viernes, 31 de mayo de 2013

JOSE SCHULMAN: RIO DE SANGRE - Reflexiones sobre el pase de Puricelli de Defensa a Seguridad

Por Jose Schulman*
En su discurso del 25 de Mayo, la Presidenta Cristina Fernandez de Kirchner, resaltando la colaboración entre militantes y militares hizo una referencia histórica que vale la pena considerar. Cito: “Quiero que tomemos ese ejemplo, cómo se volcó el pueblo solidario y también algo maravilloso que me llenó el corazón y que fue ver trabajar a miles y miles de jóvenes de la política, de las iglesias junto a los hombres de las Fuerzas Armadas, porque ¿saben qué? Yo estoy segura que quienes pergeñaron ese golpe terrible del 24 de marzo de 1976, quisieron tender un río de sangre que separara al pueblo de las Fuerzas Armadas.”[1]
Las “Fuerzas Armadas” al momento del golpe del 24 de marzo de 1976 habían cometido, sucesivamente los golpes de estado de 1966 (el de Onganía contra el presidente Illia), el de 1962 contra el presidente Frondizi, el de 1955 contra el presidente Perón, el de 1943 contra el presidente Castillo y el de 1930 contra el presidente Irigoyen. Si un río de sangre separó al pueblo de las Fuerzas Armadas, ese río no nació en 1976, sino antes, bastante antes. Acaso desde la desmovilización del Ejercito Libertador de San Martín, ese que no portaba la bandera nacional sino la divisa de la Unidad Americana, como Bolívar, cuya derrota es imprescindible de pensar al momento de entender la fragmentación del sueño de la Patria Grande que unía a ambos gigantes de la lucha anticolonialista.
Estas Fuerzas Armadas no son herederas de San Martín y Belgrano, sino de Mitre y Roca, los jefes del exterminio de los pueblos originarios que habían sobrevivido al genocidio europeo originario: el de la Conquista Imperial de Nuestra América. Hacia finales del siglo XIX culminó un largo periodo de luchas internas entre las distintas elites regionales y la porteña con el triunfo de esta última, ya aliada firmemente al Imperio Británico, y la definitiva organización del estado capitalista argentino.  Esto se logró con la transformación de Buenos Aires en la capital nacional, el control del Puerto y con él de la Aduana, principal fuente de ingresos por ese tiempo; la sanción de un conjunto de Códigos  y Leyes que dieron estructura jurídica burguesa a la Nación y la construcción de un relato histórico, un mito fundacional burgués,  que incluía la idea de que el Ejercito Genocida de los pueblos originarios en la Guerra de la Triple Alianza (masacraron a dos de cada tres paraguayos –guaraníes- varones) y de la Campaña del Desierto, era la continuación de aquel otro, popular, rebelde y revolucionario de Güemes, Belgrano, Monteagudo y San Martín.
Contradiciendo su reivindicación del revisionismo histórico, la Presidenta Cristina asume acríticamente el núcleo duro del relato liberal sobre la historia nacional que siempre intentó trazar una línea de continuidad entre la Revolución de Mayo,  Caseros (la derrota de Rosas a cargo de Urquiza), la ley Sáenz Peña de 1912 y una vida pacífica y en democracia interrumpida ocasionalmente por algunos episodios menores, digamos los golpes del 30, 43, 55, 62, 66 y el marzo de 1976. Entre el Ejercito de Videla operando en Tucumán en 1975 en el marco de la Operación Independencia ordenada por el gobierno de Isabel Perón en su momento y el de San Martín.
Esa no es nuestra historia, nuestra historia es la historia de la represión española contra los pueblos originarios, los esclavos y todo el que se rebelara contra el orden Colonial, tarea para lo cual contaron con la Inquisición, ese aparato de inteligencia militar, grupos de tarea para la tortura y la ejecución de disidentes que España trajo a América muy temprano.  Nuestra historia es la historia de las masacres del Ejercito contra los pueblos originarios y la represión de los obreros de la Patagonia Rebelde o la Semana Trágica hasta que el Estado Nacional organizó un Aparato Jurídico Represivo y un Aparato Policial de control y represión a los rebeldes. Digo, la ley 4144 de 1902, la de Seguridad Nacional de 1910 y la formación de la Sección Especial de lucha contra el Comunismo al interior de la Policía Federal. Leyes y Secciones que con distintos nombres prepararon y antecedieron la labor de 1976, que por cierto no surgió de la nada. Nada surge de la nada.
Pero dejemos la historia y concentremosno en otra cuestión, acaso más importante: la supuesta transformación de las Fuerzas Armadas en una fuerza amiga del pueblo y su servicio, cuestión que se probaría con la participación militar en las labores de auxilio tras la catástrofe social de La Plata (que llueva es natural, que haya inundaciones y muertes, es un fenómeno social).
Claro que estas Fuerzas Armadas no son las de 1976. Pero no solo por la voluntad transformadora del Gobierno de los Kirchner. No lo son porque el propio Imperio presionó para reformular los Ejércitos de la Región en los 90, en el pico del fundamentalismo privatizador, buscaron reemplazar los Ejércitos de Reclutas por fuerzas profesionales. Fue Menem el que dio el paso de gigantes al transformar las Fuerzas Armadas en lo que son hoy: una fuerza pequeña, de voluntarios asalariados y con centro en las misiones internacionales de paz de la ONU (todavía formamos parte de la fuerza de ocupación militar en Haití, por ejemplo). Las Fuerzas Armadas se han achicado, pero no el aparato armado del estado, en su lugar han crecido exponencialmente la Gendarmería Nacional, la Prefectura Nacional, la Policía Federal y las Policías Provinciales y hasta ha surgido un nuevo aparato armado del que se sabe muy poco: los efectivos de las agencias privadas de seguridad, dirigidas por militares o policías en retiro y bajo la influencia del Mossad y la CIA.
