lunes, 20 de abril de 2015

HOMENAJE AL SOLDADO CONSCRIPTO FORMOSEÑO CARLOS ROLANDO GENES EN LA EX ESMA

19/04/2015

El sábado 18 de abril de 2015 se realizó un homenaje a los mas de 200 colimbas desaparecidos en la dictadura en el Instituto Espacio para la Memoria de la Ex Esma.

Entre ellos se homenajeó con una gigantografía al soldado conscripto formoseño Carlos Rolando Genes, asesinado en un oscuro calabozo del Centro Clandestino de Detención Regimiento 29 de Infantería de Monte en septiembre de 1976, luego de un mes de torturas tras su secuestro el 20 de agosto del mismo año.

Caito fue secuestrado de la Escuela de Comercio de Formosa de la cual era el abanderado.


El homenaje fue realizado por el programa radial La Voz de los Colimbas, en colaboración con la agrupación H.I.J.O.S. y contó con la presencia de Lily Genes, su hermana y la adhesión de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre de Formosa.

Otro hermano de Caito Genes, Ramón Gumersindo Acosta, cayó combatiendo en Malvinas en Monte Kent en junio de 1982. Dos vidas de una familia. Una misma dictadura.



sábado, 28 de febrero de 2015

STRASSERA: LA MUERTE NO HACE BUENO O MALO A NADIE.

28/02/2015

Lo era antes de morir o no lo era. O eras ambas cosas como el común de los mortales. Desde ayer se escuchan y leen frases enaltecedoras del fallecido fiscal Julio Cesar Strassera que en general lo colocan como un paladín de la lucha por los derechos humanos a raíz de su intervención en el juicio a las juntas militares.
También se leen y escuchan frases demoledoras de su persona o actuación.
Para empezar, la histórica lucha por los derechos humanos fue impulsada todavía en dictadura por un puñado de organismos de derechos humanos tales como la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, el Servicio de Paz y Justicia, el Centro de Estudios Legales y Sociales y otros. Estos organismos, pagaron con desapariciones y encarcelamientos la defensa de los derechos, actuando bajo el terrorismo de estado. Cito por caso a Teresa Israel, joven y valiente abogada de la Liga, secuestrada y desaparecida. Poco a poco, los familiares y victimas se fueron organizando y se crearon otros organismos para resistir la Dictadura: Madres de Plaza de Mayo, Abuelas, la Asociación de ex Detenidos, Familiares, entre otros. Y actuaron personalidades que con su ejemplo personal marcaron rumbos: Emilio Fermin Mignone, Augusto Conte, Mons. Jaime de Nevares, el Obispo Aldo Etchegoyen, Adolfo Perez Esquivel, Graciela Rosemblum y muchos luchadores anónimos que nunca bajaron los brazos. En esa lucha hubo centenares de abogados desaparecidos, integrantes del campo popular. Porque los muertos y desaparecidos y la lucha por los derechos no son propiedad de nadie.
Por esos tiempos, Julio cesar Strassera era Fiscal General. Por sus manos pasaron numerosísisimas solicitudes de hábeas corpus de detenidos y desaparecidos que en todos los casos fueron rechazados y dictaminados en contra de las victimas por el desaparecido fiscal.
Algunos ejemplos de ellos son elocuentes. En el caso de Jorge Cepernic, ex gobernador de la provincia de Santa Cruz, fue detenido por el terrorismo de estado, puesto a disposición del PEN. También, practica de la dictadura, que se le confiscaron sus bienes por la tristemente célebre "CONAREPA" (Comisión Nacional de Responsabilidad Patrimonial).
En el hábeas corpus promovido por la libertad de Cepernic, Strassera dijo el 19 de marzo de 1979: “...la privación de libertad (…) encuentra su legitimidad en la misma Constitución Nacional -indudablemente reformada por el Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional y el Acta- de tal suerte que el artículo 2º, inciso e) de ésta última constituye una norma de idéntica jerarquía que la contenida en el artículo 23 de aquella, en cuanto faculta al Poder Ejecutivo Nacional para arrestar personas a su exclusiva disposición, en tanto las circunstancias excepcionales por las que atraviesa el país así lo aconsejen. En consecuencia parece claro que impugnar la Resolución Nº2 de la Junta Militar so color de repugnar a la Constitución Nacional resulta inadmisible pues (…) ello equivale a afirmar que la Constitución es inconstitucional”.
Hay que recordar que la Constitución no regía, mas allá del discurso de la dictadura. Strassera legitimaba en su discurso el “Estatuto del Proceso de reorganización Nacional” votado por los tres comandantes de la fuerzas armadas golpistas.
Por esos años, la dictadura encarceló y torturó a Lidia Papaelo de Graiver. Strassera le tomó declaración en el marco de la “investigación” sobre los supuestos vínculos del grupo Graiver y la organización Montoneros, en 1977. Producto de las torturas, Papaelo de Graiver estaba detenida en el hospital, esposada a la cama y en pésimo estado. Ella misma solicitó un habeas corpus que fue negado. Strassera pidió cinco años de prisión para la viuda de Graiver y para Isidoro Graiver, pero fueron finalmente absueltos. Hoy, producto de esos hechos se encuentra abierta y aparentemente cajoneada la causa por la apropiación ilegal de la Empresa papel Prensa por parte de los diarios Clarín, La Nación y La Razón.
El fiscal también intervino en la investigación de la Masacre de San Patricio, donde fueran brutalmente asesinados dos sacerdotes y tres seminaristas palotinos. Solicitó el sobreseimiento provisional de la misma causa, “al no hallar elementos para individualizar a los autores”. La historia, que es implacable, demostró que si se podía individualizar a los autores, como ocurre en la megacausa ESMA en la actualidad.
En 1983,asume la Presidencia de la Nación el Dr. Raul Alfonsin, ordena enjuiciar a las Juntas Militares y crea la CONADEP. Strassera tuvo oportunidad allí de encontrarse con la historia y llevó adelante ese histórico juicio y su alegato finalizado con las palabras “Nunca Mas” que pasaron a la historia. En el contexto de la época, con los criterios de entonces y en particular en un momento histórico donde los represores estaban en libertad, en actividad en sus fuerzas y seguros de su impunidad, Strassera cumplió cabalmente con su función como fiscal. El pasará a la historia por esa actuación. Ese Strassera es el reivindicable mas allá de las diferencias enormes en el plano de la lucha por los derechos humanos.
También es de destacar que cuando Menem dictó los indultos a los represores, Strassera renunció al cargo que ocupaba en Naciones Unidas, lo cual lo enaltece. No lo había hecho en oportunidad de las famosas “Instrucciones a los fiscales” y menos aún con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida que impedían a las victimas y familiares, organismos y a la sociedad toda obtener justicia.
En 2003 con la llegada de Nestor Kirchner al gobierno, se abren nuevos rumbos en la lucha por los derechos humanos en relación a los horrendos crímenes de la dictadura militar, lucha nunca abandonada por familiares, victimas y organismos. Se derogan las leyes de impunidad y se abre un proceso aun inconcluso que puso a la Argentina a la vanguardia en estos temas en la escena internacional. Desde 2006 finalizaron 134 juicios por delitos de lesa humanidad. 142 causas ya están elevadas a juicio oral y en otras 38 los fiscales han requerido su elevación a esa instancia, lo cual significa que unas 180 causas se encuentran en una situación cercana al debate. Mientras tanto, otras 135 causas con personas procesadas se encuentran aún en la etapa de instrucción".
En tanto, hay al menos seis juicios que comenzarán en los primeros meses de 2015, en los que serán juzgadas otras 14 personas por 65 casos de víctimas. En las causas que aguardan sentencia en todo el país hay 955 personas procesadas por crímenes de lesa humanidad: el 26 por ciento está en juicios en curso; el 27 por ciento en causas elevadas a juicio; el 11 por ciento en causas con requerimiento de elevación a juicio y el 36 por ciento aún en instrucción.
De este histórico proceso, Strassera se autoexcluyó refugiándose en un furibundo “antikircherismo”, que lo llevó inclusive a acompañar recientemente a Mauricio Macri en la frase “el curro de los derechos humanos”.
Un muerto no es ni bueno ni malo por morir. Era bueno o malo antes del deceso.
Aprovechar su muerte para arrimar agua al terreno de la política es tergiversar la historia. Aquella cuyo verdaderos héroes fueron, repito, las victimas y familiares las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas, los ex detenidos, los H.I.J.O.S., la APDH, La Liga, el SERPAJ, el CEPRODH, la Gremial de Abogados entre tantos otros.
La Argentina está de duelo nacional por la muerte del Fiscal que actuó con decisión en el juicio a las juntas de comandantes. Un Fiscal a quien en ese momento la “familia judicial” acusaba de “traidor”.
A ese fiscal mi homenaje y mi duelo. Y con el a las decenas de fiscales federales que hoy impulsan a lo largo y a lo ancho del país las causas por delitos de lesa humanidad por los crímenes mas horrendos de la historia argentina.
Luis Zapiola

