martes, 5 de marzo de 2013

ATILIO BORON: Chavez.

Cuesta muchísimo asimilar la dolorosa noticia del fallecimiento de Hugo Chávez Frías. No puede uno dejar de maldecir el infortunio que priva a Nuestra América de uno de los pocos "imprescindibles", al decir de Bertolt Brecht, en la inconclusa lucha por nuestra segunda y definitiva independencia. La historia dará su veredicto, que no dudamos será positivo.

Más allá de cualquier discusión que legítimamente puede darse al interior del campo antiimperialista, el líder bolivariano dio vuelta una página en la historia venezolana. Desde hoy se hablará de una Venezuela anterior y de otra posterior a Chávez, y no sería temerario conjeturar que los cambios que impulsó y protagonizó parecen tener el sello de la irreversibilidad. Los resultados de las dos recientes elecciones reflejos de la maduración de la conciencia política de un pueblo otorgan un cierto sustento a este pronóstico.

Este genuino líder popular, representante insuperable de su pueblo con quien se comunicaba como nunca nadie antes lo había hecho, sentía un visceral repudio por la oligarquía y al imperialismo. Ese talante fue luego evolucionando hasta plasmarse en un proyecto racional y muy pensado: el socialismo del siglo veintiuno. Fue Chávez quien reinstaló en el debate público latinoamericano, y en menor medida a nivel internacional, la actualidad del socialismo; más aún, la necesidad del socialismo como única alternativa real ante la inexorable descomposición del capitalismo y las falacias de las políticas que procuran solucionar una crisis que es sistémica con políticas que no cuestionan los parámetros fundamentales de un orden económico social en descomposición. Y fue también Chávez el mariscal de campo que permitió propinarle al imperialismo la histórica derrota del ALCA en Mar del Plata, en Noviembre del 2005. Si Fidel fue el estratega general de esta larga batalla, la concreción de esta victoria habría sido imposible sin el protagonismo del líder bolivariano, cuya arrolladora personalidad concitó la adhesión del anfitrión de la Cumbre de Presidentes de las Américas, Néstor Kirchner, de Luiz Inacio "Lula" da Silva y de la mayoría de los jefes de estado allí presentes. ¿Quién si no Chávez podría haber logrado tan inesperado resultado? Por eso su muerte deja un hueco difícil, si no imposible, de llenar.

A su extraordinaria estatura como líder popular se le unía la clarividencia de quien, como muy pocos, supo descifrar el entramado geopolítico del imperio y la subordinación que éste imponía para América Latina. Subordinación que sólo podía neutralizarse afianzando en línea con las ideas de Bolívar, San Martín, Artigas, Morazán y Martí la unión de los pueblos de América Latina y el Caribe. De allí su torrente de propuestas integracionistas: desde el ALBA hasta Telesur; desde Petrocaribe hasta el Banco del Sur; desde la UNASUR hasta la CELAC. Iniciativas, todas ellas, que tienen un ADN indeleble: su ferviente e inclaudicable antiimperialismo. Chávez ya no está, pero confiamos en que los pueblos de Nuestra América inspirados por su ejemplo seguirán transitando por la senda que el bolivariano supo señalar. ¡Hasta la victoria, siempre, Comandante!

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