lunes, 6 de septiembre de 2010

EDUARDO ALIVERTI: Bajo techo

Pagina12
Por Eduardo Aliverti
 
Como siempre sucede cuando se abordan temas referidos al área de lo “institucional” –por ser muy ligeros en la definición– y no a lo que es o se interpreta como las necesidades básicas del “hombre común”, puede ocurrir en el periodista una sensación de lejanía. Un temor a extraviarse respecto de los sentimientos populares. Pero deben vencerse esas inquietudes, obviamente si hay el convencimiento de que tal distancia no existe.

Acaba de reglamentarse la ley de radio y televisión que sepulta a la dictatorial. No se trata de salarios, ni empleo, ni vivienda, ni salud (se iba a tipear “ni de educación”, pero de eso sí que se trata en forma directa). Y ni siquiera algún marciano supondría que, por fuera del ambiente del sector, hay quien recorrió los meandros de esas disposiciones técnicas. Sin embargo, nada de todo eso obstaculiza la certeza de que los argentinos vivimos con esta noticia un momento con perspectiva de histórico, si es que la sociedad, o sus sectores más dinámicos, demuestran estar a la altura de las circunstancias. Al margen de las agónicas chicanas de los grupos mediáticos monopólicos, y de sus amanuenses de la oposición parlamentaria (que han tenido alguna incorporación asombrosa), desde el miércoles pasado se abrió formalmente la puerta para que las voces públicas y emitidas sean más. Muchas más. Juzguemos si esto no es un interés que debería ser básico, y si ese interés no es acaso una necesidad; o si no debiera serlo. Los medios audiovisuales son desde hace mucho rato una parte constitutiva de nuestra cotidianidad. Se cuelan en la vida de cualquier mortal, incluyendo la de quienes los rechazan o intentan ser selectivos en su consumo. La revolución tecnológica, que es civilizatoria, no deja espacio para desentenderse de quiénes y cómo manejan los medios. Las sociedades son “habladas” e interpretadas por quienes cortan el bacalao mediático. No queda espacio para el romanticismo de la independencia comunicacional. Los multimedios son multinegocios que, aquí y en el mundo entero, manejan la producción simbólica del imaginario colectivo. Tienen empresas periodísticas y además petróleo, armas, telefonía, entretenimiento, discográficas. Son los dueños de la agenda pública. No necesariamente pautan cómo tenemos que pensar, pero sí de qué tenemos que hablar y la frontera es muy difusa. Si ese abanico no se dispersa entre más actores y si esos actores no representan otros intereses, de la escala media y baja de la pirámide social, sólo cabe esperar pueblos espectadores y nunca protagonistas. Esta es una lucha política y quien no entienda eso no entiende nada, no porque invariablemente los medios reemplacen a la política sino por el hecho de que, sin medios con discurso alternativo al dominante, no hay lucha política posible.

El desafío que se impone al entrar en vigencia la nueva ley, para los que aspiran a cambiar la lógica del Poder concentrado en pocas manos, resulta impresionante. Igual de gigantesca que la senda abierta, desde el formalismo jurídico, es la capacitación necesaria en el movimiento popular para aprovecharlo. Organizaciones sociales, universidades, sindicatos, pymes, cooperativas, entidades educativas, no tienen más excusas para dejar de preguntarse cómo están preparándose a los fines de medios de comunicación propios, y/o su realización. El reglamento de la flamante legalidad mediática brinda un marco al cual sujetarse, producto, como dato no menor, de múltiples foros de discusión desarrollados en todo el país y, desde ya, ninguneados o bastardeados por los comandantes de la torta. Hay ahí estipulaciones de todo tipo: porcentajes de producción nacional y de bajadas de satélite; concentración máxima de licencias y áreas de cobertura; regulación de la publicidad, chivos incluidos junto con ocupación de pantalla; y así de corrido hasta ocupar páginas y más páginas del Boletín Oficial. Hay que cumplirlo y sanseacabó, como toda ley; pero consumarlo, claro, requiere primero la disposición y capacidad para hacerse del medio. Más de un tercio del espectro se reservó, sencillamente, a quienes demuestren vocación de poder desde aquellas agrupaciones diversas a las que la ley de la dictadura vetaba. En otras palabras, felizmente se acabaron las acusaciones y militancias acertadas sobre y contra el viejo andamiaje leguleyo. Ahora hay que hacerse cargo de la receta del diagnóstico. A ocupar los medios. A organizarse. A saber cubrirlos con profesionalismo para poder competir versus corpulentos que ni desaparecieron ni se extinguirán, sino que afrontarán competidores. Nada de artesanías hipposas. Nada de creerse que alcanza con decir distinto si ese decir no es mejor.

Hay un parangón con la ley del matrimonio igualitario que no debe evitarse. Los homosexuales con derecho a casarse y adoptar es un logro cotejable, en primerísimo lugar, contra el tamaño del vencido. Ese derrotado se llama Iglesia Católica o bien, para no herir sensibilidades, su cúpula retrógrada. Se llama represión, culpa, vergüenza, prejuicio, discriminación. Y es susceptible de ser considerado cual interés de una minoría, del mismo modo en que la aplicación de la nueva ley de medios es pasible de concernir, únicamente, a quienes somos de esos medios. Un error patético, porque significaría perder de vista que la historia, la gran historia, se hace muchas o las más de las veces con los símbolos derrumbados; y su reemplazo por aquellos que generan utopías renovadas. Ya se conoce, pero en algunas oportunidades parece olvidárselo: marchar hacia nuevos y mejores lugares y mientras se lo hace, al consolidarse el “se puede”, animarse a más. Se puede contra la Iglesia. Y se puede contra Clarín. Ya no es cierto que varias tapas de ese diario, y sus tentáculos, basten para tumbar a un gobierno. Y si ya no es cierto, ¿quién se anima a decir que no es un avance? Bueno: Carrió, quien ha dicho que si cae Clarín caemos todos... ¿Que una corporación no pueda voltear a una gestión democráticamente electa no viene a ser la dichosa “calidad institucional” que tanto pregona la derecha? ¿Y no sería que si se puede contra ésos se puede contra otros, y que entonces hablamos de necesidades básicas siendo que llegó a reglamentarse la ley que el Poder no quería? Lograron mantener durante 26 años de democracia una de las herramientas clave de la dictadura; y como si fuera poco la violaron en provecho propio para garantizarse la cantidad de licencias de radio y tevé que se les antojase. ¿Quién tiene el tupé de decir que antes la ley y ahora la reglamentación no son un paso enorme de justicia social, que habilita otros caminos?

Importa tres carajos si ésta es una conquista derivada de obsesiones personales de la “pareja presidencial”, contra el Grupo Clarín y/o en dirección a construir un Gran Relato que les allegue votos del progresismo. Tres carajos. Se abrió la puerta. Entremos. No hay nada garantizado, pero estamos bajo techo.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Alerta roja en las corporaciones: ¡Cristina y Néstor mejoran 14 puntos!

 
El jueves pasado, Día Nacional de la Industria, Sergio Berensztein les dijo a un selecto grupo de empresarios y lobbistas que tanto Néstor como Cristina Kirchner habían mejorado de manera notable su posicionamiento frente a la opinión pública. El consultor de Poliarquía habló en el precoloquio del Instituto para Desarrollo Empresarial de la Argentina (Idea) en la ciudad de Salta ante un público de mayoría antigubernamental.

De acuerdo con una encuesta, entre enero y agosto, la imagen negativa de la Presidenta Cristina Fernández descendió de 52% a 38%, mientras que su imagen positiva repuntó de 21% a 36%. En cuanto a la aprobación a la gestión presidencial, la Presidenta mejoró ocho puntos: subió de 33% a 41%. En este mismo lapso, la percepción negativa de Néstor Kirchner descendió de 57% a 43%, mientras que la imagen positiva creció de 19% a 32%.
Entre los comentarios que Berensztein hizo a la audiencia fue que el Gobierno “buscará ganar en primera vuelta”, ya que, a juicio del consultor, “en la segunda sería imposible”. Los concurrentes tomaron nota de que, de acuerdo con los estudios de Berensztein, “un 30% de los electores” en octubre de 2011 podría volcarse a lo que llamó un “voto estratégico”. Es decir “votar al candidato que pueda asegurar que un Kirchner no gane en primera vuelta, en vez del que les resulte más cómodo”.