La presencia en las rutas y las calles de la Gendarmería Nacional forma parte del paisaje del siglo XXI y parecen invisibles puesto que casi nadie habla de ellas.
Pero veamos lo que dice un reconocido investigador del tema y al que nadie considera un “opositor” del gobierno nacional, Horacio Verbitsky. Solo tomaremos dos notas de setiembre de 2012 en el que se considera la labor del Ministro de Defensa, ahora promovido a Ministro de Seguridad y un curso de instrucción donde se defendió la doctrina de la lucha antiterrorista de los EE.UU. en el mismo Ministerio de Defensa argentino.[2]
Bajo la conducción de Puricelli, el Ministerio de Defensa ha permitido la reaparición de las tendencias militares a la autonomía, la intervención en cuestiones políticas y hasta cierta solapada reivindicación del terrorismo de Estado.
Desde que asumió como ministro de Defensa, en diciembre de 2010, Arturo Puricelli fue reacio al deslinde entre el terrorismo de Estado y las Fuerzas Armadas integradas al sistema institucional que marcaron los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, y sus ministros José Pampuro y Nilda Garré. Puricelli no ha tenido reparo en criticar ante personal del ministerio los juicios por violaciones a los derechos humanos porque “algo había que hacer para pararlos. Yo los conozco, en Ezeiza quisieron matar a Perón”. Coherente con esta línea de pensamiento, impuso a una dependencia de Ejército el nombre de General Ernesto Fatigatti (un empresario quebrado, ex vicepresidente de la Cruzada de Solidaridad de Isabel Martínez). Tampoco se preocupó por mantener apartadas a las Fuerzas Armadas de cualquier injerencia indebida en cuestiones que la ley les veda. Así, puso a trabajar en el proyecto de submarino nuclear al vicealmirante retirado Benito Rótolo, ex subjefe de Estado Mayor durante la gestión de Jorge Godoy, a quien el juez federal Daniel Rafecas procesó por su participación en la actividad “sistemática y generalizada” de espionaje ilegal a políticos, periodistas y militantes de organizaciones sociales desde diversas bases de la Armada. Entre sus asesores designó al Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Católica Argentina, Fabián Calle, un entusiasta de la contrainsurgencia “para hacer frente a grupos, organizaciones y redes armadas que recurran a tácticas y estrategias guerrilleras y/o terroristas”… Su equipo de colaboradores está plagado de familiares e incluye al hermano, dos hijos, un sobrino y sus respectivas parejas. Su primer vocero fue un suboficial de la Armada en actividad, novio de su hija y colaborador del diario La Nueva Provincia, de Bahía Blanca, cuya conducta durante el terrorismo de Estado es investigada por la Justicia por el asesinato de dos delegados. Debió alejarlo cuando el vocero firmó un mensaje de felicitación al diario La Nación celebrando “su trayectoria”.
La actividad más regular de Puricelli son los viajes al exterior, siempre con demasiados acompañantes. Entre los oficiales retirados que actúan como asesores (según el artículo 62 de la ley orgánica) confirmó al almirante Joaquín Stella, el jefe de Estado Mayor de la Armada relevado por Kirchner en 2003, quien durante la crisis de fin de siglo presentó un plan al ministro de Defensa Horacio Jaunarena por el cual se movilizarían miles de efectivos militares en apoyo de la Policía y la Gendarmería, bajo las órdenes de un comandante operacional de las Fuerzas Armadas. En cambio decidió prescindir del general Juan Jaime Cesio, despojado de su grado por la dictadura por haber denunciado la comisión de “delitos aberrantes, como el secuestro, la tortura y el asesinato de miles de personas” y privilegiar “su condición de ciudadano sobre la de militar”, al asistir a una movilización por los derechos humanos.”
Y el mismo día denuncia que en el Ministerio de Defensa se dictan cursos de lucha antiterrorista por parte de instructores yanquis:  “El Brigadier Mayor (R) Richard Goetze, uno de los especialistas estadounidenses en Seguridad Nacional, Guerra No Convencional y Operaciones de Información, que durante toda la semana pasada entrenaron a tres docenas de funcionarios civiles del ministerio de Defensa, fue agregado militar en la Argentina durante los peores años del terrorismo de Estado. Este dato esencial fue omitido en el curriculum del instructor que el ministerio de Defensa distribuyó a los participantes en el curso pero sí figura entre las biografías que la Fuerza Aérea de Estados Unidos suministra sobre su personal. Allí se constata que en julio de 1976 llegó a Buenos Aires como agregado militar a la embajada de su país, donde permaneció hasta julio de 1978. Aquí reunió dos agregadurías: la de la Fuerza Aérea y la del Pentágono. Esos fueron los años más intensos en la represión clandestina organizada por el gobierno militar. Según el cálculo realizado por la Conadep en su informe Nunca Más, entre 1976 y 1978 se