Abogado.

miércoles, 23 de julio de 2014

EDUARDO DE LA SERNA: TRES NOTAS SOBRE EL ABSURDO

23/07/2014

por Eduardo de la Serna

I. Muertos malos, muertos buenos, o “no ver”

Es interesante las distintas reacciones que se suscitan ante la muerte. Para empezar, y siendo sinceros, hay muertes que se lloran, pero hay muertes que se celebran; hay muertes que nos conmueven y hay muertes ante las que somos absolutamente indiferentes. Y no es cuestión de raiting, precisamente. Ya se ha comentado los más de 4.000.000 de muertos en el África del Congo y países limítrofes a causa del coltán, el oro, los diamantes, y la indiferencia absoluta de la sociedad ante eso. Sintetizando y caricaturizando un poco podemos decir que “no importan, ¡total son negros!” Valen mucho más 40 muertos blancos en un atentado que esos 4.000.000. 

Hoy miramos absortos como un grupo – y en este momento no interesa, para el análisis, quienes serían los responsables – derriba un avión de pasajeros. El tema es que la muerte del enemigo no sólo no duele, aunque se trate de civiles y personas que nada tienen que ver con el conflicto, sino que hasta si no se celebra, al menos se la comprende, justifica y hasta disimula. Y, mucho más grave aún, lo que está sucediendo en la Franja de Gaza es absolutamente repudiable. No solamente el genocidio, la matanza de civiles y de niños, sino la indiferencia absoluta de Occidente, y particularmente la impunidad genocida del Estado de Israel (no “los judíos”, aclaro) sabiendo que en el peor de los casos cuenta con el “veto” de los EEUU en el Consejo de Seguridad de la, cada vez menos justa, Organización de las Naciones Unidas. La muerte de negros, de palestinos, de pobres lamentablemente “vale” mucho menos, hasta casi nada, ante los que manejan el mundo y toman las decisiones. 

II. “Ella se lo buscó”, o “no gritar”

Hace muchos meses, en un estacionamiento de un restaurante importante del centro de Bogotá, una joven fue violada. La repercusión fue mínima porque ante la sociedad ella se lo había buscado: vestía provocativamente, casi como una prostituta. Ahora en pleno centro de Buenos Aires, en una fiesta, que seguramente no ha de haber sido una a la cual me hubiera gustado que fuera una eventual hija mía, Camila fue violada por cuatro jóvenes. Por lo que dicen las noticias, la fiesta era una suerte de “vale todo” y el sexo es algo muy frecuente en varios espacios del lugar. No interesa saber por qué fue Camila al lugar, y no es un tema importante; lo que cuenta es que alguien – cuatro “alguienes” – se sintió con derecho y libertad a hacer algo que Camila no deseaba. Y nadie de todos los asistentes a la fiesta se enteró o reaccionó. 

Si Camila buscaba sexo (y no lo doy por supuesto, lo digo como posibilidad eventual que sirviera de excusa a los perpetradores) nadie tiene ningún derecho a arrancárselo; como nadie tenía ningún derecho a atacar en Bogotá a la supuesta “prostituta”. Si fuera prostituta, en todo caso, se combina con ella un pago; si Camila buscaba sexo se le propone, pero de ninguna manera, ¡de ninguna!, alguien tiene derecho a tomarlo para sí con violencia. Pero el machismo imperante – como siempre – victimizará a Camila y a las tantas y miles abusadas una vez más trasladándole a ella la culpa. Camila no tuvo culpa por haber ido a ese lugar, toda la culpa la tiene el violador, y muy mal haría nuestra sociedad experta en distracciones y en “lavados de manos” en mirar para otro lado o trasladar culpas. Así, Camila volvería a ser violada una y otra vez.

III. “Mentime, que me gusta”, o “no escuchar”

Con un poco – creo – de ingenuidad, se escucha plantearse un problema ético o no ante los periodistas que mienten a sabiendas. A los mercenarios del micrófono o de la pluma. ¿Quién pondría criterios para, por ejemplo, un tribunal? El riesgo evidente de atentar contra la libertad de expresión no puede ser soslayado. A lo mejor podría pensarse en una suerte de tribunal ético de las facultades de periodismo de todo el país, pero es un tema que nos excede. Ante esto, es razonable escuchar que la principal sanción debería ser que la gente deje de “comprar” o de “ver / oír” determinado programa, o periodista. Lo que acaba de ocurrir con el mentiroso consuetudinario que cree que hace “periodismo para todos” a raíz del contrato de Víctor Hugo Morales con Telesur resulta sintomático. La Nación, en un ya clásico ejercicio de complicidad dijo que “Morales desmintió… pero se negó a revelar el monto del contrato” escondiendo que durante todo el programa Victor Hugo Morales invitó a los del “Grupo Clarín” a ver al aire el contrato y constatar la falsedad de lo dicho por Lanata. Quien después convocó a escrachar a Morales, como ya lo había hecho con los hijos de los jueces, o con la jueza que debía juzgar a Campagnoli, el impoluto… 

Se ve que eso de “escrachar” es cada vez más un modus operandi del ex periodista, y se ve – y es lo que me interesa en este espacio – que muchos lo escuchan sin importarles si lo que dirá es verdad o no. Lo que los oyentes y televidentes quieren es escucharlo hablar mal de alguien cercano al gobierno, y no importa si es o no verdad; no importa si no hay pruebas, ni siquiera si mañana se puede demostrar todo lo contrario. Lo que importa es “darle palos” a todo lo que huela a “K”. Ciertamente eso deja de ser periodismo para asemejarse a un reality show bien guionado. Para que así como hay quienes lloran con una confesión en Gran Hermano, o se enojan con peleas en Tinellilandia, aunque se sepa claramente que es parte de un show preparado y ensayado, del mismo modo uno tenga un motivo más para enojarse con la “Argentina, que es una mierda” (sic, y recontra sic, Lanata dixit... ¡y cuánto contribuye para eso!), y – de paso – para que nadie sienta un poquito de conmiseración con Victor Hugo que debería pagar una multa millonaria a Magnetto, el excelso; si total acaba de ganar U$A 1.200.000 de Telesur. Y todo, para no preguntarle al “mercenario para todos” cuanto le costó y cuanto recibe mensualmente para limpiarle la cola a su jefe.

