Por Osvaldo Bayer
Estos últimos días han servido para ratificar aquello tan sabio de que finalmente la Etica triunfa en la Historia. La eliminación del nombre del atroz coronel Falcón de la Escuela de Cadetes de la Policía, y del de otros policías conocidos delincuentes contra los derechos humanos básicos de otros institutos policiales, es un paso delante de nuestra democracia. Todos nombres impuestos por dictaduras y aceptados servilmente por los gobiernos que le siguieron. Basta recordar que el coronel Ramón Falcón –el mejor oficial de Roca en el genocidio de los pueblos originarios llamada Campaña del Desierto– fue quien ordenó la masacre de Plaza Lorea del 1º de Mayo, el Día de los Trabajadores, de 1909. Y están sus declaraciones ante la prensa justificando que dio la orden de abrir el fuego contra las columnas obreras que recordaban a los Mártires de Chicago –aquellos luchadores increíbles por las jornadas de las ocho horas de trabajo– “porque los obreros en vez de llevar la bandera azul y blanca llevaban la bandera roja”. Qué delito para el señor coronel argentino. Lo que hay que saber es que en aquellos años la bandera roja era la bandera del gremialismo. Pero para el bestia uniformado eso ya era un delito. Lo más increíble fue que su nombre se exhibió hasta hace pocos días como patronímico de la Escuela de Cadetes de la Policía, lo que nos dice qué ejemplo tenían esos cadetes en cuanto a la ética de la vida.
“Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao
No ves que va la luna rodando por Callao;
Que un corso de astronautas y niños, con un vals,
Me baila alrededor...¡Bailá! ¡Vení! ¿Volá!”
La letra de Horacio Ferrer, que alguna vez cantamos todos.
Pero ahora viene lo más importante. Nadie quiere que al lado de Piazzolla esté el monumento a ese coronel asesino de obreros. Sería un insulto a la memoria del músico. Así como se tuvo el coraje civil de quitarles el nombre a instalaciones policiales de enseñanza, de la misma manera habría que mandar ese bronce a una fundición para que con ese metal se haga en un barrio bien proletario un monumento a los obreros asesinados aquel 1º de mayo de 1909. De otra manera sería manchar el arte tan profundo de ese músico genial poniéndolo al lado de un fusilador del pueblo. Nos gustaría que el gremio de los músicos diera varios conciertos en ese lugar como protesta ante la presencia del coronel manchado de sangre al lado de ese músico que comprendió tan profundamente la música de Buenos Aires. Entonces sí que vamos a ir a gritar allí: “¡Viva la música, mueran las balas!”.
Y ya está naciendo una conciencia popular de revisar la historia y no aceptar lo que siempre dictaron los dueños del poder económico y político. Por ejemplo esto: en Belén, Catamarca, sí justo allí, los pobladores han comenzado a apoyar un proyecto de cambiar el nombre del asesino Julio Argentino Roca por el del poeta local Luis Franco. Un poeta con todo el sabor de esas regiones de cielos tan azules y montañas que nos observan.
Eso, podríamos decir, es amar la vida.
Y de Catamarca a Quilmes: allí se acaba de publicar el proyecto de ordenanza municipal para cambiarle el nombre a la avenida 12 de Octubre por el de avenida Pueblos Originarios. Luego de explicarse los fundamentos jurídicos, culturales e históricos se añade que el nombre de 12 de Octubre es “un homenaje a una fecha que inauguró el genocidio étnico y cultural más importante de la historia de la humanidad, y luce obsoleto y dañino respecto a los pueblos originarios. Que, por el contrario, se considera oportuno reparar a las naciones que son nuestros orígenes desde su incorporación a la nomenclatura pública municipal”.