produjeron el 93 por ciento por ciento del total de las desapariciones de personas y los aviones de las distintas fuerzas fueron utilizados para arrojar prisioneros al mar. Si este antecedente hubiera sido difundido, los civiles asistentes al curso podrían haber enriquecido el diálogo con la explicación en primera persona del brigadier Goetze sobre aquellos años del terrorismo de Estado. Quien hoy dirige el Grupo Militar en la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, el coronel Patrick D. Hall, también tiene una historia interesante que los cursantes no conocen: Hall estaba asignado en Caracas cuando el presidente Hugo Chávez denunció la injerencia militar estadounidense en la política de su país. Hay otros componentes engañosos de esta historia, que reflejan los modos de conducción del ministro Arturo Puricelli. El secretario de Estrategia y Asuntos Militares Oscar Cuattromo dijo en la sesión inaugural que luego de leer la nota del domingo “Welcome back, boys” quería dejar en claro que el curso estaba en línea con la política del gobierno nacional desde 2003 y dentro de las leyes vigentes. Es decir, aquellas que separan la Defensa Nacional de la Seguridad Interior. Luego solicitó que se acercara el subsecretario de Formación, pero Carlos Pérez Rasetti prefirió permanecer en las gradas del anfiteatro del salón Roca del ministerio. “No hace falta”, se excusó, mientras las pantallas gigantes reflejaban el desconcierto de Cuattromo ante su gesto de distancia. Por más que un comunicado oficial haya minimizado la gravedad del curso, su divulgación lo convirtió en una mancha venenosa con la que nadie quiere contaminarse, porque más allá de las palabras tranquilizadoras implica una regresión inocultable en la política oficial hacia las Fuerzas Armadas. Los instructores suministraron abundante material para justificar estos temores a la extralimitación castrense que propone el Pentágono.”
Cinco días después de la reflexión sobre “el río de sangre”, la Presidenta Cristina Fernandez mueve al Ministro Puricelli de Defensa a Seguridad; es decir, lo lleva al verdadero Comando del Aparato Militar del Estado en estos días. De las investigaciones sobre el Proyecto X ni una palabra. Sobre el descubrimiento de un Oficial de Inteligencia de la Policía Federal actuando sobre el movimiento popular en estos días ni una palabra. Sobre la brutal represión en Castelli, Chaco, setenta heridos, dos muertos incluido un niño de dos años, ni una palabra.
Conviene para cerrar, una breve referencia a una cuestión teórica que adquiere inusitada vigencia en la Argentina y es la cuestión de la batalla cultural. Y es que algunos, de buena intención y no tenemos razones para dudar de nadie de sus intenciones, mucho menos de la Presidenta Cristina Fernandez, creen que la hegemonía cultural se resuelve en el terreno cultural. Con gestos como el descuelgue del cuadro de Videla del Colegio Militar o la entrada a la Esma. Con reconocimientos como el que merecidamente han recibido algunas de las víctimas y algunos de los que lucharon contra la impunidad (algunas y algunos, no todos; que la discriminación macartista sigue vivita y coleando). Y he ahí el problema. La hegemonía cultural que logró la cultura represiva y egoísta, la preeminencia del “sálvese quien pueda” en detrimento de la idea del proyecto colectivo transformador de la realidad mediante la lucha popular, no se logró por medios culturales.
No es que Alfredo Martínez de Hoz le ganó un debate a Agustín Tosco o a Rodolfo Walsh; digamos en el estadio de Boca o en el Luna Park; no fue así la cosa. A Rodolfo Walsh lo balearon en la esquina de Entre Ríos y San Juan y fue llevado a la Esma; y Agustín Tosco murió bajo el gobierno de Isabel, víctima de una enfermedad que no pudo tratar debidamente por la clandestinidad que lo obligaba la represión militar y el accionar de la Alianza Anticomunista.
No es con gestos y cursos de derechos humanos que cambiará la Bonaerense o la Formoseña o la Chaqueña o la Santafecina; es con políticas efectivas de conducción política democrática (y me permito dudar de la voluntad democrática y transformadora de Puricelli), con una clara decisión de no reprimir, de no torturar, de no someter a tratos indignos e inhumanos a ninguna persona en condiciones de encierro policial o carcelario, con la firme voluntad de expulsar de la fuerza a toda persona comprometida con el Terrorismo de Estado, la Violencia Institucional, el tráfico de Drogas, la prostitución, el armado de causas contra inocentes y por supuesto la represión lisa y llana a los que luchan. Solo así se cerrará el río de sangre que hay entre los hombres armados por el Estado y el pueblo. Solo así se fortalecerá la democracia y se podrá aspirar a que el Nunca Más no sea solo un deseo. Y si llegamos hasta aquí; hasta este Juicio y Castigo ejemplar contra tantos genocidas, tenemos las condiciones para lograrlo, es de la unidad popular y de la voluntad política transformadora que depende todo. Acaso en primer lugar, conquistar la democracia verdadera que nos merecemos desde la frustración de la Revolución de Mayo. Una democracia verdadera para la Segunda y Definitiva Independencia que necesitamos para toda Nuestra América.
Fuente: Cronicas del Nuevo Siglo.
* Secretario de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre.

