martes, 16 de noviembre de 2010

ALFREDO ZAIAT: Sin el FMI

 Por Alfredo Zaiat
 
Después de culminada la segunda etapa del canje de bonos en default, que implicó regularizar el 93 por ciento de ese pasivo en cesación de pagos, el anuncio de ayer era cuestión de tiempo. Fue antes de lo previsto, pero no tan lejos como evaluaban economistas de la city, quienes sostenían que la negociación de la deuda con el Club de París no avanzaría sin la auditoría del FMI. Otra vez se equivocaron. Desde 2003 no han sabido o querido entender la concepción kirchnerista sobre la deuda. No es una carencia singular de la ortodoxia. Otros han mostrado esa misma debilidad con escaso rigor analítico, incluso alimentando la confusión con comparaciones falaces con el proceso ecuatoriano. El anterior y el actual gobierno asumieron el desendeudamiento como pilar de la gestión al convertirla en una de las principales herramientas de ampliación del margen de autonomía de la política económica. Esa estrategia se implementó sin subordinarse a las pautas tradicionales del mundo financiero. Los bonos en default se renegociaron en dos tandas con una quita de capital muy elevada y una importante extensión en los plazos. Por esas condiciones el mercado internacional ha castigado al país vedando su acceso al crédito voluntario. También se canceló el total de la deuda con el FMI, desplazando a ese organismo multilateral de sus clásicas intervenciones en la definición de la política doméstica. Otra medida fue poner fin al negocio especulativo de las AFJP: el stock acumulado de bonos de deuda en la cartera de esas administradoras pasó a manos del Estado. De ese modo, y con compras de títulos a precios de ganga durante los meses del conflicto con el campo y la crisis internacional, el sector público acumuló un stock considerable de esos pasivos. Fue un cambio estructural poco considerado al momento de la evaluación de la magnitud de la deuda pública: los inversores privados pasaron hoy a detentar apenas el 35 por ciento del total, equivalente al 17,2 por ciento del PIB. En ese contexto de alivio, inédito en el período democrático inaugurado en 1983, estaba pendiente la controvertida deuda en default con el Club de París. El escenario global, con las potencias en crisis y la firmeza de la posición argentina, acompañada de los muy buenos resultados económicos en un mundo desarrollado en problemas, abrió las puertas de tratar ese pasivo sin la intervención del FMI. Es una decisión política y económica notable, que refleja que no es necesario subordinarse para alcanzar ciertos objetivos. En este caso, el que desde el primer día el kirchnerismo persigue: anunciar que se salió definitivamente del default. Ayer pudo adelantarlo Cristina Fernández de Kirchner al informar sobre el avance en la negociación con el Club de París. Sin la intervención del FMI, pese al deseo de los conocidos militantes del ajuste.

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lunes, 15 de noviembre de 2010

EDUARDO ALIVERTI: La Fórmula.

Por Eduardo Aliverti

Sí, hay una fórmula que, por lo general, no falla nunca: cuando en política aparece o se muestra todo embarrado, sencillamente se trata de ver quiénes son los favorecidos, interesados u ocultos tras el barro. Y es que, además, suelen estar a simple vista.

 
La semana ya pintaba muy revuelta, porque se sabía que el debate presupuestario era, quizá, la última gran oportunidad figurativa del año para la oposición. No debería ser así, en tanto puede haber variadas aristas para continuar polemizando con el Gobierno. Pero tienen el problema de que, si no es en el Congreso, no rebotan en ninguna parte. La jefatura opositora la ejercen los grandes medios, no los que fungen explícitamente como dirigentes opositores. Y encima, cuando éstos repercuten por fuera del ámbito parlamentario, es para peor. Así sucedió con el abandono de Reutemann, ido del denominado Peronismo Federal sin previo aviso; lo cual, vale tener presente, es así en forma literal: la noche del martes, el santafesino se juntó con parte de la mesa chica de ese rejuntado y se despidieron cual besito de buenas noches-mañana te llamo. Pero lo que pasó a la mañana es que largó un comunicado con la explicación de haberse quedado sin nafta para seguir ahí, por causas que, según es invariable en él, no dio a conocer. El hecho se sumó a los confusos signos de Solá, a quien la muerte de Kirchner pareció revelarle que el pueblo está en otra parte; y al silencio de De Narváez, quien mediante ese recurso, se especula, estaría sugiriendo que descubrió lo mismo. La jugada de Reutemann dejó con el traste hacia el norte no sólo a sus ahora ex compañeros de una ruta que, tal vez o con seguridad, nunca existió. También quedaron desacomodados los parlantes mediáticos del antikirchnerismo, que ya venían de un golpe severo con la definición de Scioli acerca de que seguiría donde Cristina lo necesitara. Reutemann aparecía entonces como el único Menem blanco en quien depositar las últimas esperanzas. Para el establishment, en voz muy baja o ya algo subida, el resto de los “peronistas federales” no cotiza en bolsa; el hijo de Alfonsín apenas si podría ser aspirante a concejal de Chascomús si no portara ese apellido; y Macri no les garantiza nada, tanto por su carencia de alcance nacional como por su incapacidad de gestión. El firmante no tiene el más mínimo propósito de plegarse a la bandada de conjeturas que desató la defección de Reutemann. Es una figura de la que, hace años, se pretende encontrar genialidades ajedrecísticas detrás de cada gesto o silencio que perpetra, cuando nada indica la existencia de talento político, o volumen de poder, superiores a los del Gardiner mendocino. Este país casi siempre depara sorpresas que invitan a no ser tajantes en los pronósticos, es verdad. Sin embargo, con esa salvedad, lo concreto hasta ahora es: a) que a la derecha se le cayeron los amasijos de torre con alfil, depositarios de sus complicadas esperanzas; y b) que en consecuencia se imponía distraer la atención en algún otro flanco del tablero.

 
Y ese costado, obvio, fue el Congreso. ¿Qué podía hacer la oposición frente a la realidad, fielmente objetiva, del juego de pinzas en que quedó aprisionada tras la muerte de Kirchner? Veamos. Manifestación fúnebre–popular, con una extensión cuantitativa y cualitativa que no se supo o no se quiso prever. Presidenta en acción, pero aún de luto. Rechazo de la aprobación presupuestaria en medio de un funeral reciente, más prestarse a la imagen ratificatoria de que sólo les importa el palo en la rueda. Y, para coronar, demostración de que cada cual atiende su quiosco porque ni siquiera son capaces de articular una táctica legislativa. Negar a secas que, desde el Gobierno, hayan pretendido coimear a ignotos opositores para favorecer el consentimiento al Presupuesto suena tan ridículo como descartar que ante semejante laberinto la oposición haya aprovechado a sus ignotos para inventar que quisieron coimearla. Y del mismo modo: puede asomar verosímil un intento oficialista a fin de quebrar al bando de enfrente con la Banelco. Pero también se manifiesta racional preguntarse para qué querría el Gobierno exponerse a ese riesgo, respecto de un tema en el que no le va la vida, ni muchísimo menos. Lo peor que le puede pasar es tener que manejarse con los recursos ampliados de los fondos 2010, en medio de una economía que a priori no sufre, ni hoy ni en el mediano plazo, tempestades estructurales de ninguna índole (excepto, tal vez, según sea el grado de la devaluación brasileña). Como todas éstas no son más que hipótesis, volvamos al principio deductivo de origen: observación y listo.

