sábado, 22 de febrero de 2014

MIAMI - Todos los golpes antidemocráticos dicen que se producen para defender a la democracia.

Por Luis Bruschtein

Todos los golpes antidemocráticos dicen que se producen para defender a la democracia. Y todos deponen a gobiernos elegidos democráticamente para instalar otros de facto. Por eso las excusas no son importantes, sino las consecuencias. Para Estados Unidos, cualquier gobierno que no acepte sus políticas para la región es comunista, populista o cualquier otro ista que se pueda inventar. O sea: para Washington no es democrático estar en desacuerdo con sus intereses y en consecuencia cualquier ataque que se le infiera al desobediente estará justificado. No es una elaboración teórica o ideológica sino la historia de América latina. Se sabe que Washington financió la huelga de los camioneros contra Salvador Allende en Chile, y al ejército de los contras en Nicaragua contra los sandinistas. La lista es mucho más larga en esa historia de guerras provocadas, de invasiones y de golpes militares y hasta de asesinatos de dirigentes populares, promovidos, protagonizados o financiados desde Estados Unidos.

Con sus diferencias, los gobiernos que surgieron tras el repliegue del neoliberalismo en la región iniciaron un proceso independiente de integración e intercambio. Son gobiernos que protagonizan a su manera fenómenos masivos de inclusión, desde la Argentina, hasta Ecuador, Uruguay, Bolivia o Brasil y Venezuela. Venezuela era el peor de todos. Con una riqueza petrolera infinita, los venezolanos pobres eran más pobres que los de Arabia Saudita, un país feudal. Los contrastes en los demás países, aunque fuertes, no se comparaban con los de Venezuela. De allí salió el chavismo. Donde más profunda fuera la desigualdad, la polarización necesariamente iba a ser mayor en un proceso que tratara de revertirla.

Hay una regla de hierro en la historia de la región. Cuanto más pujan los gobiernos por la distribución de la riqueza, más lejos los pone Estados Unidos. En cambio, cuanto más hicieran por la concentración de la riqueza, o sea por favorecer a los ricos locales y las grandes empresas, más cerca estaban del poderoso vecino del Norte. La administración menemista fue un ejemplo en Argentina de lo que debe hacer un gobierno para que Estados Unidos lo considere su aliado. Es muy difícil ser amigo de los Estados Unidos si no se trata de un gobierno que favorece a los ricos. Se supone que una cosa es la política interna y otra diferente las relaciones internacionales. Sin embargo, es evidente que hay una ligazón porque varios de los nuevos gobiernos han tratado de concordar con Washington, pero a lo sumo pudieron lograr una relación más bien fría.

La propuesta de los Tratados de Libre Comercio es que cada país de la región comercie de manera unívoca con Estados Unidos. Una especie de embudo. La idea del Mercosur, la Unasur y la Celac es hacer horizontal esas relaciones como una trama y no un embudo y también para que la negociación con las grandes economías no sea tan desigual. Son estrategias que se contradicen y por lo tanto hay una contradicción entre estos procesos de integración y las estrategias de Estados Unidos.

Esas contradicciones tienen puntos de fricción y el más ríspido de todos ellos ha sido Venezuela desde que asumió Hugo Chávez. Estados Unidos importa gran parte del petróleo que consume. Venezuela tiene las reservas de petróleo más importantes del planeta y es el tercer proveedor de los Estados Unidos que, a su vez, es el principal comprador de Venezuela. Esa cantidad de energía –que tiene una proyección mínima de cien años de productividad– puede aportar a los procesos de integración o alimentar a la economía más grande del mundo. En realidad tiene tanto que puede hacer ambas cosas, como sucede ahora. Pero además, el proceso chavista ha sido el más crítico y desafiante para los gobiernos norteamericanos. Todos esos condimentos confluyen en el corazón de un proceso político interno muy polarizado y crispado.

Con el respaldo que tenía, Chávez pudo haber optado por formas de gobierno más autoritarias pero, con todas sus imperfecciones eligió el camino de la democracia, donde gran parte de los medios de comunicación más importantes estuvieron siempre en manos de la oposición, los partidos opositores tienen libertad para organizarse, expresarse y manifestarse y se han realizado ya numerosas elecciones impecables. En una de ellas incluso perdió el chavismo, que lo reconoció sin dudarlo. Hay un Parlamento pluripartidario y funciona un Poder Judicial, aunque es cierto que está atravesado por la misma polarización que afecta a toda la sociedad. Como expresión de esa polarización, gran parte de la clase rica de Venezuela se marchó a Miami. No son exiliados ni perseguidos políticos. Son personas con la suficiente capacidad adquisitiva como para darse el lujo de vivir en Estados Unidos porque no toleran al gobierno de su país. La base de ese éxodo es la intolerancia, el mismo sentimiento perturbador que sustentó el surgimiento de Leopoldo López como representante de los grupos más recalcitrantes de la oposición.

López fue parte de comandos civiles durante el golpe de Estado del 2002 contra Chávez. Como actor civil del golpismo, con chaleco antibalas y acompañado por una patota de simpatizantes, arrancaba de sus domicilios a funcionarios del gobierno de Chávez. López es un acérrimo anticomunista muy ligado a Miami y acusa al gobierno bolivariano de ser una dictadura comunista. “Vamos a salir a la calle para echar a este gobierno”, “no vamos a parar hasta echar a Maduro” fue la convocatoria de López a las marchas que devinieron en violencia.

Cuando una convocatoria no tiene una reivindicación concreta y se da por tiempo indefinido, está provocando una situación de violencia insurreccional golpista. El presidente Nicolás Maduro ganó las elecciones presidenciales del año pasado por una pequeña diferencia –1,5 por ciento, alrededor de 200 mil votos– al candidato Henrique Capriles, quien aglutinó a toda la oposición. Poco tiempo después esa diferencia se amplió a casi diez puntos y más de un millón de votos, en las elecciones municipales. Tras la muerte de Chávez y con una situación económica difícil, el respaldo a Maduro no sólo no fue en descenso, sino que creció. Convocar a su destitución constituye una declaración de fe golpista. López buscó repetir las condiciones que desembocaron en el fracasado golpe del 2002 del que participó como civil aunque ahora sea presentado por la CNN y los grandes medios de comunicación como una persona democrática.

Al igual que en el golpe de 2002, la CNN pasó a tener un rol militante, que traduce al lenguaje del periodismo el discurso de la crispación golpista. La difusora forma parte del dispositivo ideológico creado durante la Guerra Fría por Washington. Una millonaria inversión convirtió a la ciudad de Berlín occidental en una bella vidriera del capitalismo frente a una eternamente destartalada Berlín oriental. Miami fue el paraíso de plástico y consumo que se levantó frente a Cuba. Misteriosamente surgieron grandes fortunas entre los exiliados cubanos y varios de ellos las volcaron en empresas mediáticas y ONG orientadas a América latina. Tras el fin de la Guerra Fría, Miami se convirtió en la Meca de las capas medias latinoamericanas del deme dos y los nuevos ricos. Las aristocracias, en cambio, prefieren a la capital cosmopolita de Nueva York. Pero con el sustrato ultrarreaccionario de la primera camada del exilio cubano, Miami se ha convertido en un faro ideológico para estas capas medias altas, muchas de las cuales se enriquecieron gracias a los gobiernos de los cuales abominan.