Silencio de prensa. Los datos brindados en esta conferencia fueron levantados sólo por la revista Fortuna, del grupo Perfil, pero hasta ahora cuidadosamente ignorados por los grandes medios nacionales. Entre ellos, La Nación, para la cual Berensztein hace encuestas regularmente desde hace años. Algo similar había pasado durante la exposición de la Sociedad Rural el mes pasado, cuando la consultora Ipsos-Mora y Araujo anunció que Kirchner aparece “como el candidato que potencialmente será más votado en la primera vuelta de las elecciones de 2011”. La única diferencia es que el experimentado Manuel Mora y Araujo evalúa un escenario diferente para el ballottage ya que, de acuerdo con sus sondeos, el ex presidente “aparece como triunfador en la mayoría de los escenarios de una segunda vuelta”. Ese estudio revelaba también que “un 57 por ciento de los consultados se pronunció en favor de profundizar la redistribución del ingreso para disminuir la pobreza. Por su parte, el traumático final que tuvo el modelo neoliberal instalado en los ’90 y que acabó en el estallido político y económico de 2001, sigue generando un fuerte rechazo en la población. Esto queda demostrado por dos indicadores de la encuesta de Mora y Araujo. Por un lado, un 63% de los encuestados se pronunció a favor de que las empresas estatales tengan primacía sobre las privadas, y un 62% señaló que el Estado debe intervenir en la economía para regular los mercados. Para la encuestadora, “estos datos explican por qué el discurso opositor se centra en las formas y no en las políticas centrales impulsadas en los últimos siete años”.

Es importante destacar que ni Poliarquía ni Mora y Araujo son consultoras que puedan ser calificadas como kirchneristas. Ambas brindaron información en escenarios claramente enemigos del oficialismo. Mora y Araujo lo hizo en la Sociedad Rural y los medios opositores no lo publicaron. Berensztein en Idea y sólo lo levantó una revista de negocios. En ambos casos, los números ponen en evidencia varias cosas.
La primera, muy curiosa, es que el bombardeo mediático antikirchnerista resulta directamente proporcional al mejoramiento de su imagen y no a su empeoramiento. Es decir, la pelea de Clarín y La Nación por Papel Prensa y –en el primer caso– por la ley de medios llevó a estas empresas a aumentar el ataque a Cristina y a Néstor Kirchner con el evidente propósito de arruinar su percepción en la población. Pues bien, resultó que esos ataques no tuvieron éxito. Más bien fracasaron rotundamente. Es más, la caída de ventas de ejemplares de Clarín durante los seis primeros meses del año fue de 14%; es decir, por cada punto que cayó la circulación de ese diario, Néstor y Cristina Kirchner subieron un punto en su imagen. Esto podría llamarse el Teorema de Magnetto y revela que el periodismo se parece poco a las matemáticas. El ataque y la manipulación de la información sobre el Gobierno producen la disminución de consumo de los medios de Clarín
Sin embargo, Magnetto no está sufriendo ningún maleficio y, además, este supuesto teorema es un sofisma completo. La mediación entre los actores políticos y los ciudadanos no es ni por asomo un resorte exclusivo de los medios de comunicación. Es cierto que muchos empresarios de medios y muchos políticos viven los artículos y los programas periodísticos como si fueran hechos decisivos para influenciar al pueblo. Pero entre su propia percepción y la de los ciudadanos de a pie hay una distancia muchas veces abismal. A los lobbistas opositores se lo dicen en la cara dos especialistas como Mora y Araujo y Berensztein.
al tiempo que permiten mejorar sustancialmente la percepción del kirchnerismo. Este teorema difiere mucho del conocido Teorema de Pareto o teoría del equilibrio general, que intenta una explicación sobre el comportamiento de la producción, el consumo y la formación de precios. A diferencia del de Pareto, el de Magnetto sería algo así como una teoría del desequilibrio general.

Algunas ideas. La primera es que Idea debería tomar nota de su pobreza intelectual. En siete años no hizo otra cosa que ir a contramano de lo que pasa en la Argentina y el resto de Latinoamérica. En cada coloquio sólo logra invitar a algunos opositores que pronostican desastres que no se cumplen. Harán esto, sin pena ni gloria, en algo más de un mes en Mar del Plata y contarán con muchas páginas en Clarín y La Nación. La segunda idea es que ambos medios continuarán con sus ataques antigubernamentales a diario sin que eso les reditúe ningún beneficio. Ya tensaron la cuerda al máximo y quedó claro que cualquiera resiste tres tapas de Clarín. Tercera idea: en vez de pensar que Néstor y Cristina mejoraron su imagen positiva gracias a la “comunicación paraestatal”, es hora de darse cuenta de que el rumbo del país, además de dar buenos resultados, es el que quiere la mayoría de los ciudadanos. Es decir, puede haber vaivenes en la subjetividad de sectores de la población respecto del Gobierno, pero en siete años queda claro que tanto Néstor como Cristina Kirchner expresan los deseos e intereses de vastos sectores populares. Y que eso se debe al curso de acción del país. La cuarta idea es que el mejoramiento de la Argentina permitirá que siga en ascenso la percepción del kirchnerismo en sectores que hoy le son esquivos. Es decir, a más redistribución y mejora en la vida de los hombres y mujeres comunes, más y mejor posicionamiento de Néstor y Cristina Kirchner. Si algunos empresarios creen que Clarín y La Nación pueden convertirse en el partido político que reemplace a la raquítica oposición se equivocan. Los consultores que aconsejan a los hombres y mujeres de negocios deberían explicarles bien que los golpes mediáticos vivieron el efecto saturación. Clarín y La Nación tensaron al máximo las fuerzas. Sus ataques no tienen el efecto de hace unos años y no lo tendrán de cara a las elecciones de 2011. 

La confusión empresarial. El pasado jueves, en la Argentina se celebró el Día de la Industria. Cristina Kirchner disertó entre los directivos y trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Industrial. Allí no estuvieron ni los directivos de la Unión Industrial Argentina (UIA) ni los ejecutivos de Idea. Es decir, sí estuvieron cuando Berensztein les advertía cómo mejora la aprobación de su gestión. Pero no fueron a escuchar a la Presidenta que tenía para contarles cómo mejoraron los indicadores de producción y exportación industrial en los últimos años.

Cristina también participó de un almuerzo organizado por la Cámara Argentina de la Mediana Empresa en la localidad de San Martín. Allí dijo que “las pymes exportan el 15% de los productos industriales, tres veces más que otras empresas de América latina”. Como era de esperar, se refirió al vacío hecho por las entidades de los grupos corporativos, tanto la UIA como la Asociación Empresaria Argentina (AEA). Porque ambas entidades, días pasados, se fotografiaron con Héctor Magnetto.
“No es un problema sólo de intereses –dijo Cristina–, creo que también hay mucha hipocresía en algunos sectores.” A renglón seguido, fue explícita con “un empresario textil muy importante, de una de las industrias más importantes del país” que viajó con la comitiva oficial a China y que “corría detrás de Débora (Giorgi, ministra de Industria) pidiéndole por favor que no los entregue”. Se refería a Jorge Sorabilla, director de TN Platex y tesorero de la UIA. Este empresario fue uno de los que acompañó al CEO de Clarín. Sin embargo, a los pocos días, Sorabilla fue a buscar la foto con la Presidenta. Fue el 24 de agosto, cuando Cristina dio ese histórico discurso en el que contó la verdad sobre Papel Prensa.
Pero la contradicción que viven ciertos representantes gremiales empresarios no es exclusiva de Sorabilla. Al día siguiente del Día de la Industria, donde la UIA curiosamente no había asistido a actos oficiales, las autoridades de esa entidad empresarial fueron a la Casa Rosada a sacarse la foto con la Presidenta e invitarla a la cena anual que harán el 19 de noviembre. Le entregaron una carta de invitación, la llevó su presidente Héctor Méndez y dice textualmente: “Para la UIA sería un alto honor que la señora Presidente nos pueda acompañar con sus palabras en la Ceremonia Anual de Clausura que se realizará en Buenos Aires el 19 de noviembre”.

Clarín
y La Nación pueden intentar ser los voceros del empresariado. Pero por más que recurran a pronósticos de catástrofe, los números de la economía y los de la opinión pública dan cuenta de otro país, bastante distinto al del momento en que se apropiaron de Papel Prensa.