Es un justo pedido porque los españoles no llegaron al nuevo continente para traer paz, cultura y libertad. Todo lo contrario: los pueblos originarios fueron sometidos a las formas más brutales de esclavitud, como la mita, el yanaconazgo y la encomienda. Lo dice Manuel Belgrano en su proclama a los pueblos originarios en la que les dice: “He venido a restituirles los derechos de libertad, propiedad y seguridad, de que por tantas generaciones han estado privados, sirviendo únicamente a las rapiñas de los (españoles) que han gobernado”. Y como a los conquistadores europeos no les bastaba la esclavitud de los originarios, trajeron miles de esclavos africanos bajo el yugo del látigo y el arcabuz. Por eso es lamentable que, en vez de tener a un héroe de nuestra independencia frente a la Casa Rosada, tengamos nada menos que a Colón. En vez de estar allí un gaucho de nuestra independencia o el abrazo de nuestros dos grandes libertadores: San Martín y Bolívar. Es exactamente lo mismo cuando vemos las mejores calles arboladas de Belgrano con el nombre de los virreyes españoles mientras el gran héroe libertario Túpac Amaru tiene una callecita de pocas cuadras.
Y en eso tiene razón Demián Konfino cuando propone que el continente americano no lleve el nombre por Américo Vespucio –uno de los tantos “descubridores”– sino que debería llamarse Tupacamaria, en nombre del hombre que quiso liberar estas tierras de sus esclavizadores y por eso fue condenado a la más horrible de las muertes cometidas por los seres humanos. Occidentales y cristianos.
Pero el ser humano no se rinde. Lo demuestran los trabajadores de Luz y Fuerza de Córdoba, quienes ante la quita del nombre de Agustín Tosco a la avenida de circunvalación de la capital cordobesa por las autoridades se pusieron a preparar una pieza teatral-musical en honor a ese inolvidable dirigente gremial en la cual trabajan 80 músicos, cantantes y coreutas. La letra de las canciones las escribió el secretario del sindicato, la música es de quien dirige el taller musical del gremio. Esta forma artística será tal vez la mejor forma de recordar a ese luchador infatigable que fue Tosco y el mejor homenaje a su memoria.
Y otro triunfo también, en la Feria del Libro. En estas contratapas escribimos que el ministro Torres, de la provincia de La Pampa, había prohibido la presentación de los libros Pampa Libre, de Jorge Etchenique, y las poesías de ese poeta grande del sur que se llama Edgar Morisoli, en una obra de Ana S. Galván. Pues bien, la Casa de Santa Cruz, a cargo de Mario Metaza, anunció que ellos estaban dispuestos a que, en su stand se presentaran esos dos libros tan representativos de la cultura pampeana. Eso se llama decir un rotundo no a toda censura que creíamos terminada con la caída de la dictadura militar. Mientras tanto, esos libros serán presentados en la editorial Acercándonos, el 6 de mayo, a las 17 horas, en el stand 138, pasillo 1, del pabellón Azul.
Triunfos de la democracia. Triunfos de los que piensan en la libertad y la solidaridad. Como fue la fiesta en Azul, en la escuela 503, cuando allí se cambió el nombre del genocida Julio Argentino Roca por el hermoso apodo de Arbolito, el ranquel que vengó a sus hermanos ranqueles. Fue algo inolvidable, como tocar el cielo con las manos, una fiesta con la alegría espontánea de los alumnos, la nobleza de sus docentes, el apoyo del propio intendente y el pueblo, puro pueblo. Sí, fue como si todos los perseguidos de nuestra historia, lo repito, pudieran tocar el cielo con las manos.
Pero todo esto no tendría valor si no se soluciona el problema de los Qom que acampan en la 9 de Julio y la Avenida de Mayo: los nombres de nuestros días de Libertad. No se puede ignorar su situación. Nos está mirando el mundo. Los responsables tienen que pensar que si no se hace justicia, esto pasará a la historia nuestra. Vuelvo a repetir: la Etica siempre triunfa. No se puede ignorar el drama de estos legítimos hijos de la tierra.
Fuente:
Pagina12
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