Los alineamientos han sido claros. Mercosur, Celac y la Unasur anunciaron su respaldo a las instituciones venezolanas. La mayoría de los países de la Alianza para el Pacífico que tienen tratados de libre comercio con Estados Unidos cuestionaron al presidente Maduro. En Argentina, el gobierno, el peronismo, los movimientos sociales y los sectores de izquierda y centroizquierda que respaldan al kirchnerismo se expresaron en consonancia con la Unasur. La oposición, desde Sergio Massa y el radicalismo hasta el centroizquierda que alguna vez pudo haber simpatizado con el chavismo se expresaron en el mismo tono que la CNN de Miami. O sea en el mismo tono del voto que buscan representar.

Fuente: Pagina12

domingo, 26 de enero de 2014

EMIR SADER: Guantánamo es el infierno de la Tierra

26/01/2014

Por Emir Sader


Ya pasaron 12 años desde su instalación, y 5 desde la promesa del presidente Obama de cerrarlo. Pero Guantánamo sigue, como el peor atentado a los derechos humanos en muchas décadas. Nada se compara en el mundo de hoy a las violaciones a los derechos más elementales de los seres humanos que lo que pasa en Guantánamo.

Por eso Estados Unidos lo instaló fuera de su territorio, fuera de cualquier circunscripción, de cualquier tipo de control jurídico. En el limbo constituido por esa otra monstruosidad –un territorio imperial incrustrado en territorio cubano, en contra de la voluntad soberana del pueblo de Cuba–.

Así, en ese espacio de nadie –o mejor, del terror imperial– siguen sucediéndose las peores formas de tratamiento animalesco de seres humanos. Ellos ya habían llegado a la prisión amarrados como animales, con capuchas, desfigurados de cualquier fisonomía que recordara que se trata de seres humanos, para que pudieran ser tratados como bestias.

Presos en jaulas, como animales salvajes, amarrados todo el tiempo, con capuchas, sin poder siquiera leer el Corán, alimentando a la fuerza a docenas de presos que mantienen huelga de hambre –es la situación más inhumana que se desconoce en el mundo hoy–.

Acusados de terrorismo, sin ninguna prueba, sin obligación de cumplimiento de ninguna norma jurídica, sin tener que probar a nada a nadie, ellos son las víctimas de la cobardía internacional. No hay ninguna iniciativa importante en el mundo que busque acusar y castigar lo que los Estados Unidos hace en Guantánamo, como si fuera su patio trasero en la era de la Guerra Fría.

Cerca de 800 personas pasaron por ese infierno, 150 todavía están ahí, 9 murieron, apenas 7 fueron condenados –5 de ellos se declararon culpables para firmar acuerdos que les permitieron salir de prisión–, 6 de los sospechosos pueden ser condenados a muerte.

Además de ser condenados expresamente por todos los organismos internacionales que mínimamente se ocupan de los derechos humanos, Estados Unidos debería estar excluido de participar y de pronunciarse sobre la situación de los derechos humanos en cualquier lugar del mundo, mientras siga existiendo Guantánamo. Menos todavía puede Estados Unidos ser sede de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, de la OEA.

Guantánamo es la más grande vergüenza mundial en el tratamiento de seres humanos. Los países que reivindican una política exterior soberana tienen que unirse y exigir el fin de la prisión de Guantánamo y, además, la devolución de ese territorio (que no le pertenece) a Cuba.

Fuente: Pagina12

miércoles, 22 de enero de 2014

Ser o no ser “víctimas”

22/01/2014

Por Gisela Cardozo * y Alejandro Michalewicz **


Familiares de Detenidos Desaparecidos por razones políticas planteaba en el 2008: “Nos preguntamos qué efectos tiene para los Ex Detenidos Desaparecidos el haber tenido que omitir en sus primeras declaraciones su identidad de militantes políticos así como el sentido en el cual se inscribieron sus acciones: la disputa política entre dos modelos opuestos de país”.

El extracto de este artículo es producto de una investigación sobre el Plan Nacional de Acompañamiento y Asistencia a los Querellantes y Testigos Víctimas del Terrorismo de Estado, implementado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación en el marco de la reapertura de los juicios contra el terrorismo de Estado en Argentina a finales del año 2006. Dicha investigación es producto de un convenio entre la Universidad Nacional de Lanús y el Centro de Asistencia a Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos Dr. Fernando Ulloa de la mencionada Secretaría.

Las entrevistas realizadas se basaron en aportes de testigos de los actuales juicios contra el terrorismo de Estado, como también abogados querellantes, fiscales y operadores del Plan Nacional de Acompañamiento (hoy dependiente del Centro Ulloa), y se realizaron tanto en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, como de las provincias de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Tucumán y Entre Ríos durante el año 2010.

Intentaremos abordar un planteo recurrente por parte de muchos testigos entrevistados en relación con una cierta incomodidad que les provoca el ser nombrados como “víctimas”.

A pesar del fuerte cuestionamiento que muchos ex detenidos-desaparecidos (ex DD) entrevistados han mostrado por este término, la necesidad de su utilización –incluso en el nombre del Plan que fue objeto de la investigación– remite a cuestiones legales y operativas. El término “víctima” cumple con la función de diferenciación en relación con otro grupo de testigos, por ejemplo los de la defensa (además de delimitar un campo de intervención en la práctica del acompañamiento y asistencia que el Estado ejerce sobre las personas que fueron víctimas de delitos de lesa humanidad).

Un testigo ex DD nos dijo: “No sé si asumir el papel, pero sí asumir el nombre víctimas, pero sin que nosotros nos sintamos víctimas. Porque fundamentalmente la asistencia y contención que recibimos es por esa condición de víctimas”.

¿Qué connotaciones invoca la palabra “víctima” para muchos ex DD en la actualidad? Según un abogado de la querella: “Creo que recién hoy nos podemos asumir como víctimas. O sea, nosotros somos luchadores y eso no tiene nada que ver con que seas o no víctima. Lo que pasa es que socialmente la palabra víctima tiene una carga peyorativa. Pensás que víctima es aquel que inocentemente no hizo nada y, por lo tanto, fue victimizado; es un error. En realidad, víctima es un sujeto al que se le prohibió injustamente de sus derechos por parte de un victimario”.

Nos preguntamos ¿cuál es la relación que se establece entre ser víctima, ser inocente y “no haber hecho nada”, la cual introduciría una carga peyorativa en la palabra víctima?
“Algo habrán hecho”

La pretendida “teoría de los dos demonios” afirma que existió una guerra entre la “guerrilla” y las Fuerzas Armadas, cuya violencia análoga recayó injustamente sobre una sociedad que en su conjunto ignoraba lo que sucedía y que, por lo tanto, fue víctima inocente de la barbarie.

(Levin, 2011: 5)

Desde esta perspectiva sólo se considerarían “víctimas” a quienes no pudieran incluirse como parte de alguno de los “demonios”.

En las declaraciones ante el Juicio a las Juntas, se impulsó a los testigos a asumir el lugar de “víctimas inocentes” ya que asumirse como militante político implicaba la definición misma de culpable.