MIENTRAS MENEM ANDA SUELTO - LA JUSTICIA QUE AVERGUENZA

Chocolate agridulce

Pagina12
Por Mario Wainfeld

Marta Isabel Brizzolaro intentó llevarse, subrepticiamente y sin pagar, un chocolate blanco marca “Día” de un supermercado. La mercadería valía dos pesos. Fue descubierta, denunciada, se abrió una causa penal. En junio de este año, la Sala V de la Cámara del Crimen porteña decidió absolverla, declarando la “falta de acción”. El argumento central de las juezas que formaron mayoría, Mirta López González y María Laura Garrigós de Rébori, fue lo que en jerga legal se llama “principio de insignificancia”. Consideraron “nimia” la “afectación al derecho de propiedad”, que es el protegido cuando se penaliza al hurto.

La ciudadana, pues, quedó dispensada de culpa y cargo, tras un trámite que insumió meses, dos instancias, horas de labor, un toquito de fojas que seguramente costarán más de dos pesos, zozobras, esperas y padeceres. El juez Rodolfo Pociello Argerich votó en disidencia, por la condena, aduciendo que la protección al derecho de la propiedad “es tan amplia que éste se verá afectado, más allá del valor económico que la cosa posea”.

El caso prueba algo usualmente subestimado por los profanos, es que la ley siempre es interpretada, traducida por los jueces. Un dato incrementa su moraleja impactante: la señora Brizzolaro tuvo suerte con el tribunal que le tocó. En la mayoría de los juzgados y Cámaras del país, prima el criterio de Pociello Argerich. Hace pocas semanas un hombre fue enviado a juicio oral, eso sí, por un hurto de mayor magnitud: seis barras de chocolate. La misma Sala V tiene antecedentes similares votados en sentido inverso, con otra integración. La encausada también fue “afortunada” por el momento histórico en que lo hizo. Diez años atrás, sus chances de salir absuelta eran estadísticamente mucho menores que ahora.

El cronista siempre reniega cuando se llama “Justicia” al Poder Judicial, un estamento del Estado que no debería definirse por el objetivo que (imaginariamente) persigue. Los otros poderes no tienen esa eminencia, a nadie se le ocurriría apodar (por ejemplo) “bien común” al Legislativo o “bienestar general” al Ejecutivo.

Las divergencias entre los jueces son comidilla cotidiana. Son enormes, tan grandes como la distancia que va de la sanción penal a la inocencia de una mujer que manoteó un chocolatín que no le movió el amperímetro al patrimonio de su “víctima”.

Hay situaciones más divulgadas, más tremendas, que se reseñarán en párrafos siguientes.
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Presos sin condena: La voz de la calle pide condenas tremendas. Un periodismo fervoroso descubre culpables de pálpito, hace tabla rasa con la presunción de inocencia. La vindicta colectiva, a la que suman dirigentes políticos y gobernantes, agrega otras ilegalidades: que los sospechosos vayan a parar a la cárcel “ya” es exigido como regla cuando, conforme a las normas, es una excepción.

Según cálculos de los organismos de derechos humanos, en la provincia de Buenos Aires hay 22.500 presos sin condena, atravesando extensos procesos. Son el 75 por ciento de los encarcelados. La senadora Hilda González de Duhalde reclama la construcción de más cárceles. El gobernador Daniel Scioli recibe una vez al mes a la Comisión de la Memoria, que le reclama por los ciudadanos privados de su libertad siendo, hasta tanto haya sentencia firme en su contra, inocentes. Los escucha, con su habitual modo respetuoso, y no hace nada por reparar el desquicio. Más bien lo agrava.

El Poder Judicial no es ajeno a estas tropelías. No podría serlo, de él surgen las prisiones preventivas dictadas a mansalva, con la mirada más puesta en la opinión pública (o en su tramo más vociferante) que en los códigos. Son consabidos la extracción social y el color de la tez de casi todos los reclusos.
Hay, por cierto, secretarios, jueces y fiscales que reman contra la corriente en defensa no de la delincuencia, sino del acatamiento a la Constitución. Son, como las camaristas mentadas líneas arriba, minoría dentro del conjunto, aunque a veces puedan conseguir victorias tácticas.

El círculo se cierra con la tutela tribunalicia a las policías bravas. Las fuerzas de seguridad salvajes siguen siendo un flagelo en casi todas las provincias. Los lazos con el poder político territorial son frecuentes. Su eficacia se redondea con magistrados manoduristas que fungen como aliados de los policías que deshonran su uniforme.

Hay un debate tremendo entre, simplificando un poco, dos corrientes judiciales, pero la corporación, hermética por tradición, no lo somete a la luz pública.
Los jueces, a diferencia de quienes representan al pueblo como legisladores o mandatarios, no tienen ningún incentivo profesional para hacerse entender por el vulgo. La ciudadanía no los elige por el voto, ni los reemplaza, ni los derroca.
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Juicios sin público: Semanas atrás el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, presentó un informe sobre el estado de las causas que investigan crímenes de lesa humanidad. Pronunció un notable discurso en el que subrayó que su avance no es un mérito exclusivo de “la Justicia” sino de la sociedad en su conjunto. Resaltó también como un avance la publicidad de esos procesos, por vía de su difusión a través de medios electrónicos. Reconoció que había “resistencias” dentro del Poder Judicial pero eligió concentrarse en los avances. Tal vez la opción fue buena, edificante cuanto menos. Pero las resistencias justifican una lectura a fondo.

Los jueces que se oponen a divulgar las audiencias contra los procesados por el terrorismo de Estado son un bloque homogéneo, que enfrentan los criterios del Alto Tribunal, que no son obligatorios. Lo hacen por motivos ideológicos, a menudo por empatía por los procesados. Sus resistencias buscan privar a la ciudadanía de información, velar los rostros de los represores. No es su único favor, también hay muchos que cooperan con los defensores dilatando los trámites hasta el infinito, admitiendo chicanas sin sustento, aceptando recusaciones sin destino o excusándose ellos mismos de intervenir alegando causales que no son las establecidas, taxativamente, en los códigos. Los genocidas pregonaban que el silencio es salud, quienes los encubren suponen que ocurre lo mismo con la opacidad a la mirada pública.
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Corte y pegue: La Corte Suprema es la mejor del período de la recuperación democrática. La mayoría de sus integrantes fue designada a propuesta del entonces presidente Néstor Kirchner. Sus Señorías no se alinearon con el Ejecutivo, en un saludable gesto de autonomía, eventualmente objeto de alarde o sobreactuación.

El presidente del tribunal es un juez de perfil público alto, que se ha esforzado por ser protagonista en el Agora y por sacar a los togados de sus ámbitos silenciosos y recoletos. La publicidad de las sentencias, las audiencias públicas, la creación de un Centro de Información Judicial que divulga en tiempo real sentencias, acordadas y resoluciones son algunos de sus gestos congruentes (e inéditos) en ese sentido.

La Corte es superior a la media de los jueces en su concepción ética, su versación y su apego a los derechos humanos y constitucionales. Pero, a la vez, el liderazgo de Lorenzetti se afirma en su representatividad corporativa. La Cuarta Conferencia de jueces celebrada la semana que hoy termina (otra iniciativa del presidente de la Corte) reflejó ese doble rol, que conlleva ambigüedades y desafíos.

Cuando Lorenzetti convoca a iluminar los procesos contra los represores y a dinamizarlos, consigue el apoyo de un sector. Las ovaciones las gana cuando alega sobre la independencia respecto del “poder” (político, que de los otros no se habla). Un cónclave de jueces tiene bastante de plenario gremial: autoalabanzas, cero autocrítica, elusión de los conflictos internos, defensa de las exenciones impositivas, propias de una élite.
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El otro camino: La “judicialización de la política” dista de ser un fenómeno autóctono. Pulula en otras latitudes, al calor de la pérdida de potencia de los poderes representativos. El sociólogo francés Pierre Rosanvallon lo cifró así: “El ciudadano se ve a veces tentado de esperar de un juicio los resultados que ha desesperado de obtener de la elección”. En la Argentina, legisladores y funcionarios también van a los estrados, tras ser derrotados en las instituciones que integran.

La judicialización sobrecarga a los tribunales de responsabilidades imposibles de cumplir acabadamente. La Corte maneja la cuestión con prudencia, trata de autolimitarse, de incitar al Congreso y a los mandatarios nacionales y provinciales a zanjar políticamente las cuitas políticas. Entre muchos ejemplos, genera instancias de diálogo en los juicios de las provincias contra el estado nacional. También retuvo el fallo sobre la inconstitucionalidad de la prohibición del matrimonio igualitario, cediendo la primacía al debate parlamentario, que le dio mejor cauce, estableciendo una regla general, votada por los representantes del pueblo y de las provincias. El contundente rechazo a la demanda promovida por el diputado peronista federal Enrique Thomas como procurador ad hoc de los multimedios fue otra señal.