martes, 28 de mayo de 2013

DESAPARECIDOS: No sólo son memoria

Por María Carolina Llorens *
“No son sólo memoria, son vida abierta,
son camino que empieza y que nos llama.”
Cirsemaia/Viglietti

Mis padres, Sebastián Llorens y Diana Triay, militantes del PRT/ERP, fueron secuestrados el 9 de diciembre de 1975. Estuvieron desaparecidos desde entonces. Tenía un año y medio cuando los secuestraron, y mi hermano Joaquín apenas tres meses. Gracias a personas que nos cuidaron amorosamente, a los vestigios que aún había de justicia en nuestro país y la fuerza incansable de mi abuela Carolina nosotros pudimos volver a nuestra familia.
Crecimos en el miedo, el dolor, la incertidumbre, el amor y la bronca de la ausencia. A pesar de los esfuerzos de la familia de explicarnos lo que había sucedido con nuestros padres, nos encontramos a menudo con preguntas sin respuestas. ¿Estaban muertos? Si la muerte es una pregunta ancestral que nos hacemos los humanos, ¿qué es la no muerte? ¿Qué es el desaparecido? ¿Qué es esta ausencia sin certezas? Y cuando ante esas preguntas había sólo silencios, cuando ante esas preguntas había cinismos siniestros como “el desaparecido no tiene entidad, no está ni muerto ni vivo, está desaparecido” (Jorge Rafael Videla), la desaparición era una incertidumbre que carcomía las entrañas. Por eso mi abuela materna soñó, hasta su muerte, con timbres. Timbres que en la madrugada sonaban y alimentaban la esperanza de volver a abrazar a su hija.
Cuando tuvimos 20 años participamos en la fundación de H.I.J.O.S. Asumimos nuestra mayoría de edad y la construcción de nuestra identidad. Fue ahí cuando las preguntas se hicieron reclamos y lucha por la memoria y la justicia. Hoy también nuestros hijos son una fuerza para seguir buscando. Sus preguntas siguen denunciando una historia que, de tanta crueldad, es difícil de explicar y comprender. Una mañana mi hijo de 8 años amaneció preguntando “yo ya eso de los militares lo entendí, pero decime mamá, los huesitos, ¿dónde están los huesitos de los abuelos?” Luego, cuando salíamos de hacer una declaración en el juzgado, siguió preguntando: “Entonces, ¿no sabemos dónde están? ¿Pueden estar en cualquier lado? ¿Pueden estar acá, debajo de la vereda?”
Al final mi hijo tenía razón. Los “huesitos de los abuelos” podían estar en cualquier lado. En octubre de 2012 los restos de Sebastián y Diana aparecieron. Salieron a la luz, en el lugar menos pensado, a orillas del río Matanza, al borde de la avenida La Noria en el Barrio Sarmiento. De esta manera, la vida, la verdad y la justicia, por más que quieran desaparecerlas o asesinarlas, siempre encuentran la grieta por donde seguir brotando.
El amor y la lucha de Diana y Sebastián, que los mantuvo unidos aun en la muerte, siguieron latiendo bajo la tierra. En ese descampado donde los arrojaron al lado del camino, en medio de lagunas que se fueron rellenando con escombros, desde el año 2008 viene creciendo el Barrio Sarmiento. Un barrio donde 700 familias, principalmente de inmigrantes y campesinos del interior, vienen enfrentando la exclusión y a la vez construyendo un futuro digno para sus hijos. Es decir, los “huesitos”, como semillas, estuvieron creciendo en ese barrio. Y desde este barrio comienzan a ser rescatados de la desaparición para transitar el camino que los devuelve a la muerte.
Fueron niños de este barrio los que ocasionalmente encontraron restos humanos y uno de los pobladores se animó a denunciarlos. La policía forense los retiró el 26 de octubre del 2012, y el Equipo de Antropología Forense los identificó el 1º de marzo del 2013, informando que entre los cuatro cuerpos encontrados estaban los de mis padres. El juez Daniel Rafecas, con una resolución de una lucidez implacable, el viernes 3 de mayo declaró públicamente que ya no son más desaparecidos, que son muertos asesinados por las mafias organizadas del Ejército, la policía y la Triple A, que venían operando desde antes del proceso, con los mismos procedimientos y la misma crueldad que los caracterizó durante la dictadura.
De esta manera, por fin, nos encontramos con una certeza que abre puertas. Una posibilidad tangible de despedida, de poder llorar a nuestros muertos, uno de los derechos humanos innegables ya enunciados desde la tragedia de Antígona que se conoce como “derecho al duelo”. Mi abuela paterna, Nelly Ruiz de Llorens, que con sus 92 años sigue luchando, puede luego de tantas pérdidas y tantas búsquedas infructuosas despedirse de su hijo. Y podemos despedirnos los hijos, hermanos, hermanas, sobrinos, sobrinas, tías abuelas, primos, nietos, nietas, compañeros, vecinos. En fin, toda una sociedad que necesita despedirlos.
Esta despedida implica emociones ambiguas y aparentemente contradictorias, porque es un encuentro y una despedida a la vez. El encuentro produce una “extraña alegría”, como dijo mi tío Bernardo; la alegría de encontrar la verdad de lo ocurrido luego de tantas tinieblas e incertidumbres. Una emoción indescriptible de verlos nuevamente a través de lo que sus restos nos hablan. En cambio, la despedida es un dolor, por la pérdida que vuelve a hacerse presente en un duelo con toda la intensidad, “como si se hubieran muerto ayer”.
Las puertas de la justicia se abren un poco más. Hay caminos para investigar, al haber cuerpos que delatan, hay centros clandestinos que pueden ser señalados, hay asesinos que pueden ser revelados y que podrán tener el juicio y el destino que les corresponda.
Este encuentro con Sebastián y Diana nos enfrenta, a su vez, a las tramas invisibles de la vida. A esas coincidencias significativas que nos iluminan. En el Barrio Sarmiento donde fueron hallados sus restos, los vecinos desde el comienzo cuentan con el apoyo de Sercupo (Servicio a la Cultura Popular), organización que forma parte del Movimiento Nacional Campesino Indígena. El trabajo de Sercupo consiste básicamente en apoyar la formación y capacitación en torno de la defensa y exigibilidad de derechos, formación de grupos de trabajo, conformación y puesta en marcha de un centro comunitario, etcétera.
Y es justamente en el Movimiento Campesino donde, junto con mi esposo, César Marchesino, venimos participando desde hace un par de años, compartiendo saberes, luchas y resistencias. De hecho, como si fuera una premonición, meses antes de que fueran encontrados los restos de Sebastián y Diana, César caminó las calles del barrio, entrevistando a los vecinos, y volvió a casa conmovido de la fuerza que había en ese lugar para construir futuros sobre tantas injusticias.
Los compañeros del barrio y del Movimiento Campesino nos han seguido acompañando ahora. Nos abrieron los brazos y nos consolaron cuando los familiares fuimos a reconocer la tierra que los había acogido durante tantos años. Así, en el encuentro con ellos, en las palabras, en los sueños compartidos, el dolor se fue mitigando. Como dijo una de las compañeras: “Para nosotros este hallazgo es doblemente importante. Por un lado, es la posibilidad dolorosa y esperanzada a la vez de que los familiares tengan la oportunidad de despedir a sus muertos. Por el otro, significa que Diana y Sebastián, entre muchos otros, no lucharon en vano, ya que aquí estamos nosotros continuando la lucha por derechos básicos como vivienda, salud, educación, identidad”.
Los desaparecidos son un duelo que necesita realizar toda la sociedad. Por este motivo, hoy, 28 de mayo, en un acto público, el secretario de Derechos Humanos, Martin Fresneda, restituirá los restos de Sebastián Llorens y Diana Triay. El acto en el Barrio Sarmiento, a mil metros de Camino de Cintura y avenida La Noria, al margen del río Matanza, en Esteban Echeverría. Será un modo simbólico de unir las luchas del pasado y el presente, que más allá de todos los intentos de acallarlas, “desaparecerlas” o asesinarlas, resurgen con toda su fuerza.
En Córdoba, realizaremos una despedida pública el 31 de mayo, desde las 14 hasta las 18, en el espacio Cepia de la Universidad Nacional de Córdoba, la casa que los acogió en la juventud y que hoy los sigue acompañando. De esta manera, como dice el himno guaraní “... he de hacer que la voz vuelva a fluir por los huesos y haré que vuelva a encarnarse el habla después de que se pierda este tiempo y un nuevo tiempo amanezca”.
* Hija de Diana Triay y Sebastián Llorens.
Fuente: Pagina12