De acuerdo con tal parámetro, se mira y está Carrió presentándose como solitaria virgen incorruptible. Pinedo, un caballero de derechas, manda presa a buena parte de su propia tropa por haberse ausentado del recinto, en lugar de aportar para derrotar al oficialismo. Stolbizer carga contra Carrió. Los peronistas federales directamente no dicen mu, todavía enfrascados en si Reutemann es Maquiavelo redivivo o un cuidador de lechones. Y Clarín –fracasada al cabo aquella cena en que Magnetto intentó alinear a la patrulla, con la exigencia de que definieran algún liderazgo de algún tipo– se fue a apostar a la “ropa vieja”, como le decían las abuelas al rico mejunje ése que se integraba con las sobras: denuncias de coimas, investigación, institucionalidad, autoritarismo, provocaciones, crispación y la descarada operatoria para voltear a Boudou. ¿Con eso se da imagen de saber gobernar en un futuro? No, claro. Pero se entretiene, porque es la forma que les queda para producir realidad. En cierto sentido, no deja de ser una paradoja aleccionadora. Apostaron al bardo para zafar de ese intríngulis producido por la desaparición del tipo que les ordenaba el discurso. Y aconteció el haber demostrado, ellos mismos, que si lo de las coimas fuera cierto, resulta que se dejaron comprar. ¿Será ésa la calidad institucional con que aspiran a restaurar la República?

 
Antes de que todo esto volviera a desnudarse, se murió Massera. Una mayoría de las necrológicas periodísticas –con excepción del diario bahiense La Nueva Provincia, en tanto quintaesencia del fascismo criollo– habló del deceso de uno de los más grandes hijos de puta de la historia argentina. Sádico, verdugo, ladrón, megalómano, apropiador de bebés, símbolo máximo del terrorismo de Estado, aspirante a César post–dictatorial, fiestero de la ESMA. No quedaron adjetivos ni figuras descriptivas que no se le endilgasen justicieramente a este esperpento en realidad indescriptible, incluso por parte de los medios que le fueron serviles durante su horrendo apogeo. Lo que faltó, asimismo con las excepciones consabidas, es recordar que fue todo eso en función de un proyecto criminal para dejar al país en manos de sus mandantes civiles, de una clase dominante que chorreaba sangre de intereses económicos. Y que necesitaba de los genocidas para imponerlos.

 
Cambiaron los tiempos y esa derecha insaciable está sin partido militar. Los juzgaron, los condenaron, los indultaron, los desindultaron, volvieron a condenarlos y están presos. Les bajaron el cuadro de su fábrica de asesinos. Se quedaron sin armas. Sin grupos de tareas. Sin sótanos. Sin descargas eléctricas en la vagina de las embarazadas. Sin carne quemada. Se quedaron sin Massera. No hay nada que celebrar. O sí: lo que parece ser una creciente conciencia social, o activa, en torno de cuáles fueron las causas capaces de engendrar a monstruos de ese tamaño.
 
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domingo, 14 de noviembre de 2010

La vida de J. Areta, el autor del poema que Kirchner seguirá leyendo siempre

Por Carlos Polimeni
cpolimeni@miradasalsur.com

Un video del ex presidente haciendo propio un texto de un desaparecido, durante la Feria del Libro 2005, generó una emoción importante a millones de argentinos, luego de su muerte. Esta nota cuenta la historia del autor del poema, un militante secuestrado por una patota de la ESMA en 1978, cuando tenía apenas 22 años

 
Aclaró que su fuerte no era la lectura y tosió. Luego leyó, con más vergüenza que emoción. Era un momento intenso, pero pasó rápido. En el año 2005, el por entonces presidente Néstor Kirchner eligió leer un poema de un joven desaparecido al participar en la Feria del Libro de la presentación de una obra simbólica. Nadie podía imaginar por entonces que aquella lectura, atrapada para la posteridad por la filmación del acto, generaría cinco años después la sensación de un posible testamento oral de un personaje clave en la historia de la política argentina. Pero así fue: en los días siguientes a la muerte de Néstor, en televisión, en radio, en medios gráficos y hasta en actos públicos, el poema de Joaquín Areta resucitó en la voz para nada ausente de un lector que casi nada sabía del autor.

El poema, ¿lo conocen?, dice así:

 
Quisiera que me recuerden
sin llorar ni lamentarse.
Quisiera que me recuerden
por haber hecho caminos
por haber marcado un rumbo
porque emocioné su alma
porque se sintieron queridos
protegidos y ayudados
porque nunca los dejé solos
porque interpreté sus ansias
porque canalicé su amor.

 
Quisiera que me recuerden
junto a la risa de los felices
la seguridad de los justos
el sufrimiento de los humildes.

 
Quisiera que me recuerden
con piedad por mis errores
con comprensión por mis debilidades
con cariño por mis virtudes.

 
Si no es así, prefiero el olvido
que será el más duro castigo
por no cumplir con mi deber de hombre.

 
El presidente seleccionó el poema de un libro que presentaba en aquella edición de la Feria la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, en un típico gesto riesgoso para un primer mandatario que asume un compromiso público. No conocía al autor, pero tal vez tenía claro que pertenecía a su propia generación y que como él había estudiado en La Plata. Aquel libro que Kirchner ayudaba a difundir leyendo un poema en público, acaso por única vez en su trayectoria política, se llamaba “Letras vivas” y presentaba una selección de textos escritos, en distintas circunstancias por víctimas del terrorismo de Estado. Para la familia y los amigos de Areta, la reaparición en escena del poema luego del miércoles 27 de octubre resultó una conmoción, una suerte de confirmación de que a veces en la historia existe la justicia poética.

Areta, que era correntino y estudiante de medicina, fue desaparecido en la Esma en 1978, cuando tenía 22 años y un hijo de pocos meses, llamado Jorge Ignacio. Su compañera de entonces, Adela Segarra, es hoy diputada provincial bonaerense por el Frente para la Victoria. Antes fue senadora. Areta no publicó libro alguno en su corta vida, repleta de sueños truncos, pero guardaba una pequeña obra, escrita en el fragor de la vida de militante, en una libreta roja. Seguramente, había leído con pasión la obra del poeta guerrillero salvadoreño Roque Dalton, que murió en 1975. Adela guardó para el futuro aquella libreta “Apuntes” marca Norte número 402.40, industria argentina, hoy llena de hojas amarillentas, algunas de las cuales estaban sueltas, sin saber que un día algunas de sus palabras emocionarían a millones de personas.

La conservación de aquella libreta roja, que durante muchos años fue un tesoro familiar, según cuenta el hijo emocionado que hoy es el treintañero Jorge Ignacio Areta, permitió una recuperación de sus textos principales, que generó que este año apareciera el libro Siempre tu palabra cerca, un poemario de Joaquín primorosamente editado por Libros de la talita dorada, para una colección llamada Los detectives salvajes. La colección fue generada en La Plata con la idea de publicar obras inéditas de poesía perdidas, escondidas o silenciadas por efectos de la era del Terrorismo de Estado junto a otras de poetas actuales “los que van y vienen con ese ayer, los perdidos, literales, huérfanos, menores, decadentes y malparidos por el neoliberalismo poético”.

Joaquín era un chico brillante, nacido en Monte Caseros, Corrientes, en agosto de 1955, pero radicado en La Plata a los 13 años. Hizo el secundario en el Colegio Nacional Rafael Hernández y llegó a ser parte de la conducción de la Unión de Estudiantes Secundarios. A Juan, un amigo de la infancia, le confesó en un tórrido verano en su pueblo, que quería estudiar una carrera corta para ponerse lo más pronto posible al servicio del país. “Quiero a mi patria/ como a mi propia vida”, escribiría un poco más adelante en aquella libreta roja, destinada a ser también su testamento. En 1973, ingresó a una carrera larga que jamás terminaría, Medicina, y un año después conoció a Adela, la compañera que le dio su único hijo. Se sentía un cuadro Montonero hecho y derecho, en lo práctico y en lo teórico, dicen sus textos. En 1976, un hermano suyo, Iñaki, que había sido una de sus referencias políticas, murió en combate. Por Iñaki –así se llama también hoy el nieto que no conoció– escribió: “Te fuiste para dejarnos/un hueco y un compromiso”. A él mismo lo apresó un grupo de tareas, a fines de junio de 1978, apenas terminado el mundial de fútbol, en una cita cantada en Capital Federal.

