Por Claudio Morgado *
La inmensa mayoría de los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo es pobre. En sus dichos, Sanz vuelve a reproducir una sinonimia muy conocida entre nosotros. O, mejor dicho, da un paso más lejos aún. Conocíamos la asociación discursiva entre pobre y vago, pobre e indolente, pobre y sucio. Ahora se ha dado el paso al vincular pobre con drogadicto, pobre con jugador.
¿Cómo entender al senador? Una primera condena moral es evidente. Pero no alcanza con eso. Y mucho menos con practicar el deporte diario de comprender las posturas de los actores políticos en función de su “posicionamiento” en el escenario mediático. Es necesario establecer una critica radical que imbrique creencias como las de Sanz en la larga tradición nacional de desprecio y pedido de castigo frente al pobre (el pobre al que se lo castiga por ser pobre), de delimitación de fronteras lingüísticas (“ellos” vs. “nosotros”) que instantáneamente se vuelven fronteras materiales: en el acceso al trabajo, a la salud, a la educación, al espacio público.
Y resta una palabra. La palabra que pasó inadvertida, pero que termina de dar sentido al acto discriminatorio. Es el momento “poético” del racismo: la palabra “canaleta”. ¿Qué es una canaleta sino el tubo por el que se evacua la mugre, la basura, la lluvia sucia, el desperdicio? La ayuda al pobre se escurre por el caño –la canaleta– que lleva directamente al juego y la droga. Nada bueno puede esperarse de la política cuando se piensa en esos términos.
Una reflexión final. Hasta hace unos años, el presidente del Inadi no hubiera sido consultado para opinar sobre situaciones como ésta. Hoy, la sociedad va tomando conciencia de que el racismo es un problema crucial al que hay que combatir si queremos construir un país más justo. Esta es otra de las consecuencias que podemos extraer del tiempo político actual.
* Presidente del Inadi.
Fuente: Pagina 12
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