Fuente: grupo de Curas en la Opcion por los Pobres.

domingo, 6 de julio de 2014

CASO ANGELELLI - Arturo Pinto: Las complicidades siguen existiendo

06/07/2014

Por Ailín Bullentini


Aquel vuelco en la ruta riojana 38, a la altura de Punta de los Llanos, donde murió el obispo Enrique Angelelli, significó un punto de inflexión en la vida de Arturo Pinto: hacía siete años que era sacerdote, varios más que había decidido dedicar su vida a la religión, y aquella tarde del 4 de agosto de 1976 todo cambió: dejó los hábitos, se casó, nunca más quiso volver a La Rioja y empezó a amasar un camino de resistencia con horizonte de Justicia. “Llegamos a esta sentencia por mucha lucha que desarrollamos todos juntos, todos los que conocimos a Angelelli, los que trabajamos con él, los que supimos siempre la verdad”, remarcó en diálogo con Página/12 un día después de que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de la provincia condenara a Luciano Menéndez y Luis Fernando Estrella a prisión perpetua. También advirtió que pertenece “a una Iglesia que tiene lastimaduras que todavía existen” y que “las complicidades que fueron más graves siguen existiendo”.

–¿Qué significa para usted que la Justicia haya condenado a Menéndez y a Estrella?

–Apareció la verdad, es un fallo muy importante, muy importante. Tuvimos algunas dudas de cuál iba a ser el final de esta película, porque aún hay complicidades que no desaparecieron, que persisten. Pero gracias a la lucha y al testimonio de toda la gente que declaró, quienes conocieron a Angelelli, que trabajaron con él, que supieron lo que sufrió, se pudo armar el rompecabezas que por momentos vimos tan difícil de armar.

Pinto fue querellante en el juicio y el primer testigo en declarar ante el tribunal. Le costó imaginarse aquel día de noviembre del año pasado que ésa sería la última vez que tendría que remover dolorosos recuerdos, desnudarse frente a quienes quisieron convertirlo en culpable de la muerte de su gran amigo.

–¿Cómo lo trató la Justicia durante los últimos 40 años?

–Declaré recién en 1984 y en Buenos Aires. Entonces pude evitar venir a La Rioja, donde a pesar de estar ya en período democrático no se habían terminado los peligros y temía que me pasara algo. Recién lo hice mucho tiempo después, luego del cambio de carátula de la causa, que impulsaba la investigación por el asesinato del obispo y el intento de matarme a mí, y muchas veces sentí que no estaban dadas las condiciones, que no podía sentirme seguro. En la mayoría de las veces la Justicia no fue comprensiva conmigo, con mi sensación de inseguridad. Hubo declaraciones en las que la pasé muy mal, me vapuleaban muy feo. En lugar de ser testigo, el principal testigo de los hechos, me interrogaban como responsable, me trataban como forajido. Creo que era una cuestión ideológica. Y sobreponerme a eso fue lo más difícil de toda esta resistencia. Me pasó no sólo a mí, sino a la mayoría de las personas que declararon como testigos en el juicio. Soy un sobreviviente, no soy el culpable, como quedó demostrado en la sentencia de ayer.
Buenos tiempos

–¿Cómo conoció a Angelelli?

–Fue él quien me ordenó en la parroquia de Villa Unión, donde yo siempre fui. Me convirtió en sacerdote en 1969 y me propuso ser vicario de la zona norte de la provincia. Debí mudarme a Aimogasta.

–¿Notó un cambio en la religión en la provincia antes de la llegada de Angelelli y después?

–Hubo un replanteo. El llegó en 1968 y su primer mensaje fue: “Acaba de llegar un hombre de tierra adentro que quiere identificarse con el pueblo”. Su intención desde un comienzo fue poner en práctica inmediatamente las conclusiones del Concilio Vaticano II, las consideraba como resoluciones a cumplirse en relación con el pueblo. Todas las actividades de la Iglesia desde la llegada de Angelelli a La Rioja tuvieron como luz, como meta, esas conclusiones. La gente aceptó mucho las propuestas del obispo. Eso, también, creó dificultades en otros sectores, que en poco tiempo empezaron a reaccionar.

–¿Cuáles fueron esas dificultades?

–Angelelli puso en estado de asamblea a todas las instituciones eclesiásticas bajo un gran interrogante: “Iglesia riojana, ¿qué dices de ti misma, cuál es tu misión?” y eso no gustó. El trabajo pastoral al lado del hombre concreto que nos propuso a los integrantes de su diócesis tampoco. Todo apuntaba a que accionemos frente a las injusticias: la propiedad latifundista de la tierra, la distribución inequitativa del agua y de los bienes de producción que estaban en pocas manos. Angelelli promovió la creación de cooperativas con entrega de tierras a quienes no tenían nada, quería repartir entre muchos las tierras indivisas que atesoraban unos pocos. Y esos pocos, acostumbrados a manejar y tener todo, se empezaron a molestar.

–¿Trabajaba con las autoridades gubernamentales en la redistribución de las tierras?

–Había diálogo con las autoridades. Lo hubo mientras hubo democracia, aunque no duró demasiado. El vicario general, el padre Esteban Inestal, hacía de puente entre la Iglesia riojana y el gobierno, al principio había muy buena relación, pero luego se fue cortando. Para el ‘73, ya era demasiado difícil. Algunos de los integrantes de los Cruzados de la Fe, el grupo de resistencia conservadora, eran familiares del gobernador, de Carlos Menem. Uno de ellos, su hermano César Menem, comisario de Anillaco, estaba muy rebelde contra la pastoral.

–Los primeros ataques no llegaron desde las Fuerzas Armadas, sino desde las clases dominantes.

–Sí, aunque con el tiempo empezaron a tomar cada vez más protagonismo, los primeros ataques fueron de los terratenientes. No era del gusto de estas personas, no era de su placer, la manera de trabajar de la pastoral de Angelelli. Así que empezaron a desnaturalizarla. Lo que hicieron con la cooperativa Codetral, en Aminga, lo continuaron con las otras: nos trataron de subversivos por querer mejorar la vida de los desposeídos. Nos trataron de subversivos, de marxistas, de querer desvirturar la fe original en la provincia. Nos acusaban de pretender imponer una idea marxista de distribución de la tierra de la provincia, el problema apareció allí, con la tierra. Le empezaron a decir a la gente que nuestra manera de trabajar con los hombres llevaba a una depresión religiosa con desviaciones ideológicas y que se trataba todo de una imposición del obispo rojo. Así lo llamaban a Angelelli.

–¿Conocían a Estrella, a Menéndez?

–Sabíamos de su existencia, pero no nos preocupábamos por ver qué hacían. Ellos sí, ellos se molestaban mucho por nuestra actividad. La persecución recrudeció mucho cuando llegaron los militares al poder, pero no es que las fuerzas militares estaban inmóviles. Sobre todo después de 1973, de a poco fueron tomando más atribuciones. Llegó un momento en que no había dudas de que eran ellas las que mandaban. Después de aquel año, las cosas se fueron poniendo cada vez más duras hasta que ya no se pudo más. Sabíamos qué estaba pasando en todo el país, sabíamos de la presencia de las tres A. Acá, las fuerzas conjuntas recorrían la provincia, nos controlaban, nos vigilaban. La empezamos a pasar mal, a pesar del aún estado democrático en el que vivíamos. Yo creo que siempre estuvimos en la mira. La cuestión se volvió definitivamente cruda después de 1976: prohibieron la transmisión de la misa radial, fueron ganando terreno los capellanes castrenses, nos acorralaron. Fue cuando Angelelli fue a entrevistarse con Menéndez que recibió más amenazas.

–¿Cómo reaccionaba Angelelli frente a los ataques y la persecución?

–Era un hombre de mucha firmeza, de mucha claridad. No era un tipo que descalificara a quienes lo perseguían, pero se defendía y nos defendía con firmeza. La imagen más fuerte que recuerdo de él es la que lo mostraba ataviado con todos sus atuendos de obispo, presidiendo misas y allí mismo defendiendo la postura de su pastoral abiertamente, con valentía. Nos daba ánimo permanentemente. nunca se amilanó, nunca se achicó por la persecución. De cada ataque sacaba fuerzas y nos animaba a no bajar los brazos.

–¿Presentaba una disputa a la jerarquía eclesiástica?