sábado, 25 de mayo de 2013

Kirchnerismo: las ideologías aún con vida

Por Ignacio Ramírez *
Entre las distintas perspectivas que podrían elegirse para elaborar un balance de lo sucedido en nuestro país durante los últimos diez años, concentraré mi revisión en la dimensión ideológica del kirchnerismo, a partir de una encuesta realizada recientemente.
Aproximarnos a la textura ideológica de la opinión pública implica, siempre, caer en exageraciones binarias. A la sombra de Fukuyama y sus pronósticos fúnebres acerca del fin de las ideologías, muchos analistas insisten en que los análisis en clave ideológica son propios de barbudos melancólicos que se resisten a admitir el absoluto dominio de la imagen y el reino de los deseos individuales. En otra sintonía, una perspectiva también bastante difundida aplica sobre el electorado una batería de categorías ideológicas completamente ajenas al lenguaje y a la conducta de la mayoría de los ciudadanos. Ubicados en el medio, preferimos una postura que equilibre elementos de ambas argumentaciones.
Por un lado, es innegable el relieve menos ideologizado de la vida pública actual en relación con la de treinta años atrás. Sin embargo, este visible contraste histórico no significa la desaparición de los enfoques ideológicos, de las convicciones, las identidades políticas y las miradas sobre el mundo. El caso es que bajo la líquida atmósfera posmoderna las ideologías emergen bajo formatos menos nítidos y no necesariamente condensados con los folklores y los lenguajes de hace treinta años. A través de sucesivos estudios, hemos podido acreditar la presencia de clivajes ideológicos que surcan la opinión pública y orientan identificaciones políticas en distintas direcciones. Diferentes abordajes de la opinión pública nos han permitido identificar los que son, a nuestro juicio, los tres ejes principales diferenciadores en materia de ideas, valores y conceptos sobre el modelo de país y sociedad.
a. El rol del Estado: distingue a quienes son partidarios de un rol activo en la economía y quienes prefieren una presencia más prescindente.
b. La posición sobre la disyuntiva entre libertad o igualdad: bifurcación que de acuerdo con Norberto Bobbio da origen a las corrientes de izquierda y derecha.
c. La inclinación por alianzas latinoamericanas o alianzas con el “primer mundo”.
A partir de las posturas de los argentinos sobre estos tres aspectos hemos elaborado un único indicador que permita dimensionar y perfilar las inclinaciones ideológicas de la opinión pública. Aclarado el hecho de que la tarea de colocar títulos y categorías entraña siempre una inevitable dosis de arbitrariedad interpretativa, encuadraremos como orientaciones “nacionales y populares” las siguientes posiciones: preferencia por un rol activo del Estado, elección de la igualdad como rasgo constitutivo de la democracia y preferencia hacia alianzas con países latinoamericanos. Construido sobre tales supuestos, nuestro clasificador ideológico distingue cuatro grupos: a) Quienes manifiestan los tres rasgos “nacionales y populares”, b) quienes manifiestan dos de tres (tendencia “nacionales y popular”), c) quienes presentan una de las tres posiciones (“mixtos”) y d) quienes no adhieren a ninguna de las tres, a quienes llamaremos “liberales”. Veamos:
Los resultados habilitan algunas conclusiones. Al sumar los “nac&pop” puros con aquellos que adhieren a dos de los tres valores que forman el credo nac&pop se perfila la fisonomía de un mayoritario consenso ideológico. Sin lugar a dudas, el dato de este 58,7 por ciento ilustra uno de los núcleos fundamentales de la cultura política argentina actual. Tan solo dos de cada diez argentinos no coinciden con ninguna de las posiciones que aquí hemos llamado “nacionales y populares”.
Conocida al menos parte de la anatomía ideológica de nuestra sociedad, resulta sencillo advertir que las victorias políticas kirchneristas no constituyen un rayo en un cielo estrellado. El kirchnerismo ha logrado rehabilitar y fortalecer valores subyacentes de la cultura política argentina ligados al rol del Estado, a la búsqueda de la igualdad y a la pertenencia latinoamericana. Asimismo, ha conseguido articular consensos en torno de la política de derechos humanos y del matrimonio igualitario, temas que –en contra de lo que se cree– no rankeaban muy alto entre las demandas y preocupaciones de los argentinos hace diez años.
En síntesis, durante la última década se ha configurado un nuevo ecosistema cultural en el que se conjuga el regreso de las mayúsculas (Política, Ideologías, Estado) con una serie de rasgos culturales propios de la atmósfera simbólica de los tiempos posmodernos. La tesis que hemos intentado compartir sostiene que el kirchnerismo expresa –es causa y consecuencia– un consenso ideológico, cuya vigencia impide hablar de cambio de clima o fin de ciclo.
* Sociólogo y director de Ibarómetro.
Fuente: Pagina12
Los datos surgen de una encuesta telefónica nacional de 1500 casos realizada entre el 13 y 15 de mayo de 2013.

lunes, 20 de mayo de 2013

VIDELA: SE MURIÓ EL LADRÓN DE LAS VIDAS Y LOS SUEÑOS DE UNA GENERACION

Así te recordaremos siempre, preso y abandonado.
20/05/2013

Se murió el ladrón. No ese chico de piel oscura que los verdaderos ladrones hoy señalan como "el otro", el enemigo a combatir porque para algunos la pobreza es peligrosa, drogadicta y atea.


Se murió el ladrón de las vidas y los sueños de una generación. El que en nuestros mejores años nos obligó a vivir escondidos, secuestrados, torturados. El, el máximo exponente de militares a los que el poder económico, político y eclesiástico les sacó el bozal. El ladrón que nos obligo en nuestra adolescencia a vivir con miedo y a ser testigos privilegiados un genocidio imposible de olvidar.

Se murió el ladrón de las convicciones religiosas de muchos cristianos de buena fe que no soportaban verlo comulgar sin mostrar el mas mínimo signo de arrepentimiento por las desapariciones, tormentos, violaciones y apropiaciones de hijos. El mismo perverso que permitió que sus subalternos torturaran bebes en el pecho de sus madres en centros clandestinos de detención.

Se murió el ladrón de nuestra esperanza de que la llegada de la democracia nos permitiera la memoria y la verdad.