La sorpresiva muerte de Kirchner sirvió, entre otras muchas cosas, para resucitar la voz de un héroe anónimo de la Argentina Secreta. Justicia poética, que a veces es posible en el país del Nunca Más, Nunca Jamás.

 
Entre otros, la libreta roja de Joaquín tenía textos como éstos:

Pobre de ustedes, carnaval de palabras raras,
teóricos de lo imposible,
defensores de la derrota,
místicos de lo inexistente,
falseadores de la dignidad,
mercaderes de la mentira,
mercenarios de la injusticia.

Pobre de ustedes, que se revuelcan en el lodo,
pretendiendo ensuciar las conciencias,
que recortan las palabras y los hechos
para estirar un poco su agonía.
Pobres de ustedes y sus ideas,
pobres ideas sin fuerza, como ustedes.
Flaca literatura, defensiva y gris,
castillo de artificios
que se derrumba vertiginoso.

¿Quién de ustedes detiene el fuego?
Quién de ustedes puede contestar a Machado,
Miguel Hernández, Bertolt Brecht, José Martí,
Ernesto Cardenal, Mario Benedetti,
o Carlos Olmedo.

Una sola línea de ellos,
una sola acción, un solo gesto
los acusa y los destruye sin remedio.
Por eso digo pobres filósofos, periodistas,
escritores, directores de todas las CIAs,
educadores del hombre.
Pobres porque la hoguera viene
más rápido que su improvisación,
más fuerte que todas sus aguas
(sean palabras, torturas o asesinatos).

Pobre de ustedes,

desesperados defensores de Occidente.

• Este poema es para ustedes, compañeros.
los que empuñaron la bandera,
los que gritaron su esperanza,
los que avanzaron y cayeron.

Este poema los recuerda a todos.
a todos los que sumaron,
a todos los que dejaron
una huella, una obligación.

Este poema es para todos,
los que resistieron hasta el último minuto
sin dar treguas ni victorias al enemigo,
los que comprendían más o menos
y al morir se llevaron su contradicción,
los confundidos o los equivocados
a quienes no se les perdonó haber sido
los inocentes; los miles de inocentes
que arrastró la furia irracional.

 
En cada letra de este poema,
quiero que estén presentes todos
para que quien lo lea
vea el rostro sufriente y heroico
de nuestra hermosa revolución
Y desde allí, desde sus tumbas,
sigan construyendo
porque su ejemplo da ganas,
su sacrificio abre ojos,
su coraje arma brazos
y sus errores evitan otros.
A todos, todos, este poema
los recuerda compañeros.
 
 
Miradas al Sur

EDUARDO ANGUITA: La salud de Magnetto y la historia de Van der Kooy

Por Eduardo Anguita
eanguita@miradasalsur.com

Los editorialistas de Clarín no se fijaron en gastos para intentar dañar a Néstor Kirchner. Tampoco lo hacen con la Presidenta, pese a lo reciente del fallecimiento de su marido. El sábado, Eduardo Van Der Kooy tituló su artículo como “Todo o nada” para explicar que ésa es la política de Cristina Fernández de Kirchner “para enfrentar el primer desafío de autoridad desde que quedó en soledad en el poder” (¿?). Con un cinismo sin disfraz, agrega: “Quizás el luto y las obligaciones de su agenda en el exterior no le hayan dejado tiempo para otra cosa”. Van der Kooy fue elegido joven brillante por el genocida Jorge Videla, y cuando el periodista Enrique Vázquez le hizo una larga entrevista en el programa Historia de una nota, el editorialista de Clarín eligió la entrevista que le hizo a Videla cuando lo acompañó en su viaje al Vaticano. En esa entrevista, Van der Kooy se arrogó haber sido el “primero” que escribió la palabra “desaparecido” en un diario. Pero tras un chequeo del archivo de esa época, surge que el término utilizado fue “derechos humanos”. El editorialista de Clarín tuvo un recuerdo de sí mismo mucho más generoso que la realidad.



El nexo con la dictadura. En estos días tomó estado público el papel jugado por Reynaldo Bandini como enlace entre Clarín y la dictadura. Mientras Van der Kooy hacía el trabajo “en blanco” y entrevistaba al responsable de los miles de desaparecidos, Bandini daba conferencias de “cómo terminar con la subversión” entre oficiales y jefes militares. Lo hacía en esa triple condición de periodista del diario, directivo del grupo y catedrático de la Escuela de Defensa. Algo que no se contó todavía es por qué cobró notoriedad en estos días, y no antes, el papel de Bandini. Resulta que Miguel Robles, hijo de un jefe policial asesinado por sus camaradas de Córdoba, buscó a Carlos Charlie Moore, un ex militante del ERP que, cuando fue detenido en 1975, en esa provincia se convirtió en un colaborador activo de las fuerzas represivas y que, tras haber hecho destrozos en la fuerza política de la que provenía, permaneció durante mucho tiempo realizando trabajo esclavo para el temible Departamento de Inteligencia (D2) de la policía cordobesa. Robles logró entrevistar a Moore y realizó una pequeña edición de un libro imprescindible llamado La búsqueda, que es una larga confesión de Moore. Algo que no publicó Robles, pero que le contó su entrevistado, es que le tocó desgrabar una conferencia reservada de Bandini llevada a cabo en el D2 y que tuvo como público a lo más granado de los policías y militares que se ocupaban del exterminio de opositores en Córdoba. Moore, más allá del juicio de valor que merezca quien entregó a militantes para que los mataran, guardó esa conferencia y muchos otros documentos que permiten comprender cada vez mejor la metodología criminal de la dictadura cívico militar.

Van Der Kooy, como otros de los que estaban en la redacción de Clarín, no puede desconocer cuánta sangre circulaba por esos años en los que él hacía propaganda de la peor. Este cronista le envió un correo electrónico a Osvaldo Bayer, quien estuvo en la redacción de Clarín desde principios de los sesenta y que conoció a buena parte del staff del diario. La respuesta de Bayer fue tan breve como precisa. “Querido Eduardo: Bandini era el consuetudinario alcahuete de la dirección, siempre estaba en esa esfera apenas pisaba la redacción. Él tenía muy buenos contactos con (Oscar) Camilión, que estaba de jefe de redacción ya en tiempos de Ernestina. Camilión luego fue embajador y ministro de la dictadura militar (en el segundo período, de Roberto Viola) y, fantasías argentinas, después fue ministro de Defensa (nada menos) de Carlos Menem. Una carrera completa. Bandini tenía contactos con los servicios y traía la información de esos sitios. A mí esa gente me echó en el ’73”.



El viaje de Magnetto. Esta semana, de un aumento inusitado del tono violento de Clarín, algunos pocos sabían dentro del Grupo qué pasaba con su CEO, Héctor Magnetto. Es sabido que la recuperación del cáncer de laringe le impide hablar con fluidez, pero no lo limitó hasta ahora para estar al frente de los negocios y las operaciones del Grupo. Sin embargo, en los últimos días, los chequeos médicos tuvieron resultados alarmantes. Con el objeto de intentar algún tratamiento médico, Magnetto viajó a los Estados Unidos. Primero, partió el encargado de las relaciones institucionales, Jorge Rendo, quien embarcó en un avión de la empresa Lan el martes 9. Al día siguiente, en un vuelo de American Airlines, partió Magnetto.