–En forma permanente. A nosotros nos informaba de los resultados de cada reunión que tenía con la Conferencia Episcopal. Y siempre nos advertía que las cosas estaban duras. Nosotros lo notábamos a veces muy triste. Se sentía solo dentro de la Conferencia, allí eran contados con los dedos de una mano aquellos obispos que coincidían con Angelelli. El obispo tenía muchas dificultades a ese nivel jerárquico, donde incluso lo trataban de rarito.
El fin

El lunes 18 de julio de 1976, Angelelli y los sacerdotes de la provincia esperaban la llegada de sus pares de Chamical, Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, que estaban atrasados. Debían reunirse todos para participar de uno de los tantos encuentros que compartían desde la llegada del obispo. Las monjas del pueblo contaron que la noche anterior se los habían llevado. Tras hacer algunas averiguaciones, Angelelli trajo la noticia: “Los mataron”.

“Nunca dudó de que las muertes se trataban de lo mismo: querían ahogarnos, frenarnos –rememoró Pinto–. Fuimos a Chamical a organizar cómo seguiría todo allí sin Carlos y Gabriel y a consolar a la comunidad, que estaba muy asustada. El 3 de agosto estábamos allí reunidos los vicarios de la zona. Nos dijo que la cosa andaba fulera, andaba mal, que veía clarita una persecución sin retorno, orquestada y programada. Agarró un papel y dibujó un espiral, señaló un punto en su centro y nos dijo que ahí estaba él. ‘El que quiera irse puede hacerlo, a mí me buscan, pero no me voy a apartar’, nos aseguró. Le sugerimos la posibilidad de irse, pero se negó.”

–Al otro día por la tarde fue el choque. ¿Qué hizo usted después?

–A mí me trasladaron a Chamical, y de ahí a Córdoba. En ese segundo traslado recuperé la conciencia. Estuve internado un mes y medio y luego hice la recuperación en Villa María, donde vivía un hermano mío. Regresé a La Rioja para Semana Santa, con certificado de tratamiento psicológico que me permitió no ir a la comisaría a declarar. No bien puse un pie en la provincia me llamaron. Al cumplirse un año de la muerte de Angelelli pedí licencia a monseñor Vite, a quien los militares habían puesto en lugar de Angelelli. Cuando se cumplió el primer aniversario de la muerte de Angelelli, solicito licencia a monseñor Vite. Yo se lo dije a él: “Me voy porque sé que las cosas serán muy diferentes. Volveré dentro de un año para pedirle la dispensa definitiva”. Me fui a Río Negro, donde tengo familia y conseguí trabajo en una tercerizada de YPF. Al año volví para irme definitivamente.

Pinto vivió en la Patagonia, luego en el oeste del conurbano, donde se casó con quien hoy sigue siendo su compañera, y finalmente se estableció en Formosa. Allí sigue en contacto con la Iglesia, pero desde su condición de civil, en la pastoral indígena. “Si Angelelli viviera, seguro trabajaría con los pueblos originarios”, aseguró.

–El obispado de la provincia fue querellante en la causa, pero Angelelli denunció, quedó probado en documentos aportados por la propia Iglesia, que la jerarquía eclesiástica no lo apoyaba. ¿Qué efecto considera que tendrá la sentencia en la institución?

–Existieron complicidades serias. Hay sectores dentro de la Iglesia que han negado, guardado documentación, que hubiera sido muy útil para esclarecer hechos como el de la muerte de Angelelli. Si esos archivos que aparecieron ahora hubieran aparecido antes, tal vez habríamos ganado tiempo. La carta que aportó el Vaticano, ¿por qué no apareció antes? Pero las complicidades no fueron en este caso solamente. Hubo personas de la Iglesia, como los capellanes de los distintos lugares de detención, que fueron partícipes directos de detenciones y que colaboraron con la desaparición, la muerte y la tortura de mucha gente. No hay que lavarse las manos de eso. Yo no me siento responsable, pero sé que pertenezco a una Iglesia que tiene lastimaduras que todavía existen. Las complicidades que fueron más graves siguen existiendo y hay que reconocerlo. Angelelli decía que “somos de la Iglesia santa y pecadora”. El camino de reconocimiento es muy duro, pero sí es posible. La Iglesia es pecadora, pero si tiene ganas de conversión, lo va a hacer.

–¿Considera que la sentencia afecta la historia de la provincia?

–Esperamos que tenga una influencia política. Debería tenerla. Hubo presencia estatal durante la lectura del veredicto, los funcionarios llegaron sobre el final del juicio, pero tuvieron que aparecer. Creo que la decisión de la Justicia marca un momento, ojalá sea así.

Fuente: Pagina12

viernes, 4 de julio de 2014

PERPETUA PARA LOS ASESINOS DE MONSEÑOR ANGELELLI

04/07/2014

Mensaje del Grupo de curas OPP con motivo de la sentencia por el asesinato de mons. Enrique Angelelli.


"San Enrique de los Llanos"
“Fue cuando se callaron las Iglesias” (La memoria-León Gieco)

Después de años de silencio la justicia sentenció finalmente por unanimidad que el Obispo Enrique Angelelli fue asesinado. El general Luciano Benjamín Menéndez fue condenado a prisión perpetua, y la misma sentencia fue dictada al comodoro Luis F. Estrella, sentencia a cumplirse en cárcel común, en ambos casos.

Angelelli fue obispo de una Iglesia profética que molestaba por su cercanía a los pobres, por la búsqueda de justicia y liberación. Y su muerte cobarde fue simulada, aparentando un accidente automovilístico en el que nunca creímos. Accidente en el que solamente creyeron los cómplices de la dictadura cívico-militar, entre los que lamentablemente hemos de contar obispos que entonces se llamaban "hermanos suyos" y hasta un nuncio.

Celebramos la justicia que sigue su curso a pesar del intervalo de las infames e inconstitucionales leyes de “obediencia debida” y “punto final”, porque sabemos que hacer memoria y conocer la verdad son los únicos modos que tenemos para que la muerte no vuelva a adueñarse de nuestra Patria.

Queremos resaltar y nos alegramos por la actitud del Papa Francisco, al responder solícito al Obispo Marcelo Colombo que pidió conocer la verdad guardada durante años en el Vaticano. Abrir los archivos sirvió para probar que Angelelli estaba amenazado de muerte -algo que ya era sabido en Roma-;fue un gesto de honestidad que necesitaríamos ver más seguido. 

Y celebramos también la memoria de aquel a quien siempre hemos reconocido como mártir nuestro, “San Enrique de los Llanos”, sabiendo que en él Jesús nos muestra cuál es la Iglesia con la que ha soñado y a la que nos convoca en el presente; a la vez que esperamos – quizás ingenuamente – que el episcopado Argentino lo reconozca como mártir y a la vez exprese públicamente su arrepentimiento por haber callado frente a su asesinato que
clamaba justicia.

Secretariado Nacional del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres
4 de Julio de 2014

viernes, 30 de mayo de 2014

HORACIO GONZALEZ: Simbologías

30/05/2014

Por Horacio Gonzalez



¿Cuánto vale un símbolo? La imposibilidad de responder a esta pregunta nos lleva a la esencia del problema. Un símbolo tiene el valor del gesto que lo sostiene, de la evocación repentina que desata y de la promesa que pone en acto, y que sin él no existiría. Un símbolo tiene la importancia de que no puede establecerse su valor en relación con otros valores, sino que en sí mismo tiene su propia jerarquía y significado. Se podría decir que un símbolo es tan complejo que vale porque no vale; no tiene valor alguno y sin embargo adquiere un significado inmaterial que lo convierte en imagen viva.

