Por Irina Sternik.
Conocida como “Revolución Libertadora”, esta bisagra histórica también fue llamada “Cuarta invasión Inglesa”. Término usado por Juan Domingo Perón y rescatado del olvido por el periodista y escritor Fermín Chávez en un artículo de la Revista Primera Plana.
Una “invasión” que permitió el desmoronamiento del aparato productivo cimentado por el partido Justicialista y que logró destruir los pilares del Gobierno que había inventado la industria nacional y logrado la independencia económica con respecto a Inglaterra.
Este golpe de Estado, sin embargo, comenzó tiempo atrás, pero fue el 16 de septiembre de 1955 cuando el General Eduardo Lonardi logró derrocar al gobierno constitucional de Perón. Una sublevación que llevaban más de cinco años gestando en el interior del Ejército Pedro Eugenio Aramburu, Luis Leguizamón Martínez, Benjamín Menéndez, Eduardo Lonardi y José F. Suárez.
Un golpe que no sólo reivindicaba a la burguesía y la minoría oligárquica, sino también al imperio británico, cuyos intereses habían sido perjudicados a lo largo del gobierno de Perón.
Ese 16 de septiembre, Lonardi ejecuta un levantamiento militar en Córdoba que se extiende en otras ciudades hasta llegar a Buenos Aires, con el apoyo de la Marina.
Durante cinco días, hubo fuertes enfrentamientos en Corrientes, Cuyo, Bahía Blanca, Río Negro y Entre Ríos, bombardeos y ataques, concluyendo con la destrucción total de la destilería de petróleo de Mar del Plata y generando más muertes de civiles.
El 21 de septiembre, tanques del ejército concluyen la ofensiva y bombardean la sede de Alianza Libertadora Nacionalista en el centro de Buenos Aires, aumentando aún más el número de víctimas fatales producto de la Revolución Libertadora. Apodada, a partir de estos hechos sangrientos y los que se suscitaron hasta 1958, como la “Revolución Fusiladora”.
El 23 de septiembre, Lonardi asume como presidente provisional e Isaac Rojas, como vicepresidente previsional. Un gobierno reconocido dos días después por los Estados Unidos y aplaudido por Gran Bretaña, continuado desde Noviembre del `55 por el General Pedro Eugenio Aramburu.
La Revolución Libertadora fue, justamente, el incidente más sangriento que había vivido la República hasta ese momento desde las Invasiones Inglesas.
Porque este levantamiento comienza el trágico jueves 16 de junio de 1955, cuando para intentar asesinar a Perón, 30 aviones bombardearon la Plaza de Mayo, la Casa Rosada, la avenida Paseo Colón, la Avenida de Mayo, el Congreso y las adyacencias de la residencia presidencial, incluida esta.
Las cifras informan alrededor de 380 muertos (aunque se habla de muchos más) y más de 1.000 heridos. Al finalizar la Revolución, las víctimas fatales ascendían a más 2000.
Desde entonces, el término gorila comienza a ser bandera de representación de los civiles y militares representados por el anti peronismo, surgido a partir de “La Revista Dislocada” e inmortalizado en la frase “deben ser los gorilas, deben ser”.
Término que fue mutando con el tiempo y que hoy designa, entre sus tantos nombres, a la revolución que terminó con el sueño de una gran parte del pueblo argentino en 1955, y con la destitución de Perón. (Télam)
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