lunes, 3 de octubre de 2011

CAMPORA: Un libro necesario

Por Eduardo Jozami *

En un reciente texto periodístico, Tomás Abraham convocaba a construir un mito que en la política argentina de hoy pudiera competir con La Cámpora, un nombre para imprimir en las camisetas, que suscitara entusiasmos más allá de lo meramente racional. Con ese mito en su bagaje, la oposición podría competir exitosamente con aquellos que, a juicio del articulista, recuerdan a quien no habría sido más que un “adláter del trío Perón-Isabel-López Rega”. No parece que sea precisamente la falta de mitos lo que hoy padece una oposición que creyó a pies juntillas, hace más de dos años, en el fin del kirchnerismo. Por otra parte, el mito Sarmiento, propuesto por Abraham, no parece tampoco el más indicado para unificar a la oposición y posibilitarle una ganancia de adhesión popular. Si se piensa en el escritor notable, en el polemista apasionado cuyo talento era reconocido hasta por sus enemigos, no aparece hoy entre los opositores figura alguna que pudiera legítimamente asociarse con Sarmiento. Si la referencia evoca la estigmatización de los sectores populares, la vigencia del esquema de Civilización y Barbarie –cuestionado por Alberdi y Martínez Estrada–, falacia refutada a diario por la renovada vigencia de la tradición nacional popular en la política argentina, no se entiende cómo la invocación al sanjuanino podría contribuir a multiplicar adhesiones para la oposición.

Pero lo que más molesta no es la reivindicación de Sarmiento, sino el desdén con el que, como de pasada, se trata la figura histórica de Héctor Cámpora. En ese sentido, Abraham no es original porque la denigración del ex presidente ha hecho carrera, sin necesidad de mayores fundamentos. Algunos han inventado una inexistente militancia conservadora, otros se han limitado a recordar que era dentista, como si estos profesionales tuvieran alguna minusvalía, respecto de otros, para el ejercicio de la política. Héctor Cámpora fue no sólo un dirigente de larga trayectoria en el peronismo, muchos años presidente de la Cámara de Diputados, sino que sufrió cárcel –se fugó de Río Gallegos junto con John William Cooke– por haber permanecido fiel a sus convicciones después de 1955. Delegado de Perón en las postrimerías de la dictadura iniciada en 1966, enfrentó con firmeza la estrategia militar destinada a ungir a Lanusse como presidente con el aval de las grandes fuerzas políticas. Convertido así, naturalmente, en el candidato de Perón, dio un notable espacio a la Juventud Peronista, la que se convirtió en protagonista central en la campaña electoral de 1973. Inició su mandato, rodeado por Salvador Allende y el presidente de Cuba, frente a una plaza enfervorizada. Su breve gestión se asoció con grandes movilizaciones populares y una profunda y generalizada esperanza en la transformación de la sociedad. Más tarde renunció para dejar paso a Perón, cuando ya la tragedia de Ezeiza ensombrecía el talante optimista de las multitudes del 25 de mayo. Aunque sería temerario comparar los textos de Cámpora con los de Sarmiento, ¿quién no recuerda con emoción el discurso que ese mismo día pronunció el ex presidente ante el Congreso, reivindicando la lucha de la “juventud maravillosa” y delineando un programa que en sus grandes líneas sigue siendo actual? La dictadura intentó detenerlo –¿se hubieran atrevido a matar a un ex presidente?– y lo castigó durante más de cuatro años negándole permiso para salir del país, autorización que sólo se concedió cuando la grave enfermedad de Cámpora ya no tenía posibilidad de curación.

No es extraño, entonces, que su recuerdo siga vigente y pueda convocar a los jóvenes. Abraham no se equivoca cuando valoriza el rol de los mitos en la lucha política. Pero quizá no advierta que entre mito, historia y razón las relaciones son más complejas. La perduración de las grandes ideas que nos siguen convocando y la vigencia de los personajes que continúan siendo actuales no son consecuencia de la irracionalidad de las masas –como a veces se ha afirmado– ni tampoco de alguna arbitraria decisión política; tienen que ver con la reflexión cotidiana que hacen sobre su historia millones de argentinos.

Ubicado hoy este debate histórico sobre la figura de Cámpora en la coyuntura política, no podía ser más oportuna la reedición de El peronismo de la victoria, el libro de Jorge Bernetti que trata sobre el período de 1973, que tuvo al ex presidente como un protagonista central. Texto de análisis, el libro de Bernetti no es, por cierto, el panegírico de Cámpora, pero su figura –enfrentada por lo peor del peronismo– aparece realzada: en una coyuntura muy compleja, habría advertido mejor que otros los riesgos que se estaban incubando y no tardarían en estallar.

Hoy, cuando el proceso político que reivindica aquellas luchas recibe una adhesión masiva y avanza en busca de transformaciones más profundas, el libro reeditado por el Centro Cultural de la Memoria y la Editorial Colihue puede ser un significativo aporte a los debates del presente. Sospecho que muchos compartirán una conclusión después de su lectura: la frustración de aquel movimiento que parecía incontenible el 25 de mayo de 1973 muestra que, en política, es tan necesario no confundirse respecto de los enemigos como buscar con empeño los caminos para sumar a todos los que deben formar parte del proceso popular.
* Director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. El peronismo de la victoria será presentado mañana, a las 19, en el CCC, Corrientes 1543.

Fuente: Pagina12

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