Imagen, no icono. De ahí el error que comete la señora Graciela Fernández Meijide al pasar por alto y restarle significación a la acción de descolgar el retrato de Videla, ocurrida en una ocasión suficientemente conocida, ya compuesta como imagen pública fijada por obvios instrumentos de representación del gesto: fotografía, cámaras de filmación. No estamos en la época en que el pintor David se ocupaba de fijar la coronación de Napoleón o de Blanes pintando a Roca con una herida en la cabeza, inaugurando las sesiones del Parlamento. Pero no ha variado el tema. Y para aliviar estos ejemplos: recordemos la conocida instantánea donde Lenin, subido a una pequeña tarima, hace su discurso apenas desciende del tren que lo condujo a la Estación Finlandia. ¿Estas imágenes no son símbolos vivientes que cobijan pequeñas porciones de la historia de la humanidad?

A veces la historia parece fabricada por hechos sin imágenes, pero hay siempre un catálogo de formas escénicas que sostienen sus hilos internos. Esto a veces enoja, pues querríamos no ser perturbados por ilustraciones y efigies, en el caso de que nuestra conciencia desee ser plana, desprovista de emblemas o deidades. Por eso surgen los iconoclastas. Los hay de todo tipo: los que no creen que una devoción precise imágenes y los que creen tanto en ellas que sienten la justa necesidad de anularlas cuando lo que representan es vituperable. De un modo u otro, sería absurdo dejar a las prácticas humanas desnudas de su puntuación más dramática, que es cuando se componen y resuelven en imágenes y símbolos.

Son imágenes fundadoras, que rompen un ritual y proponen otro, que dislocan un ámbito sacralizado, que llaman a debatir la serie de glorificaciones de un período histórico para reactualizar, mejorar o derogar sus significados. Es una acción pedagógica que abre compuertas en las insignias colectivas. ¿Por qué se quiere anular un acto de anulación? ¿Aceptaríamos que hay que retirar aquel gesto presidencial de descolgar el retrato del dictador; aceptaríamos que es bueno retirar lo que fue un gran acto de retiro? ¿Sería mejor dejar yermo el suelo histórico del país que contiene el gesto público de descolgar, descolgando a su vez el significado primigenio de aquella descolgadura?

Es cierto que un símbolo, como cristalización de acciones humanas, tiene un valor inmanente, pues significa una estría en el territorio, una convención cultural que lleva a consensos colectivos. Pero a veces dejan de ser objetos sobre el paisaje y una sociedad entera precisa del gesto o la rúbrica que la despoje de sus signos nefastos. Eso no ocurre siempre, y no lo hace cualquiera. Es un acto de firme delicadeza que surge de lo más profundo del ser político. Siempre se crea un símbolo negando otro símbolo. ¿Quién diría que esos símbolos nada significan?

Muchas personas –entre las que se encuentra Fernández Meijide– no consideran adecuado que hablen los signos. Son personas que participan de un rasgo general de un pensamiento que podríamos llamar desmitificador o antisimbólico. No es una discusión menor, nunca lo fue, porque si por un lado no podemos vivir dentro de los mitos, por otro lado vivir una vida desnuda de esas grandes imágenes aglutinadoras (que también pueden ser textos) hace a nuestra vida colectiva más desnutrida y obtusa. El razonamiento de la señora Fernández Meijide lleva a revisar el inmediato pasado quitándole los hechos más estremecedores de su memorial. Sus dichos en una reciente entrevista en el diario La Nación, basados en lo que sin duda es la inherente autoridad que posee –es una respetable voz también amasada en la tragedia argentina–, no son sin embargo justos. La ausencia de cariz trágico en su pensamiento la conduce a pensar que ya habría llegado el tiempo de que los últimos represores involucrados en juicios de lesa humanidad canjeen penalidad por información.

No concordamos con ello, pues se trataría entonces de reinterpretar aquellos hechos de violencia a la manera racionalista de una simetría de pares opuestos, sinuosa revisión que sólo sería necesaria para adicionar una reprobación general al gobierno que suponen discípulo ficticio de aquellas lejanas épicas militantes. Este pensamiento se tornaría aceptable si criticase modelos históricos de repetición de un pasado tal cual fue, pero así como está formulado va más allá del reparo a los estilos militaristas en la acción política, y se dirige riesgosamente (inconscientemente) hacia la reivindicación del pasado sistema militar de ruina y aniquilación. Muchos síntomas brotan por todas partes en torno de esta aciaga rehabilitación, aprovechándose –es necesario decirlo– de apreciaciones en torno de los derechos humanos que podrían hoy lucir desgastadas y deberemos refinar.

Este republicanismo denegatorio de las complejidades de la memoria, ideología de la retractación formalista, revocación expropiada de las arrugas de la remembranza política (que, ciertamente, nunca debe estar en un único punto fijo) necesita decir que haber retirado el cuadro de Videla es un simbolismo que hay que volver para atrás. Como un movimiento de ajedrez ya consumado, invalidándolo por capricho. En el mismo día, también en La Nación, el ironista Pagni encontró cómico el hecho de que hay distancias entre lo que se desea en lo que se escribe y la capacidad que tiene la vida política para eventualmente refutarnos. Por supuesto, amigo Pagni, existe lo cómico en la historia. Peor es que en las mismas páginas de su diario exista lo trágico, y quiera borrárselo con un puntapié desastroso en el pasadizo de los símbolos ya erigidos. Provocaría risa si no fuera tan desafortunado.




Fuente: Pagina12

martes, 20 de mayo de 2014

"MARXISMO-TERCERMUNDISMO" La “inteligencia” militar

20/05/2014

Por Luis Miguel Baronetto *

Cuando Jorge Rafael Videla declaró como imputado el 6 de abril de 2011 en la causa por el homicidio del obispo Enrique Angelelli, se limitó a mencionar tres aspectos:

1. Que en audiencia concedida, el nuncio Pío Laghi le dijo: “Presidente, la Iglesia tiene asumido que el fallecimiento de monseñor Angelelli fue producto (sic) por un accidente. Usted puede dormir tranquilo respecto de este asunto”.

2. Que hacía entrega al juez de documentación recibida de un ex colaborador (69 fojas en fotocopias).

3. Que ese ex colaborador era el coronel (R) Eduardo De Casas.

Lo que no agregó Videla es que el militar retirado había trabajado en la Policía Federal de La Rioja y era enlace con inteligencia del Ejército.

La documentación de Videla, en fotocopias sin firmas, era una recopilación de informes de la inteligencia militar que pretendía instalar la versión del “accidente fatal”. El juez Herrera Piedrabuena desestimó el valor de esos anónimos por no reunir requisitos de prueba indiciaria y calificó la maniobra como “‘operación’ tendiente a desviar la investigación”. Pero esos papeles revelaron el activo rol de la inteligencia militar y su preocupación ante el develamiento de la verdad sobre el asesinato de Angelelli.

La actuación del colaborador de Videla, el coronel Eduardo De Casas, empezó en julio de 1986, poco después de que el juez Aldo Morales resolvió que la muerte del obispo obedecía a un “homicidio fríamente premeditado”. Ante el interés del entonces obispo de La Rioja, Bernardo Witte, elaboró una estrategia para hacerle llegar un supuesto testigo directo que afirmaba la versión del accidente vial. Raúl Antonio Nacuzzi declaró ante el obispo Witte –no ante la Justicia– que el conductor era Arturo Pinto y el obispo Angelelli fue despedido por la puerta del acompañante al volcar. Nacuzzi, fallecido, tuvo vinculaciones con el Batallón de Ingenieros de La Rioja, según declaró su segunda esposa en el juicio Angelelli, el pasado 9 de mayo.

La generosa colaboración de los servicios de inteligencia con el obispo Witte avanzó con un peritaje mecánico extrajudicial realizado en 1988 por el coronel (R) Héctor Maximiliano Payba, Dir. Téc. EMGE (Estado Mayor General del Ejército), quien siguiendo la versión militar dio por supuesto que Angelelli no conducía la camioneta.

