viernes, 30 de abril de 2010

Se cumplen 33 años de la primera ronda de las Madres

El Argentino.com

En el 33er aniversario de su surgimiento, la Asociación Madres de Plaza de Mayo y la presidenta Cristina Fernández inaugurarán el microcine Che Guevara en la Escuela de Arte del Espacio Cultural Nuestros Hijos, ex Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), Avenida del Libertador 8465. Allí, en donde funcionó el centro clandestino de detención más importante de la Argentina, se harán actividades audiovisuales, charlas y debates, en el marco de la institución que dirige la cantante Teresa Parodi.

A las 16, se hará la apertura de los nuevos estudios de transmisión de La Voz de las Madres-AM 530, en Adolfo Alsina y Luis Sáenz Peña, y a las 18 se realizará frente al Congreso el acto por los 33 años, que será presentado por Osvaldo Bayer y cuyos oradores serán Teresa Parodi, Ricardo Forster, Renato di Nicola y Hebe de Bonafini.

En tanto, la Legislatura porteña homenajeó ayer a las Madres mediante una sesión especial, iniciativa de la diputada Gabriela Alegre (Encuentro Popular para la Victoria), quien resaltó que las Madres “tomaron la bandera de sus hijos para hacerla propia, asumieron la lucha por la verdad y la justicia con el pañuelo blanco como símbolo”.

Asimismo, hoy a las 17.30 en el Salón de Pasos Perdidos participarán de un acto la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto; Paula Maroni, de HIJOS; Eduardo Jozami, director del Centro Cultural Haroldo Conti; Gabriela Alegre, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Legislatura, y la madre Martha Vázquez.

Ayer, a los 87 años falleció en La Plata Lidia Esther Anselmi de Díaz, integrante de la organización Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. La madre de Ricardo Antonio, secuestrado el 7 de febrero de 1977, llevó el caso al juez español Baltasar Garzón en las causas abiertas contra los represores Adolfo Scilingo y Ricardo Cavallo. “Más que saber dónde está mi hijo, quisiera que estuvieran en la cárcel los que tienen que estar”, manifestó entonces Anselmi de Díaz.

dictadura. El sábado 30 de abril de 1977 un grupo de familiares de desaparecidos esperaba en la Iglesia Stella Maris, vicariato de la Armada, que las recibiera el cura cuando, cansadas de los falsos consuelos, Azucena Villaflor propuso acudir a la Plaza de Mayo para forzar al gobierno militar a que dé una respuesta. Las 14 mujeres no tuvieron éxito ese día, la Casa Rosada estaba desierta y nadie las recibió, pero ellas ya habían elegido manifestarse en la mítica plaza, frente a la Casa de Gobierno y al lado de la Catedral.


El jueves siguiente el doble de amas de casa se dirigieron al centro del poder político de la dictadura para hacer oír su voz, que semana a semana se hizo más fuerte a partir de la enorme cantidad de historias similares que encontraban en la Plaza de Mayo. Las rondas de los jueves se harían entre las 15.30 y las 16 para asegurarse una plaza colmada de transeúntes que le garanticen la seguridad, en tanto que fueron los propios policías que custodiaban la plaza quienes les indicaron que marcharan de a dos porque como el país estaba bajo estado de sitio estaban prohibidos los grupos de tres o más personas.

Así transcurrieron los días hasta que, conscientes de la relevancia que empezaban a tener esas “viejas locas” –como intentaron difamarlas– los militares decidieron que el marino Alfredo Astiz se infiltrara en la organización para marcar a las líderes con un beso. Así, entre el jueves 8 de diciembre y el sábado 10 de diciembre de 1977, un grupo de tareas liderado por el “Ángel de la Muerte” secuestró a doce personas vinculadas a Madres de Plaza de Mayo.

Sin embargo, el objetivo de la junta militar de quebrar la voluntad de este grupo de familiares de desaparecidos no se cumplió y, ya con el Mundial de fútbol de 1978, la prensa internacional multiplicó su mensaje. En 1979 un grupo de madres visitó nueve países, invitadas por Amnesty Internacional, y un año más tarde, la SAAM (Asociación Holandesa de Mujeres) les donó dinero para adquirir una sede social y dejar así de reunirse en casas particulares. Desde 1981 comenzaron a realizar las tradicionales Marchas de la Resistencia y en 1983 tomaron contacto con los partidos políticos que iban a presentarse a elecciones, para entregarles un documento en el que se reclamaba conocer qué había pasado con los desaparecidos.

Con la llegada de la democracia se esperanzaron con el juicio a las Juntas Militares y no abandonaron la idea de encontrar a sus familiares con vida. Luego llegaron las divisiones internas, las leyes de Obediencia Debida y de Punto Final y el indulto de Carlos Menem, pero cuando la impunidad parecía consagrarse el Congreso anuló las amnistías, la Corte Suprema las declaró inconstitucionales y la Justicia volvió a tomar las riendas del rescate de la memoria para que nunca más haya impunidad en la Argentina.

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