En el círculo más cerrado del poder de Clarín se tensa la cuerda cada vez que surge el tema de quién puede estar al frente del conjunto de operaciones del grupo. José Aranda es vicepresidente del grupo presidido por Ernestina Herrera de Noble y llegó al Grupo con Magnetto, tras haber compartido la carrera de Contador en la Universidad de La Plata. La relación entre Aranda y Magnetto es por lo menos distante y en estos días algunos comentaron la pretensión del vicepresidente de ocupar el lugar del CEO. Lo cierto es que el viernes tuvo una mala noticia. Hace tiempo que tomó estado público este megaproyecto arrocero de Aranda en Corrientes, que fue denunciado por su brutal desajuste de las normas legales, tal como fue advertido por ONG ambientalistas.

El Gobierno Nacional presentó una acción de amparo ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación a efectos de que la provincia, gobernada por el radical Arturo Colombi, presentara los estudios de impacto ambiental que justificaran la realización del proyecto de Aranda. Colombi tiene una estrecha relación con el directivo de Clarín y los informes que envió no contemplaron si la represa prevista sobre el arroyo Ayuí va a alterar el ecosistema del río Uruguay. Por absoluta coincidencia y sin que esto sea un complot contra Clarín, el viernes Aranda tuvo que digerir un fallo unánime de los siete ministros de la Corte en el que ordenó a la provincia entregar al Ejecutivo nacional los informes requeridos en los próximos 90 días. Además ordenó que se suspendieran las obras en ese plazo. No es conspiración contra Clarín sino que es una clara señal de que los negocios con impunidad a cambio de protección mediática ya no tienen la eficacia de otros tiempos. Y el tándem Colombi-Aranda tendrá que acatar.



Mujica y BAE. Lo del río Uruguay no es un dato menor, ya que Cristina Kirchner y el presidente uruguayo José Pepe Mujica lograron encarrilar el conflicto por la planta de Botnia ubicada del lado oriental de ese río. El Grupo Clarín en varias oportunidades contrastó el supuesto buen trato de Mujica para con los grandes medios a diferencia del “ataque a la libertad de prensa” por parte del gobierno argentino. La decisión de Mujica de aceptar una entrevista con Miradas al Sur para dar su propia versión es un indicador más de que la táctica de Clarín de manipular a protagonistas claves de la vida política y social ya no cuenta con eficacia, porque tiene como réplica la debida aclaración. Pero, más importante aún es que la verdadera libertad de prensa significa que haya un abanico amplio de medios y si un medio, cualquiera sea, tergiversa, existe la posibilidad de expresarse por otros que no manipulen. Así, los lectores, televidentes u oyentes podrán elegir y cotejar quiénes dicen verdades y quiénes incurren en mentiras.

Un caso curioso de mentiras pequeñas –pero venenosas– puede verse en la misma edición del viernes cuando titula “El Gobierno alteró cifras de la pauta publicitaria oficial”. En un gráfico (reproducido en esta edición) pone en amarillo dos papeles distintos que, supuestamente, serían la prueba de un negocio fraudulento “del empresario ultrakirchnerista Sergio Szpolski”. El blooper es magnífico: en el primer papel la razón social es Buenos Aires Económico mientras que en el segundo es BAE Negocios. Dos empresas distintas. Lástima que el redactor, el editor y el operador de Clarín no se tomaron la molestia de chequear. Ni siquiera, como este cronista, de leer y darse cuenta que son dos nombres distintos. Ni más ni menos.
 
Miradas al Sur

EL KIRCHNERISMO Y LA JUVENTUD PERONISTA: Con decisión de hacer política

Por Julián Bruschtein
 
Las agrupaciones de la juventud peronista vinculada al kirchnerismo en sus distintas expresiones se encuentran delineando estrategias para contener a los nuevos militantes que se empezaron a sumar a partir del multitudinario funeral del ex presidente Néstor Kirchner. Plenarios, debates y reuniones son moneda corriente para ensanchar el caudal ante el reflujo de la militancia. Las estrategias se multiplican para abastecer de política a los recién llegados. “Tenemos que construir el gran Néstor colectivo”, aseguró el secretario general de la JP Evita, Leonardo Grosso. El líder de La Cámpora, Andrés Larroque, vaticinó que a futuro “esta generación va a terminar construyendo una nueva corriente política”. Para el referente de la JP Descamisados, Claudio Lo Prete, más allá de las estrategias de acercamiento “lo que atrae netamente es la política”. Todos apuntalan la figura de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

 
La juventud peronista se encuentra desperdigada en la formalidad, pero organizada y convencida. El renacer del compromiso militante marcado por el modelo kirchnerista y fortalecido por la multitudinaria despedida de Kirchner tras su muerte obligó a los agrupamientos juveniles a replantear y reforzar sus estrategias de acercamiento de militantes. La Cámpora –agrupación que se consolidó al calor de las movilizaciones a favor de la ley de medios, aunque sus militantes ya estaban comprometidos con Kirchner como referente político– responden directamente a la Presidenta y es el espacio que mayor crecimiento tuvo en estos años. “En las últimas semanas recibimos más de cuatro mil mails de gente que tiene la necesidad de militar”, aseguró a Página/12 su secretario general. Larroque, junto a Mariano Recalde, Eduardo De Pedro, el dirigente bonaerense José Ottavis y el legislador Juan Cabandié, se referencian en la Juventud Peronista del partido que conduce el nieto recuperado por las abuelas.

La Cámpora es el grupo con mayor cantidad de militantes a nivel nacional y se encuentra en período de análisis de políticas para contener a la nueva oleada de militantes. “Esto no se trata de ver quién tiene más o quién tiene menos, sino de encauzar con debate y política la defensa de los logros de este gobierno”, agregó Larroque. La agrupación que conduce integró a su página web un link titulado “Yo quiero militar bancando a Cristina” para que los interesados envíen sus datos; de allí los miles de mails que recibieron y en los que trabajan para organizar a los nuevos. Las reuniones para sumar a los nuevos militantes las hacen por grupos en cada provincia o localidad, según se los demande la cantidad de gente. Ya hubo encuentros en Tucumán, Santiago del Estero, San Juan, Rosario, en la Ciudad de Buenos Aires. El viernes pasado se reunieron en La Plata y ayer en Vicente López. Fundamentalmente “se trata de dar la discusión y el debate ideológico y romper el bloqueo mediático que hay”, explicó Larroque. Después los militantes se distribuyen en el área que corresponda, como ser la universidad o el territorio.

 
El Movimiento Evita que conduce el dirigente social Emilio Pérsico también tiene su rama juvenil con representación en la mayor parte del país. El secretario general de la JP Evita explicó que en este momento “en general redoblamos la apuesta reconstruyendo ámbitos de plenarios y encuentros porque se está acercando mucha gente”. Grosso también puntualizó que “no solamente se acercan jóvenes con ganas de militar, sino que muchos de los padres de esos chicos habían militado alguna vez y también vienen decididos para integrarse y militar de nuevo”. Incluso tuvieron que reformular la organización de viajes solidarios porque “estaban pensados para el sector universitario. Por ejemplo los primeros días de diciembre hay un viaje a Santiago del Estero con comunidades del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) y decidimos integrar a los compañeros nuevos” como una forma de mostrar la política en la práctica y “tener además un buen espacio de discusión”.

 
La JP Descamisados, por su parte, se encuadra en el Movimiento Peronista Revolucionario que alguna vez formó parte del Evita y que lidera Marcelo Koenig. Lo Prete es uno de sus referentes y de los dirigentes más jóvenes: tiene 22 años. “Seguramente las redes sociales forman parte de la forma más nueva de acercar a la gente, pero lo que convoca es la política”, aseguró. “Se abre el panorama y por eso redoblamos las convocatorias para rediscutir la política con los compañeros que se acercan”, señaló también aludiendo a la particular situación de reflujo de militancia.