La segunda ofensiva de la inteligencia militar fue en 2006, cuando se reactivó la causa por el asesinato, después de anuladas las leyes de impunidad y se conmemoraron los treinta años del crimen. El presidente Néstor Kirchner, con motivo de los homenajes, afirmó en Chamical que lo habían asesinado los militares. Y el cardenal Jorge Bergoglio, revestido con la casulla roja martirial, dijo en la homilía en la catedral riojana ese 4 de agosto que Angelelli “fue testigo de la fe derramando su sangre”.

Un nuevo informe sin firma ni fecha calificó de “marxista-tercermundista” el impulso judicial de los querellantes. En esta nueva etapa, además del coronel De Casas, que mostró poseer un verdadero expediente paralelo, con papeles y fotos de Angelelli, algunos en original –según declaró un testigo en el juicio–, actuó el general (R) Jorge Norberto Apa, detenido y procesado en mayo de este año por 85 desapariciones y 20 secuestros en una investigación judicial a cargo de la jueza federal Alicia Vence, de San Martín. El general Apa fue jefe de Inteligencia Subversiva Terrorista del Departamento Interior de la Jefatura de inteligencia del Estado Mayor del Ejército en los años 1979 y 1980. Y siguió trabajando en su especialidad, aportando en la elaboración de otro informe sobre la investigación efectuada por el fallecimiento de Enrique Angelelli, bastante similar al anterior, según la carta del arzobispo Carmelo Giaquinta al coronel De Casas. Pero además desarrolló una intensa actividad hacia miembros destacados del Episcopado argentino. Y demostrando conocer internas episcopales, el 2 de agosto de 2006, con el epígrafe de “presidente” –sin especificar de qué–, envió una carta al arzobispo de La Plata, Héctor Aguer: “Nos dirigimos a S.E.R., en cumplimiento de un deber de elemental prioridad ética, ante lo que consideramos una clara maniobra para involucrar a la Iglesia Católica en un hecho de evidente falsedad. Nos referimos a la muerte de monseñor Enrique Angelelli, que se está instrumentando como martirio, ubicando como autores de su muerte a miembros de las FF.AA. Adjuntamos para su conocimiento la información documentada (copia fiel del original) que demuestra que la muerte fue claramente un accidente. Si la jerarquía católica desconociese esa circunstancia, sería víctima de una maniobra perversa y, como tal, plena de injusticia. Hemos considerado que la magnitud y gravedad del hecho en análisis amerita su conocimiento por las más altas autoridades de la Iglesia. En consonancia con esto le hacemos saber que esta información le fue entregada al señor cardenal primado, monseñor Jorge Bergoglio, con fecha 3 del corriente”. Nótese que la carta fechada el 2 de agosto da cuenta de una entrega de documentación aún no enviada. Un nuevo embate de inteligencia para insistir ante la jerarquía eclesiástica en la versión del accidente.

El mismo general Apa se presentó ante otros obispos sin identificarse con rango militar sino como “Sr. Jorge Norberto Apa, presidente del Centro de Estudios Históricos Verdad y Dignidad”, después de la creación de la Comisión Episcopal ad hoc “Monseñor Enrique Angelelli” que presidió Giaquinta hasta su fallecimiento. Y es mencionado por éste en la carta al coronel De Casas. En esa carta, según los papeles de Videla, también le agradeció la visita para reunirse con la mencionada comisión en “El Cenáculo - La Montonera”, previa a la Asamblea Episcopal del 9 de abril de 2008. Esta intensa actividad de inteligencia, además de ser usada ahora por los defensores de los imputados, ha influido sobre la mayoría de los miembros del Episcopado, que hasta el momento soslayó pronunciarse públicamente.

* Querellante en la causa judicial por el asesinato de Angelelli.

Fuente: Pagina12

domingo, 11 de mayo de 2014

EDUARDO DE LA SERNA: UNA PALABRA DESDE MUGICA A NUESTRO HOY

11/05/2014

por Eduardo de la Serna

En medio de los actos de memoria por los 40 años del asesinato de Carlos Mugica, se me ocurre pensar un poco en “voz alta”.

Mugica no era un “cura villero”. 

En realidad, no me gusta demasiado el adjetivo a continuación de “cura” en el sentido de “cura sanador”, por ejemplo. Pero además de eso, sin bien no hay duda que Carlos se jugó la vida en favor de los villeros, eso no me parece un todo. Carlos trabajó con grupos de estudiantes, participó de grupos misioneros, daba clases en la Universidad, escribía notas periodísticas, celebraba misa en San Francisco Solano y el Instituto de cultura religiosa superior, y no era cura misionero, cura capellán, cura universitario, cura periodista… A eso se puede sumar que no vivía –como se sabe- en la villa, y que si algo caracterizaba a Carlos Mugica era no estar quieto. Ir de un lado a otro en múltiples actividades lo caracterizaba sin duda. Era un cura. Así nomás, a secas. Un cura comprometido con los pobres, un cura con un enorme corazón entregado en favor de los pobres.

¿Dónde estaría Mugica hoy? 

Obviamente decir demasiado simplistamente “Mugica no haría”, “Mugica estaría…”, “Mugica diría...” es una mera suposición, un “futurible”. Las personas solemos dar saltos adelante, frenos, cambios, conversiones o traiciones, solemos acelerar o frenar, solemos cambiar, para bien o para mal. Y Mugica también podría haberlo hecho. Por eso me guiaré con un criterio fundamental que me parece lógico y razonable. Creo que los más cercanos, aquellos con los que Mugica más se identificaba y se referenciaba eran los curas Alberto Carbone, Jorge Vernazza y Rodolfo Ricchiardelli. Por eso creo que mirar los caminos que ellos dieron, los pasos que siguieron es un buen indicio de suponer dónde estaría hoy Carlos. 

Eso me permite suponer que hoy Carlos estaría en la Cofradía de la Virgen de Luján. Creo muy probable que así fuera. Obviamente hay que ver cómo le habría “pegado” la Dictadura, la desaparición de tantos amigos y amigas (tantos queridísimos), los exilios, la democracia y sus “idas y vueltas”, los Gobiernos sucesivos… Y la Iglesia, el invierno eclesial, la evolución e involución teológica, los papas, los obispos, el clero… Muchos curas amigos de Carlos o compañeros acompañaron a los villeros cuando estos fueron erradicados (como Jorge Goñi y Daniel de la Sierra, ambos luego en Quilmes, y ambos luego muertos en accidentes viales). Como “cura en la villa” creo que Carlos sería mucho más parecido a Richiardelli que al cura de la película Elefante Blanco, por ejemplo (creo que es la antítesis de lo que Carlos y Rodolfo eran). 

Además de esa mirada a los curas amigos, creo que algo caracterizó a Carlos y difícilmente hubiera cambiado era su enorme capacidad de dejarse convertir por los pobres. Algo tan profundamente arraigado como su antiperonismo pudo cambiar de raíz cuando supo “escuchar” el clamor de los pobres ante el derrocamiento de Perón. Otro ejemplo, quizás más sutil pero más “teológico y pastoral” fue su actitud frente a los villeros: la actitud inicial de su formación “francesa” como era habitual en la teología de su tiempo, empieza lentamente a cambiar (bajo la evidente influencia de los teólogos Lucio Gera y Rafael Tello) a una teología más popular, más latinoamericana, más nacional y popular. Y eso también se manifiesta en sus actitudes pastorales hacia los habitantes de la villa 31. 