Según dos ex DD entrevistados: “Cuando declarabas en el ’85, ante esos jueces, parecías vos la culpable y no la víctima” ; “... de alguna manera vos eras acusada todavía de subversiva, terrorista, por algo habrá sido”. En ese marco, lograr ser considerados “víctimas” constituía una eximición de su supuesta culpabilidad, así como la posibilidad de librarse del “algo habrán hecho”.
“No haber hecho nada”

La supuesta equivalencia entre ser víctima y “no haber hecho nada” es un punto central de la cuestión. Durante las entrevistas, la respuesta más habitual ante la pregunta de por qué el cuestionamiento a la denominación “víctima” fue que este término daría cuenta de una pasividad que resulta contraria a la reivindicación de la militancia política de muchos ex DD. Por ejemplo, un entrevistado –al hablar de su hermano detenido-desaparecido– nos dijo: “A mí no me gustaba la palabra víctima, y a muchos no nos gustaba, porque víctimas más bien eran los bebés, los pasivos, qué sé yo. Ellos eran militantes que tenían una ideología y habían asumido prácticas concretas”.

Sin embargo, en el contexto de los procesos judiciales llevados a cabo en los ’80, intentando que no se pierda la credibilidad en sus declaraciones, los ex DD se vieron forzados a no mencionar ni una palabra de su militancia política. Así lo explica Lila Pastoriza (testigo de la causa ESMA): “En el juicio a las Juntas uno sentía que lo fundamental era dejar constancia, probar eso que había ocurrido. Había que dar un primer paso y lo fundamental era decir que se habían cometido esos delitos, qué había pasado en la ESMA, quiénes habían estado implicados. Y contar: los sobrevivientes sentíamos la necesidad de contar lo que nos había ocurrido, los nombres, pero dominado por la prueba en una situación donde no se podía hablar de militancia política, había que disimularla, había una zozobra grande y una situación de cierto temor porque temías que los abogados de las defensas te impugnaran por la presencia de la teoría de los dos demonios” (“Al fin, justicia”, Página/12, 23 de octubre de 2011).

¿Es ser “víctima” sinónimo de haber sido pasivo? ¿O es que la actividad de las víctimas fue un punto silenciado a través de todos estos años en que –teoría de los dos demonios de por medio– reconocerse como militante era sinónimo de ser culpable?

En la provincia de Chaco, el equipo de acompañamiento produjo un profundo debate acerca de este tema:

“¿Qué es un compañero que pasó por un Centro Clandestino de Detención y sobrevivió? (...) Es un sujeto activo y colectivo del intento más serio de transformación de la historia argentina, sujeto pasivo del genocidio argentino. Esa es la noción de víctima que resultó contenedora para los compañeros. Justamente son víctimas porque ellos militaron activamente, y no por haber cruzado la calle.”
La reapertura de las causas

Desde la reapertura de las causas contra el terrorismo de Estado en Argentina se da una nueva situación para los ex DD a la hora de brindar su testimonio en el marco de los juicios. Se trata de la posibilidad para los testigos de salir del lugar de “víctima inocente pasiva” para poder ocupar el lugar de “víctima a causa de la actividad política” sin dejar por ello de ser inocentes ante la Justicia.

De esta manera, los testigos han tenido la posibilidad de hablar de su militancia política y también de ubicarse desde una posición política, ya sea en relación con el desarrollo de los juicios en sí mismos o en referencia a las razones por las cuales continúan brindando, aún hoy, su testimonio.

Esto ha producido dos tipos de reacciones por parte de la defensa de los acusados: o bien han intentado evitarlo, sosteniendo que los discursos políticos no deberían permitirse en el desarrollo de un juicio, o bien han procurado utilizar a la militancia política de los testigos para dar cuenta de su “no inocencia”, poniendo en práctica así nuevamente la teoría de los dos demonios.

¿Qué dicen hoy las víctimas-testigos?

“(en mi declaración dije) que seguía pensando en ese mundo que habíamos buscado porque, si no, no tenía sentido estar ahí haciendo un juicio y diciendo a mí me metieron la picana acá o acá (...) sigo pensando que un mundo más justo es posible y que aquello que pensé en aquel tiempo de un país sin pobreza, con justicia, sigue siendo posible y lo quiero y lo busco porque si no ¿para qué tanta cosa?”

Poner en su justo lugar de victimario al Estado terrorista y a quienes llevaron adelante sus acciones es también luchar contra la impunidad y la clandestinidad que la dictadura cívico-militar impulsó. Eso es lo que empieza a destacarse en las audiencias de los juicios, donde cada uno se ubica en el lugar que le corresponde: las víctimas que no tienen por qué ocultar su militancia ni su ideología al brindar su testimonio y los victimarios que son acusados por lo cometido, en el marco de un proceso judicial y con las garantías propias de un Estado de Derecho.

* Lic. en Ciencia Política (UBA). Secretaria de Prensa de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

** Lic. en Psicología (UBA). Investigador de la Cátedra II de Salud Pública de la Facultad de Psicología, UBA.

Fuente: Pagina12

domingo, 19 de enero de 2014

MEMPO GIARDINELLI: El poeta, el dólar y los golpes en la vida

19/01/2014

Por Mempo Giardinelli

Como si no fueran suficientes los 40 grados ya habituales, en el hirviente verano porteño hay gente especializada en recalentar los ánimos echando leña al fuego sin cesar y como para que el país camine una vez más hacia confrontaciones en las que no ganará nadie y perderán todos, excepto los grupos concentrados que siempre han tenido la sartén por el mango y el mango también, como decía la inolvidable María Elena Walsh.

Es curioso que esto suceda justo cuando la sociedad argentina lamenta la pérdida del poeta Juan Gelman, vate de excelencia y reconocimiento universal que, sin embargo, ya ha sido mediáticamente cuestionado por típicos compatriotas de esos que siempre buscan pelos en la leche. Y sucede, además, justo a la par de la declaración por parte del Poder Ejecutivo de tres días de duelo nacional con bandera a media asta, gesto inusual que entraña una valoración que trasciende la figura y la obra de Gelman. Porque no es común en la historia de este país que un literato, un intelectual, sea honrado de forma semejante. Y más aún considerando que en vida fue no sólo un enorme poeta –en otro registro pero no inferior a Borges– sino también un militante político de izquierdas, que pasó por el Partido Comunista en su juventud, y en su madurez por el peronismo revolucionario y la dirigencia de Montoneros. Y quien fue, además, un luchador ejemplar por la causa de los derechos humanos en la búsqueda de sus familiares desaparecidos durante la dictadura.

Independientemente de la valoración humana, literaria y política que se haga de Gelman, no deja de ser impresionante el gesto del Gobierno, sobre todo en momentos en que las aguas de esta nación se ven turbias y los calores extremos sofocan espíritus como nunca antes. Claro que el horno en que se ha convertido la vida porteña no depende solamente del fenómeno climático que se conoce como calentamiento global. Al incendio que es la vida cotidiana colaboran también agentes típicamente argentinos, porteños y con fuertes y claros intereses de clase.

Expertos en recalentar la vida diaria, logran que este enero tenga como tema casi excluyente la cotización del dólar. O mejor dicho, la desmesura del supuesto valor de la divisa norteamericana, que al cierre de esta edición giraba en torno de los 12 pesos, un monto que delata la ferocidad de un pequeño mercado perverso que más allá de consideraciones económicas deviene, lisa y llanamente, instrumento de desestabilización. O dicho más claro, factor golpista.