Claro que ningún tribunal puede negarse a decidir, lo que les deja a los togados cierto manejo de los tiempos. De cualquier manera, en la atmósfera caldeada de la política cotidiana frisa con lo imposible encontrar un momento en que la coyuntura no hierva. El recurso extraordinario interpuesto por el Estado nacional contra una medida cautelar que frena la vigencia de la “cláusula de desinversión” de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es, a no dudarlo, una brasa ardiente.

Cualquier estudioso de la realidad política sabe que, cuando están en juego intereses de empresas importantes, hay presiones proporcionales sobre los poderes públicos. La narrativa mediática criolla niega esa verdad universal, los Supremos la viven en el día a día. Se supone que están capacitados para superarla, será un esfuerzo.

Como en cualquier pleito, los cortesanos tienen un kit de interpretaciones a mano. Incluso una salida por la tangente, con base procesal: decidir que por tratarse de una medida cautelar no deben intervenir. Tres líneas y las citas de algún precedente (de todo pelaje los hay, como con el chocolatín) bastarían para sellar un tema crucial para el sistema democrático. Sería una salida en la tradición de Poncio Pilatos, inadecuada para la gravedad institucional que produciría la cautelar. Paralizaría (sin analizar el fondo del asunto y sin tener elementos tangibles para medir la magnitud del perjuicio económico de las corporaciones) una ley aprobada por una amplia mayoría transversal.
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Generalizaciones: Los cortesanos gozan de buena reputación, también bastante más elevada que la del Poder Judicial en su conjunto. Les importa conservarla, tanto como a Lorenzetti su liderazgo y su imagen pública. Parte de ese prestigio finca en su “independencia”.

Con esas coordenadas, la imprecación del ministro Amado Boudou contra “la Justicia express” fue, entiende el cronista, un paso en falso, una provocación. Seguramente no fue decisión propia, el oficialismo suele incurrir en el error de abroquelar colectivos divididos, criticán-dolos en bloque. Un reproche tan generalizado fuerza un repliegue al espíritu de cuerpo, que suma aun a quienes son minoría crítica.

La interpelación, rudimentaria a fuer de genérica, se verbaliza a la luz del día, mientras las corporaciones aprietan en las sombras. Habrá quien suponga que se buscó amedrentar a los Supremos, es un dislate: éstos disponen de poder, de entereza y de apoyos suficientes como para resolver a su guisa. Lo vienen haciendo desde 2004, sin limitaciones.

Sobreponerse a esos avatares (regaños en público, lobby feroz por línea privada) es una de las virtudes cardinales de los jueces de alto rango, que será puesta a prueba en plazos no inminentes pero tampoco tan largos.
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El pueblo dónde está: Los magistrados se arrogan representar a “la gente”. Sin embargo su organización, carrera y promociones están exentas del voto. El pueblo no vota jueces, porque así lo manda la Constitución.

También prescribe, desde hace largo siglo y medio, que el pueblo juzgue, implantando el juicio por jurados. Una exótica “política de Estado” ancestral ha dejado desactivada esa regla participativa, mutilación del poder ciudadano que algo tiene que ver con todos los tópicos que hemos recorrido, a vuelo de pájaro.

Horacio Verbitsky: Monumentos y murallas

Pagina12
Por Horacio Verbitsky
 
En el 65° aniversario de Clarín, la directora del diario se presentó junto con sus dos hijos adoptivos, en tácita desmentida a las afirmaciones de que madre e hija habían dejado el país. Ernestina Herrera de Noble dijo entonces que los “brutales ataques del gobierno” no los alejarían del compromiso con la sociedad, “no conseguirán que dejemos de hacer periodismo”. Esa es una inteligente declaración de propósitos, pero no se refleja en los distintos medios del grupo y de sus asociados, que han hecho de cada título, copete y epígrafe un editorial beligerante y descalificatorio. Ninguno dio cabida a las manifestaciones de Robert Cox en la Universidad Nacional de La Plata, donde dijo que “nunca existió tanta libertad de prensa como ahora” ni se debatieron todos los temas con tanta libertad en la Argentina. Según el ex director del Buenos Aires Herald y ex presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, la dictadura regaló Papel Prensa a La Nación y Clarín para conseguir su apoyo. Cox también encomió la pluralidad de voces que permitirá la nueva ley de servicios de comunicación audiovisual y la necesidad de la regulación estatal del papel para diarios. Un silencio soviético fue la respuesta que recibió de los accionistas de Papel Prensa, los mismos que días antes habían encomiado su actuación como periodista independiente en los años de la guerra sucia.

Hiperrealismo

Esta politización extrema cuestiona la razón de ser de esos medios y facilita la táctica escogida por el kirchnerismo para poner en evidencia al Grupo Clarín como conducción y eje articulador de todo lo que se le opone. Las desinhibidas actuaciones públicas de Héctor Magnetto, con la Corte Suprema de Justicia, a la que le pidió que pusiera “límites al chavismo”, sólo para escuchar que los jueces no gobiernan y que mejor harían en formar un partido político para defender sus propuestas; con las cámaras patronales que integra y con los políticos que patrocina; la designación del ex vocero presidencial de Raúl Alfonsín y biógrafo de Magnetto, José Ignacio López, como portavoz de La Nación, cosa que nunca había ocurrido en un diario argentino ni es usual en el resto del mundo; la regimentación estricta de cada cosa que se publica u omite, revelan las características inéditas de este momento. Lo más sorprendente es la subordinación de los partidos del Grupo Ahhh... a la lógica de una confrontación que los desdibuja. Los carteles de evidente inspiración oficial que llaman empleados del mes de Clarín a los principales dirigentes del panradicalismo y el peornismo opositor son la interesada distorsión hiperrealista de un fenómeno inocultable y de consecuencias graves para el desequilibrado sistema institucional. Cuando Elisa Carrió dice que Clarín es la última muralla que protege la libertad de los argentinos, que habría que levantarle un monumento a Magnetto y que en cualquier país civilizado CFK sería destituida de inmediato por su denuncia sobre la venta de Papel Prensa, o cuando Pino Solanas se propone como intelectual orgánico de la clase media twittera (“Yo tengo Fibertel. Si me lo sacan me vuelvo loco”) definen acaso sin saberlo la encrucijada de los políticos de la oposición, cuya agenda se disputan el gobierno y el Grupo Clarín. Solanas tuvo un duro choque con Claudio Lozano, quien le recriminó su deriva cada vez más hacia la derecha del espectro de centroizquierda, algo que puede ser letal a dos semanas y media de las elecciones internas de la CTA.

El debate constitucional

Los dos asuntos principales que en estos días han ocupado a la oposición han sido el proyecto de ley que declara de interés público la producción, distribución y comercialización de pasta celulosa y papel para diarios, que intenta cajonear, la revocación de la licencia de Fibertel y la reglamentación de la ley de servicios de comunicación audiovisual, dos medidas que en un nuevo arrebato de parlamentarismo el Grupo Ahhh... se propone anular desde el Congreso. Los constitucionalistas Patricia Bullrich, de la Coalición Cívica Libertadora, Ricardo Gil Lavedra, de la UCR, Gustavo Ferrari y Graciela Camaño, del Peornismo opositor, sostuvieron que el proyecto del Poder Ejecutivo era inconstitucional, porque el artículo 32 dispone que “el Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal”. Invocaron además la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que veda restringir el derecho de expresión por vías indirectas, como el abuso de controles sobre el papel para diarios. Es difícil compaginar estas objeciones con el proyecto oficial, cuyo objetivo declarado es asegurar un acceso al insumo crítico en condiciones igualitarias de precio, con control del Congreso, donde el gobierno está en minoría, y con asesoramiento de los diarios interesados. La Convención Americana no sólo fustiga el abuso de controles estatales sobre el papel para periódicos, sino también por parte de particulares, es decir la situación que el Estado denuncia ahora. Además, el principio 12 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre libertad de expresión sostiene que “los monopolios u oligopolios en la propiedad y control de los medios de comunicación deben estar sujetos a leyes antimonopólicas por cuanto conspiran contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho a la información de los ciudadanos”.