 
Las agrupaciones juveniles peronistas se multiplican desde distintas vertientes pero unidas por el hilo del kirchnerismo. La Juventud del Peronismo Militante, de la Corriente Peronista Federal, la JP Identidad, del Segundo Bicentenario y la Juventud Sindical Peronista de Facundo Moyano son algunas de las organizaciones que participan del mismo espacio y que están en crecimiento.

 
El cauce político los reunió en situaciones coyunturales como las movilizaciones del 24 de marzo y las de respaldo a las retenciones y a la ley de medios. En septiembre confluyeron en un acto en el Luna Park del que participaron Kirchner y CFK. “Tenemos un denominador común y nos conocemos todos por las luchas que venimos dando . Por eso creo que formamos parte de una generación que en algún momento va a terminar formando una corriente política”, auguró Larroque. Grosso, apuntó a que el desafío será “construir un gran Néstor colectivo”.
 
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HORACIO VERBITSKY: La hipnosis terminó

Por Horacio Verbitsky

La imponente eclosión afectiva producida en cuanto se supo que había muerto Néstor Kirchner actuó como el chasquido que despierta a un hipnotizado. La bruma de imágenes inducidas por sugestión se disipa y la realidad recupera su nítida primacía. La espuma de los días y la trivialidad del debate mediático, detrás del cual eran visibles los intereses, habían tendido un velo deformante, que desapareció en un minuto. Clarín ni siquiera tuvo tiempo de levantar el aviso transparente de un hipermercado que estaba en su portada on line y que durante varios minutos proyectó una salva de fuegos de artificio sobre la noticia de la muerte de Kirchner, como involuntaria celebración. La ruta de la emoción recondujo a la racionalidad perdida.

Un hombre ordinario



Unos minutos más tardó en instalarse la respuesta al nuevo escenario: como el primer día del gobierno de Kirchner en 2003, igual que al asumir Cristina en 2007 o como al conocerse los resultados del escrutinio de 2009, la condición pregonada para la gobernabilidad fue el consenso y la concertación con los intereses corporativos. Esta insistencia en torcer la voluntad del gobierno por medios insidiosos, es una muestra de impotencia de quienes no pueden imponer sin amenazas su propia agenda, por falta de fuerza, de cohesión y de proyecto. Kirchner tuvo la sagacidad de persistir en el rumbo trazado sin amilanarse por riesgos ni contratiempos. Esa obstinación en perseguir un objetivo claro por encima de las contradicciones inevitables de la acción política, la sencillez del discurso que repitió sin variar durante años y su coherencia con la práctica es lo que el país reconoció con demostraciones de amor y gratitud como no se recuerdan en muchas décadas, por parte de la multitud más diversa de la historia, donde los sindicatos obreros coincidieron con las minorías sexuales. Sólo la ceguera irremediable de quien no quiere ver puede confundir con necrofilia este diálogo profundo de una sociedad en mutación con el liderazgo que le permitió emerger. A los pocos días, comenzó una desaforada idealización. ¿Quién podrá llenar el vacío que deja tan enorme figura?, es el solapado subtexto que, una vez más, apunta a menoscabar a Cristina, reciclando la ficción de que él era el único poder real. El mejor ejemplo está en el título de la crónica del diario Washington Post, “Transición sudamericana: las dos mujeres que liderarán el futuro de Brasil y Argentina”. A ambas les vaticina “una transición difícil”, como si CFK recién se hiciera cargo de la presidencia, al mismo tiempo que la electa Dilma Rousseff. Kirchner sólo fue un hombre ordinario que, puesto en una situación extraordinaria, estuvo a la altura del desafío. No más, pero tampoco menos. Lo mismo vale para su esposa. Eso es lo que el pueblo celebró en Buenos Aires y Santa Cruz, con tristísima satisfacción.

¿Por qué cambiar?



Fueron una pareja sentimental y política, que compartió vida y proyecto. Y al pueblo jamás le fue mejor en décadas. La economía crece por encima del 9%; la relación deuda/PIB se redujo diez veces y es la menor desde el empréstito Baring de 1826; las reservas son las más elevadas de la historia; las relaciones con los países vecinos son estrechas y cooperativas, con Estados Unidos y Europa, cordiales y respetuosas pero en un pie de igualdad. Los jefes de la dictadura criminal están presos y son juzgados. La justicia funciona con independencia del gobierno, aunque no siempre de los poderes fácticos. La producción y las exportaciones agrícolas y de automóviles serán este año las mayores de la historia. El consumo crece a pesar de la elevada inflación, los salarios formales superan el IPC, la Asignación Universal por Hijo compensa la diferencia para los precarios, el desempleo cayó a 7,6% y sigue bajando. Los obreros de la multinacional francesa Renault, que presentó un nuevo auto, con 40% de piezas argentinas, aclamaron a la presidente. Son tan jóvenes como quienes colmaron la Plaza de Mayo y las calles porteñas para despedir a Kirchner. ¿Por qué debería cambiar Cristina una política que goza de tanta adhesión? Si ella se lo propusiera, hoy sería reelecta en primera vuelta, por mayor diferencia que en 2007, cuando dobló a la segunda fuerza.

La famosa crispación



Kirchner no está y CFK pasó los últimos días en la cumbre del G-20. Si el relato predominante fuera cierto, esto debería reflejarse en un clima de serenidad y concordia. Por el contrario, todas las contradicciones del Grupo Ahhh... asomaron como fracturas expuestas. Los efectos más deletéreos afectaron al Peornismo opositor, la Coalición Cívica Libertadora, el radicalismo, el socialismo y el PRO, donde se produjo una verdadera implosión. Una semana antes del 27 de octubre, José Scioli pedía proyectos y ofrecía cargos en el futuro gabinete presidencial de su hermano. Su trabajo junto a Francisco de Narváez no obedecía a que se hubiera distanciado del gobernador bonaerense, como acordaron simular: Daniel Scioli aspiraría a la presidencia y De Narváez lo acompañaría como candidato en la principal provincia del país. En el último diálogo con Scioli, Kirchner cortó camino y lo invitó a que compitiera con él en las primarias justicialistas. “Si me ganás yo te apoyo”, le dijo. Scioli protestó lealtad pero siguió con su plan de congregar al kirchnerismo y al peornismo disidente, sin confrontar con nadie. El espacio político para esa fantasía se le ha hecho minúsculo y no le queda mejor alternativa que la reelección en Buenos Aires. Pero esto ha desacomodado al Peornismo opositor. Como también desapareció en acción el vicepresidente Julio Cobos (beneficiario del mayor hit musical del año), De Narváez ha renovado los contactos con el senador Carlos Reutemann, quien pegó un portazo en las narices del ex senador Eduardo Duhalde y sus acólitos, quienes pretendían seguir como si nada hubiera sucedido. Reutemann estaba negociando con Kirchner un acuerdo para impedir que en Santa Fe volviera a imponerse el Pacto Radical-Socialista. Implicaba la elección en primarias justicialistas entre el diputado kirchnerista Agustín Rossi y el entenado reutemista Jorge Obeid. Para Kirchner, y para Cristina ahora, la condición era que el senador sojero apoyara la candidatura presidencial del FpV. La votación por el presupuesto fue una prueba ácida para esa amalgama: Rossi solicitó que los seis diputados nacionales que responden a Reutemann y Obeid votaran el proyecto oficial, a lo que se negaron. La confluencia de julio sólo es posible dentro de un acuerdo para octubre. De otro modo, sólo resolvería los problemas de Reutemann, lo cual no constituye una prioridad en Olivos. Otro tanto vale para Córdoba, donde siguen bien encaminadas las conversaciones con el ex gobernador José De la Sota, menos remilgado que Reutemann. En la Capital, los contactos se habían entablado con colaboradores de los más próximos a Pino Solanas. En combinación con CFK, Pino hasta podría ganar la jefatura municipal. El problema es que esto lo obligaría a despedirse de su regalada existencia, y además dispersaría su tropa, una sumatoria de microemprendimientos como los de Claudio Lozano, Humberto Tumini y Miguel Bonasso, siempre asidos de algún faldón nacional para no caerse del mapa. También se movieron las placas tectónicas en las cámaras patronales agropecuarias, cuya Mesa de Enlace pasó al olvido, dada la avidez de Eduardo Buzzi por reubicarse en la nueva situación. Hasta hace poco pretendía llegar a la gobernación de Santa Fe por el duhaldismo. Hoy pugna por la mera subsistencia, desprestigiado en todos los ambientes que supo frecuentar, y sólo anhela que le tiren un cable desde la nave oficial. ¡Hasta fue mencionado por Clarín, que no perdona, entre los operadores del FpV para la aprobación del presupuesto!