Pero se murió sentado, solo en una celda, condenado finalmente por la justicia, la que el negó. Y desesperado por la cobardía de sus mandantes y la valentía de un hombre, Nestor Kirchner, de quien confesó fue lo peor que le pasó. No me alegra su muerte. Me alegra que este mi querido este un poquito, solo un poquito, mas limpio.

jueves, 16 de mayo de 2013

MURIO EL GENOCIDA COLOMBO EX GOBERNADOR DE FORMOSA CON CONDENA FIRME POR DELITOS DE LESA HUMANIDAD

Por las sonrisas arrebatadas antes del tiempo de Mirta Insfran, Ricardo Borgner, Pedro Morel, Sara Fulvia Ayala, Zulma Sena, Fabian Oviedo, Pancho Bogarin, Julio Andres Bocha Pereyra, Monchi Diaz, Maximo Vianconi, Lito Aragon, Carlos Rolando Genes y tantos otros.... por los ranchos campesinos incendiados, por los secuestrados y torturados, por las mujeres violadas, por los empleados cesanteados...



LA MUERTE DE UN TIRANO (MARIO BENEDETTI)

Vamos a festejarlo
vengan todos
los inocentes
los damnificados los que gritan de noche
los que sueñan de día
los que sufren el cuerpo
los que alojan fantasmas
los que pisan descalzos
los que blasfeman y arden
los pobres congelados
los que quieren a alguien
los que nunca se olvidan
vamos a festejarlo
vengan todos
el crápula se ha muerto
se acabó el alma negra
el ladrón
el cochino
se acabó para siempre
hurra
que vengan todos
vamos a festejarlo
a no decir
la muerte
siempre lo borra todo
todo lo purifica
cualquier día
la muerte
no borra nada
quedan
siempre las cicatrices
hurra
murió el cretino
vamos a festejarlo
a no llorar de vicio
que lloren sus iguales
y se traguen sus lágrimas
se acabó el monstruo prócer
se acabó para siempre
vamos a festejarlo
a no ponernos tibios
a no creer que éste
es un muerto cualquiera
vamos a festejarlo
a no volvernos flojos
a no olvidar que éste
es un muerto de mierda.

martes, 7 de mayo de 2013

JUSTICIA LEGITIMA NEA: Reconciliar a la ciudadanía con la Justicia

Por Justicia Legítima *

En el segundo encuentro regional de Justicia Legítima Nordeste, sentimos la necesidad en primer término de ratificar este espacio colectivo, de carácter horizontal, democrático, multisectorial de integración de la sociedad con la Justicia, ya que los motivos que originaron nuestro encuentro han sido la imperiosa necesidad de aportar al debate hacia transformaciones esenciales y en proyectos vinculados al tipo de Justicia que anhelamos y que a su vez viene expresándose de diversas maneras en gran parte de la sociedad.

Queremos ser parte de una Justicia más plural y realmente independiente dispuesta a transparentar y a rendir cuenta de su actuación ante la ciudadanía entera.

Los jueces cumplen una función esencial en el sistema democrático y, por tanto, su conducta pública –como la del resto de los funcionarios públicos– debe estar sujeta al escrutinio estricto de la ciudadanía. El debate democrático sobre las decisiones judiciales, acerca el sistema de justicia a la sociedad y enriquece la calidad de las respuestas jurisdiccionales.

Por ello, decimos que es la hora de mirar hacia adentro del sistema de administración de justicia y hacer pública nuestra autocrítica, a fin de dar sentido a la diferencia entre el accionar corporativo y lo que debería ser una Justicia Legítima.

Claramente, estamos en desacuerdo con el accionar de muchos magistrados; sus procedimientos antiguos, su lógica de trámites escritos, su pesadez burocrática, su egocentrismo valorativo, su falta de imaginación y su desprecio práctico hacia todo lo que tenga rostro humano –en especial los más vulnerables– y no sean papeles.

Para conformar otro sistema judicial, entendemos que hay que partir de un núcleo irrenunciable de principios y prácticas que aseguren la vigencia plena e irrestricta del Estado de Derecho; la defensa y “ampliación” permanente de los derechos humanos y de las garantías consagradas en la Constitución, en las convenciones internacionales de derechos humanos, en la jurisprudencia de organismos internacionales y el rechazo a toda forma de discriminación por condición social, étnica, religiosa o de género.

Estamos convencidos de la necesidad imperiosa de acercar el sistema de administración de justicia a la ciudadanía –fuente única de su legitimidad–, en virtud del desprestigio a que la han llevado años de aislamiento.

En este sentido, y sin eludir el debate, consideramos que los proyectos hoy en discusión ante el Congreso de la Nación representan una muy buena oportunidad de intercambiar ideas en diversos ámbitos, dentro de un proceso de democratización mucho más complejo, profundo y que necesariamente exige un debate desde miradas diversas, participativas y de mayorías.

Por ello, nuestra razón de ser y de aportar desde la región. Entendemos necesario profundizar el aporte desde esta perspectiva, con una mirada regional y hacia el interior del Poder Judicial en las provincias en las que estamos insertos, con el ideal de reconciliar a la ciudadanía con el sistema de administración de justicia.

* Firman Luis González, Juan Carlos Vallejos, Flavio Ferrini, Nora Rosana Maciel, María Cecilia Baroni, Mario Bosch, Carlos Martín Amad, Horacio Rodríguez, Rosa del Milagro Palacios, entre muchos otros jueces, fiscales, abogados, funcionarios, trabajadores del Poder Judicial y miembros de organizaciones sociales de Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones.

domingo, 5 de mayo de 2013

ROBERTO CIRILO PERDIA: "Perón quiso prepararnos para tomar el poder"

Por Ricardo Ragendorfer


Un cono de luz se filtraba a través de la ventana. El resto de la casa estaba a oscuras desde la tarde anterior por un corte de energía. Por esa razón, el otrora integrante de la conducción nacional de Montoneros, Roberto Cirilo Perdía, se encontraba atrincherado allí, debido a las dificultades operativas que, a sus 72 años, supone atravesar cuatro pisos por la escalera. Sin embargo, su moral era alta; acababa de publicar Montoneros - El peronismo combatiente en primera persona, un voluminoso libro de memorias. Su foto en la solapa es la misma que en la década del ’70 hicieron circular los servicios de  inteligencia, que lo buscaban como uno de los principales responsables del "terrorismo" en la Argentina. Ahora, los ojos de ese hombre conservaban el brillo de antaño. Y él los entrecerró, al evocar una extravagante escena: su encuentro secreto, el 13 de enero de 1976, con el general Albano Harguindeguy  