No es exagerado decirlo, aunque algunas buenas almas puedan pensarlo. El golpismo en la Argentina estuvo siempre vinculado con frustraciones, y en este caso es palpable la de sectores que, a la vista del fortalecimiento de la democracia y sus instituciones, no podrían alcanzar jamás el poder político por vías constitucionales. Eso los hace inventar recursos innobles, como cuando un ajedrecista que está perdiendo la partida opta por patear el tablero. Siempre ha sido así, de igual modo que siempre este tipo de aseveraciones ha sido negada.

En el caso argentino son innumerables los episodios por el estilo que vivimos en los viejos tiempos, cuando era relativamente fácil convencer generales para que encabezaran golpes de Estado, civiles para que pusieran la cara y sacerdotes para que los bendijeran. Pero hoy todo ha cambiado y esos, felizmente, son sólo recursos del pasado.

Sin embargo, se sabe, el pasado siempre vuelve, al menos en algunas cuestiones. Y es lo que está sucediendo en la Argentina, por lo menos desde la crisis del también caliente verano de 2009. Cuando se vio que lo verdaderamente insoportable para esos grupos poderosos y borrachos de impunidad mediática es que se enfrentan a un gobierno que más allá de errores mantiene un nivel de iniciativa excepcional, como ningún otro en mucho tiempo. La toma de decisiones por parte del kirchnerismo es constante. Se podrá acordar o no en esto o en aquello, se podrá desinformar y se podrá mentir, pero no hay día sin que se hagan anuncios de obras, propuestas de leyes, inversiones. Y no se sostienen las tonterías acerca de si la Presidenta habla mucho o ahora no habla, ni las necias especulaciones acerca de una conducción más que obvia.

El golpe es, entonces y una vez más, la cuestión. Como en 2009 y como en cada uno de los cinco últimos años, el accionar de la colmena de desestabilizadores se basa en una imaginación calvinista, azuzada por el poder mediático y desenfrenada como si sus actores estuviesen enviagrados –valga el neologismo– o directamente drogados.

¿Que este texto exagera? Ni ahí, como dicen los chicos. Basta ver el “mercado” de divisas y su frenesí al alza, que no se condice con el estado real del país ni con los niveles de producción y de consumo.

Por eso ya se ve en el horizonte la próxima movida: los anuncios de sectores del llamado “campo” –inapropiada autodesignación como antónimo de una innominada “ciudad”– que ya se pintan las caras para librar nuevas batallas en contra de retenciones. Velan sus armas (tractores, granos retenidos, periodistas todo servicio) para recalentar el regreso de millones de argentinos de sus vacaciones. Como si no les alcanzaran los privilegios y las extraordinarias riquezas que acumularon en los últimos años, ellos sí que van por más. Es el poder lo que buscan, el añorado poder que tuvieron en otros tiempos, y para eso necesitan desplazar del poder al kirchnerismo, que ya se verá si está tan débil como parece por momentos o si todavía es capaz de marcar agenda y mantener la iniciativa política.

La muerte de un poeta deja, sobre toda sociedad y como ha sido siempre en la Historia, un sello estético que resulta marca de época. El dólar, siempre en la Argentina, es el más eficaz recurso desestabilizador de la vida de la ciudadanía. El golpe es la más infame acción antidemocrática. Y la negación del golpe, una vez más y como siempre, puede ser un inconsciente modo del suicidio político.

Fuente: Pagina12

miércoles, 15 de enero de 2014

SE NOS FUE JUAN GELMAN - MEMPO GIARDINELLI

Por Mempo Giardinelli

Ay sí, digámoslo: lo primero es la desolación, el miedo, el dolor.

Se murió Juan, el poeta. El más grande de todos, el de Violín, el de Gotán, el que nos enseñó a gozar de los diminutivos para la sonoridad contundente de versos inolvidables.

Juan el militante, el que luchó toda su vida por principios que muchos compartimos. Y así encontró una nieta que era, es, un poco hijo, hija, una vida que tiembla, seguro, ahora mismo en Montevideo.

Juan el amigo, el entrañable puteador que se enojaba cuando uno le decía que no fumara, que la cortara con los puchos. La última vez hace poco, en Brasilia, entre cenas y conversaciones interminables como las madrugadas y el calor. Esa noche se fumó más de medio paquete, y yo, pensando que a Soriano ya se lo había llevado el tabaco, le dije que no jodiera más con el pucho. Me retrucó que no jodiera yo, que era un converso y esos son los peores. Y me miró enojado. Y enseguida se rió como se reía Juan, un poco a lo niño, celebratorio de sus propias ocurrencias.

Y también déjenme decir lo primero que sentí: me cago en la puta que la parió a la Parca. Lo dije, y disculpen pero es lo más profundo y sincero que puedo decir ahora porque, también debo decirlo, hoy fue un día de mierda porque esta mañana se murió otro amigo, de nombre Marcelo, no un gran poeta, pero un flor de tipo. Y a las nueve de la noche esta noticia que paraliza, vamos, el doblete es demasiado.

Nos vimos mucho últimamente y siempre tan bien, tan ocurrente y jodón, y tan bien plantado en sus ideas y principios. Deja helado esta noticia canalla, ante la que uno sólo puede hacer lo que hacemos nosotros, los periodistas, los escribidores: contar lo que sucede. Y si lo que sucede es que se murió Juan Gelman, caramba, entonces conjeturemos: ¿Y mañana qué? ¿Cómo haremos para levantarnos y mirar el cielo y pensar en México, su otra patria, su otro entrañable territorio que lo acogió como a mí, como a tantos y tantas de nosotros? ¿Y cómo vamos a leer poesía de ahora en adelante, si ya no va a estar Juan?

Denme una idea de tiempo y medida, porfa, y me pongo a escribir ahora mismo. Eso les dije a los colegas del diario hace un ratito, casi ya las once de la noche y medio lagrimeando. ¿Qué otra cosa hacer sino ponernos a escribir, en homenaje al escriba más grande que teníamos? Yo lo conocí hace como cuarenta años, en la redacción de la revista Panorama. Juan ya era un prócer del oficio, y de la información internacional, y ya entonces daba poca bola. Fumaba a lo bestia, eso sí, pero qué íbamos a pensar, en aquellos tiempos en que nos sentíamos eternos, en los daños del pucho. Y a la poca bola le sumaba ese hablar medio cantadito, como de quien se hamaca en las palabras y eso porque era poeta. Pocos lo sabían, entonces. El culto a su obra vino después, pero la poesía de Juan ya era enorme porque nació enorme.

Durante el exilio no fuimos amigos. No nos dábamos bola, como nos pasó a muchos; eran los tiempos de las diferencias, que también suelen ser un modo de las construcciones. Después vinieron los acercamientos. Por terceros amigos, por gente querida que nos era común y que nos sigue uniendo. Y después fue un largo vino tinto una noche en Buenos Aires, los dos coincidiendo en cuánto amábamos esa ciudad que sin embargo habíamos abandonado. Y después los viajes, su departamento de la Colonia Condesa en el D. F. mexicano, alguna noche inolvidable de whiskies con picada argentina, y después Madrid, y más luego Frankfurt, y Brasilia, y Resistencia, a la que nunca pudo venir, pero siempre me decía que tantas veces había querido que era como que ya había estado.