Libertad para todos

El artículo 32 de la Constitución se inspiró en la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, según la cual el Congreso no dictará ninguna ley “que restrinja la libertad de expresión o de prensa”. Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia estadounidense aclaró que la prensa no está exenta de las leyes contra los monopolios. En 1945, la agencia de noticias Associated Press, formada por más de mil diarios que se concedían derecho recíproco a usar el material de cada asociado, le negó el servicio a un diario no miembro. La Corte Suprema entendió que la privación de ese “recurso esencial” violaba la Ley Sherman contra los monopolios y restringía la competencia. La doctrina del recurso esencial la había fijado la propia Corte en 1912 al resolver que un grupo de líneas ferroviarias que administraba el único puente y playa de maniobras en Louisiana debía darle acceso a un competidor independiente. El voto de la Corte contra Associated Press dice que los editores de noticias buscan ganancias, tal como los que venden alimentos o acero y que a todos los alcanza la ley Sherman. El manejar noticias “no le concede un santuario constitucional en el que pueda violar en forma impune las leyes que regulan las prácticas comerciales”. La Primera Enmienda provee poderosas razones para aplicar la Ley Sherman, ya que descansa sobre la premisa de que “la más amplia circulación posible de información, de fuentes distintas y opuestas es esencial para el bienestar del público”. El mandato de que el gobierno no obstaculice el libre flujo de ideas “no protege a las organizaciones extragubernamentales si ellas restringen esa libertad garantizada por la Constitución. La libertad de publicar significa libertad para todos y no para algunos. La libertad de publicar está garantizada por la Constitución pero la de combinarse para impedir que otros lo hagan no lo está. La libertad de prensa de la interferencia gubernamental no convalida la represión de esa libertad por intereses privados”, afirmó la Corte estadounidense en ese voto redactado por el juez Hugo Black. En un fallo de 1992, Eastman Kodak Co. v. Image Technical Servs., Inc la Corte agregó que no es lícito que un vendedor “explote su posición dominante en un mercado para expandir su imperio al siguiente”.

El regalo de Nixon

En la década de 1960 diarios locales de una veintena de ciudades de ese país establecieron administraciones conjuntas, de modo de compartir costos, acordar precios de venta y dividirse las ganancias. Un tribunal falló que esto violaba las leyes antimonopolio. Los diarios presionaron al gobierno para que los exceptuara de cumplir con las leyes antitrust. El presidente demócrata Lyndon Johnson y su sucesor republicano, Richard Nixon, se negaron. En 1969 la Corte Suprema, confirmó el fallo apelado. Richard Berlin, presidente de la empresa Hearst de Nueva York, propietaria de nueve diarios, diez radios, veintiséis revistas y una editorial, le solicitó a Nixon que aprobara una ley denominada de Preservación de los Diarios. Le escribió en su nombre y en el de otros colegas afectados por el fallo de la Corte: Scripps-Howard, que poseía dieciséis diarios; Cox, que además de una cadena de diarios operaba una distribuidora de cine y una editorial de libros; la agencia de noticias United Press International y United Features, que sindicaba y distribuía notas de color y comentarios políticos. La carta decía que los firmantes eran “amigos de su gobierno” y que el tema que le planteaba era de “interés común a usted y a mí”. El ex decano de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Berkeley y ganador del premio Pulitzer, Ben Bagdikian contó en su libro clásico The media monopoly que el mensaje de Berlín no fue sutil: si no escuchaba la solicitud, los medios se lo recordarían cuando Nixon buscara su reelección en 197, decía. Un gobernante “corrupto y hostil a la prensa independiente” sabía que esas siete cadenas poseían 74 diarios con 80 millones de lectores en 26 estados, entre ellos los más importantes, sin cuyos votos ningún candidato puede imponerse en el Colegio Electoral. Cuando ya se habían publicado los primeros informes sobre Watergate, Nixon cedió y apoyó la Ley de Preservación de los Diarios. El Congreso la sancionó en julio de 1970 y dispuso exceptuar a los medios de la prohibición de acuerdos de operación conjunta. La definición de esos acuerdos se refiere al establecimiento u operación conjunta de instalaciones, de acciones unificadas de impresión, horarios, métodos, campo de publicación, distribución, publicidad, política comercial, circulación o ingresos. No menciona en forma específica la producción conjunta de papel, porque Estados Unidos era el mayor productor mundial y sobraba papel, de modo que a nadie se le hubiera ocurrido invertir en una nueva planta, a diferencia de la Argentina, donde era un insumo crítico y hasta la fecha no se ha logrado el autoabastecimiento, si bien no hay aranceles para la importación.

Sólo con permiso

La Asociación de Editores de Diarios (la Adepa estadounidense) recomendó no publicar críticas al presidente en campaña. Todas las cadenas dispusieron que cada uno de sus diarios se pronunciaran a favor de Dirty Dick, lo que provocó la renuncia de uno de sus directores. Nixon fue el candidato con mayor respaldo periodístico de la historia y el que obtuvo la máxima ventaja sobre un competidor en una elección presidencial. Aún así, la ley no exceptuó por completo a los diarios de la legislación antimonopólica. Convalidó los acuerdos de operación conjunta vigentes al momento de su promulgación pero puso algunas condiciones para cualquier trato similar en el futuro: los diarios deben estar en peligro de quiebra; antes de celebrar el acuerdo de operación conjunta con un competidor necesitan la autorización del ministro de Justicia, quien para concederla debe verificar que el acuerdo salvará a ese diario de la desaparición, y la combinación resultante no queda exenta de la prohibición general de realizar prácticas predatorias. Esto sigue en vigencia hasta el presente. En la audiencia de confirmación de la jueza Elena Kagan, propuesta por el presidente Barack Obama para la Corte Suprema, debió responder sobre la situación de los medios y la fusión entre Comcast y NBC Universal. “La Primera Enmienda no protege contra las leyes antimonopolio”, que “se aplican a todas las compañías”, respondió. En mayo de este año, Elena Kagan fue confirmada por 63 votos a 37.

El laboratorio argentino

Luego de narrar el proceso que llevó a la sanción de la ley de 1970, que salvó a catorce diarios no de la extinción sino apenas de la competencia, Bagdikian se pregunta qué ocurriría “si las corporaciones mediáticas dominantes sintieran su poder básico amenazado”. Podría encontrar la respuesta en el laboratorio argentino.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Para llamar la atención

Pagina12
Por Nora Veiras
 
El comisario Miguel Etchecolatz y el ex capellán policial Christian von Wernich, condenados a reclusión perpetua por crímenes de lesa humanidad, iniciaron una huelga de hambre en el Penal de Marcos Paz. Los represores se sumaron a la protesta que empezaron dieciocho procesados por torturas, asesinatos y desapariciones en la Unidad Penitenciaria 9 de La Plata. A través de su Facebook, Cecilia Pando había anticipado la medida por “todas las violaciones que se les hacen a los que están ilegalmente detenidos por haber combatido al terrorismo, que generan un precedente para que el día de mañana le suceda a cualquier argentino”. En la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y en la Unidad Fiscal Especial aseguraron a Página/12 que no recibieron ningún reclamo por las condiciones de detención y desestimaron el planteo. Al contrario, lamentaron que muchos se hayan muerto impunes por la lentitud de los procesos. En Justicia estimaron que “buscan victimizarse para que los jueces les den la prisión domiciliaria”. El último informe de la Unidad Fiscal, que encabeza Jorge Auat y coordina Pablo Parenti, data de junio pasado y precisa que “hay 464 detenidos en todo el país. El 55 por ciento en unidades penitenciarias, el 39 por ciento con prisión domiciliaria, el 4 por ciento en dependencias de fuerzas de seguridad y el 3 por ciento en hospitales y en el extranjero” y destaca que ya no hay represores presos en unidades militares a partir de sendas resoluciones tomadas en 2008 por la ministra de Defensa, Nilda Garré, avaladas por la cartera de Justicia. El relevamiento nacional señala que “se han juzgado 123 personas, de las cuales 110 fueron condenadas y 13 absueltas” y “hay 654 procesados, de los cuales 325 están imputados al menos en una causa en etapa de juicio y 140 que serán procesados”.

Teniendo en cuenta el despliegue operacional de la represión, la cantidad de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas y de seguridad alcanzados por la Justicia es más que escasa. En ese marco apareció como desmesurada la denuncia de la esposa del mayor retirado Rafael Mercado y titular de la Asociación de Familiares y Amigos de Presos Políticos de la Argentina, sobre la muerte de acusados en las cárceles. “Más de cien efectivos de las instituciones castrenses han muerto en cautiverio por falta de atención médica en los penales, dejándolos en total abandono. Los derechos humanos son para todos los argentinos y no para un sector privilegiado que lucra con ellos”, escribió Pando en su Facebook. En Justicia descreen de esa cifra y apelan a la lógica: pasaron treinta y cuatro años del último golpe militar, en consecuencia se van muriendo porque son viejos.