Es un paso interesante el que supo dar la teología en Argentina en este caso. La actitud hacia el pueblo de los documentos de Medellín tiene una característica que en cierto modo sigue reflejando esa “teología europea”: el pueblo debe ser concientizado, el trabajo con élites debe ser priorizado, el criterio puede definirse como un “desde arriba hacia abajo”. El documento del episcopado Argentino, aplicando Medellín en Argentina (1969), fuertemente influido –entre otros por Rafael Tello y Lucio Gera- prefirió hablar de un pensar y obrar “desde el pueblo mismo”, lo cual provocó un fuerte cambio. Incluso elementos del maoísmo, o de Camilo Torres (“debemos ascender a la clase popular”) le sirven a Mugica en ese sentido, como se ve en uno de sus últimos actos en la villa (1974) cuando renuncia a su cargo en el Ministerio de Bienestar Social citando expresamente esta frase. De hecho, esta preposición será luego muy tenida en cuenta en las teologías de la liberación (“desde el lugar del pobre”, “desde las víctimas”, “desde la mujer”, “desde los insignificantes”…). Nada se piensa “desde” un lugar de asepsia, y ese “lugar” será clave en el mismo pensar, en las palabras, en la dirección y para qué del hablar. La posición de Carlos Mugica de pensar, actuar y hablar cada vez más “desde” los pobres –y los pobres concretos de la villa 31- nos permiten creer que hoy estaría más cerca de los que ayer en la biblioteca Nacional cantaban cantos cercanos al gobierno Nacional, que a muchos que se presentan como oposición, particularmente desde una perspectiva cercana al capitalismo.

Mugica es mártir. 

Teológicamente un mártir no es solamente una bandera que se levanta. Un mártir es una palabra que Dios dice a su tiempo y en un lugar especial. Mugica es una palabra que Dios nos dirige, sobre la Iglesia, sobre el ser cura. Sobre una Iglesia en primavera, Iglesia de diálogo, Iglesia abierta a las realidades humanas. Las palabras de Carlos sobre política, cine, sobre marxismo o psicología revelan una actitud concreta frente a las realidades que nos interpelan a diario, y frente a las cuales “cierto otro modo de ser Iglesia”, una Iglesia del silencio, la “diplomacia” y el invierno, no puede confrontar, dialogar y –por lo tanto- no puede dar respuestas, especialmente porque no tiene preguntas. En Mugica Dios nos habla sobre la Iglesia (quizás por eso se está tan lejos de su canonización). Pero también nos habla de un ser cura, un cura de y para los pobres, un cura que quiere pensar “desde el pueblo mismo”, y dejarse convertir por el pueblo. Pero esto puede suponer un riesgo, el riesgo de presentar un Mugica domesticado, lejos de la palabra profética, encarnada, política, lejos del conflicto social e incluso intra-eclesial, un Mugica que no molesta a nadie. 

El Mugica que iba más allá de los márgenes, como expresó María Sucarrat en la Biblioteca Nacional el pasado miércoles 7 no parece encajar en el cura que todos aplauden. Así como Dios es manipulable y podemos transformarlo en un ídolo, no es menos cierto que el Carlos profeta puede manipularse en un “falso profeta”, en una voz que Dios no pronuncia. 

«¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque edifican los sepulcros de los profetas y adornan los monumentos de los justos, y dicen: «Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!» Con lo cual atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. (Mt 23:29-31) 

Bienaventurados serán cuando los hombres los odien, cuando los expulsen, los injurien y proscriban el nombre de ustedes como malo, por causa del Hijo del hombre. (…) ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de ustedes!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas. (Lc 6:22.26)

Si Carlos Mugica no nos interpela gritándonos dónde estar, qué Iglesia ser, qué clase de curas, pues creo que nos hemos hecho un “cura a nuestra imagen”, hemos hecho una caricatura, un deformado como aquella película de Buñuel que Carlos comentaba hablando de una Iglesia deformada. En sus 40 años de martirio, ojalá que Carlos Mugica nos siga interpelando, nos siga molestando, que su voz nos ubique junto al pueblo y su sangre lave nuestras mediocridades.


Fuente: https://www.facebook.com/GrupodeCuraseOPP

martes, 22 de abril de 2014

CRONICA-DE LA CASA COLORADA-(DE VERGÜENZA)

Bancamos el proyecto... pero los actos deben tener por protagonistas a los sectores populares.

Por el Duende Garnica.

"CRONICA-DE LA CASA COLORADA-(DE VERGÜENZA)

Salimos del hotel Bauen, a pata por congreso avenida de mayo, en silencio casi 200 cumpas originarios las mayores autoridades de los pueblos indígenas, cada uno con su ritual sus símbolos sus reclamos, íbamos charlando con Rubén Patagonia, de cosas de la vida, de braseros de hambre de olvido/a pata llegamos a casa rosada y nos mandan al plaza frente la facultad de ingeniería, allá dos horas parados como indigentes, empiezan a caer las combis con ferchos engominados, se llevan las máximas autoridades primero, luego mas espera, comimos una manzana a media con Rubén, seguíamos hablando de grabar juntos, volver a encontrarme con hermanos del camino comunidad Tulian Tonocote Tastil Mapuche Lules, Guaranies...

Caen otras combis arriba al otra majada, otra combi arriba los que van a merlo, hasta que al ultimo nos llevan a nosotros rumbo al casa rosada, alli la presidente iba a cambiar el nombre de Colón a no se que salon y ponerle pueblos originarios y no se que chamuyo. Pareciamos peones golondrinas trepados los camiones rumbo a la juntada de papa, a la deflorada, nos bajen al fila india por un costado de la casa. Bocha de tipos de traje al repedoo, ñoquis de seguridad? no se que mambo-

Scanner. Cacheo. Revisada, entramos como animales curioso mirando pa arriba pa abajo, pispeando la gran casa presidencial, llenao de botones, de gente al pedooo pa hacer dulceee.... madres compañeras con sus niños en brazos a presenciar el homenaje, de pronto de adentro una majada de boys scouts, niños danoninos bien pagados, entonando canticos de villancicos de proletariado, todo el salon ocupadoooo, ese acto ese recinto es para los cumpas que se vinieron de loma del orto, nadie dio una silla, nadie dijo hermano venga siéntese, todo copado todo loteado, nos vuelven a sacar de ahi, sale un mapuche con muletas echando fuego... y dice parecemos perro indiada con piojos que tiene que hacer esa turmita de nenes cantores ahi? no es la JP romantica que fue a pata buscar al viejo... de donde salieron estos monitos maleducados, de donde?

Ese espacio es pa esta gente que se vino desde muy lejos, nos llevan por otra puerta, otro scanner, indios parados, madres sin una silla, bronca, desesperación, en primer fila ya habian puesto como escenografía indigenas un para de cumpas pa la tele pa la conferencia pa que vean como los queremos, atras todo el salon parados sin lugar sin ser recibidos, salta un tonocote encabronadoy le dice al dandy del protocolo, esto es una falta de respeto que hace esa gente ahi? esta reunión es para nosotros, nadie dio un silla nadie se movió solo cantaban un karaoke que nada tiene que ver con al JP romántica que fue a buscar al viejo al aeropuerto esa vez, nada que ver...

Salta otra mujercita valiente coplera de Amaicha y le retruca esto no se hace, como pueden tratar asi a los hermanos? el chabon del handy se le acaba al pila no sabe que decir, que recibe ordenes, pasa Ramiro Fresneda hola que tal? Chau... siguio de largo, bronca mas bronca, se prende la tv. suenan los can titos que la liberación que los desaparecidos etc y no daban un puto lugar pa esta indiada cansada y con hambre de reclamos,

abrazo a mis cumpas y digo me voy al ocote de aki, tengo 50 años nunca había entrado al casa rosada, salgo matando, me dolía el pecho me dolía la copla,

Le digo al granadero duro y parado que estabaen al puerta, le pregunto...capo por donde se sale? esto no puede ser, el me mira me dice por ahi, y asiente con su mirada tenes razón petizo. casi le pido fuego pal pucho, pero era comprometerlo, sali huyendo, mas canas, mas barreras, hasta que consigo salir despavoridoo, me doy vuelta y por primera vez veo al casa COLORADA DE VERGUENZA, me fui calle abajo, triste... pero al menos le dieron donde dormir ,donde? hotel bauen? palace hilton? Sheraton? naaaa a EZEIZAAAAA... si alla los mandaban luego del acto, por poco no los mandan a dormir la Quebrada de Humahuaca..!!!