Cierto: esta nota es berreta. Por el dolor quizá, por la prisa del cierre. Y porque cuando muere un amigo duelen hasta las palabras que uno encuentra y ni se digan las que somos incapaces de encontrar. Y cuando se muere un poeta que además es el Poeta Mayor de nuestra República, qué palabras va a encontrar uno.

Todo es dolor en esta hora. Dicen que se murió Juan, y entonces qué sé yo qué decir, si la verdad es que en este momento en que despacho esta nota por mail a mí me duele todo.

Descansá en paz, Maestro. Ninguna palabra sonará igual después de vos, querido Juan.




Fuente: Pagina12

domingo, 29 de diciembre de 2013

TESTIMONIO DE SYRA VILLALAIN DE FRANCONETTI: Una pasión argentina

A los 87 años contó en detalle, con perfecta ilación y fechas exactas, la destrucción de su familia. Dos violentos allanamientos y dos secuestros, un padre que escucha cómo torturan a su hijo, el exilio de los sobrevivientes.


Por Alejandra Dandan


Syra Villalain tiene 87 años. Hace rato ya que enumera con toda precisión una serie de fechas ante los jueces del tribunal de la causa ESMA. Son tantas que parecen dar cuenta de un enorme clan de familia, pero en este caso no hay aniversarios festivos, sino una cadena interminable de días, meses y hasta años que enumeran los efectos de la dictadura sobre su familia. Una de las primeras fechas que aparece es la madrugada del 17 de febrero de 1977, en la casa de Floresta. Una patota revisa los doce ambientes de las dos plantas, revuelve todo, da vuelta todo y se lleva a la fuerza a Eduardo Alvaro, el hijo más chico de los siete que tienen Syra y su marido, el médico del barrio Eduardo Manuel Franconetti. Unico varón, de la familia, tenía 18 años, había militado en la UES, pero a esa altura ya no lo hacía.

“Yo quiero destacar entre las secuelas de la represión del terrorismo de Estado la destrucción de tantas familias como la mía”, dijo la mujer al Tribunal Oral Federal 5. “Nosotros, yo, tenía siete hijos. Mi marido era médico, médico de gente pobre, médico de barrio como los que había antes. Eramos una familia con dificultades y con problemas, como ocurre en tantísimos hogares, pero mi esposo tenía derecho a conocer a sus nietos y mi hija y su marido (también desaparecidos más tarde) tenían derecho a ver crecer a sus hijas. Lo que pasó con mi familia no fue solamente con una o dos familias, sino con treinta mil que sufrieron lo más terrible que le puede pasar a un adulto, que es vivir la muerte de un hijo.”

Syra habló sin pedir recesos. Sólo alguna vez les pidió a los jueces “un segundito”. Tomó agua como quien aprendió a darse fuerza con lo que tiene a mano y siguió. El grupo armado que entró a la casa hizo una revisión minuciosa. “Los doce ambientes quedaron totalmente desordenados, con los pisos cubiertos por las cosas que fueron sacando de los placards y muebles.” Además de llevarse a su hijo Eduardo, se llevaron por unas horas a su esposo Eduardo Manuel, al que liberaron a la mañana siguiente. Eduardo padre estuvo alojado en una celda de un sótano, desde donde pudo sentir lo peor. “Pudo llegar a oír –dijo Syra– los gritos de mi hijo, que estaba siendo torturado.”

Eduardo Franconetti
Ese mismo 17 de febrero, otra patota entraba a una casa de Sarandí donde vivía la segunda hija de Syra, Ana María, poco más grande que Eduardo, también antigua militante de la UES y para ese momento artesana en Plaza Francia. Ana María vivía con su compañero y el padre de su compañero, ambos uruguayos. Esa noche, su compañero no estaba. La patota entró, ató al hombre mayor, a una pareja que estaba de visita y se llevó a la chica. Con el tiempo, lo único que supo la familia de los dos hijos más chicos es que fueron vistos en el centro clandestino del Atlético. “Fue un día terrible porque ese día entraron al centro clandestino del Club Atlético 19 pibes de la UES, muchos del Nacional Rivadavia y de los cuales sólo hay dos sobrevivientes.”

Las fechas de las que Syra habló en la audiencia continuaron. Un 29 de marzo de ese mismo año, 1977, no hubo patotas, ni secuestros pero Eduardo padre murió de algo que su familia menciona como tristeza. “Los secuestros, de sus hijos no sólo lo afectaron afectivamente, sino que –agregó su mujer– lo sacudió enormemente en la visión que tenía de la sociedad. No pudo resistir. Era un hombre joven. En el momento en que murió tenía 64 años. Y se murió de pena, de dolor, como murieron tantos padres y madres ante semejante situaciones.”

Syra fue convocada en la audiencia de la ESMA para dar cuenta de lo que en realidad siguió a partir de ese momento. El 11 de septiembre de 1977 una patota secuestraba a Adriana María, su hija más grande, y a su compañero, Jorge Donato Calvo. Ellos hacían la cola en el cine Ritz de Cabildo y Olleros para ver una película de Buñuel, Los olvidados, apuntó Syra en unas notas. Se llevaron a los dos. Tenían dos hijas, una había cumplido un año y “no caminaba”, escribió su abuela alguna vez. La otra tenía casi tres años. Esa tarde las habían dejado con los padres de Jorge. Ellos fueron los primeros que se dieron cuenta de que no volvían. Adriana estudiaba antropología, era empleada administrativa en Obras Sanitarias. Jorge era médico residente en el Hospital Ramos Mejía. Los dos militaban en Montoneros zona norte, él en el área de Sanidad.

Ana María Franconetti
"Ardilla"
“En el primero de los homenajes que se hizo en el Ramos Mejía por sus desaparecidos, creo que son nueve –dijo Syra a los jueces–, tuve la suerte de encontrar a un compañero de Jorge que todavía está en el hospital y que había guardado dos cuadernos de anotaciones que habían quedado en el armario donde mi yerno guardaba sus cosas. Me los entregó y ahora los atesoran mis nietas.”

Adriana y Jorge se habían conocido en el Nacional de Buenos Aires. “Los dos fueron excelentes alumnos, fueron alumnos brillantes, eran personas inteligentes, preocupadas por la realidad y deseosos de promover una igualdad de oportunidades para todos. Era un momento en que en toda América latina despertaban movimientos populares. Y ellos estaban inmersos en ese deseo colectivo de transformación de la sociedad.”

Desde Montoneros trabajaron en una serie de barrios populares, desde San Fernando hasta Carupá, que hoy ya no existen, dijo. “Todo eso fue loteado y urbanizado, ayudaron a los que allí vivían a organizarse para pedir la luz, el asfalto, las cloacas, el agua corriente, una guardería, una salita de primeros auxilios. Al mismo tiempo se dedicó mi hija a hacer trabajos de alfabetización y de ayuda escolar y Jorge trabajó en el área de Sanidad.”