La implosión



El mayor escándalo lo produjo la jefa de la Coalición Cívica Libertadora, con su denuncia de un nuevo Pacto de Olivos. Los radicales nunca habían abjurado de la reforma constitucional de 1994, negociada entre su líder Raúl Alfonsín y el entonces presidente Carlos Menem. Sin embargo, a la sola mención de Elisa Carrió saltaron como si se tratara del peor insulto. Es cierto que estaban sensibilizados por la propia fractura que los partió al medio en la disputa por la presidencia del bloque, que ahora se repite en el Senado. También cruje la bancada macrista que, como animal de dos cabezas, se intercambia acusaciones cara a cara. Más sosegada fue la respuesta oficial ante el otro exabrupto de Carrió, acerca de una presunta “Banelco de Cristina”. Aníbal Fernández recurrió al mecanismo psicológico de la proyección y Rossi dijo que el escándalo de una denuncia sin fundamentos fue la única forma de impedir una derrota en la inminente votación presupuestaria. Lo confirmó la camaleónica asistente de Carrió, Patricia Bullrich, ex ministra de Trabajo de Fernando de la Rúa, al confesar que “si no denunciábamos, perdíamos la votación”. Ya las declaraciones de las diputadas Cinthya Hotton (macrismo evangélico) y Elsa Alvarez (radicalismo patagón) sobre llamados telefónicos habían sido interpretadas por la prensa de oposición como ofrecimientos de soborno, cosa que ninguna de ellas había dicho. Sería ingenuo, si no fuera perverso, suponer que una gestión semejante se haga por teléfono y sin una relación personal previa. La verdadera Banelco fue el traslado de 5 millones de pesos para pagar a senadores propios y ajenos por parte del secretario del Senado, no un diálogo político sobre la importancia de contar con un presupuesto para el último año de gestión. La denuncia es de tan extrema gravedad que no se entiende cómo las dos legisladoras omitieron su judicialización, obligatoria por el artículo 117 del Código Procesal Penal, ni accedieron a identificar quién o quiénes les ofrecieron qué cosa. En cambio, se propicia una investigación parlamentaria, en la que una vez más se buscará enlodar al gobierno, como ocurre desde el día en que Cristina juró el cargo. El Grupo Ahhh... y sus satélites de izquierda no escarmentaron con la ley previsional del 82 por ciento. Ese único éxito parlamentario que consiguieron en un año se les volvió en contra. Cuando CFK cumplió su promesa de vetarla no hubo una sola protesta de los presuntos afectados, mientras en Francia más de tres millones de personas paralizaban el país para reclamar por el aumento de tres años en la edad jubilatoria. Hacía falta un esfuerzo de voluntarismo y microclima para no percibir la valoración del gobierno que latía en las capas profundas de la sociedad y que salió a la superficie en cuanto la muerte de Kirchner hizo entrever el peligro de un cambio de rumbo.

De Buenos Aires a Seúl



“Esta presidente inteligente y luchadora como pocas, valiente como ninguna” (según la definición del nieto de uno de los grandes juristas del establishment liberal, que se refiere a ella como “la chica que nos gusta”) presidía al mismo tiempo la apertura de la mesa de Finanzas en la Cumbre Mundial del G-20 en Corea. Allí reivindicó sus políticas activas para superar la crisis financiera y sostener el empleo y el consumo. Mencionó la acumulación de reservas como defensa contra la volatilidad de los mercados, el pago con ellas de compromisos externos para invertir los recursos fiscales en la economía real y las restricciones al ingreso de capitales especulativos. “Las finanzas tienen que volver a la escala de la producción de bienes y servicios y tenemos que mejorar los salarios porque la gente tiene que consumir”, explicó. Para tirria de quienes no abandonan las catastróficas recetas del establishment, concluyó que en la Argentina “comprobamos que no puede crecer un sector a costa de que se derrumbe el resto de la sociedad”, y que esa enseñanza es aplicable a escala global. No es una conclusión presuntuosa. En Holanda, los economistas Servaas Storm and C.W.M. Naastepad, de la Universidad Tecnológica de Delft, acaban de publicar un artículo (“El costo de la desigualdad”) en el que analizan las consecuencias de la teoría de la tasa de desempleo que no acelera la inflación (o, por su sigla en inglés, la NAIRU), responsable de los espectaculares desequilibrios que culminaron con el colapso de 2007/2008. Para la NAIRU, que los autores equiparan con el ejército de reserva de desocupados de la doctrina de Marx, habría un desempleo de equilibrio, resultante del conflicto distributivo entre trabajadores y patrones. Su principal implicación es que los gobiernos y sus banqueros centrales no deberían promover el pleno empleo porque aceleraría la inflación. En consecuencia el mercado laboral debe ser desregulado, los estados de bienestar puestos a dieta y la posición negociadora de los sindicatos debilitada, de modo de reducir el salario real respecto de la productividad y mejorar la rentabilidad empresarial. Crecimiento e igualdad serían así incompatibles. Esta familiar descripción de lo que ocurrió en la Argentina del neoliberalismo está en la base de la crisis global. Al acentuarse la desigualdad y disminuir los ingresos del 90 por ciento de la población surgió un mercado cautivo de préstamos para mantener el nivel de vida de esos hogares. Al mismo tiempo se incrementaban los ingresos del 10 por ciento restante, origen de la sobreabundante liquidez que se depositó en fondos especulativos. Ese exceso de crédito no se utilizó para financiar el progreso técnico sino para la creación de nuevos e imaginativos instrumentos financieros, como la securitización de las hipotecas que, a partir de cierto punto, fueron insostenibles y pincharon la burbuja. Aunque la crisis haya emergido en el sector financiero, dicen los holandeses, sus raíces son más profundas y residen en el cambio estructural en la distribución del ingreso en los últimos treinta años. Para impedir la fragilidad financiera y la crisis es preciso “disciplinar a las empresas, los inversores y los mercados financieros”. Los autores proponen una toma de decisiones compartida a nivel de empresas, para desalentar la actividad especulativa y no productiva. “Un crecimiento más igualitario, traccionado por el salario y con baja desocupación, es crucial para impedir la acumulación de los excesos de liquidez que desencadenaron la actual crisis”. La alternativa a la NAIRU es el regreso a la regulación financiera y a políticas más equitativas de pleno empleo. Como si también volvieran de un sueño hipnótico, Storm y Naastepad enuncian algunas viejas verdades elementales. “El salario no es sólo un costo para las empresas (como supone la NAIRU) sino que mayores remuneraciones también producen beneficios macroeconómicos, como mayor demanda y más rápido aumento de productividad, mayor capacidad utilizada por las empresas y mayores ganancias”. Si aumentan la demanda y las utilidades también crecerá la productividad, por la inversión en nuevo equipamiento de tecnología más avanzada. Los mayores salarios, una fuerte protección legal para los trabajadores y su participación efectiva en la gestión de las empresas también motivarán a los trabajadores a comprometerse con las empresas a través de una mayor productividad. Además de los líderes de una docena de compañías globales, escucharon el mensaje de Cristina el presidente y vice de la Unión Industrial, Héctor Méndez y José Ignacio Mendiguren, los mismos que han liderado la oposición a todas las medidas que el gobierno adoptó en ese sentido y que ahora resisten, con el apoyo del Episcopado Católico, la participación obrera en las ganancias contenida en la Constitución desde hace 53 años. ¿Qué habrán entendido esas mentes obtusas, reacias al inevitable despertar?
 