Hace un mes, Pando y sus mujeres habían actuado como cabecera de playa de la nueva batalla mediática al encadenarse en el Edificio Libertador. Reclamaban una entrevista con Garré para denunciar las “condiciones de detención infrahumanas” de sus maridos, amigos o parientes. La hermana del ex marino Alfredo Astiz y la esposa de Ernesto el “Nabo” Barreiro, el jefe de los torturadores de La Perla en Córdoba, fueron algunas de las abanderadas de la lucha. En Justicia explican que en Marcos Paz hay médicos permanentes cuya responsabilidad es la atención de los internos y destacan que “el tema es que ellos quieren irse a sus casas y se quejan porque no les dan el beneficio porque no están acusados por delitos comunes sino por crímenes de lesa humanidad”.

Etchecolatz, ex director de Investigaciones de la policía de Ramón Camps, fue condenado a reclusión perpetua en septiembre de 2006 por seis asesinatos y ocho secuestros y torturas, “delitos de lesa humanidad cometidos en el marco de un genocidio”. El ex comisario manejó veintiún centros clandestinos de detención, fue el responsable del operativo de La Noche de los Lápices. En el ’86, la Cámara Federal lo había condenado a 23 años de prisión, quedó libre por la aplicación de la ley de obediencia debida. En el ’97, escribió La otra campana del Nunca Más, en el que aseguró: “Nunca tuve, ni pensé, ni me acomplejó culpa alguna ¿por haber matado? Fui ejecutor de una ley hecha por los hombres. Fui guardador de preceptos divinos. Por ambos fundamentos volvería a hacerlo”. En 2001, Etchecolatz fue detenido por robo de bebés, estuvo en la cárcel de Devoto y consiguió la prisión domiciliaria en su casa en el bosque Peralta Ramos de Mar del Plata hasta que le encontraron una pistola 9 milímetros. En 2006 recaló en Marcos Paz y poco después fue condenado. “No sé rendirme y después de muertos tendremos mucho que hablar”, le advirtió al tribunal, presidido por Carlos Rozanski, que lo juzgó, y luego de presentarse como “prisionero de guerra y detenido político”.

Von Wernich, el capellán de la Policía Bonaerense, se reencontró en prisión con Etchecolatz. En octubre de 2007 fue condenado a reclusión perpetua como partícipe necesario de privación ilegal de la libertad agravada de 34 personas y coautor de la aplicación de tormentos agravados de 31 personas. Fue el primer y único miembro de la Iglesia Católica condenado por delitos de lesa humanidad.

El policía y el cura se convirtieron esta semana en los huelguistas de hambre más notorios de los veinte que decidieron llamar la atención de las autoridades judiciales. En el pabellón de lesa humanidad conviven un total de 89 reclusos. Los detenidos por la Unidad 9 de La Plata que en breve recibirán la sentencia del tribunal encabezaron la medida que se extendería por pocos días más. Por ahora no corren riesgo de vida.

jueves, 2 de septiembre de 2010

CARTA DE OSVALDO PAPALEO AL HIJO DE TATO BORES, ALEJANDRO BORENSZTEIN

Arquitecto Alejandro Borensztein:

Sé que es duro ganarse el pan ácimo siendo columnista del Clarín de Magnetto.

Además,  ser gracioso, progresista, quedar bien con un patrón acusado de delitos de lesa humanidad, una patrona eludiendo ADN de hijos apropiados  y de paso, catequizar colocándose en una postura ética.

Duro lo suyo, pero no menos infame.

Esta es la universidad del apriete y rinde Ud, sus exámenes con esmero.

Pero conmigo se equivocó.

No le va a salir gratis.

Nunca fui alfil de López Rega, ni de nadie.A José López Rega no lo conocí, no lo traté.Jamás crucé con él una palabra.

No participé de actos vandálicos que usted describe con esmero y sin empacho.Los canales en 1974, fueron intervenidos por disposición del Poder Ejecutivo Nacional porque habían caducado las licencias concedidas en 1960 por la Revolución Libertadora, sin licitación a sus amigos de entonces.Bastante tiempo para un regalo mediático.

Nadie le puso la pistola en la cabeza  a los licenciatarios.Pregúntele entonces a Luis Brandoni, que participó como Secretario  General de la Asociación Argentina de Actores.Como habrá sido de sabia y legal la resolución, que hasta 1990 estuvo vigente y los canales continuaron intervenidos. Fui el Director Artístico de Canal 9  y el interventor  se llamó Juan Carlos Mareco, un artista y un caballero.Y designamos director del área cinematográfica a Octavio Gettino.Más tarde fui con el mismo cargo a  Canal 13, el templo democrático de su padrino Goar Mestre, un cubano de Fulgencio Batista, cuando Cuba era el paraíso de la mafia y la prostitución para diversión de los americanos. Fidel Castro y el pueblo de Cuba lo expulsaron.

Extraño que usted un hombre de izquierda, progresista de Magnetto y Papel Prensa defienda a este viejo carcamán de la CIA que nunca cambió de bando.Ahí, el director fue el Dr. Vera Barros, un funcionario de la Secretaría de Prensa. 

Y desde Diciembre de 1975 fui Secretario de Prensa y Difusión del gobierno constitucional de Isabel Perón hasta que dieron el golpe sus amigos, los que ordenaron  la venta bajo tortura de Papel Prensa a su diario, al de Mitre y al del Comando en Jefe del Ejército.Estuve preso hasta diciembre de ese año a disposición del Poder Ejecutivo en condiciones muy difíciles.Ahí no estaba usted (era un revolucionario en cierne) como tampoco estaba Magnetto.

La cárcel  fue para los que dejamos sin un canal de televisión a un amigo de su familia: Goar Mestre.En abril de 1977 me raptaron y pasé 9 meses en el campo de concentración clandestino de Puesto Vasco, dónde fui torturado por ser hermano de Lidia Papaleo de Graiver.Situación esta que me enorgullece pero que revela que usted, en definitiva un hijo de Tato, con su mediocre humor, es funcional a los genocidas.Salí del país expulsado por Camps y trabajé con grandes artistas como Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Astor Piazzolla, Ariel Ramirez, José Larralde, Nacha Guevara y siguen las firmas…

Cuando dirigí el canal que le usurpamos a su padrino, el cubano de los prostíbulos, trabajaron en el mismo, artistas de la talla de  David Stivel, Juan Carlos Gené,  Carlos Carella, Emilio Alfaro, Víctor Laplace, Aida Bortnik, Alfredo Alcón, Sergio Renán, Ernesto Bianco, Ana María Picchio, Oscar Martínez,  Marilina Ross, Alberto Migré, y muchos más.

Era una etapa violenta  y de pronto las tres AAA.Ahí acompañé públicamente a los amenazados y no me importó priorizar al burócrata sino al compañero y al militante.

En democracia produje teatro, cine, televisión, dirigí al Teatro Nacional Cervantes y acompañé a Antonio Cafiero en la Gobernación de Buenos Aires.

Soy uno de los fundadores de la Renovación Peronista.Todas y cada una de estas afirmaciones puede corroborarlas.Todos los artistas, que desafortunadamente no están dejaron esposas, hijos, hermanos, amigos.Haga de policía vocacional que seguramente le sale mejor que el humor dominguero.

Además  su  padrino, el cubano de los prostíbulos, le habrá enseñado como trabajan los sabuesos de la CIA, con el agravante de que la mayoría de los artistas que le mencioné no pensaban políticamente como yo.

Un detalle: junto al Dr. Alberto Cormillot en 1984 después de visitar al ministro del Interior el Dr. Antonio Tróccoli fuimos a recibir a Ezeiza a Norman Briski, un amigo común, que volvía de su exilio y todavía tenía causas judiciales armadas por la dictadura.Usted, un portador de apellido,  para defender a esta mafia comunicacional no debe involucrar a su padre que fue un artista querido, respetado y  popular, diciendo que Tato Bores volvió a la TV durante el Proceso.Le aconsejaría que no utilice a lo mejor de su familia, porque esta haciendo una aseveración tan grave como gratuita. .Me imagino el dolor y la vergüenza que sentiría Tato por ver a su hijo exponiéndolo para cambiar el escenario del juicio por Papel Prensa.Les dejo a usted y sus compañeros de Clarín una tarea para la casa: encontrar a Osvaldo Papaleo junto a López Lega, mostrar algún documento o documentito que abone su tesis, una foto o fotito, una nota o notita, un decreto o decretito donde él me designa a alguna parte y así podrá impedir que su amigo Magnetto tenga otro destino que el Penal de Marcos Paz.Pero hay otros temas para el humor costumbrista que usted tan mal practica: Por ejemplo las declaraciones de Isidorito Graiver a Tiempo Argentino del 11 de Junio de 2010 diciendo que la venta de Papel Prensa fue un afano y fotografiado con la valijita de dólares que Clarín le entregó a cambio de un testimonio esclarecedor.