Adriana Maria Franconetti
de Calvo
Syra supo que no estaban cuando la llamaron al trabajo. Al otro día presentaron un hábeas corpus y al otro publicaron una nota con la denuncia en el diario Buenos Aires Herald. Gracias a la nota, dijo la mujer, supieron con los años que Adriana y Jorge habían estado en la ESMA. Un grupo de detenidos desaparecidos obligados a realizar trabajo esclavo leyeron la noticia y la relacionaron con la llegada a Capucha de una pareja que aparentaba ser muy joven.

“En verdad, tanto mi hija como mi yerno tenían 27 años, pero aparentaban muchísimo menos –dijo ella–; de hecho, en algunos cines les pedían documentos para entrar porque pensaban que eran pibes.”

En la ESMA los vieron varios sobrevivientes. Syra fue conociendo distintos relatos. Alguna vez los situaron en momentos distintos al operativo y para certificarlo todo de nuevo ella fue al Herald a revisar toda la edición 1977. Buscó operativos en cines. Vio uno en el Splendid de la avenida Santa Fe, otro enfrente, pero sólo uno en Belgrano, el de su hija. Lila Pastoriza los mencionó en el Juicio a las Juntas y Alicia Milia de Pirles dijo que lo vio a Jorge desde su cucha, “y que la sorprendió porque tenía un aspecto muy, muy joven y le llamó la atención porque estaba bien vestido y limpio, no como los que estaban en el campo”. Ese dato es importante para la familia, pero también para los fiscales por ejemplo. Aunque parezca pequeño, la idea del estar bien vestidos puede asociarse a la ida al cine.

Adriana al parecer estuvo sólo unos días en la ESMA y Jorge unas semanas. Ambos están de-saparecidos. También lo están los dos hijos más chicos de la familia, Eduardo y Ana María.

Cuando terminó de contar todo esto, Pablo Llonto, abogado de la querella, le preguntó si podía explicar qué pasó con el resto de los hijas.

“Yo, después de que sucedió todo esto, tenía cuatro hijas que habían salvado sus vidas. Tres de ellas viajaron a México, donde estuvieron exiliadas. México realmente fue un país que acogió a los exiliados argentinos, los ayudó, pero el exilio siempre fue duro. Una de mis hijas hizo estudios universitarios, estudió psicología y allí estuvieron. Una volvió junto con la democracia, vino con Alfonsín. Y las otras dos volvieron más tarde. Y aquí quedó una sola, que no viajó porque en ese momento estaba casada con un chico que a los 23 años murió de cáncer.”

En México vivieron María Teresa, María Mercedes y María Gloria. María Victoria fue la que quedó viviendo en Buenos Aires.

“Yo quiero simplemente expresar mi satisfacción por la concreción de estos juicios que, la verdad, llegan un poco tarde, pero están funcionando”, dijo Syra. Y agradeció a los que sobrevivieron a los campos. “Ellos, después de vivir las atrocidades por las que tuvieron que pasar, tuvieron el coraje de dar sus testimonios y en gran parte muchos dieron sus testimonios antes de llegar la democracia. Eran noticias terribles, pero paradójicamente nos dieron seguridad porque uno ahí supo dónde estábamos parados y qué es lo que teníamos que hacer.

Fuente: Pagina12

sábado, 7 de diciembre de 2013

Mandela y Fidel

Por Atilio A. Boron *

La muerte de Nelson Mandela precipitó una catarata de interpretaciones sobre su vida y su obra, todas las cuales lo presentan como un apóstol del pacifismo y una especie de Madre Teresa de Sudáfrica. Se trata de una imagen esencial y premeditadamente equivocada, que soslaya que luego de la matanza de Sharpeville, en 1960, el Congreso Nacional Africano (CNA) y su líder, precisamente Mandela, adoptan la vía armada y el sabotaje a empresas y proyectos de importancia económica, pero sin atentar contra vidas humanas. Mandela recorrió diversos países de Africa en busca de ayuda económica y militar para sostener esta nueva táctica de lucha. Cayó preso en 1962 y poco después se lo condenó a cadena perpetua, que lo mantendría relegado en una cárcel de máxima seguridad, en una celda de dos por dos metros, durante 25 años, salvo los dos últimos años en los cuales la formidable presión internacional para lograr su liberación mejoraron las condiciones de su detención. Mandela, por lo tanto, no fue un “adorador de la legalidad burguesa”, sino un extraordinario líder político cuya estrategia y tácticas de lucha fueron variando según cambiaban las condiciones bajo las cuales libraba sus batallas. Se dice que fue el hombre que acabó con el odioso “apartheid” sudafricano, lo cual es una verdad a medias. La otra mitad del mérito les corresponde a Fidel y la Revolución Cubana, que con su intervención en la guerra civil de Angola selló la suerte de los racistas al derrotar a las tropas de Zaire (hoy, República Democrática del Congo), del ejército sudafricano y de dos ejércitos mercenarios angoleños organizados, armados y financiados por EE.UU. a través de la CIA. Gracias a su heroica colaboración, en la cual una vez más se demostró el noble internacionalismo de la Revolución Cubana, se logró mantener la independencia de Angola, sentar las bases para la posterior emancipación de Namibia y disparar el tiro de gracia en contra del “apartheid” sudafricano. Por eso, enterado del resultado de la crucial batalla de Cuito Cuanavale, el 23 de marzo de 1988, Mandela escribió desde la cárcel que el desenlace de lo que se dio en llamar “la Stalingrado africana” fue “el punto de inflexión para la liberación de nuestro continente, y de mi pueblo, del flagelo del apartheid”. La derrota de los racistas y sus mentores estadounidenses asestó un golpe mortal a la ocupación sudafricana de Namibia y precipitó el inicio de las negociaciones con el CNA que, a poco andar, terminarían por demoler al régimen racista sudafricano, obra mancomunada de aquellos dos gigantescos estadistas y revolucionarios. Años más tarde, en la Conferencia de Solidaridad Cubana-Sudafricana de 1995 Mandela diría que “los cubanos vinieron a nuestra región como doctores, maestros, soldados, expertos agrícolas, pero nunca como colonizadores. Compartieron las mismas trincheras en la lucha contra el colonialismo, subdesarrollo y el “apartheid”... Jamás olvidaremos este incomparable ejemplo de desinteresado internacionalismo”. Es un buen recordatorio para quienes hablan de la “invasión” cubana a Angola.

Cuba pagó un precio enorme por este noble acto de solidaridad internacional que, como lo recuerda Mandela, fue el punto de inflexión de la lucha contra el racismo en Africa. Entre 1975 y 1991, cerca de 450.000 hombres y mujeres de la isla pararon por Angola jugándose en ello su vida. Poco más de 2600 la perdieron luchando para derrotar el régimen racista de Pretoria y sus aliados. La muerte de ese extraordinario líder que fue Nelson Mandela es una excelente ocasión para rendir homenaje a su lucha y, también, al heroísmo internacionalista de Fidel y la Revolución Cubana.