"Ocurrió de noche en un desolado doque de Puerto Madero. Un compañero, Norberto Habbeger, armó la cita. El propósito: negociar la situación de Roberto Quieto, quien días antes había caído en manos de una patota policial. Harguindeguy tenía la cintura un Smith & Wesson calibre 38. Yo portaba una 45. Así abordé el Falcon que él conducía. A modo de saludo, preguntó: '¿Es usted Marcos Osatinsky?' Mi respuesta fue: 'Ustedes lo mataron hace un mes'. El tipo simuló sorpresa: 'Ah, no sabía. Es que no pude hablar a fondo con Viola, porque todavía se está sacudiendo el polvo de la bomba que ustedes le pusieron'. Y sonrió con picardía, para agregar: 'Tampoco pude transmitirle el afán de diálogo que ustedes tienen ahora'. Yo fui al grano: '¿Hay alguna posibilidad en relación a Quieto?' Sus palabras fueron tajantes: 'De ningún modo. Quieto no va aparecer. Olvídense. No vamos a andar tirando cadáveres en los zanjones. Desde ahora, los cadáveres no van a aparecer. Vamos hacer otra cosa. A Quieto no lo van a volver a ver. En realidad, no volverán a ver más a nadie'. 
 
EL CIELO POR ASALTO. Perdía, cuyo origen político fue la Democracia Cristiana (ver recuadro), se sumó luego a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). En 1970 confluiría en la formación de Montoneros; dos años más tarde sería parte de su dirección. En 1973, junto a Mario Firmenich y Quieto –éste aún en la cúpula de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) – sería recibido nada menos que por Juan Domingo Perón. Fueron varias las reuniones entre el líder y los jóvenes guerrilleros, en abril de 1973. Los detalles recién ahora salen a la luz.   

"Las primeras reuniones fueron en Roma: luego, tuvimos otras en Madrid. Perón había viajado a Italia para conversar  su situación con el Vaticano. El primer encuentro fue en una suite del Hotel Excelsior, sobre la vía Véneto. En eso llegó Héctor Cámpora con su esposa; venía a ofrecerle a Perón el triunfo electoral. Perón los recibió con nosotros delante. Cámpora también estaba sorprendido. Era como si el General nos avalara. En resumen, discutimos durante horas con Cámpora y Perón acerca del futuro. Intercambiábamos opiniones. Y se planteó una discusión con el tema militar. Perón nos preguntaba nuestra visión al respecto. Nosotros le informamos que hay dos coroneles –Carlos Dalla Tea y Jaime Cesio– que conversan con nosotros. Ahí apareció López Rega, y dijo: '¡No, general!, ¡Tengo informaciones de que esos tipos son un peligro!' Fue su única intervención.

–¿Qué opinión tenían en ese momentos ustedes de él? 

–Que sólo era el secretario de Perón, y que interactuaba en la medida en que Perón lo dejaba. Esa era la opinión que teníamos. Días más tarde, en Madrid, casi no intervenía. Salvo una vez, que entró abruptamente, y le dice a Perón: '¿Vio, vio, General? Tenemos problemas con los muchachos'. Perón le dice: 'Están acá los muchachos. ¿Qué problema hay?'. López Rega entonces informó que en Córdoba había sido ajusticiado el coronel Héctor Iribarren. Perón nos miró. Nosotros ensayamos una justificación. Y él dio por terminado el asunto con la siguiente frase: 'Bueno. Pero que el próximo sea con un camión'. 

–¿Era notable la influencia de López Rega sobre Perón?

–En una ocasión, Perón hizo que López Rega tomara la palabra. Estaba a nuestras espaldas, en un banquito de plástico contra la pared. Y dice: 'Hay que leer los avisos fúnebres en La Nación y La Prensa. Ahí está la sangre de la oligarquía. Ese es el fin de la oligarquía argentina'. Yo no sabía si era una joda o en serio. Y me doy vuelta para ver qué hacía Perón. Estaba con las manos en la barriga matándose de risa. 

–Ya se respiraba la polarización del peronismo entre la extrema derecha y la tendencia revolucionaria. ¿Perón tocó ese tema?

–No, Perón nos decía que en unos cuatro años nos tocará gobernar a nosotros. Sus palabras eran: 'Tendrán que prepararse para ello'.  Eso lo dijo en varias oportunidades. Incluso, a Oscar Bidegain, el gobernador electo de Buenos Aires, le llegó a decir, en privado: 'Déle la mitad del gabinete a los muchachos para que se vayan fogueando; empiece a gobernar con ellos'. Eso es lo que motivaría después la bronca de Bidegain, cuando Perón lo cuestiona: 'Pero si él me dijo que hiciera esto; no fue una idea mía. Perón me dijo que hiciera estas cosas'.

-¿Cuáles fueron los primeros signos del deterioro en el vínculo de ustedes con Perón? 

–Empieza ese mismo 25 de mayo a la noche, cuando salen los presos políticos de Devoto, en base a la movilización popular, y no a un sistema más institucional. La amnistía ya había sido acordada con Perón y Cámpora. Pero la idea inicial era articular la cuestión a través del Parlamento. Ese día, todo se desbordó: miles de compañeros en la calle. De madrugada, Abal Medina tiene que resolver las cosas a las corridas, con un decreto de Cámpora que perfectamente lo podría haber resuelto esa misma tarde con un indulto. Fue la solución que finalmente se adoptó, pero a las apuradas, no de un modo institucional. Ese fue el primer punto de fricción entre nosotros y Perón. A la mañana siguiente, Perón mandó por télex un mensaje para cuestionar el modo con que se resolvieron las cosas. Después expresaría su disgusto ante otro tipo de situaciones, como las ocupaciones de plantas fabriles, dependencias públicas, colegios y universidades. El General decía que la Resistencia ya había concluido. Hasta ahí las cosas eran manejables. Todo terminó el 20 de junio con la masacre de Ezeiza. Ahí termina nuestra gigantesca acumulación de fuerzas y empieza el declive. Ezeiza fue una emboscada. Una emboscada del imperialismo, montada con personajes como López Rega. 