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sábado, 13 de noviembre de 2010

LILIANA CHIERNAJOWSKY - Sobre mitos y carismas

Uno de los efectos de la muerte de Néstor Kirchner fue la proliferación de análisis políticos que buscan explicar el masivo apoyo popular a quien hasta hace unos días había sido demonizado por la oposición político-mediática. El poder “K”, es preciso recordarlo, sería nazifascista, espurio, sediento de poder, corrupto, ubicado a la derecha del menemismo, autoritario y manipulador de todos los colectivos que lo acompañan, sean organismos de DD.HH., militantes sociales, intelectuales, artistas populares o (sobre todo) pobres arrastrados por un choripán y un Plan Trabajar. En su columna del 6/9/09, Eduardo van der Kooy se refirió al ex presidente como uno de esos maníacos que en EE.UU. protagonizan matanzas masivas sin que nadie sea capaz de pararlos por temor a desastres mayores. La nota está ilustrada por Hermenegildo Sábat.

Para algunos intelectuales críticos al gobierno, Kirchner ni siquiera merecería la categoría de líder populista según lo entiende Ernesto Laclau (más allá de las conocidas críticas a Laclau) dado que no habría podido expresar una auténtica articulación de demandas ciudadanas. Su genio político sólo daría cuenta de una extraordinaria acumulación de poder. Post mortem, muchos de esos análisis se refirieron al carisma, su naturaleza intransferible y la posible configuración de un mito.

Algunos no sabemos si el vapuleado ex presidente fue un líder carismático y menos aun si se convertirá en mito. Pero puede advertirse el peligro de que esas categorías pretendan licuar el contenido y los significados de su acción política. Al mito, en tal caso, podrán explicarlo diversas disciplinas. Ahora, qué duda cabe, lo que interesa es la política. El carisma, es cierto, no se hereda pero sí es posible acompañar una propuesta, participar de su construcción y apoyar una acción de gobierno que desde hace tres años es conducida por la actual Presidenta. Néstor Kirchner fue, ante todo, un político cabal: apareció en la escena nacional después de la crisis del 2001, supo interpretar sus sentidos más profundos y, parado en el 22 por ciento de los votos, trazó en líneas gruesas pero decisivas un modelo (podemos decirlo sin pruritos) que recogió parte de la memoria histórica de antiguas tradiciones libertarias y populares, y supo responder a nuevos desafíos en un país que había perdido la autoestima, las expectativas en la política y sus posibilidades transformadoras.

El kirchnerismo estableció, sobre todo, un fenomenal debate cultural y político, recuperó palabras que parecían muertas, reinstaló conceptos que el prolongado discurso único de finales y principios de siglo nos había impuesto como definitivamente perimidos. Se recuperaron viejos derechos avasallados y aparecieron y se reconocieron nuevos. En ese sentido, es un mojón que le da continuidad y perspectiva al proceso de construcción de ciudadanía, de derechos y conquistas siempre en disputa. Como una huella que se incrusta en el trazado, nunca lineal ni estático, de la “gran tradición” de un pueblo. Todo lo que falta, todo lo que duele, ya lo sabemos. Pero queremos reconocernos y recuperar un conjunto de ideas políticas desde donde poder intervenir y pensar soluciones. A las que se instalaron, hegemónicas, hasta la llegada de Kirchner, se las conoce bien por sus resultados.

En Resistencia e integración (1990) el inglés Daniel James se pregunta con agudeza por las razones que hicieron que la clase trabajadora argentina estableciera una relación decisiva y permanente con el peronismo, diferente de otras experiencias populistas latinoamericanas. Su análisis descarta como principal factor explicativo la mejora sustantiva de las condiciones materiales de vida, reductible a un racionalismo social y económico básico. En cambio, sostiene que en esa relación hubo “algo más” que no acepta simplificaciones, como la consabida manipulación. James se interesa por el factor político, analiza la retórica de Perón y la compara con la de sus adversarios. Afirma que con su énfasis en la dimensión social de la ciudadanía, Perón desafiaba la validez de un concepto de democracia que la limitaba al goce de derechos políticos. Y que su insistencia en una idea de democracia que indefectiblemente debía incluir derechos y reformas sociales fue comprendida cabalmente por los sectores populares. En contraste, esos mismos sectores recibían con escepticismo los discursos y símbolos formales del liberalismo vernáculo. La Década Infame, con sus secuelas de frustraciones individuales y colectivas, fue el punto de referencia sobre el que se configuró la cultura peronista, cuyos significados menos tangibles fueron el orgullo, el respeto propio y la dignidad conquistados por mayorías anteriormente humilladas. El poder social herético que el peronismo encarnaba se expresó también en el empleo del lenguaje.

Salvando las notables diferencias, es posible emparentar estas observaciones de James con algunos rasgos de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. En primer lugar, el presidente Kirchner entendió que la gran crisis que se desencadenó en 2001 había sido nuestra década infame contemporánea. La tomó como contraste y contramodelo para levantar el propio. Buscó llegar a todos aquellos que vivimos esa bancarrota personal y colectiva y restaurar la confianza en un cambio. No sorprende que los que entonces eran muy jóvenes experimentaran sus gestos como maderos en medio del naufragio. El kirchnerismo es también lo más parecido a la versión del peronismo que se constituyó en los orígenes de ese movimiento. La comparación con los años ’70 carece de asidero en elementos básicos: el contexto de violencia armada, el rol impotente de Perón, la escasa acción de gobierno alcanzan para comprenderlo. El desarrollo de esas relaciones supera las posibilidades de esta nota, que apenas quiere destacar la retórica que el kirchnerismo construyó a partir de muchos y potentes gestos heréticos, todos recordados en estos días.

Quizá esa saga comenzó con la remoción de la Corte adicta, una decisión que, siendo un legado de radical republicanismo, paradójicamente no se detuvo en pruritos procedimentales señalados en ese momento. Los que todos los jueves participamos de las manifestaciones frente a Tribunales reclamando esa medida, nunca imaginamos la impronta que el novel presidente le imprimiría a ese cambio. Nuestras mentes aun colonizadas por el posibilismo hubiesen considerado una herejía el nombramiento de algunos integrantes de la actual Corte Suprema, o el posterior de Mercedes Marcó de Pont al frente del Banco Central. Néstor Kirchner, que no era un orador brillante, les dio brillo a sus obras, y su gestualidad audaz y desenfadada alcanzó un enorme valor simbólico. Ese discurso en acción recuperó el rol del Estado y la centralidad de la política, a la que le devolvió la efectiva dirección del rumbo económico, el poder de plantarse frente a interlocutores poderosos y la búsqueda irrenunciable de justicia social en la acción de gobierno. Postulados que parecen obvios, pero no lo son. Serán, en cambio, materia de luchas por los significados dentro del mismo peronismo.