* Director del PLED, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

Fuente: Pagina12

martes, 26 de noviembre de 2013

Democracia y derecho

26/11/2013

Por Guido Croxatto *

Para entender cuánto y cómo –y por qué– avanza o evoluciona una democracia hay un índice claro: la ampliación de derechos. A más derechos, más democracia. A menos derechos, a derechos recortados, menos democracia. Los derechos humanos configuran el contenido ético de la democracia (decía Eduardo Luis Duhalde). Los derechos humanos son un piso mínimo. Una garantía básica de la persona. En estos treinta años se avanzó (a distinto ritmo) en la consolidación de leyes que reconocen como nuevos sujetos de derecho a personas antes marginadas, cosificadas, tuteladas como objetos (los hijos de desaparecidos pasaron a ser sujetos de derecho con los juicios de DD.HH. y las políticas de la memoria que les devolvieron su identidad, les devolvieron un sentido a la justicia, a la jurisdicción, a los testimonios). La legislación del derecho a la memoria fue un paso decisivo, pero también la ley de identidad de género, la ley de matrimonio igualitario y la importantísima ley de salud mental (pero también el desendeudamiento externo, la relación más crítica con las instituciones financieras internacionales, la recuperación de recursos naturales, la integración regional, la reivindicación de una parte que había sido negada de la historia) reconocen como sujetos, como otros con derechos, a personas que antes eran negadas, encerradas y tratadas no como sujetos con dignidad, sino como objetos sin voz. La línea que separa un objeto de un sujeto de derecho (es decir, un objeto de una persona) es la línea esencial que define a la democracia. El nuevo código civil debe ser pensado en este camino. Como un camino de ampliación de derechos civiles. Las dictaduras y los gobiernos autoritarios tratan objetos, por eso son autoritarios: quitan derechos a las personas. No tratan sujetos. Tratan objetos, cosas inertes (que pasan a “disposición final”). La calidad de una democracia se define en el derecho, en la capacidad de avanzar en el reconocimiento de todos los sujetos de derecho y todas las subjetividades que tanto el derecho como la política, durante mucho tiempo, han negado. Esta es la esencia de la democracia: ir reconocimiento siempre más –nuevos– sujetos de derecho. No negarle a nadie su calidad de persona. No desaparecer. Ampliar el derecho a ser persona (no ser un “loco”, un “enfermo”, un menor, un discapacitado). No quitar derechos sino ampliarlos. Ampliar la comunidad y la participación, no marginando ni discriminando en razón de ningún motivo. Promover la tolerancia. No poner derechos con otro nombre (la consigna de grupos que reivindican con razón su identidad sexual es “El mismo amor, el mismo derecho con el mismo nombre”). No estigmatizar. Ampliar derechos es ampliar la democracia. Este debe ser el eje de un nuevo código civil: abolir todos los conceptos (como el concepto de “discapacitado”) que violan la autonomía y la dignidad de cada persona, conceptos vinculados a la eugenesia, el control social, la preeminencia del patrimonio sobre la personalidad (por eso se regula la discapacidad en el derecho civil). En el siglo XXI ya no hay lugar para la discapacidad. Ya no hay lugar para declarar que una persona es “inválida”. Debe haber un cambio de modelo o paradigma en la justicia civil. Para el derecho no puede haber discapacitados. Sólo personas.

Por eso debemos problematizar fenómenos que violan derechos y que nos parecen muchas veces normales (porque encarnan una violencia habituada, invisible, que no vemos: como la prostitución o la cárcel como un espacio sin ley, donde no rige el derecho, como dice Alberto Bovino). Porque allí también hay sujetos. No prostitutas o delincuentes, sino sujetos. Personas que no vemos. Palabra. La democracia avanza cuando empieza a ver sujetos (así se abolió la esclavitud, los esclavos eran vistos como cosas y una cosa no tiene derechos, pero llegaron a ser personas, sujetos de derecho civil) y esto se logra empezando a ver como violencia lo que antes (hoy) no era (es) visto como tal, sino como tradición, o como cultura (la esclavitud era “tradición”, en su momento era derecho del amo tener esclavos). Esto se rompe con el diálogo. Reconociendo la calidad de sujetos de esos objetos (esclavos). Llegar a ser sujeto es luchar por la propia identidad. Por la propia palabra. Por ser parte de un diálogo (precisamente una esfera pública que antes estaba vedada a esclavos, a jóvenes, a indígenas, a enfermos mentales, a homosexuales, a inmigrantes, a discapacitados, a menores de edad). Donde hay diálogo hay identidad. Donde hay diálogo (donde hay iguales que dialogan) hay más democracia. Vencer las consecuencias de la desaparición (como práctica genocida y como cultura), generada e instalada durante el Proceso, fue el primer paso. No el último. La política de derechos humanos (una política de visibilización), deja un modelo para toda la política, y para todo el derecho (público y privado) deja todo un camino aún por recorrer. Devolver la identidad y restablecer derechos es ampliar la democracia. Cada día un poco más. Vencer las consecuencias, como decía Nino, del “mal absoluto”, un mal que no se acaba aritméticamente a través de un juicio (que es necesario) en una fecha prestablecida, porque la esencial del mismo nace de la sociedad que lo albergó y lo alberga. El juicio debe cambiar la conciencia. El mal no se acaba con la condena, sino con el aprendizaje derivado (restablecer la idea de comunidad es restablecer los lazos sociales que rompió el Proceso). Se busca consolidar un así nuevo derecho, nuevas garantías, nuevas figuras, civiles y penales, hijas de una nueva conciencia. Se trata de generar en todos los planos más conciencia democrática. Más derecho. En ese sentido, la misión de la democracia es seguir educando. Ya los griegos lo decían: la democracia es la práctica pública (la virtud) del humanismo. La capacidad de ver a los otros. Eso es la democracia. Ver a los otros. No discriminar sino integrar. Incluir. Reconocer derechos. Reconocer formas de vida, culturas, tradiciones. Lenguajes. A diferencia de la dictadura, que no los ve. Los desaparece. O los roba. La democracia los fue a buscar (a los otros) y todavía los busca. Busca y descubre sujetos de derecho. Les da la palabra, lo que, según Celan, es casi como dar la vida. Raúl Alfonsín tenía razón. Con la democracia se vive.

* UBA-Conicet.

Fuente: Pagina12

sábado, 23 de noviembre de 2013

LA PROPIEDAD Y EN NUEVO CODIGO

Por Grupo de Curas en la Opción por los Pobres

1 En el mensaje final de nuestro encuentro anual celebrado en agosto de este año hicimos mención de la importancia del destino universal de los bienes por sobre el derecho a la propiedad privada en la enseñanza social de la Iglesia. Destacábamos entonces que “los bienes para la vida no son de unos pocos, Dios los creó para beneficio común de toda la humanidad, como lo recuerdan los grandes santos de la Iglesia y los últimos papas. Por eso la propiedad privada no es un derecho absoluto: tiene límites, sobre ella pesa una hipoteca social (San Ambrosio)”.

2 En nuestro mensaje con motivo de las elecciones legislativas del 27 de octubre expresábamos también que “la propiedad privada no es un dogma intocable, debe tener un sano límite impuesto por la necesidad de todos. Dice el Concilio Vaticano II que ‘Dios ha destinado la Tierra y cuanto ella contiene para el uso de todo el género humano. Por consiguiente, los bienes creados deben llegar a todos de una manera equitativa, dirigida por la Justicia y acompañada por la caridad’ (Gaudium et Spes 69). La propiedad privada es un derecho secundario, el único derecho natural primario es el destino universal de los bienes”.

