La familia, al advertir el estado en el que llegó la joven, la indujo a hacer la denuncia policial. Así fue como se presentó en la comisaría 3ª de La Plata”, relató Caravelos. “No era la primera agresión que recibía Mariana, pero en la comisaría no le preguntaron nada sobre hechos anteriores. La mandaron al cuerpo médico y al hospital para constatar las lesiones; pero no pudo ir por falta de recursos para su movilidad”, agregó la abogada.

La denuncia, precisó, fue recibida por la UFI Nº6, a cargo del fiscal Romero, quien el 8 de marzo dispuso que “se cite a la víctima a efectos de que manifieste cuál es su situación actual respecto del ilícito denunciado, como así si presta conformidad en la iniciación de un proceso de mediación con la intervención de la Secretaría respectiva a efectos de procurar una solución alternativa al conflicto”.

Mariana fue notificada el 13 de marzo y el 14 fue hallada muerta por ahorcamiento en su casa del barrio de Villa Elvira, en las afueras de La Plata, en circunstancias que aún están siendo investigadas, a fin de determinar si se trató de un suicidio o un homicidio a manos de Maldonado: esa causa también tramita en la misma UFI a cargo de Romero. Caravelos no descarta que haya sido un suicidio inducido, por la misma situación de violencia machista que atravesaba la joven.

Ayer, la madre y el CIAJ, representante legal en la causa que investiga la muerte de Mariana, solicitaron que se sancione al fiscal Romero por la gravedad de la decisión adoptada. En el escrito presentado ante la procuración, el CIAJ advierte que “aun cuando distintos organismos internacionales de derechos humanos y la legislación vigente en el ámbito nacional y provincial prohíben que, en casos de violencia de género y contra las mujeres, se fijen audiencias de conciliación, mediación u otros medios que promuevan instancias de acercamiento y/o reconciliación entre la víctima y la persona denunciada, éstas aún son promovidas por los funcionarios judiciales”. A continuación, en la denuncia destaca que “la aplicación de estas medidas en los casos de violencia contra las mujeres tiene efectos contraproducentes en el acceso a la Justicia para las víctimas y en el mensaje permisivo enviado a la sociedad”.

Caravelos indicó que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su informe 2010 “hizo hincapié en que hacer este delito negociable o transable parte de la premisa de que las partes involucradas se encuentran en igualdad de condiciones de negociación, situación que queda excluida de las instancias de violencia contra las mujeres en tanto se enmarcan en relaciones de poder y dominación entre los géneros”. Lamentablemente, agregó Caravelos, Romero no es el único fiscal en la provincia de Buenos Aires que promueve la mediación en casos de violencia de género.

Fuente: Pagina12

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