No debería sorprender la repentina visibilización de quienes apoyaban esas medidas a pesar del implacable bombardeo mediático-político. Son más o menos los mismos que se habían manifestado festivos en el Bicentenario. Allí pudo sentirse algo más que un repentino orgullo patrio o las ganas de disfrutar un show artístico. No se concurre masivamente a una convocatoria que pueda sentirse ajena o contraria a los intereses propios. Se compartió un estado de ánimo colectivo; una interpretación de nuestra historia bicentenaria y reciente; una vocación latinoamericanista. Esa convocatoria fue abierta, plural, sin banderías, y así fue también la adhesión, sin clausuras, sin explicitud de pertenencias, sólo acompañando gratamente un curso de la cosa pública, de la acción política.

* Comunicadora social.
 
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miércoles, 10 de noviembre de 2010

JULIO GRASSI SIGUE LIBRE: Justicia para el poder, ¿justicia? para los pobres.

El cura católico Julio César Grassi, condenado a 15 años de cárcel por el abuso sexual de un chico que tenía entonces 13 años, seguirá en libertad, al menos por ahora. 

La Cámara Penal de Morón resolvió en fallo dividido, que fue “mal concedido” a la fiscalía y a los querellantes. 

Grassi, vive enfrente a la Fundación "Felices los Niños", escenario de sus abusos sexuales.

Teniendo en cuenta que el 80% de los presos de la Provincia de Buenos Aires son procesados sin condena (sin ninguna), provenientes de secores excluidos, y que no gozan de estos privilegios por parte de los jueces que se burlan de todos nosotros, viene a la mente la máxima bíblica: "Justicia, Justicia perseguiras..."

martes, 9 de noviembre de 2010

NESTOR KIRCHNER Y EL PUEBLO PILAGÁ

Sentidas palabras de Delfin García, Autoridad Originaria Pilagá de la Comunidad Campo del Cielo, Formosa, hablando del sentido que para ellos tenía Nestor Kirchner.

En 2001/2002 entre las comunidades había hambre. Hoy esa realidad cambió, no lo suficiente, pero cambió y se nota.

RUBEN DRI: La tercera pueblada

 Por Rubén Dri
 
El 27 de octubre me encontraba en México, cuando mi sobrina Vanesa me anuncia la terrible noticia que acaba de recibir, vía telefónica: “Murió Kirchner”. No, no puede ser. Sentimiento terrible y profundo de bronca, de injusticia. Dolor por la pérdida irreparable, por estar lejos y no junto al pueblo, con el pueblo, que sin duda habrá de mostrar todo su agradecimiento y el juramento de estar junto a Cristina para continuar y profundizar el proyecto de transformación en marcha.

Acudo a Internet y allí no sólo constato lo presentido, sino que la realidad lo supera por default. La Argentina profunda, el pueblo-pueblo, la multitud, no la que piensa Negri, sino la que se construye como “pueblo” se hizo presente, desbordó los espacios para agradecer a Néstor que había sacado al país del infierno, que había reconstruido el Estado, que había revalorizado la política, en una palabra, que había retomado la senda del proyecto nacional, popular, latinoamericano que, después de la gesta del primer peronismo, había naufragado bajo las balas de la Marina y el Ejército.

Del 2001 al 2010 se producen tres puebladas mediante las cuales el pueblo trazó el camino de recuperación de la patria. La primera se produjo el 19-20 de diciembre de 2001 bajo el lema “¡Que se vayan todos!”. Era el hartazgo del pueblo frente a las políticas neoliberales de los ’90. Pueblada condenatoria del neoliberalismo depredador que había dejado al país en la más terrible desolación. Fue una pueblada sin propuesta, se dijo en mil tonos diferentes, es decir, fue algo negativo. ¿Sin propuesta? Hubo alguien que interpretó el acontecimiento de manera diferente y ése fue Kirchner, el pingüino que vino del Sur, entró por la ventana, el único hueco que encontró para “colarse”. No sé qué lecturas de Hegel tenía Néstor en su haber, pero sin duda que Cristina le habría comentado algo al respecto. Pero con lecturas hegelianas o sin ellas, supo ver que dicha pueblada era la primera negación a la que le seguiría la segunda, la cual él se sentía llamado a producir.

La negación de la negación que el pueblo reclamaba mientras inundaba las calles en jornadas intensas significaba terminar con la impunidad, renovar la Corte de la “vergüenza”, limpiar el Ejército, impulsar la política de los derechos humanos, recuperar el trabajo, impulsar el mercado interno, en una palabra, retomar el proyecto nacional, popular y latinoamericano por el que habían luchado los fundadores de nuestra nacionalidad y que el primer peronismo había recuperado en la década del ’40. Ello no podía hacerse sin confrontación, porque un proyecto popular necesariamente choca con los intereses de los grandes centros de poder, que recurrirán a todos los medios para hacerlo naufragar. Una vez que el proyecto nacional mostró cierta consistencia, comenzaron los enfrentamientos más serios, porque el proyecto nacional sólo podía avanzar cercenando intereses de los poderosos.

Vino así el enfrentamiento con las corporaciones agrarias, autodenominadas “campo”. Ese momento fue crucial en la definición del proyecto que divide netamente a la sociedad en dos campos, el nacional y popular y el antinacional y antipopular, el autocentrado en el mercado interno, que mira a América latina como horizonte, y el heterocentrado en el mercado externo que mira al Imperio como horizonte y añora las “relaciones carnales”. La 125, traición de Cobos y restricción mental de “almas bellas” que fingieron votar por un proyecto inexistente mediante, no pasó, pero marcó a fuego la existencia de dos campos antagónicos sobre los cuales había que decidirse. No eran Néstor ni Cristina quienes dividían esos campos. Eran los proyectos de país que ahora se hacían explícitos y ya no valía la “buena voluntad” para dispensarse de participar.

¿Derrota del pueblo? ¿Derrota del Gobierno? Sí, en parte, pero el gobierno de Cristina, en lugar de ceder y entregar las banderas, profundiza el proyecto con las mejores medidas, la supresión de las AFJP, la estatización de Aerolíneas, la Asignación Universal por Hijo y jubilación para 2.500.000 personas. ¿Estaba el pueblo conforme? Según lo que transmitían la televisión, Clarín y La Nación, había un descontento generalizado y una inseguridad que hacía que volver a casa fuera poco menos que un milagro. Llegaron entonces los festejos del Bicentenario y allí se produjo la segunda pueblada. Millones de argentinos llenaron el centro de Buenos Aires, dando el mensaje explícito de que estaban conformes con la marcha del proyecto.

Y llega el momento inesperado, la muerte del líder, autor principal del proyecto nacional, popular y latinoamericano. Era el momento en que el pueblo debía hacerse presente en el espacio público para agradecer, pero sobre todo para mostrar que estaba dispuesto a sostener con su presencia y movilización el proyecto transformador que hasta ese momento era compartido por el liderazgo de Néstor y Cristina y que ahora queda en manos de la Presidenta. En ese momento angustioso, con olor a tragedia, el pueblo no falló, como nunca lo hizo en esos momentos en que las circunstancias exigieron su presencia y participación. Masivamente dijo que el movimiento popular había salido definitivamente de las sombras en que la dictadura militar y las depredatorias políticas neoliberales lo habían sumergido, para ser nuevamente protagonista bajo el liderazgo de una mujer que ha dado muestras de la entereza, el valor y la preparación intelectual más que suficiente para ejercerlo.

La participación masiva de los jóvenes nos dice que hemos recuperado la tradición movimientista que ha sido protagonista de los mejores logros tanto de la política interna como de la externa. Los desafíos son grandes y nada está asegurado de antemano, pero las perspectivas son esperanzadoras en la medida en que el pueblo se pone como protagonista.
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