3 Vemos con cierta preocupación que en el dictamen de la Comisión Bicameral para la Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación no figura el principio de la función social de la propiedad. Algunas críticas difundidas por los medios apuntaron a la necesidad de “frenar un nuevo avance del Estado sobre el sector privado” que pondría en riesgo la “seguridad jurídica” y tal vez esos argumentos hayan sido decisivos para no incluir dicho principio.

4 Nos resulta difícil de entender que los obispos hayan reclamado cambios, como la modificación del artículo 19, que establece ahora que la persona humana comienza desde la concepción, y no hayan reclamado con el mismo énfasis la inclusión del principio de la función social de la propiedad, tema claramente abordado por la reflexión bíblica, patrística y el magisterio contemporáneo de los papas en la Iglesia Católica y de incidencia cotidiana en la vida de los pobres.

5 Desde nuestra sensibilidad y caminar junto a las necesidades urgentes de los pobres, y sin ánimo de reclamar privilegios que no pretendemos tener, pedimos a los legisladores que discutirán el proyecto en el recinto parlamentario a partir del 27 de noviembre, la inclusión del reconocimiento explícito del principio de la función social de la propiedad por considerarlo directamente ligado al principio del destino universal de los bienes y articular así una herramienta que en manos del Estado sirva para garantizar el acceso de los pobres al derecho a la tierra, la vivienda y la dignidad. Nos preocupa que un instrumento tan importante como el Código Civil no legisle sólo para los que tienen asegurado el derecho a la propiedad sino prioritariamente para aquellos que –de no mediar una regulación del Estado– sufren la precariedad, la indefensión y la imposibilidad de vivir conforme a derecho. Es una cuestión de derechos humanos.

lunes, 18 de noviembre de 2013

NILDA GARRE: Una ley de derribo es inconstitucional

18/11/2013

Por Nilda Garré *


Periódicamente, proyectos presentados por legisladores, artículos periodísticos y, recientemente, declaraciones de candidatos en la campaña electoral, actualizan el debate de facultar a la Fuerza Aérea para el derribo de aeronaves sospechosas de transportar droga y/o contrabando que volaren en su espacio aéreo sin plan de vuelo aprobado y sin acatar intimaciones para identificarse y aterrizar. Las iniciativas se apoyan seguramente en la sanción en algunos países vecinos –Colombia, Perú, Venezuela y Brasil– de normas que prevén esas facultades. Frente a estas iniciativas debemos preguntarnos prioritariamente si en nuestro país una ley de derribo es constitucional.

Aunque es obvio, conviene destacar aquí que la interceptación para registro en el medio aéreo tiene características que difieren totalmente de las que se hagan en los ámbitos terrestre y acuático. Efectivamente, es posible interceptar un buque y forzar su detención empleando munición de calibre limitado o de características especiales sin provocar su hundimiento o, aún si ocurriera, permitiendo el salvamento de los tripulantes. También, es posible provocar la detención de un vehículo terrestre bloqueando su tránsito. En el caso del medio aéreo, por el contrario, la interceptación traducida en derribo de la aeronave provoca con casi total seguridad la muerte de los tripulantes.

Como sintetiza claramente el Dr. José Manuel Ugarte (Revista de la Defensa N 2, Ministerio de Defensa), “es una ejecución sumaria sin forma de juicio, la aplicación deliberada de la pena de muerte a quienes continúan amparadas por la presunción de inocencia derivada del artículo 18 de la Constitución Nacional, y que no pueden ser penados sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgados por comisiones especiales –como sería aquél a quien se atribuyera la facultad de dar la orden de derribo– ni privados de su derecho de defensa en juicio”.

Por otra parte, la Convención Americana de DD.HH. ratificada por nuestro país por la Ley 23.054, a la que la Constitución nacional asigna jerarquía constitucional, establece que “nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente...” y también que “no se restablecerá la pena de muerte en los países que la han abolido”, como sucede en la Argentina con la reciente derogación de la Ley 14.029 que en su momento había aprobado el Código de Justicia Militar.

Debemos agregar al esquema normativo vigente la Convención de Aviación Civil Interamericana (1944) modificada por el Protocolo de Montreal, con jerarquía constitucional, que establece que “todo Estado debe abstenerse de recurrir al uso de las armas en contra de las aeronaves civiles en vuelo y que, en caso de interceptación, no debe ponerse en peligro la vida de los ocupantes de las aeronaves. Sin perjuicio de reconocer que los Estados podrán recurrir a todos los otros medios apropiados para poner fin al acto de violación de su espacio aéreo”.

La normativa precitada deja absolutamente en claro la indiscutible inconstitucionalidad de normas como la que irresponsablemente se propone.

Hay dolorosas y muy conocidas experiencias de los riesgos de la aplicación de leyes de Derribo. Por ejemplo, el 20/4/01 la Fuerza Aérea del Perú (FAP) operando conjuntamente con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la administración de la ley en materia de drogas (DEA) estadounidenses, derribaron una avioneta (Cessna 185) en la Amazonia peruana, en la que viajaban la misionera bautista estadounidense Veronica Bowlers y su hija Charity de siete meses y un piloto estadounidense Kevin Donaldson, falleciendo las dos primeras y quedando gravemente herido el piloto. Revisada la avioneta se constató que no tenía drogas ni ninguna mercadería ilegal.

El Estado de Derecho, la preservación de la vida de quienes deban ser sometidos a la Justicia y el derecho de defensa en juicio, son también indispensables cuando se lucha contra el narcotráfico. No obstante, también somos plenamente conscientes que este gravísimo fenómeno criminal que afecta a nuestros pueblos debe combatirse firmemente. Ambos objetivos no son contradictorios ni incompatibles.

La captura de narcotraficantes que violan el espacio aéreo argentino es una actividad comprendida en la ley de seguridad que actualmente se realiza a través del apoyo previsto en el artículo 27 de la misma, por medio de los radares utilizados por la Fuerza Aérea Argentina para el control del espacio aéreo y también de los aviones con los que ésta intercepta –sin usar armas– vuelos ilegales. Más aún, a través de los Operativos Escudo Norte y Fortín II, ordenados por la Presidenta de la Nación en el 2011, se han agregado a esos radares otros terrestres del Ejército argentino que operan en el NO y NE del país y transmiten información en forma inmediata a las fuerzas policiales y de seguridad.

El narcotráfico es una actividad delictiva demasiado grave como para que se digan cosas irresponsables, oportunistas o improvisadas, o para que se engañe a la gente con supuestas soluciones mágicas. Constituye un problema complejo, dinámico y multicausal que genera efectos negativos en la salud, la convivencia social, la seguridad ciudadana, las instituciones democráticas y las actividades económicas. Nos exige un abordaje integral y multidisciplinario, con coordinación de todos los sectores estatales vinculados federales y provinciales, con policías absolutamente alineadas en la lucha contra el flagelo e insospechables de omisiones o complicidad con los delincuentes y debidamente capacitadas y equipadas. Requiere también jueces y fiscales conscientes del desafío pendiente y con los recursos humanos necesarios y exige, además, la activa participación ciudadana y toda una sociedad comprometida con las soluciones. Este difícil desafío no puede interferirse con propuestas irresponsables.

* Embajadora argentina ante la OEA; ex ministra de Seguridad y de Defensa.

Fuente: Pagina12

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