sábado, 5 de noviembre de 2011

NESTOR KIRCHNER: La memoria hecha bronce.

Por Juan Eduardo Lenscak


La política con los muertos es tan vieja como la humanidad, donde un determinado sector intenta vencer la contingencia de las limitaciones individuales en  favor de la continuidad de un proyecto colectivo. Tal es así que la memoria y el olvido, pugnaron siempre en la historia, como expresión de la continuidad o la represión de un determinado sentido, modelo o proyecto comunitario.


Pero en Argentina, el proyecto del olvido a los liderazgos populares fue particularmente significativo, trágico y traumático. La desaparición del cadáver de Evita, y su profanación con la complicidad de las autoridades eclesiásticas, viene bien recordarlo cuando este tema vuelve recurrentemente, como reflujo de una digestión no suficientemente elaborada en la convivencia nacional.


Recientemente ,  más precisamente en el día de los difuntos, como también lo fue en el aniversario de la muerte de Néstor Kirchner, volvió a plantearse el tema de los recordatorios fúnebres desde distintas perspectivas políticas.


En nuestra ciudad se inauguró un monumento con una estatua de bronce en la avenida que lleva el nombre del ex presidente, y se construyó un trazado vial que comunica el centro de la ciudad con el complejo habitacional la Nueva Formosa. Y en Santa Cruz se ha construido un imponente mausoleo para honrar a quien proyectara a una de las provincias más australes y marginadas, como vidriera y cuna de un probado liderazgo en el  proyecto de liberación nacional y latinoamericano.


Son dos formas, dentro de las innumerables seguidillas de actos y recordatorios que se sucedieron en el país signadas con un mismo sentimiento en la forma de interpretar la muerte de un líder popular.


Pero el proyecto del olvido, la profanación y el escarnio de lo popular, tuvo sus devotos en nuestro medio. Un diario local particularmente crítico a la gestión provincial y nacional, reprodujo en su página web   varios videos. El primero titulado “Mauseoleo de Nefastor Kirchner” y subtitulado “ (la soberbia K)”, donde se puede observar algunas tumbas de famosos para compararlas  con el mausoleo de Néstor Kirchner en el sur  presentado éste como un despropósito.  Desde ya el propio título de “Nefastor” sugiere la perspectiva ideológica desde la cual se realiza la comparación con la tumba de Jorge Luis Borges, de  J. F. Kennedy, Mathma Gandhi y Martin Luther King. También, aparecen las tumbas de Sir Winston Churchil junto a la Madre Teresa de Calcuta.  


Quizàs la inconsistencia de la argumentación  sea menor que el paradigma político en el que se sustenta.  A los autores de semejante “producciòn” no se les ocurrió pensar que las tumbas de los famosos que se presentan a consideración del espectador no estàn ubicados en cementerios comunes, sino precisamente en mausoleos propios que los contienen. Ni se les ocurrió pensar que tan fácil como resulta ver el video por internet, se puede acceder con un solo clic al mausoleo, supongamos  de Raj Ghat en Nueva Delhi,  donde se puede apreciar una construcción periférica monumental que contiene un gigantesco parque delicadamente cuidado cuyo centro es la imponente tumba de Gandi. Que cuenta además, en las adyacencias,  un museo conmemorativo  con recuerdos del líder popular hindú.  


Discutir si un mausoleo es más discreto y el otro más majestuoso sería desvirtuar el hecho del reconocimiento popular a un liderazgo en un proceso de liberación. No tendrían sentido trascendente, tampoco las basílicas y catedrales, engalanadas con imponentes columnas, escaleras de mármol y vistosas cúpulas, que fueran dedicadas a los santos cristianos que referenciaron una buena nueva para todos, superando la esclavitud a la que estaban sometidos.


Tampoco tendría sentido la estatua ecuestre más importante del  estadista con más méritos de la generación del ochenta y del modelo portuario agroexportador, represor del indio, del gaucho y del peón, en el centro de Buenos Aires, a la vista de todos,  en especial de sus víctimas, como lo es la estatua del general Roca.

A nadie escapa que no se trata del tamaño de los mausoleos, ni de estatuas, más o menos onerosas, sino de proyectos de país que se recuerdan o se olvidan; se reavivan o se reprimen; viven o desaparecen.


Esta semana signada por la conmemoración del día de los difuntos, a los formoseños nos tocó protagonizar también el traslado de los restos de Pacífico Scozzina, al lugar que èl mismo pidió que lo llevaran para su descanso definitivo. Monseñor Scozzina fue un referente religioso que rompió el molde de la iglesia cómplice con los proyectos de todas las dictaduras.  Pero no hubo una sola voz, ni de la iglesia, ni de los voceros de prensa gubernamental, que haya recordado su  acompañamiento y asesoramiento a las ligas agrarias nacidas durante la dictadura de la Revolución Argentina de Onganìa, Levingtòn, y Lanusse. No se mencionó su desprendimiento del sueldo de obispo equivalente al de un juez federal que abona el Estado Argentino. 

Tampoco  de su renuncia forzada por la dictadura cívico militar. Es más, se afirmó que renunció por razones de salud. No se recordaron sus explicaciones sobre su dimisión para proteger de la persecución y posibles muertes a los sacerdotes de la diócesis.  Tampoco se recordó de su advertencia pública de excomunión a las autoridades militares cuando reprimían a los militantes populares. Mucho menos del cierre de templos en Formosa, días antes del golpe militar del 24 de marzo,   en repudio a la represión desatada por el Regimiento de Infantería del Monte 29 contra los dirigentes populares… Ni qué hablar de sus visitas a los presos políticos en las cárceles, y de su desvelo por la atención a sus familiares.  Se lo quiso recordar lavado de connotaciones teñidas con su compromiso a favor de las luchas campesinas, y del proyecto de liberación de los más humildes.


Quizás sea por la misma razón por la cual todavía “hace memoria” el cuadro del genocida Colombo, con condena firme, en la galería de entrada de la casa de gobierno, con la misma jerarquía de los demás mandatarios. Quizás sea por la misma razón por la cual la calle 17 de Octubre de la ciudad de Formosa conserve aún el nombre impuesto por la revolución fusiladora de Aramburu y Rojas, y no se haya tratado aún en el Consejo Deliberante capitalino la propuesta de su restitución. Oficialmente la calle 17 de Octubre sigue llevando el nombre de  “Libertad” que rememora el golpe de estado de la  autodenominada Revolución Libertadora.  Quizás sea también por la misma razón que no se autoriza la propuesta votada mayoritariamente por la comunidad educativa de la EPES 91, contigua al ex centro clandestino de detención más emblemático de Formosa conocido como La Escuelita”, de llamarse “Memoria, Verdad y Justicia”. Quizás sea por la misma razón que en nuestra provincia los centros clandestinos de detención no se los visualiza públicamente como tales, ni se respeta lo normado sobre el particular por una ley de la Nación. Estos olvidos, entre los muchos que se podrían enumerar (en especial los relativos a las comunidades originarias de Formosa, o a los campesinos desterrados por el Coronel Lopez), constituyen una particular forma política de hacer memoria.


Todo nos hace pensar que falta aún mucho camino por recorrer para que la memoria colectiva de Néstor Kirchner y Pacífico Scozzina, en Formosa, los recuerde también por su lucha en la defensa de los derechos humanos y de un proyecto de liberación integral de los más humildes. 


El recuerdo solo de la obra pública y del vía crucis más largo del mundo, no alcanza para dimensionar estos valores en la memoria colectiva hecha bronce.

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