O a Lilita Carrió, la precoz funcionaria  judicial del Proceso, vociferando que defiende a Clarín.Me olvidaba hijo de Tato, nos vamos a ver en Tribunales.

Quiero ver como se ha convertido en un miserable adulto, el ahijado del cubano de los prostíbulos que la Revolución Cubana expulsó.

Usted junto a su jefe Magnetto no están a la izquierda ni a la derecha de nadie, están en el horno.

Respetuosamente.

Osvaldo Papaleo

Tiempo de siembra

Pagina12
Por Mario Wainfeld
 
“El tiempo sólo es tardanza
de lo que está por venir”


José Hernández, Martín Fierro


“Detén el tiempo en tus manos
haz esta noche perpetua
para que nunca se vaya de mí
para que nunca amanezca”
Toño Rosario, “El reloj”, bolero


El sistema político se ha vuelto sutil y sofisticado, a un punto jamás visto.

Llegan al Agora cuestiones tan puntillosas como la integración de las comisiones del Congreso, el dolo eventual, la vigencia temporal de las facultades delegadas, entre otros cien temas que antaño sólo concernían a especialistas. Es lógico, entonces, que sea un hecho central (y, por ende, noticia) la publicación en el Boletín Oficial de la reglamentación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LdSCA). Por añadidura, la postergada reglamentación pone en estricta vigencia a la norma: empiezan a correr los plazos, obligaciones y derechos establecidos en ella.

El momento fue demorado por acciones legales ineficaces y torpes promovidas por los grandes medios o sus mandaderos. El debate público de la reglamentación, toda una novedad, también insumió semanas, esta vez con intenciones edificantes. En cualquier caso, a despecho de las chicanas opositoras aduciendo que el reloj sigue detenido, lo cierto es que se ha puesto en marcha.

El mundo no cambia de un día para otro, tampoco el espectro audiovisual. Amanece, eso sí, un nuevo escenario que abre virtualidades, regula o impone una serie de cambios. El más resonante es el que habilita la posibilidad de abrir más frecuencias y de destinar un tercio del espectro a emisoras no públicas sin fines de lucro.

Pero quizá el más inmediato es la obligación de propagar contenidos de producción nacional o local. Esa perspectiva interpela a productores, creadores, trabajadores de la cultura y comunicadores, que fueron masa crítica de los apoyos a la ley. Uno de los efectos de la ley más fastidiosos para el establishment mediático fue su (más que entusiasta, militante) aceptación por intelectuales, artistas, músicos, cineastas, entre otros colectivos. Atisbaron allí una oportunidad postergada (o, más bien, birlada) con la perspicacia pasional de quien defiende intereses, valores y creencias propios bien arraigados. Levantadas las compuertas, ahora les cabe laburar, proponer, crear, articular. Un desafío fascinante, para nada sencillo, pero que juega a favor del pluralismo, el enriquecimiento cultural, la búsqueda de la propia voz.
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Al dictarse la LdSCA se vaticinó un aluvión de pleitos, tal como ocurrió con la reestatización del sistema jubilatorio. En ambas situaciones los millares de expedientes se redujeron a unos pocos, promovidos por los reales interesados (pocos, a fuer de concentrados), por algunos procuradores ad hoc o ciertos abogados, denunciadores seriales.

El expediente más sonado fue el instado por el diputado Enrique Thomas, que obró como gestor de negocios de los multimedios. Obtuvo sentencias favorables en las dos instancias del Poder Judicial mendocino. Eran dos fallos de pésima fundamentación, la Corte Suprema los revocó con considerandos muy severos. Si bien la jurisprudencia del Alto tribunal no es coercitiva para los tribunales inferiores, la contundencia del pronunciamiento sofrenó a potenciales imitadores, fueran éstos abogados o magistrados.

De cualquier modo, el primer móvil de la acción, ralentar la entrada en vigencia de la ley, fue logrado.

Desde ayer, el reloj funciona en un doble sentido: abre el juego para el nuevo esquema y marca la cuenta regresiva para la “desinversión”, esto es para que los propietarios de licencias que exceden el cupo legal admisible dispongan de ellas.
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Los reclamos judiciales fatigarán, ya lo están haciendo, un doble carril. El más pretencioso, y a la vez más arduo, es frenar la vigencia de toda la ley. El precedente Thomas conspira contra ese deseo. No da la impresión de que haya nadie legitimado para oponerse al cambio de paradigma, aprobado por el Congreso, invocando su inconstitucionalidad. Será controvertido, criticable, pero entre eso y la inconstitucionalidad media un abismo.

Eso no implica que falten jueces, en la dilatada geografía nacional, dispuestos a darle una manito al poder mediático, incluso a sabiendas de que sus generosas medidas cautelares van camino de la revocación en tribunales con mayor apego a la ley, rematando en la Corte. El favor de estas decisiones sería poner piedras en el camino, no tapiarlo.
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El nudo del asunto es el plazo de desinversión. Los pretendidos damnificados lo impugnarán en el todo o en su extensión temporal. Por menos ambicioso, el segundo sendero es el más factible. Su argumento puede sonar sensato, si no se lo piensa a fondo: vender en un lapso corto equivale a malvender. Si se reflexiona dos veces se advierte que esa hipótesis es teórica y no especialmente razonable cuando se trata de bienes valiosos, que atraerán más de un interesado, esto es compradores que compitan entre sí. Si así no fuera, pequeñas empresas satélites de los multimedios podrían recuperar canales y frecuencias a precio de pichincha.
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Una imposición procesal restringe más las perspectivas de esos reclamos: en medidas cautelares no es admisible, como regla, la apertura a prueba. Los concesionarios no podrían probar la diferencia entre el precio virtual de sus concesiones a varios años vista y el que percibirían en 2011. El lector sagaz dirá que, aun si les fuera concedido intentarlo, se verían en figurillas: ¿cómo justipreciar el valor de algo en un futuro más o menos remoto, en un mundo y un país cambiantes?

De nuevo, opacado el brillo aparente del argumento, la base del reclamo quedaría chueca de prueba. Pero empiojar la escena (y los expedientes) con estos reclamos podría diferir la aplicación de la ley. La apuesta de los interesados, en este punto como en tantos otros, es preservar el statu quo hasta el cambio de gobierno. Derrota del oficialismo mediante, dan por hecho que dispondrán de un oficialismo amigable o, mejor, sumiso.

Predecir resultados en una partida tan compleja, con jugadores tan lanzados, sería una temeridad. Es sensato subrayar que los grandes medios fueron relativamente exitosos puestos a chicanear y tuvieron entre magros y nulos avances en lo sustantivo. En la opinión pública, vienen perdiendo desde hace más de un año, sin apelación.

Otro dato interesante, poco frecuentado. El Grupo A, tan amigable con las demandas o directivas corporativas, ni amagó sumar a su frondosa producción parlamentaria la derogación de la LdSCA o su reemplazo por otra ley. Juega todas sus bazas a la intervención de los tribunales. No será por falta de subordinación ni por pudor. Seguramente es porque sus integrantes advierten que no hay plafond social, que incurrirían en un papelón. Todo un detalle, caramba.

mwainfeld@pagina12.com.ar

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Izquierda y Centroizquierda: La buena voluntad kantiana

Pagina12

Por Rubén Dri *

Los partidos de izquierda y semiizquierda, llamados de centroizquierda, se sienten en su propia salsa cuando el Gobierno presenta rasgos reaccionarios y represivos. La contradicción aparece entonces con absoluta claridad, sin peligro alguno de confusión. La realidad se enturbia cuando el gobierno de turno presenta rasgos populares o, en todo caso, que benefician a los sectores populares. Dichos partidos necesitan que el Gobierno sea reaccionario. De esa manera, piensan que tienen espacio para su crecimiento, sin ningún tipo de confusión. Los hechos del presente gobierno desmienten esa pretendida realidad. ¿Cómo hacer entonces para que esa necesidad se transforme en realidad, o sea creída como tal? Es allí donde viene en su auxilio Kant, ese gran filósofo de fines del siglo XVIII. Dice Kant al inicio de Fundamentación de la metafísica de las costumbres: “Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad”, es decir, una buena intención. No se trata de hechos sino de intenciones. Son éstas las que cuentan. En consecuencia, todos los hechos deben ser juzgados según sus intenciones.