PACHA CURANOS-MADRE TIERRA PROTEGE A TUS HIJOS !!!yo me tomo el subte y aprieto una copla dolida..de llanto hambre y manoseooooooo!!(alguien me da fuego por favor?)."

Duende Garnica

De tu palo soy
hijo de tu cuero,
soy el olvidau 
en la alcancía del tiempo
el que se quedó
de pie poniéndote el pecho

Flor obrera soy
silvestre de espuma
cuando el tren se va
miro en las vías la luna
pensando tal vez,
mi pueblo encuentre fortuna

Mi bofe se hinchó
cuando repartieron
de mí no se acuerdan
dicen que nunca me vieron
que no soy de aquí
que ya no tengo remedio

Soy el olvidau
el mismo que un día
se puso de pie
tragando tierra y saliva
camino hacia el sol,
para curar las heridas

Una herida soy
buscando el salario
maestros de pie
cuidando pichones blancos
que madurarán
iluminando este pago

Soy el que quedó
en medio ‘e los ranchos
guacho del fiao
a un mate y guiso inventado
hambre y rebelión
fueron creciendo en mis manos

No quiero de más
quiero lo que es mío
al maso trampeao
quiero torcerle un destino
levántate cagón
que aquí canta un argentino .
 

sábado, 5 de abril de 2014

SANDRA RUSSO: El buen nombre de David Moreira

05/04/2014

Por Sandra Russo

Gracias a La Garganta Poderosa, que de estas cosas –de víctimas que nunca son visualizadas como tales, ni por las instituciones ni por los medios– sabe más que muchos, se pudo oír la voz de la madre de David Moreira, el chico señalado como un ladrón y asesinado a patadas en el barrio Azcuénaga de Rosario, donde tampoco eran nuevas esas confusiones: dos semanas antes, otros dos jóvenes que andaban en moto fueron también confundidos con ladrones por un grupo de remiseros, que los persiguieron a tiros. Los de la moto creían que los perseguían para robarles la moto, hasta que se cayeron y a uno de ellos lo molieron a palos, sin enterarse y a esa altura sin que tuviera importancia si eran ellos los culpables de algo o eran otros. Es necesario retener en la memoria el peso del asesinato de David, porque aunque él hubiese sido el verdadero ladrón de carteras, su asesinato seguiría siendo un homicidio. Pero su familia y sus amigos dicen que David no era un ladrón. Eso reclamó enseguida su familia: salvar su buen nombre. No se podrá esclarecer ese caso, porque David ya fue declarado culpable y escarmentado hasta la muerte en el medio de la calle. Las crónicas sobre su muerte fueron el disparador de otras similares aunque no tan extremas. El nombre de David quedó sepultado entre otros sin nombre. La cosificación de los pobres, en las oleadas de mano dura, es lo primero que sucede.

En este equívoco de la turba que persigue al ladrón pero termina linchando al que se le parece –porque al que se persigue es a un fantasma–, se basa la cosificación del otro, sea cual fuere el otro, si una mujer, si un negro, si un pibe, si un sin techo. El linchamiento de David fue uno de los primeros, y a pesar de que terminó con su muerte y a pesar de que su familia afirma que no era él el ladrón, esa confusión, esa posibilidad de equivocación quedó tapada en los debates televisivos. Ese dato –¿y si nos equivocamos?– no perturbó a ninguno de los exaltados que brotaron como un herpes en diversos puntos del país, ya evidentes contagiados mediáticos con ansias de liberar eso que no tuvo un repudio unánime ni general. Los grandes medios –y otros más chicos que ya se alinearon con ellos– lo presentaron como un debate posible: “¿Está bien o mal linchar?”. A la historia de la confusión de los vecinos de Rosario se la tragaron la dinámica periodística y la miseria política de sus líneas editoriales. Pero no es menor esa confusión, y el margen que este estallido de barbarie le deja a esa confusión. Por esa grieta delgada se filtra la violencia social indiscriminada y sin más salida que el crescendo.

Cuando se desatan estos bajos instintos sociales, es en esa posibilidad de equívoco en el que intentan hacer pie sus promotores: el “caos” es precisamente la ruptura de las causas y las consecuencias. La aprobación o la justificación de una condena a muerte ejecutada de facto por una banda de exaltados que aunque sean designados con la palabra “vecinos” actúan como bestias, la justificación, decía, es la piedra libre para que sea linchado cualquiera. Es el ABC del terror. No hay que saber teoría del Derecho –en lo que Sergio Massa se excusa–, para advertir que si se animan las turbas, el linchado no será necesariamente el ladrón, sino el que pase corriendo y al que le griten ladrón. Ese es el núcleo duro del escenario que vienen a proponerle a esta sociedad ahora, treinta y ocho años después del último golpe militar, quienes se llaman a sí mismos “renovadores” y que se dejan asesorar y rodear por los residuos del funcionariado judicial que acompañó a la dictadura. En ese escenario basta un grito señalando a alguien para direccionar la furia bestial en su contra.

La cosificación consiste en borrar todas las huellas personales de alguien, para reducirlo a un vago objeto de odio, de un odio que tampoco es estrictamente personal. Da lo mismo cómo se llame, da lo mismo si tiene o no familia, da lo mismo lo que hizo o lo que no hizo. Algo habrá hecho, parecen decir las patadas a mansalva de quienes se animan unos a otros para ver quién es más macho en la acepción más caricaturesca del término. Es un instinto de eliminación que lo primero que elimina es la subjetividad del que lo experimenta. Por eso las turbas son turbas y capaces de cualquier cosa, porque ellas también están integradas por cosas. Porque quienes las componen se descomponen en ellas, degradados. Todavía mucho más debajo de nuestros impulsos animales, de allí sale esa fuerza que hace del otro una cosa a disposición para vomitar sobre ella la descarga de furia.

Gracias a la madre de David Moreira –esa cosa de 18 años pateada por otras cosas que terminaron matándolo–, nos enteramos de que había nacido un 4 de enero y que en su último cumpleaños había decidido, con sus ahorros, tatuarse en el tobillo el nombre de sus hermanitos menores, Micaela, Elías y Tomás. Nos enteramos de que como su papá era vendedor ambulante y estaba poco en la casa, David ayudó a criar a esos hermanitos. Que había dejado el secundario y que su mamá se enojó mucho, pero quiso ayudar en la casa y empezó a trabajar como albañil. Que él creció rodeado de cariño. Que tuvo padres y tíos que lo quisieron mucho. Que era muy tímido, que se ponía colorado enseguida, pero que igual tenía muchos amigos. Nos enteramos de que ese chico muerto por las patadas de esos extraviados no era de los que viven en la calle. Que tenía una relación tan estrecha con su madre que la llamaba siempre para decirle dónde estaba o a qué hora iba a llegar. Que era hincha de Central. Que esa tarde que no llegó a su casa su madre creyó que tal vez había ido a la cancha, pero después averiguó que no, que David había decidido, tal como le había dicho, no gastar en la entrada. Cuidaba cada peso. Su billetera, cuando cobraba, se la daba a su madre, y le decía “sacá lo que necesites”. Hasta de su cuerpo hubo otros que pudieron sacar lo que necesitaban: la familia de David donó sus órganos a siete personas que estaban en lista de espera. “Se fue mi mano derecha, mi David querido, pero hay muchos como David que pueden ser asesinados o maltratados”, escribió su madre en la carta a La Garganta Poderosa.

Pero el agite mediático se olvidó de él. No está en agenda. El debate vergonzante que surgió de su asesinato insiste en si está bien o está mal linchar ladrones. David ha quedado sumergido bajo la maraña de falacias y reducciones que perforan los tímpanos desde las pantallas o las radios. Fue privado de la vida y de la oportunidad de un buen nombre. El proyecto de país que late bajo este tipo de violencia reintroduce la idea de la población sacrificable.

Fuente: Pagina12

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails