domingo, 11 de noviembre de 2012

EDUARDO JOZAMI: La antipolítica y los dirigentes virtuosos

Por Eduardo Jozami *
¿Cómo precisar el sentido político de una marcha sin liderazgos claros ni definiciones políticas compartidas? En principio, por las presencias y las ausencias: fuerte concentración en los barrios del norte porteño y del conurbano, notable presencia de sectores medios, muy escasa participación de las capas más populares de la sociedad. Este abrumador predominio de las capas medias no es en sí mismo algo negativo y en este mismo diario hemos advertido contra los riesgos de la demonización de ese sector social: las manifestaciones por los derechos humanos y otras reivindicaciones culturales no nos parecen menos importantes por su impronta, muchas veces clasemediera. Sin embargo, cuando una movilización tan masiva no incluye a los más pobres, cuando recorta “una sociedad de las clases medias” –vieja utopía de las derechas– hay que estar prevenido contra esa mirada necesariamente discriminatoria que evoca al más rancio antiperonismo.
Los manifestantes –se ha dicho– expresarían sólo un malestar, pero los portadores de este malhumor social, cualesquiera sean las razones muy diversas que los animan, coinciden en el objetivo central que es golpear al Gobierno. Se oponen a la reelección de Cristina, pero desearían que dejase de gobernar ya, aunque esta vez una conducta más civilizada limitó las consignas más agresivas contra la Presidenta.
Cabe también preguntarse por la urgencia que lleva a convocar dos marchas en estos meses. Como las elecciones están todavía lejos, hay que pensar que se quiere obtener algún efecto en la coyuntura y entonces la fecha del 7 de diciembre aparece como factor determinante. Sería innecesario expresar conclusión tan elemental si no fuera que los dirigentes opositores niegan enfáticamente esa relación, al tiempo que se sorprenden de que sus interlocutores kirchneristas simplifiquen hasta tal punto la realidad como para creer que el Grupo Clarín tiene algo que ver en estas protestas.
No se esclarece más el sentido de la movilización ubicando en el centro el reclamo por la inseguridad, aunque esta sea la demanda más expresada. No puede señalarse que este gobierno haya hecho menos por garantizar la seguridad que los anteriores y sería bueno acostumbrarse a pensar que la cuestión de la seguridad atraviesa la sociedad argentina y que no existe –como alienta a creer un discurso demagógico– un partido de las víctimas y otro de los delincuentes. El discurso simplificador de la “mano dura” no es patrimonio de Macri y De Narváez: tiene peso también en algunos oficialismos provinciales, mientras que –cuando un antikirchnerismo primario no los obnubila– no pocos dirigentes de la UCR y el socialismo pueden coincidir con el gobierno en una política de seguridad democrática como la que se acordó en su momento con los organismos de derechos humanos.
Dos problemas de la economía –precios y control cambiario– estaban en el discurso de los manifestantes. El cuestionamiento a los aumentos de precios es fácil de entender y seguramente el Gobierno irá creando las condiciones que permitan desarrollar el discurso que planteó la Presidenta en la ONU: es inevitable la variación de precios en una economía que se expande y, en determinado momento, debe elegirse entre fijar metas de inflación, restringiendo el crecimiento y afectando el nivel de empleo o plantear metas de crecimiento, arriesgando algunos puntos de incremento de los precios.
En cuanto a la restricción cambiaria, tampoco es difícil explicarse el descontento. La preferencia por ahorrar en dólares tiene menos que ver con el patriotismo que con el nivel de las tasas de interés en pesos y de ahí que el Gobierno que se muestre preocupado por ofrecer a los ahorristas otras opciones en moneda nacional. Pero sí puede entenderse la inquietud y hasta el malhumor de sectores de la clase media en este punto, menos explicable resulta que simplifiquen el debate, planteen una relación entre el derecho al dólar y la libertad a secas, desmentida por la historia argentina, y olviden que el principal deber del Gobierno en esta materia es garantizar la tenencia de dólares para evitar la recesión y el desempleo. El espejo europeo debería ser más tenido en cuenta.
En estos temas económicos se advierte claramente la imposibilidad de un acuerdo del conglomerado opositor. Seguramente, muchos dirigentes no comparten la visión elemental de quienes fetichizan el dólar y rechazan como ilegítimo todo control cambiario, pero están incapacitados de proponer alternativas porque cualquier debate sobre política económica descubriría las diferencias insalvables entre los nostálgicos de los ‘90 y quienes han aceptado tradicionalmente una mayor presencia estatal. En este contexto, los políticos opositores se amputan toda posibilidad de ofrecer un programa y convalidan ese discurso primario que se desentiende de los efectos de la “libertad económica” sobre los sectores más pobres de la sociedad.
De este modo, la interacción de este conjunto social, básicamente integrado por grupos medios y altos aunque cuente con el concurso de algunos dirigentes sindicales, con los políticos del espacio opositor se limita inexorablemente. Los dirigentes de la centroderecha se exhiben públicamente porque no les cuesta mucho coincidir con el discurso dominante en las manifestaciones. Pero aun ellos deben cuidarse por no arriesgar la unidad de los convocados, porque no son pocos los que resisten considerar al displicente Mauricio Macri como su jefe político, aun entre quienes lo apoyan para oponerse al gobierno nacional.
La apuesta del centroizquierda es más riesgosa porque suma fuerzas a la ofensiva opositora sin que sea probable que pueda capitalizarla: el antikirchnerismo primario de estas convocatorias expresa, en gran medida, el viejo discurso antipolítico que compró la derecha argentina hace años, cuando no podía organizar un partido que expresara sus intereses. Por otra parte, radicales, socialistas y algunos dirigentes que siguen considerándose de izquierda han suscripto una declaración sobre la independencia del Poder Judicial que tiende a legitimar todas las maniobras del Grupo Clarín. Expresa –además– una visión absolutamente acrítica de la Justicia argentina que no es, por cierto, expresión de ningún pensamiento progresista.
A pesar de esos esfuerzos por acercarse a la derecha, ningún progresismo puede capitalizar el sentido de una marcha que apoyó de modo vergonzante. Para encubrir este dato fuerte de la realidad, se ensalza la participación de la gente sin la mediación de los partidos, como si esa ausencia de los políticos garantizara cierta pureza de las intenciones y la espontaneidad de la participación. Esta ingenuidad difícilmente creíble sería tal vez cómica en un país que no hubiera pasado por la experiencia del 2001. Después de aquel generalizado rechazo expresado en el “que se vayan todos”, Néstor Kirchner inició en 2003 un proceso de relegitimación institucional que devolvió en buena medida credibilidad a la política, la que pudo pensarse otra vez como herramienta de transformación. Invocando hoy las virtudes de una movilización sin partidos, incluso quienes siempre tuvieron una visión más bien partidocrática, retroceden respecto de ese camino de fortalecimiento de las instituciones iniciado por el kirchnerismo. La virtuosa jactancia de los que proclaman su respeto por el pueblo, afirmando que no quieren apropiarse de la protesta social, encubre mal el oportunismo: sólo tiran piedras contra el poder, conscientes de que no pueden forjar una alternativa que les permita presentarse como opción.
* Director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.

Fuente: Pagina12

IGLESIA: Carta a los “hermanos mayores”

Por Washington Uranga
El Grupo de Curas en la Opción por los Pobres calificó de “pobre” e “insuficiente” el documento emitido el viernes por la asamblea de la Conferencia Episcopal Argentina. En el escrito, los obispos católicos retoman el tema de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura y aluden a los señalamientos de complicidad con el régimen que se le hacen a la jerarquía católica, situación que fue reconocida recientemente por el dictador Jorge Videla. Lamentan los curas que los obispos hayan perdido otra oportunidad y sostienen que “tanta reticencia durante años a llamar las cosas por su nombre no nos permite confiar plenamente como quisiéramos en la efectividad de estas declaraciones”.
El documento de la Conferencia Episcopal fue también una respuesta a un reclamo planteado por un grupo de aproximadamente cuatrocientos laicos cristianos liderados por el escribano Hernán Patiño Mayer, que exigieron a sus obispos un pronunciamiento sobre un tema que parecía definitivamente cerrado para las autoridades de la Iglesia.
En uno de los párrafos más críticos de la declaración el grupo de sacerdotes dice que “debemos confesar que nos escandaliza que ante la sociedad parezca que usar preservativo sea más grave que la tortura; que el sexo pre-matrimonial sea más grave que violar mujeres detenidas-desaparecidas; que engendrar hijos fuera del sacramento del matrimonio sea más grave que apropiarse de niños después de tirar al mar a sus padres, que la homosexualidad es una enfermedad perversa y más grave que ser un torturador o presenciar con sadismo y complicidad sesiones de tortura, que el aborto de una mujer angustiada en su situación de embarazo no deseado o provocado sea tenido por genocidio y como algo mucho más grave que arrojar personas vivas al mar, atadas, dopadas y secuestradas”.
Los Curas en la Opción por los Pobres rechazan la llamada “teoría de los dos demonios” en la cual –dicen– se enmarca el documento episcopal al equipar el “terrorismo de Estado” con la “violencia guerrillera”. Pero respecto de las complicidades entre la dictadura y la jerarquía, los sacerdotes recuerdan que en sus declaraciones “el genocida Videla fue más allá del reconocimiento de una connivencia entre la conducción facciosa del Estado y la cúpula eclesiástica”, ponen en duda las palabras del arzobispo José María Arancedo, quien niega que tal connivencia haya existido, y señalan que existen otras “muchas instancias que no son tenidas en cuenta en el documento” episcopal.
Otro tema está referido a cuánto sabían los obispos de entonces –a quienes la jerarquía menciona como “hermanos mayores”– sobre lo que estaba ocurriendo en el país. Los curas dicen que “no hace falta demasiada investigación” porque allí están los discursos de monseñor (Victorio) Bonamín, monseñor (Antonio) Plaza, monseñor (Adolfo) Tortolo (presidente de la CEA), por nombrar solo los más emblemáticos”.
Denuncia también el grupo de sacerdotes que, más allá de los párrafos de documentos con los cuales los obispos intentan justificar que algo hicieron en materia de denuncia, “sabemos bien que fueron muchas las voces eclesiásticas episcopales o presbiterales que justificaron la tortura públicamente como un ‘mal menor’, e incluso participaron de las mismas”.
El documento que lleva la firma de Juan Carlos Baigorri, Marcelo Ciaramella, Roberto Murall y Eduardo de la Serna, integrantes del secretariado de Curas en la Opción por los Pobres, dice que “no se entiende el tibio y limitado pedido de perdón de 2000 si realmente creen que hicieron todo lo debido y necesario. No se entiende el silencio de los nombres de nuestros mártires desaparecidos, asesinados o torturados, como el obispo Enrique Angelelli, Carlos de Dios Murias, Gabriel Longueville, Carlos Bustos, Pablo Gazzarri, Mauricio Silva, Orlando Yorio, Francisco Jálics, Wenceslao Pedernera, Alice Domon, Leonie Duquet y tantos otros, si el supuesto pedido de perdón se pretende serio y responsable”.
Señalan también que en la sociedad faltan muchos sectores que no han hecho su “mea culpa, pero no se trata de especular con el mal de muchos sino de afirmar lo que se espera del pastor: que dé ‘la vida por sus ovejas’”.
Y en referencia a lo que ahora está ocurriendo advierten que “cuando se avanza en los juicios, se escuchan voces que hablan de reconciliación, de perdón, deslizando la idea implícita de que los juicios son motivados por venganza o revanchismo, desdiciendo todo lo que han afirmado de ‘la verdad y la justicia’”. Dicen también los curas que les gustaría ver “una cercanía fraterna de los obispos con los organismos de derechos humanos que siguen luchando por la verdad, la memoria y la justicia en especial las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, como en su momento lo hicieron con cariño y valentía Jorge Novak y Jaime de Nevares” para subrayar que “hoy –como ayer– más bien percibimos distancia”.
Desestiman los curas el pedido genérico de perdón hecho por los obispos “porque el pedido de perdón debe ser concreto”, señalando que “ninguno de nosotros (como sacerdotes) aceptaría una confesión tan genérica sin reconocimiento concreto de las faltas o delitos cometidos”. Ante la presunta disposición de la jerarquía a profundizar las investigaciones los sacerdotes denuncian que la Conferencia Episcopal posee “libros bastante documentados sobre este y otros temas semejantes”, piden que los obispos “colaboren en todo con la Justicia, se acerquen a aportar toda la información disponible, y acepten los fallos correspondientes para cerrar heridas no desde el olvido y la impunidad, sino desde la verdad y la justicia que tanto proclamamos”, lamentan que no se encare la complicidad de los capellanes militares con el genocidio, mientras el “condenado por la Justicia Christian von Wernich no fue suspendido en sus licencias o expulsado del ministerio” y “Videla sigue comulgando y lo dice abiertamente a pesar de haber reconocido públicamente su delito que parece no ser entendido como pecado”.

Fuente: Pagina12

sábado, 10 de noviembre de 2012

IGLESIA: Con la misma escuela de Poncio Pilato

Por Washington Uranga

Mediante una “carta al pueblo de Dios” emitida al término de su asamblea plenaria celebrada durante toda la semana en Pilar, los obispos católicos argentinos retomaron ayer el tema de las violaciones a los derechos humanos durante la pasada dictadura militar y las complicidades entre la jerarquía católica y el régimen militar, puestas nuevamente sobre el tapete a raíz de las declaraciones del dictador Rafael Videla (a quien mencionan como “ex presidente ‘de facto’”) aparecidas en un libro. Aunque no se menciona en el texto de la declaración, en esta ocasión los obispos reaccionaron ante el pedido que un importante grupo de laicos les formuló de manera directa semanas atrás y después de conocidas las afirmaciones públicas del dictador condenado por delitos de lesa humanidad.

En el documento, si bien se reitera que los obispos de entonces “intentaron hacer cuanto estaba a su alcance para el bien de todos, de acuerdo con su conciencia y juicio prudencial”, rechazan toda acusación de “complicidad” con la dictadura, vuelven a pedir perdón “por acciones u omisiones” y admiten que “no todos los miembros de la Iglesia pensaron y actuaron con idénticos criterios”. El documento recoge declaraciones periodísticas del presidente de la Conferencia, José María Arancedo, en las que señaló que “una suerte de connivencia es totalmente alejado de la verdad de lo que hicieron los obispos involucrados en ese momento”.

Respecto de los obispos que actuaron durante la dictadura evitan todo juicio categórico. “De nuestros hermanos mayores, los obispos que nos precedieron, hemos reconocido su palabra y testimonio” y “sobre su modo de actuar, volvemos con respeto, sin poder conocer a fondo cuánto supieron personalmente de lo que estaba sucediendo”.

Una carta con más de 350 firmas de un grupo de cristianos encabezados por el escribano Hernán Patiño Meyer había sido entregada a las autoridades del Episcopado el 20 de septiembre pasado, exigiendo a los obispos un pronunciamiento a raíz de las declaraciones de Videla que involucraron de manera directa, entre otros, al fallecido cardenal Raúl Francisco Primatesta, quien fuera titular de la Conferencia Episcopal.

Ahora los obispos que se autodenominan “servidores de la reconciliación” dicen que “queremos estar cerca de cuantos sufren todavía por hechos no esclarecidos ni reparados” porque “cuando la justicia es demasiado largamente esperada deja de ser justicia, y agrega dolor y escepticismo”. Señala también el documento que “sabemos que en miles de familias hay heridas abiertas y angustiosas, por lo acontecido después del secuestro, detención o desaparición de un ser querido”. Subrayan en consecuencia que “compartimos el dolor de todos ellos y reiteramos el pedido de perdón a quienes hayamos defraudado o no acompañado como debimos”.

Patiño Meyer reconoció “la actitud de los obispos en tomar en cuenta el documento que le entregamos” y celebró que la cuestión haya sido retomada cuando aparentemente parecía clausurada para la Iglesia institucional. Sin embargo, adelantó que “a título personal puedo decir que no es lo que esperábamos” porque “no se da respuesta ni satisfacción a los reclamos”. El dirigente adelantó que los cristianos firmantes de la carta enviada a Arancedo se reunirán en los próximos días para analizar una respuesta formal al texto de los obispos.

Otro aspecto del documento eclesiástico tiene que ver con el apoyo a las investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos. “Nos sentimos comprometidos a promover un estudio más completo de esos acontecimientos a fin de seguir buscando la verdad.” Agregan que “por ello nos estamos abocando a revisar todos los antecedentes a nuestro alcance” y alientan “a otros interesados e investigadores a realizarlos en los ámbitos que correspondan”. Y piden “a quienes tengan datos sobre el paradero de los niños robados o que conozcan lugares de sepultura clandestina, que se reconozcan moralmente obligados a acudir a las autoridades pertinentes”.

Los obispos se muestran “comprometidos y empeñados en promover la fraternidad y la amistad social en el pueblo argentino”, señalando que “la reconciliación no es ‘borrón y cuenta nueva’ y menos impunidad”.

El tema de las violaciones a los derechos humanos y la actuación de la jerarquía frente a esos hechos fue el único abordado por los obispos al final de su asamblea plenaria. No hubo pronunciamiento ni declaraciones públicas sobre otras cuestiones, como las reformas al Código Civil, que también estuvieron presentes en los cinco días que duró la asamblea plenaria en Pilar.

Fuente: Pagina12

martes, 6 de noviembre de 2012

HORACIO VERBITSKY: Adiós, Chiquito

Por Horacio Verbitsky

Temía estar solo en ese momento, pero no fue así. Terminó de apagarse poco después del mediodía, tomado de la mano por sus afectos más íntimos.

Hace dos meses, cuando la Cámara de Diputados le entregó un premio, Leonardo Favio, tal vez nuestro mayor artista popular, me pidió que lo acompañara. Fui porque el premio se lo daban a él y él fue porque el premio se llamaba Néstor Kirchner, quien le devolvió la felicidad por las transformaciones que puede producir la política y que para tantos llegó como una sorpresiva primavera. Le cautivaba Cristina y estaba orgulloso del homenaje que ella le tributó hace unos años. Como muchos, sentía como un privilegio haber llegado a vivir este presente.

Si el Chiquito te pedía algo era difícil negarse. Cuando me invitó al estreno de su última obra, Aniceto, le dije que no me sentía cómodo en esa situación social. Pero me insistió hasta la intriga. Para colmo me hizo sentar entre Fito Páez y los bailarines de la película. No había dónde esconderse. Al entrar al cine me dijo que quería hablarme cuando se encendieran las luces, como si supiera que planeaba escaparme un segundo antes de eso. Recién al final de la proyección entendí por qué me obligó a quedarme. No creo haber hecho nada para merecer que me dedicara el Aniceto, aunque él sentía que siempre estuve cuando me necesitó, desde aquellos años de mate con bombilla en la terraza en que me contaba escena por escena cómo sería su próxima película. Soy uno de los que le dijeron que no era una locura volver a filmar El romance del Aniceto y la Francisca con bailarines en vez de actores. Uno diría, ¿y qué podía importarle lo que pensara un tipo que entendía tan poco de esas cosas? Le importaba, porque era un creador tan grande como inseguro. Su cine y su música se basaban en la intuición, alimentada en el universo de su infancia y hasta su último proyecto inconcluso tiene que ver con eso, el pantalón cortito con un solo tirador y el mantel de hule. Pero como cineasta además era un obsesivo que medía y pesaba cada detalle hasta la exasperación y al Tano Stagnaro le hizo hacer cosas con el color que hoy parecen fáciles con el digital pero que entonces eran una proeza. Rita Hayworth decía que las únicas joyas de su vida eran las dos películas que filmó con Fred Astaire. Yo atesoro el guión, las indicaciones de escenografía y el disco con la música del Aniceto. Mañana quiero volver a leer ese texto y las líneas con que me lo mandó, así como hoy escucho sus canciones, de las que decía que “perdurarán mucho más allá de nuestras sombras”, por las que “me recordarán al momento de empacar para no volver”, aunque al mismo tiempo se definiera como “un compositor rasante, de tono y dominante”.

Desde los shows de su juventud siempre hablaba de la muerte, con una idea de la trascendencia que en los últimos años lo acercó a una experiencia mística de Dios y el universo. Era bastante asustadizo y cuando tuvieron que operarlo para un reemplazo de cadera, me mandó las cajas con el montaje final de Perón, sinfonía de un sentimiento, y un escueto mensaje aterrador: “Si me pasa algo vos decidís qué hacer con esto”. Pocas veces en la vida sentí tanta responsabilidad. Para rendirse ante esa obra superlativa, como casi todo lo que filmó en su vida, no hace falta coincidir con todas sus ideas políticas, y de hecho no comparto su visión del último Perón y todo lo que vino con él. Tampoco me olvido de que hoy es fácil exponer esos desacuerdos, pero cuando estas cuestiones no eran parte de la filosofía y de la historia sino de la vida (y sobre todo de la muerte, omnipresente), el Chiquito salvó la vida de una docena de rehenes a quienes torturaban guardaespaldas descontrolados el día del regreso de Perón en 1973. Una cosa es la ideología y otra cosa la decencia.

No sé si tiene alguna importancia decirlo hoy, pero mi preferida de sus películas es Gatica, el Mono. Sé que es muy subjetivo. Sobre todo en una filmografía con varios puntos altos para elegir. Esa película es la historia de la sangre, de la sangre vertida por nuestro agobiado pueblo, de la humillación y la derrota y la aridez, de la impotencia y del fracaso. Algunos críticos han señalado que su duración es excesiva. Yo no quería que terminara nunca, y la vi varias veces en una semana. Creo que sólo me había pasado antes con La conspiración de los boyardos, de Eisenstein, en mi adolescencia; con Vivir y Kagemusha, de Kurosawa; con Rocco y sus hermanos, de Visconti. Varias buenas películas han encarado el pasado terrible de este país, desde distintos ángulos, muchos encomiables. Pero me parece que nadie había conseguido una mirada tan abarcadora como la de su reflexión, de algún modo no política. Pertenece a otro orden de la realidad, establece un nexo distinto con el espectador, multidimensional, envolvente, iluminador e inexplicable, como la poesía. Y además les llega a todos, no sólo a los que saben y les importa.

Walsh abrió las primeras ediciones de Operación Masacre con una cita de Elliot, en inglés: “Una lluvia de sangre ha cegado mis ojos. ¿Cómo, cómo podría volver alguna vez a las suaves, tranquilas estaciones?”. Pero luego la sustituyó por otra, del comisario a cargo de los fusilamientos: “Agrega el declarante que la comisión encomendada era terriblemente ingrata para el que habla, pues salía de todas las funciones específicas de la policía”. Ni poesía inglesa ni la implacable precisión de los datos. La estética de Gatica para decir aquello mismo que obsesionaba a Walsh es la que el Chiquito y su hermano y coguionista, el Negrito Zuhair Jorge Jury, aprendieron de los radioteatros que hacían su mamá Laura Favio y su tía Elcira Olivera Garcés. Cuando un talento torrentoso recupera esta marca de infancia, para narrar la vida de un ídolo del más aluvional barro, amasado con lágrimas en la tierra de la Patria sublevada cuyo subsuelo Scalabrini Ortiz vio emerger aquel 17 de octubre, se produce el milagro de una ópera popular, en la que los temas más complejos pueden transmitirse de un modo accesible a todos. La obra de arte regresa al pueblo que la originó, y a su vez lo ennoblece, al ofrecerle esa nueva dimensión de sí mismo. Así se forja la cultura de una Nación, esa categoría tan desmedrada y, sin embargo, indeleble.

La antológica secuencia de la misa, con los dos cuerpos bañados en sangre y los rostros retorcidos por el dolor y el odio es una rendición de cuentas minuciosa de la infinita capacidad de infligir daño que ha sido nuestra historia, pasada y moderna, desde el fusilamiento de Dorrego en adelante. Los artistas capaces de recrear los mitos populares de ese modo deslumbrante, revelan rasgos ocultos de los pueblos, que tal vez ellos mismos ignoran.

Te despido así, con el nombre que sólo muy pocos teníamos permiso para usar, tal vez porque nos conocíamos desde que salimos de la adolescencia. Me cuesta escribir de vos en tiempo pasado. Me cuesta escribir sin llorar, mientras escucho tus canciones que alguna vez me parecieron una desviación de tu obra cinematográfica enorme y que me llevó años entender y amar como parte inseparable de una misma narrativa. Adiós, Chiquito.

Fuente: Pagina12

lunes, 5 de noviembre de 2012

EDUARDO ALIVERTI: Días calientes para la tribuna

Por Eduardo Aliverti

Si es por la temperatura verbal, deberá convenirse que dejamos atrás una de las semanas más agitadas de los últimos tiempos aunque, probablemente, ésta salga a competirle debido a las cacerolas previstas para el jueves. Como cada vez que suceden estos episodios de altisonancia, la pregunta es si se corresponden con cuestiones de fondo; si sólo son calenturas y chicanas propias de debates acalorados y temas de alta sensibilidad o si, acaso, no habrá una combinación de ambos factores.

La fiebre retórica tuvo su origen y pico en el discurso parlamentario del diputado Andrés Larroque, durante la sesión en que se aprobó el voto desde los 16 años. Al aludir al partido gobernante en Santa Fe como “narcosocialismo”, desató una cadena de reacciones, harto previsibles, mediáticamente observadas no tanto por la contundencia de esa definición para cuyo escudriño final, concertemos, se requiere mucha capacidad de fantasía. Imaginar como narcos a Binner, Bonfatti o cualquiera de los miembros del PS, conocidos o ignotos, excede todo comentario sobre lo profundo de la provocación. En consecuencia, para empezar a separar la paja del trigo, descártese atribuir a la frase del diputado algún carácter que no sea el de la picardía. Enseguida va el interrogante de si la travesura valió por su propio peso o por el de que Larroque es el secretario general de La Cámpora. Y es que, si no lo fuera, si la diablura la hubiese perpetrado alguien sin relevancia de cargo, “acusable” de ser un vocero de Cristina, ni la oposición ni su jefatura mediática habrían encontrado argumento para justificar la retirada del recinto. Nadie se toma el buque si el que ofende es Juan Pérez. Más luego, ¿se fueron por eso o porque nuevamente expondrían su fragmentación, con unos votando hacia un lado y otros para el contrario? En este punto difieren las visiones y las versiones. Una parte del pasillo –incluyendo a gente del oficialismo que se expresó en off– dice que Larroque puso en riesgo la aprobación del proyecto sobre el voto juvenil, porque terminaron sancionándolo con la lengua afuera. Otra parte arguye que todo estaba fríamente calculado, para cuando las cuentas estuvieran seguras, a fin de dejarle al kirchnerismo la exclusividad de la sanción. Y la tercera parte (la más creíble) señala que la oposición se habría retirado a como diera lugar, por aquello de no insistir con la demostración de que no pueden ponerse de acuerdo, ni siquiera en torno de una ley mediante la cual el Gobierno volvió a madrugarlos. A esta altura, quien escribe ya se aburrió de consignar estos rumores de palacio que inundaron a la inmensa mayoría de los análisis periodísticos, pero es un aburrimiento necesario, a sabiendas, porque se concentra en él la superficialidad de esas hipótesis. Haya sido lo que fuere, la resultante es que, si es por los medios de alcance nacional, el centro de la discusión se depositó en una frase estudiada o improvisada, en medio de un fragor legislativo. Y no en el hecho concreto de que en Santa Fe, hace más de un año, se suceden las denuncias acerca de que la provincia es muy poco menos que una zona liberada para la complicidad narco-policial; que el gobierno local trabajó de otario olímpico; que el gobernador admitió enterarse por el diario de la investigación sobre su jefe de Policía y que, en su lugar, puso a la mano derecha del investigado y detenido, a las pocas horas –literalmente– de haberse enterado por el diario. Indignarse por la frase de Larroque aun cuando se sustente considerarla exabrupto, en lugar de que el eje pase por la inopia del gobierno santafesino es, justamente, indignante. Un poco menos que ese adjetivo es la acusación de agujerear a los socialistas de la provincia, de cara al electoral 2013, como si eso fuese extraño a la cotidianidad política y el resto actuara como un grupo de monjas de clausura. Hay allí una prueba de combinación de factores: chicana, provocación barata, lo que se quiera, pero tan veraz como eso es que hay un escándalo, grave, que estremece al gobierno santafesino. Y que los medios de la oposición ocultan ese aspecto como esconden las andanzas del procesado Mauricio Macri, porque si no es de ese modo no les queda, ni tan apenas, la probabilidad de dejarse un ancho falso para la tercera.

Un sentido bien análogo a ése puede –y debe– dársele al tratamiento que recibió la afirmación presidencial de confirmar el pago de los bonos, en dólares, con dólares. La lectura del periodismo opositor fue que a Cristina no le quedó otra opción para calmar a “los mercados”, pero en la propia descripción que hicieron del decurso de la “noticia” se reveló la falsedad operada: la Presidenta habló e ipso pucho los papeles se recuperaron. ¿Sólo porque Cristina salió al ruedo? ¿O porque sobran las reservas para salir al ruedo tranquilamente? ¿En qué quedamos, entonces? ¿Muestra de debilidad o de fortaleza? Parece increíble, pero volvieron a (pretender) asustar con la disparada del riesgo-país. Como si estuviéramos en las postrimerías de De la Rúa. Como si no hiciera ya casi diez años desde que comenzó la recuperación, haciéndose encima del riesgo-país, las amenazas externas, el FMI, el Banco Mundial, las consultoras buitre. Crear un clima atemorizante de esa factura, con invención o manipuleo de datos, sirve como fin en sí mismo a quienes militan en la perforación del oficialismo; básicamente, algunos agentes del mundo financiero, sectores interesados en maniobrar con el tipo de cambio y, desde ya, el coro mediático. Pero, quizá más que tal cosa o a propósito de ella, una mano tapa a la otra porque de no ser así brillarían, con una luz que no les conviene, la sellada de un frente gremial entre Moyano y Barrionuevo. O el adefesio de voluntades caracterizadas que en esta oportunidad avisaron que sí van a prenderse al caceroleo. El propio convocante a dejar de robar al menos por dos años, que ahora está encantado con un programa periodístico de su otrora archienemigo y advierte que reventará el Obelisco con su tropa: La pitonisa. Eduardo Buzzi, entusiasmado con poner una cara sobreactuada que –hasta ahora, por lo menos– no se animarán a poner ni los popes de la Rural. José Manuel de la Sota, Francisco de Narváez, quien apoya a través de la concurrencia de su mujer e hijos, Cecilia Pando, claro. Y en las últimas horas se agregó el alcalde porteño. Como para que no sea mejor hablar del riesgo-país o de la bravata del cuervo Larroque, desvanecido ya el eco de la Fragata Libertad, y capturado aquí un narco auténtico del que arrastraron de los pelos, preguntarse por qué circulaba tan orondo. Más aún: el macrismo anda de negociaciones con el gobierno nacional para la aprobación mutua de proyectos, genéricamente denominados “inmobiliarios”. Hasta los medios opositores dieron nota sobre el tema. Disimulada, no de tapa. El objetivo es resguardar a Macri de las furias fundamentalistas. Pero la potencia de protegerlo no es la misma que la de poder aprovecharlo como referente.

Vaya de cierre el desafío de si cierto contraste es ubicable en rango de escasa monta, o bien como ejemplificador. Se descargaron rayos y centellas sobre la indicación del diputado Larroque al “narcosocialismo”. Dejemos de lado que, por muy desgraciada o inoportuna que haya sido la mención y al margen de sus intenciones, al cabo fue una frase recortada de un debate que insumió varias horas. Y de cuyo contenido no hubo repercusión alguna. Sin embargo, si de fraseología e impactos se trata, la diputada Carrió “denunció” que el voto desde los 16 años es para darles plata y droga a los jóvenes, a cambio de favoritismo kirchnerista en las urnas. Después se puso a llorar, obviamente en TN, y declaró que los porteros de los colegios públicos del conurbano bonaerense están con la remera de La Cámpora, escuchando lo que dicen maestros y profesores para detectar contreras. Nadie de la oposición, ni de la parlamentaria ni de la periodística, absolutamente nadie, se escandalizó por esos enunciados de la diputada Carrió. Nadie se levantó y se fue. Nadie planteó cuestión de privilegio frente a la agresión y obviedad de que estaría ocupando banca alguien incurso en delirium tremens. Nadie. ¿Por qué? ¿Porque consideran que sencillamente ratificó que está loca? ¿O porque, aun enloquecido, es un mastín con menos del 2 por ciento de los votos, destructor de todo lo que quiso construir, pero todavía capaz de arrimar porotos a la desesperación cacerolero-destituyente?

Si la respuesta es la primera, bueno. Pero si es la segunda, el hecho no es menor porque expresa de qué estamos hablando cuando hablamos de propuestas de país, de gestión, de conducción. De responsabilidad, simple y finalmente.

Fuente: Pagina12

domingo, 4 de noviembre de 2012

Un ajuste de cuentas del pasado

04/11/2012
Por Laureano Barrera
lesahumanidad@miradasalsur.com

La Bonaerense golpeó a tres militantes; entre ellos, al hijo de Pedro Pablo Turner, ex intendente asesinado en la dictadura.

El domingo último, alrededor de la una de la tarde, la oscuridad de otros tiempos volvió como un aluvión a la vida de Oscar Turner. Estaba acondicionando la casa en Lomas de Zamora a la que iba a mudarse después de un exilio de muchos años en Suecia, cuando irrumpió una patota de policías y civiles con modales bien bonaerenses: uno básico, no tener orden de allanamiento. Uno de los uniformados le puso el caño de un arma a uno de los militantes del Movimiento Pedro Pablo Turner –en memoria de su padre– que estaba en la vereda, y los hicieron entrar. Eran seis o siete, uniformados y de civil, y en la puerta, a la vista de todos, esperaban cinco o seis patrulleros. Les pegaron: Turner tiene un testículo hinchado y uno de sus compañeros, traumatismo lumbar.

Turner. Fue intendente de Lomas de Zamora.
Lo destituyeron en 1974 y lo sucedió Duhalde.
–Yo soy un hombre de trabajo –se quejó tímidamente Turner mientras les pegaban y los amenazaban.

–¡Dónde! –le preguntaron.

–En el Senado, con (Gabriel) Mariotto –fue la respuesta.

–Dejame de politiquear, la chapa no me importa –replicó uno, y los golpes e insultos por su procedencia política ganaron intensidad.

Los visitantes, además, desbarataron el lugar. Desplumaron las bolsas de ropa que juntan para repartir en el barrio. Rompieron una heladera nueva. Después los esposaron y los llevaron al nuevo Destacamento de Villa Rita. En el trayecto les dieron razones contrapuestas por el atropello: primero, que buscaban las llaves de una camioneta robada por una denuncia anónima; después, que buscaban a cuatro hombres armados. En Villa Rita los tuvieron cuatro horas ilegalmente incomunicados: a Turner no le dieron ni el agua que pidió; a uno de sus dos acompañantes, ni el remedio para el asma. Después, sin más, los soltaron.

“Quieren que nos vayamos de Lomas de Zamora, pero nos vamos a quedar militando acá, donde hizo tanto nuestro viejo”, afirmó aMiradas al Sur Oscar. Su padre, Pedro Pablo Turner, fue intendente de la localidad en 1973 por la Juventud Peronista. Fue destituido y luego asesinado por la última dictadura.

No es la primera vez que la policía local carga contra Oscar. Un domingo de febrero de 2011, después de asistir al programa 6,7,8 –donde contó la forma irregular en la que Duhalde sucedió a su padre en la intendencia–, lo esperaron cerca del Puente La Noria.

–Tomátelas de acá, politiquito hijo de puta –le dijeron.

Lo siguieron en un auto. Oscar escapó en una moto y se escondió en lo de un compañero.
La denuncia del hecho quedó radicada en la Unidad Fiscal 11 de Lomas de Zamora. Se pidió intervención a Asuntos Internos y se hicieron algunas diligencias.

El viernes por la tarde hubo un acto de repudio en la esquina del destacamento policial. Había unas cien personas. “Había punteros de la municipalidad diciéndole a los vecinos que era un hijo de desaparecidos haciendo lío y que queríamos cerrar el destacamento”, contó el militante Manuel Núñez. Asistieron el hermano de Juan Manuel Abal Medina, diputados provinciales y organismos. Los oradores pidieron el esclarecimiento del hecho.

Miradas al Sur se comunicó con la comisaría 1ª. de Lomas de Zamora, de la que depende el destacamento de Villa Rita.

–Eso es una versión, puede ser la verdad o no, yo no se lo voy a decir. Imagínese que yo tengo una carrera, no le puedo dar esa información –dijo el subcomisario al teléfono.
–¿Y si me acerco hasta ahí? –preguntó Miradas al Sur.

–Preséntese en el Destacamento y vea si el responsable de allí quiere darle información; uno sabe lo que hace– dijo, dando por finalizada la comunicación.

En el Ministerio de Seguridad y Justicia de la provincia, la respuesta fue más insólita. Durante todo el viernes, voceros del ministro Ricardo Casal no atendieron los llamados de este diario. Por la tarde, desde el área de prensa dijeron enterarse del episodio por este diario, y una secretaria privada del ministro también negó conocerlo, a pesar de que el acto transcurría en ese preciso momento, y aseguran dos asistentes que estaban en el destacamento casi todos los comisarios del distrito. La secretaria de Casal pidió que se enviara por correo la descripción del hecho, y prometió averiguar detalles para dar la respuesta institucional de la cartera que debería conducir la policía.

Esa respuesta nunca llegó.

El golpe del bañero. La intriga entre Duhalde, la Bonaerense y la familia Turner podría proyectarse hacia atrás como en un juego de espejos. El Negrito Pedro Pablo Turner había nacido en Chaco en 1940, y se había moldeado en la militancia en los suburbios de Ingeniero Budge. Fue obrero gráfico y delegado de base de la CGT de los Argentinos. Ese tesón y esa coherencia, los que demostraba conduciendo la Agrupación Eva Perón, le habían valido la candidatura a primer concejal lomense en las elecciones de 1973. La intendencia la ganó Ricardo Ortiz. Como segundo concejal, se acomodó silenciosamente un abogado del sindicato de trabajadores municipales, que había hecho sus pininos como director de Asuntos Legales de la Municipalidad de Lomas de Zamora durante la dictadura de Lanusse.

Cinco meses después de la asunción, el intendente Ortiz fue destituido acusado de escándalos de corrupción, y asumió la intendencia Turner. Focalizó su administración en aumentar la infraestructura de los barrios: el Operativo Chacho Peñaloza implicó el desarrollo de la zona de Provincias Unidas, y el Cinturón Blanco dotó de luces el camino Negro y extendió la red de agua potable hasta Villa Albertina. Eran obras en las que el Estado ponía los materiales y los militantes y vecinos la mano de obra.

Turner fue destituido en mayo de 1974 acusado de haber malversado el dinero de cuatro mil ladrillos donados a una sociedad de fomento y de la concesión de la recolección de residuos en la que aparecía como responsable. En la línea sucesoria aparecía el primer concejal: Eduardo Duhalde. Pablo Turner, otro de sus hijos, tiene otra versión: un grupo armado tuvo secuestrado ocho horas a punta de pistolas a su madre y sus hermanos, hasta que Turner firmó la renuncia. Durante la gestión de Duhalde se produjo en Lomas la masacre de Pasco: militantes de la JP y un concejal –Héctor Lencinas– fueron asesinados y dinamitados en un baldío de José Mármol, en lo que algunos historiadores consideran el debut de la Triple A. Hay incluso quienes afirman que cuadrillas municipales habían pegado carteles de desvío para liberar el paso de la patota.

Cuando la Junta Militar de Videla usurpó el poder, Turner cargaba con la cruz de ser un “perfecto burócrata marxista”, como lo había calificado la revista El Caudillo, vocero de la Triple A. Estaba en Chaco cuando la policía provincial, una comitiva de la policía bonaerense y otra de la Triple A viajaron a buscarlo. Turner no estaba, pero se presentó por propia voluntad en la seccional. Estuvo un mes y medio preso, a disposición del PEN. El 16 de mayo de ese año su cadáver torturado apareció en una fosa común de Avellaneda. Sus hijos nunca pudieron verlo: sólo le extendieron un certificado de defunción.

Aquellos lazos contraídos por Duhalde con las fuerzas del orden se profundizaron cuando se convirtió en uno de los hombres fuertes del peronismo bonaerense, y llegó a su punto cúlmine cuando, ya ungido gobernador, dejó la suerte de la seguridad ciudadana en manos de laMaldita Policía. “Lo que quieren es a la familia Turner afuera de Lomas de Zamora”, dice Manuel Núñez, el viejo compañero de militancia del intendente asesinado.

–¿Para ustedes la Bonaerense fue el brazo ejecutor de órdenes que surgen de sectores políticos afines al duhaldismo? –repreguntó este diario.

–Por supuesto. Acá, los jueces, los fiscales y la policía los sigue manejando Duhalde –dice Núñez.

Esos lazos, agrega el militante, también siguen fuertes en el poder político comunal: “El intendente Martín Insaurralde es el yerno de Toledo, que era el secretario privado de Jorge Rossi. Rossi presidió Loterías y Casinos con Duhalde. En los ’90 se decía que era su Yabrán”.

Fuente: Miradas al Sur.

De las Carreras admitió que su viaje a Miami fue pagado por una organización de Clarín

04/11/2012

El camarista Francisco de las Carreras confirmó hoy que su viaje a Miami para asistir a un congreso de comunicación audiovisual fue pagado por una organización de medios, denominada CERTAL, en cuyo Consejo Directivo se encuentra como Director titular el Gerente de Asuntos Regulatorios del Grupo Clarín, Hernán Verdaguer y como Coordinadora General para la Argentina, la hija del camarista y consejero de la Magistratura Ricardo Recondo.



Consejo de la Magistratura

Foto: Telam


La confesión de De las Carreras fue difundida por los diarios Clarín y La Nación en su edición de hoy, en donde el magistrado reconoció que “fue convocado en su condición de Juez” y que tanto su pasaje y estadía en Miami, como el de su esposa, fueron pagados CERTAL. El evento al que asistió fue auspiciado y financiado por el Grupo Clarín, a través de Cablevisión. Asimismo, este evento fue auspiciado institucionalmente por CAPSA, cuyo principal directivo, Pablo Casey es el sobrino de Héctor Magnetto.
Ricardo Recondo fue uno de los principales oradores de ese evento como integrante del panel de apertura, junto al Gerente general de Cablevisión, Carlos Moltini. 
Por su parte, el Camarista De las Carreras es integrante de la Sala 1 de la Cámara Civil y Comercial Federal de la Capital, y hace dos semanas se había declarado competente para dictaminar sobre una nueva medida cautelar solicitada por el Grupo Clarín para extender la suspensión de la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, más allá del 7 de diciembre próximo. 

Pero cuando trascendió públicamente que había viajado 15 días a Miami, y que se había hospedado en un hotel 5 estrellas con los gastos de tickets aéreos y hotelería pagados por CERTAL y Clarín, la Jefatura de Gabinete de Ministros decidió recusarlo por haber recibido dádivas de una de las partes.
Los datos de la participación de los magistrados en este evento surgen de la numerosa prueba documental que hay en las compañías aéreas, los hoteles y migraciones. 
Según trascendió en fuentes judiciales, de las Carreras había intentado ampliar la medida cautelar a favor del Grupo Clarín más allá del 7 de diciembre, el lunes último. 
Fuente: Infonews.

MEMPO GIARDINELLI: El 8N y algunos sinceramientos necesarios

04/11/2012

Por Mempo Giardinelli


Faltan pocos días para la marcha del 8N, que se anuncia como protesta multitudinaria, pacífica y respetuosa, lo cual es deseable. Al menos, la mayoría de las más de cuarenta páginas y grupos en red convocantes se cuidan de no ser copados por maximalistas violentos y eso está muy bien. Los organizadores tienen todo el derecho a manifestarse y es bueno que lo hagan con cuidado. No de otro modo se fortalece la democracia.

Lo cuestionable, en todo caso, es la insinceridad de algunos de sus promotores. Porque más allá de blogueros y entusiastas de las redes sociales, es evidente que detrás de ellos se esconden actores políticos silenciosos, por llamarlos de algún modo, que pertenecen a partidos u organizaciones y que no dan la cara. También tienen derecho a manifestarse, desde luego, pero mejor sería que sinceraran su presencia.

Descartada además toda supuesta espontaneidad (tampoco fue espontánea la manifestación del 13S), hay que reconocer que la planificación ahora se hace con más cuidado. No obstante lo cual, el 8N es una movida política montada sobre algunas falacias, como la de que representan al 46 por ciento de la ciudadanía. Eso no es verdad, pues lo que hubo en las elecciones de hace un año fue un 15 por ciento, y un 11, y un 7, y varios 3 y aún menos, y es obvio que todavía hoy no están unidos ni representan una voluntad común.

Además llama la atención que esta convocatoria no ofrece más propuesta que la movilización en sí, y tanto sus reclamos como sus íconos inconfesados también adolecen de insinceridades. Los afiches que convocan no lo admiten explícitamente, pero sólo mencionan en grandes letras los vocablos “reforma, inseguridad, inflación, impunidad, mentiras, corrupción, patoterismo, adoctrinamiento”. Todo lo cual es obvio que está subsumido y supeditado a la frase clave que confiesan apenas en letras muy, muy chiquitas: “Con un gran 8N no hay 7D”.

Esa es la cuestión. Ahí está el sentido último, profundo, de esta marcha. Y es claro que también tienen derecho, pero lo chocante es la insinceridad. ¿Por qué no lo dicen? ¿Por qué no reconocen que están en contra de la ley de medios y convocan a esta marcha como inicio de la desobediencia activa que planea el Grupo Clarín?

Y en materia de íconos también hay insinceridades, como la del señor Macri, que además de echar culpas y vetar leyes intenta mostrarse progre cuando es tan profundamente conservador, y así su partido no apoya la marcha, pero sí la apoya. Como hicieron el 13S. O como la señora Patricia Bullrich y su partidito. O el señor Luis Barrionuevo, al que le “encanta Lanata” y entonces va a ir el 8N. O como los señores Moyano y Micheli y Buzzi, que con todo oportunismo ahora se suben al barco. ¿Por qué no admiten que su ya anunciada marcha del 20N va en el mismo sentido que ésta, y con el mismo afán de servir a los desobedientes de la ley de medios?

Lo que molesta del 8N es que no sólo no hay propuestas, sino que además mienten. Por lo que así como es indiscutible el derecho a manifestar en ambas fechas, uno tiene el derecho a exigir que sinceren intenciones.

Y es tonto, además, porque el gobierno nacional tiene claroscuros. Es indudable que se han cometido yerros y metidas de pata. Pero si se puede cuestionar casos de corrupción, por ejemplo, debe tenerse en cuenta que este mismo gobierno propuso una Corte Suprema insospechada como jamás habíamos tenido. Y fue el que acabó con el negociado de las AFJP. Y el que les cerró el negocio de la deuda a muchos economistas del establishment. Y el que ahora destapó el negociado de las cúpulas de Gendarmería y Prefectura.

Debieran recordar también que es este gobierno el que desmontó la impunidad que instalaron las leyes de obediencia debida y punto final, y el que impulsó los juicios a los genocidas y la búsqueda de hijos y nietos apropiados. Por todo eso se ganaron los tremendos enemigos que tienen. Y es por eso que a la Presidenta le tiran con adjetivos y puteadas. Pero porque no tienen otra cosa. Que yo sepa, no le han probado corrupción alguna. Y más allá de que su fortuna personal a mí tampoco me gusta, no parece mal habida porque si no ya la habrían querellado. Y además la tiene declarada, y año por año.

Y si le tiran con eso es porque sus consignas están vacías. Como cuando reclaman libertad de expresión. Mueve a risa; en toda la historia argentina no hubo tanta. Entonces discuten si la Presidenta es soberbia o da conferencias o habla por cadena nacional. O si Moreno es maleducado y Aníbal provocador. Da risa hasta que uno empieza a imaginarse lo que sería este país gobernado por los señores Macri o Moyano. Madre mía.

Es el 7D lo que los vuelve locos. No sé ustedes, pero yo nunca los había visto tan enojados a los que marcharon el 13S y ahora van por el 8N. Fíjense que con Menem a lo sumo se reían, pero no los vimos putear tanto cuando regaló YPF o cuando nos dejó sin trenes, sin gas, sin teléfonos, sin barcos ni puertos, sin aviones ni carreteras y la lista es infinita. No estaban tan enojados cuando los gobiernos se bajaban los lienzos ante Bush y el FMI. O cuando el señor Cavallo una y otra vez les metía el dedito ahí atrás. Ni los vimos tan enojados cuando la leche podrida y los negocios de Al Kassar, ni cuando la voladura de la ciudad de Río Tercero. Y no digan ahora que ésas son “cosas viejas”, que no por viejas son menos significantes.

En cambio ellos, muchos de ellos, sólo repiten lo que les inoculan periodistas y conductores televisivos que nunca muestran pruebas de sus acusaciones, que no han iniciado una sola causa legal y que no pueden mostrar sentencia alguna en contra de la Presidenta.

Debieran saber, además, que esta urgencia, esta desesperación por acabar con el Gobierno es peligrosa y antidemocrática. La pretensión de “echar” a la Presidenta, de “sacarla” o “expulsarla”, es conjugar todos verbos contrarios a la Constitución Nacional.

Y que no se confundan: esto está muy por debajo de la vieja consigna “que se vayan todos”, que fue válida en un momento de anarquía y de un carnaval de cinco presidentes.

Creo indispensable decirles estas cosas a promotores y manifestantes. Que irán a la marcha del 8N con camisas blancas y sin carteles, como dicen, pero igual se van a encontrar con la señora Pando, el hijo del gordo Porcel o el gendarme Meza. Aunque se disfracen, van a estar ahí. Y seguramente a la noche, tarde, el señor Macri dejará de rascarse y aparecerá en TN diciendo obviedades, mientras los suyos se chorean la ciudad inmobiliariamente.

Mejor sería que se organizaran para vencer al Gobierno en las próximas elecciones. Para lo cual deberán tener mejores propuestas.

Y ahora que vayan a la marcha, muy bien. Pero sabiendo que nosotros sí sabemos por qué van.

Fuente: Pagina12

viernes, 2 de noviembre de 2012

EL ANTERIOR PROLOGO DE LA CONADEP Y LA TEORIA DE LOS DOS DEMONIOS

02/11/2012

(MDT) En 2006, a instancias de la Secretaría de derechos Humanos de la Nación, se cambió el prólogo del “NUNCA MAS”, el célebre informa de la Comisión Ad Hoc creada por Raul Alfonsin. Recordemos que entonces deliberadamente se omitieron los nombres de todos los genocidas de las fuerzas armadas implicados en el plan sistemático de exterminio.


El Nunca Mas, fue, a pesar de su integración, un documento del Estado, a requerimiento del ex Presidente Alfonsin. Su prólogo no llevaba firma, pero contenía el decálogo de los posicionamientos del Presidente en orden al deslinde de responsabilidades que declamó en la campaña electoral. Distinguía en diferente nivel a quienes “dieron las ordenes” de quienes las cumplieron.


De una completa lectura del prólogo original, surge la Teoría de los dos Demonios como elemento central. Transcribimos algunos párrafos ilustrativos de ese prólogo que se atribuye a la pluma de Ernesto Sábato:

“Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países”.


“No fue de esta manera en nuestro país: a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos”.

“Porque la lucha contra los «subversivos», con la tendencia que tiene toda caza de brujas o de endemoniados, se había convertido en una represión demencialmente generalizada, porque el epíteto de subversivo tenía un alcance tan vasto como imprevisible. En el delirio semántico, encabezado por calificaciones como «marxismo-leninismo», «apátridas» , «materialistas y ateos» , «enemigos de los valores occidentales y cristianos» , todo era posible: desde gente que propiciaba una revolución social hasta adolescentes sensibles que iban a villas-miseria para ayudar a sus moradores. Todos caían en la redada: dirigentes sindicales que luchaban por una simple mejora de salarios, muchachos que habían sido miembros de un centro estudiantil, periodistas que no eran adictos a la dictadura, psicólogos y sociólogos por pertenecer a profesiones sospechosas, jóvenes pacifistas, monjas y sacerdotes que habían llevado las enseñanzas de Cristo a barriadas miserables. Y amigos de cualquiera de ellos, y amigos de esos amigos, gente que había sido denunciada por venganza personal y por secuestrados bajo tortura. Todos, en su mayoría inocentes de terrorismo o siquiera de pertenecer a los cuadros combatientes de la guerrilla, porque éstos presentaban batalla y morían en el enfrentamiento o se suicidaban antes de entregarse, y pocos llegaban vivos a manos de los represores.

Con la llegada de Nestor Kirchner al gobierno en 2003, y con la designación de Eduardo Luis Duhalde al frente de la Secretaría de Derechos Humanos de la nación, la política estatal en la materia dio un giro de 180 grados. Se derogaron y anularon las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, normas que consagraban la impunidad de centenares de represores y se cambió el prólogo de ese documento estatal, porque en palabras de Duhalde  "el prólogo original no reproducía la filosofía política que hoy anima al Estado en la persecución de los crímenes de lesa humanidad”.

El subsecretario de Derechos Humanos, Rodolfo Mattarollo, decía a Página 12, el 15 de mayo de 2006: "Nos pareció que era muy importante la reedición del Nunca Más pero al mismo tiempo era muy importante ponerlo en la perspectiva del actual proceso de lucha contra la impunidad. El prólogo histórico del Nunca Más está recorrido de un extremo a otro por la doctrina de los dos demonios. Si bien sostiene que hubo un terrorismo que fue más grave que el otro, dice que hubo dos terrorismos y que uno fue la causa del otro: la llamada violencia de abajo fue la que generó la violencia de arriba, que fue peor, más condenable porque se practicaba desde el Estado, pero fue en respuesta a una violencia de abajo. Esto nos parece una falsedad”.

En el nuevo prólogo se expresa que:  "Nuestro país está viviendo un momento histórico en el ámbito de los derechos humanos, treinta años después del golpe de Estado que instauró la más sangrienta dictadura militar de nuestra historia. Esta circunstancia excepcional es el resultado de la confluencia entre la decisión política del gobierno nacional, que ha hecho de los derechos humanos el pilar fundamental de las políticas públicas, y las inclaudicables exigencias de verdad, justicia y memoria mantenidas por nuestro pueblo a lo largo de las últimas tres décadas.

Es preciso dejar claramente establecido -porque lo requiere la construcción del futuro sobre bases firmes- que es inaceptable pretender justificar el terrorismo de Estado como una suerte de juego de violencias contrapuestas como si fuera posible buscar una simetría justificatoria en la acción de particulares, frente al apartamiento de los fines propios de la Nación y del Estado que son irrenunciables.

Actualmente tenemos por delante la inmensa tarea de revertir una situación de impunidad y de injusticia social, lo que supone vencer la hostilidad de poderosos sectores que con su complicidad de ayer y de hoy con el terrorismo de Estado y las políticas neoliberales la hicieron posible. Por ello, al mismo tiempo nos interpelan los grandes desafíos de continuar haciendo de la Argentina, frente a esas fuertes resistencias, no sólo un país más democrático y menos autoritario, sino también más igualitario y más equitativo.

Es “curioso” que medios escritos como Perfil, La Nación y Clarin, conspicuos defensores de la dictadura militar que asoló al país (1976-1983) hoy se rasguen las vestiduras por este tema. Lo que atacan en realidad son los juicios por delitos de lesa humanidad que se llevan adelante a lo largo y a lo ancho del país.

jueves, 1 de noviembre de 2012

LA COMUNIDAD PILAGÁ AYO LA BOMBA OCUPA ESCUELA

01/11/2012

Foto Diario La Mañana
La medida consiste en impedir el ingreso de los maestros a la Escuela, hasta tanto se de cumplimiento a acuerdos anteriores suscriptos en el mes de mayo de 2012 sobre la construcción de una nueva escuela ante el cuadro desolador en que se encuentra el actual edificio.


Los pilagá reclaman asimismo la reparación de la red eléctrica y la construcción de un Centro de Salud.

Las familias integrantes de la comunidad resolvieron en asamblea iniciar de este modo un plan de lucha tendiente a mejorar las condiciones de vida de sus integrantes

Ayo La Bomba se encuentra situada a 400 metros de la entrada a la localidad de Las Lomitas en la Provincia de Formosa. Es la misma comunidad en que se produjera la matanza de originarios en 1947, cuyo juicio por delitos de lesa humanidad aun está en trámite.

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