EL CORAZON DE LAS TINIEBLAS. "Nosotros habíamos guardado las armas. Pero no las entregamos. Las volvemos a empuñar en septiembre de 1974. Perón ya estaba muerto Y ahora actuaba la Triple A. Habíamos pasado a la clandestinidad. Yo creo que fue el principal error político que cometimos en ese periodo, producto de una presión de los compañeros y una mala evaluación nuestra en general. La presión, porque nos decían: '¿Hasta cuándo tenemos que aguantar que nos maten, y no respondemos?' Nosotros sentíamos eso, porque estábamos con los locales abiertos, todo funcionando en la legalidad, con lo cual ofrecíamos blancos para que nos marcaran donde quisieran y nos asesinaran en el punto en que les gustara. Eso estaba pasando. Creímos de esa manera poder evitar la caída de compañeros. Y yo creo que esas caídas se redujeron  en ese periodo, pero lo pagamos en el mediano plazo con desarraigo social y desarraigo político”. 

–¿El súbito pase a la clandestinidad no dejó a la militancia de superficie al descubierto frente a la represión?  

–Muchos compañeros fueron desplazados hacia otras regiones del país. Esos compañeros en su lugar de origen tenían un arraigo social y político, pero en el nuevo destino lo perdieron. Allí eran extraños, forasteros. Los que permanecieron, más que quedar al descubierto ante la represión, se desorganizaron. Y se perdió la sintonía fina que teníamos con la población.

–Si bien la clandestinidad significó el regreso a las operaciones armadas, meses antes, a fines del ’73, se produce la muerte de Rucci. ¿Qué puede decir al respecto?

–Esa muerte no fue aprobada ni ejecutada por la conducción de Montoneros. Tal vez hayamos cometido el error de no negarlo enfáticamente. No puedo afirmar o negar que haya habido militantes montoneros o de la FAR en ese operativo. Lo que sí afirmo es que ningún organismo de conducción lo decidió.  

–¿Debo interpretar que una estructura de la organización actuó por su cuenta?

–No lo sé. Fue en el momento de la fusión entre Montoneros y FAR.  No lo sé.

–En octubre de 1975, el ataque al cuartel de Formosa fue el primer operativo montonero contra una instalación del Ejército. ¿Cuál era el propósito?

–El golpe de Estado ya tenía fecha. La idea fue la de conformar una fuerza armada y demostrarle al propio Ejército que teníamos condiciones para operar, además de ir recuperando las armas para construir un poder superior. Lo de Formosa fue también para decir: 'Miren que va a haber resistencia al golpe de Estado'. 

–¿Qué efecto tuvo en Montoneros la caída de Quieto, a quien ustedes terminarían condenando a muerte en ausencia por presunta traición?

–Una cosa es la lectura que se puede tener en esas circunstancias. Y otra es la lectura a la distancia. Con respecto a Quieto, lo que veo hoy es que no hay informaciones concretas acerca de que él haya propiciado la caída de otros compañeros. Por lo menos, eso no está suficientemente probado. De Quieto prefiero quedarme con la imagen del compañero con el que compartimos un largo tiempo de lucha.

–¿Podrías afirmar que la resolución que tomó en ese momento la conducción nacional con él fue injusta?

–No me atrevería a formular tal idea de esa manera. Lo que hoy rescato de ese hecho es el sentimiento que hoy tengo hacia el compañero. 

–En ese marco se produjo tu encuentro con Harguindeguy. ..
–Sí. Pero te voy a contar el final de esa historia: a Harguindeguy lo vi pocas semanas antes de su muerte. Yo estaba en los tribunales de Comodoro Py. Alguien me esperaba en el noveno piso, donde está el barcito. Tomé el ascensor y, en vez de subir, bajé, al subsuelo, Allí veo a uno del Servicio Penitenciario  empujando una silla de ruedas. Me quedé en el fondo. Recién entonces vi que en la silla de ruedas estaba sentado nada menos que Harguindeguy. Una mantita le tapaba las manos. Ambos nos miramos por unos diez segundos, sin decirnos nada. Me impresionó mucho. Llegué arriba, le conté a los compañeros, a los abogados que estaban arriba. Me impresionó mucho. Harguindeguy no era, claro, el mismo hombre que había visto hace más de siete lustros. En fin, así son las leyes de la vida. «
 
 El hombre al que la dictadura consideraba un peligro nacional

Roberto Cirilo Perdía nació en 1941 en Rancagua, un pueblo cercano a la ciudad bonaerense de Pergamino.  Fruto de una familia de chacareros, emigró durante su adolescencia a la capital para estudiar derecho en la Universidad Católica. En paralelo, trabajó en un banco. Allí se iniciaría en la lucha gremial. Se sumó a un sector de la Democracia Cristiana. Luego, a mediados de la década del '60, se radicó en Santa Fe. Al tiempo, se sumó a las filas de las FAP. Su militancia en Montoneros comenzó en 1970, tras el secuestro del general Pedro Eugenio Aramburu. En 1972, fue incorporado a su conducción nacional. Permaneció allí hasta la disolución de esa fuerza guerrillera. En el medio, su vida transcurrió en la clandestinidad, mientras las fuerzas represoras de la última dictadura lo buscaban afanosamente, por considerarlo uno de los máximos responsables de la "subversión" en Argentina. En aquel período, se hacía llamar "Carlos" o, simplemente, "El Pelado".  Y, junto con Mario Firmenich y Fernando Vaca Narvaja, entre otros, comando los destinos de la organización revolucionaria peronista desde el exterior. Regresó al país tras el restablecimiento de la democracia, en 1984. Tras su reinserción en la legalidad, trabaja como abogado. Forma parte de la Universidad de los Trabajadores. Y es referente de la Organización Libres del Pueblo (OLP).

Fuente: Tiempo Argentino. 

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