Para cortar por lo sano, representantes de esos partidos de izquierda directamente afirman que la única intención o voluntad de los Kirchner es “robar”. Con ello, no hay hecho que se salve, pues todos ellos tienen como única intención el robo. El asunto queda así plenamente clarificado. Todos los hechos del Gobierno serán pasados por este tamiz. La política de los derechos humanos en la realidad, independientemente de las intenciones, ha producido hechos que los sectores del campo popular, con los movimientos de derechos humanos a la cabeza, reclamaban insistentemente. Los genocidas están siendo juzgados y condenados, la jefatura del Ejército fue desmantelada, la Corte Suprema de la ignominia fue descabezada y, en su lugar, fueron elegidos miembros de intachables antecedentes. ¿Qué dicen al respecto nuestros kantianos? Todo eso lo hace el Gobierno para tapar sus negocios, para cooptar a los movimientos populares y, en especial, a los de derechos humanos. Además, el juicio a los genocidas ya estaba “en la corriente” (sic!). Mientras practica una política de derechos humanos del pasado, los derechos humanos del presente son pisoteados.

Latinoamérica vive una nueva etapa de su historia. Por primera vez, desde las luchas de Felipe Varela contra la política genocida de Mitre, se habla de la Patria Grande Latinoamericana. El proyecto del ALCA de Bush naufraga en las aguas de Mar del Plata; el Mercosur, con todas sus contradicciones, experimenta verdaderos avances, se forma la Unasur. Por primera vez se unen todos los presidentes latinoamericanos para rechazar el golpe de Estado contra uno de ellos. ¿Qué dicen nuestros kantianos? Por ahí va la corriente y, en todo caso, se trata de “negocios”. Para algunos es peor, pues afirman que la Argentina es el freno para estos avances latinoamericanos.

Viene luego el movimiento “golpista” de las corporaciones agrarias, denominado “del campo”, que sometió al país a un feroz lo-ckout comandado por la “democrática” Sociedad Rural y protagonizado por los Panzers de la Federación Agraria. El problema giró alrededor de la 125. ¿Qué opinaron nuestros kantianos? Que toda la culpa del conflicto es del Gobierno porque las retenciones eran para pagar la deuda externa y, por otra parte, no propuso “retenciones segmentadas”. En realidad todas las propuestas del Gobierno haciendo concesiones a los pequeños productores fueron rechazadas, lo que indicaba a las claras que no se trataba de segmentar las retenciones. Finalmente, se llega a las votaciones en ambas cámaras. En Diputados es donde se lucen los kantianos. El hecho, no la intención, era votar a favor o en contra de la 125. Si se votaba a favor se estaba con el Gobierno; si, en contra, con la Sociedad Rural y sus socios. La intención de nuestros kantianos desmintió el hecho: votaron por las retenciones segmentadas. Lo único bueno, como afirma Kant, es la “buena voluntad” o la pureza de intención. Los hechos son despreciables. Tuvo que ser el jefe de los Panzers de la FA, Eduardo Buzzi, quien finalmente aclarase la naturaleza del conflicto que en vano muchos habíamos denunciado. “La consigna es –afirmó en una reunión de productores agropecuarios– desgastar a este gobierno.”

Viene ahora otra ocasión brillante para que un partido de centroizquierda como Proyecto Sur muestre definitivamente que ha incorporado la buena voluntad a su política de desgaste del Gobierno, con lo que piensa acrecentar su espacio político. Se trata de la votación del 82 por ciento a los jubilados. Como partido de izquierda, Proyecto Sur está a favor de la medida. Por otra parte, sabe, y lo ha dicho su jefe, que aprobar tal medida sin proponer la fuente de financiamiento es una irresponsabilidad. ¿Qué hace entonces? Da el quórum para el debate. Presenta la propuesta de financiamiento. Con ello, su buena voluntad ha sido plenamente demostrada. Ha salvado sus principios. Ahora sabe que si da quórum para la votación se aprobará la propuesta del 82 por ciento que había declarado como “irresponsable”. El dar el quórum está en los despreciables hechos. No tiene importancia. Su buena voluntad está a salvo.

* Filósofo, profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

Innegociable

Pagina12
Por Washington Uranga 

La cancha está embarrada. Es la definición que se da en el barrio a este tipo de situaciones. Pero en la política argentina la cancha no está embarrada desde ahora, ni por imperio de “los Kirchner” como suele decirse desde algunos lugares de la oposición. La cancha está históricamente embarrada a partir de los manejos que distintos, sucesivos y alternados grupos de poder económico han hecho de los intereses del país, es decir, de los derechos de los argentinos y de las argentinas de a pie. Es cierto que es mejor, más sano para todos, más democrático y también más justo jugar limpio. Es cierto también que nada justifica el “ojo por ojo” y tampoco la conducta abusiva de unos puede dar por válida una reacción del mismo tipo desde la vereda opuesta. Pero resulta casi ridículo que aquellos que han violado sistemáticamente todas las garantías, abusado del poder en propio beneficio, atropellando y avasallando, actúen ahora como mansas palomitas, rasgándose las vestiduras por la presunta falta de “seguridad jurídica” y atropellos contra la “libertad de expresión”.

Sobre todo porque es este marco democrático en el que vivimos el que precisamente está garantizando –más allá de lo que afirmen algunos voceros encaramados en el poder mediático– el libre funcionamiento de las instituciones, de la Justicia y también el derecho a la comunicación, que es mucho más que libertad de expresión y, por cierto, infinitamente más que la libertad de empresa (sus negocios y sus posibilidades de lucro) que es lo que realmente los ocupa y los preocupa.

Dicho esto hay que volver a admitir que la cancha está embarrada. Que la pelea entre el Gobierno y el oligopolio económico político que ostenta la titularidad del grupo Clarín es una batalla política en la que se juegan intereses muy fuertes, decisivos para el destino del país. Una pelea cuyos verdaderos alcances no perciben (en la situación más benevolente) o se niegan a ver (por motivos que van desde la miopía hasta la mala fe) gran parte de los dirigentes hoy situados en la oposición. Como quedó demostrado en los hechos, los más importantes dirigentes de ese arco opositor no tienen escrúpulos en mostrarse solícitos a la convocatoria de la principal figura del grupo Clarín, léase Héctor Magnetto, para darle instrucciones sobre los pasos a seguir. Quizá crean que aquellos que ahora les dan órdenes mañana les devolverán presuntos favores. Quizás otros actúen por el rechazo que le producen las actitudes de ciertos funcionarios del Gobierno. Quizás el árbol les impide ver el bosque. Lo mismo les pasa seguramente a algunos empresarios, dirigentes religiosos y a ciertos comunicadores autotitulados “independientes”.

A pesar de todo lo anterior no se debería perder de vista que hay determinadas cuestiones de base que, en cualquier situación y bajo toda circunstancia, resultan innegociables. Es así porque se trata de principios éticos y políticos esenciales para la convivencia.

La verdad: nos ha costado mucho a los argentinos rescatar el valor de la verdad después de los duros años de la dictadura. Buscar la verdad por encima de todo debería ser una obligación y una responsabilidad a la que nadie puede negarse.

La Justicia: tiene el mismo sentido de lo anterior. No existe motivo alguno, ni personal, ni político, ninguna excusa para evitar la acción de la Justicia.

El respeto a los derechos humanos, a la integralidad de los mismos. Derechos que rigen para todos de la misma manera y que en caso de violación demandan reparación sin importar cuánto tiempo haya transcurrido desde que el atropello fue cometido. Es falaz argumentar diciendo: “¿Para qué revolver en el pasado?”.

Estos son tres pilares innegociables. Sobre los mismos habría que intentar seguir construyendo un espacio de convivencia democrática basado en el diálogo, en el reconocimiento efectivo de la diversidad de opiniones, en el derecho a la comunicación de todos los ciudadanos y no sólo de quienes controlan los medios y, si todavía resultase posible, en el desarrollo de la capacidad de escucha de lo que el otro dice, para tratar de comprender antes de lanzarnos como bólidos en carrera a atropellar sus argumentos. ¿Será posible? Quizá sea difícil, lo que no impide seguir trabajando para intentarlo. ¿Ingenuo? Es probable. Pero en no pocos casos ha quedado demostrado que la ingenuidad es un signo de inteligencia y la manifestación de la astucia combativa de los mansos.

En cualquier caso: verdad, justicia y derechos humanos son batallas ganadas por el pueblo y son totalmente innegociables. No hay precio ni razón que justifique la traición a estos principios.

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