Por Luis Bruschtein
“A mí
lo que me molesta es el enfrentamiento, hay momentos que se ponen muy
intolerantes y eso hace que mucha gente se sienta molesta”, afirmó
Mirtha Legrand a CNN. Y cuando le tocó el turno, Susana Giménez se
lamentó “porque vivimos en un país donde reina la inseguridad”.
Ninguna de las dos son famosas por despreciar el dinero. Pero en la
entrevista las dos se refieren en forma despectiva a “los argentinos”
porque “cuando tienen plata en el bolsillo no les importa nada”, ese
“nada” de Legrand sería el enfrentamiento. A Susana le va mejor la
sorpresa desde la inocencia: según ella, nadie levanta la voz en
protesta por la inseguridad, porque “sorprendentemente, la situación
económica está muy floreciente”.
Desde el punto de vista de los medios, Mirtha y Susana constituyen
el epístome de un sentido común generalizado hasta el punto de haber
sido el lenguaje natural de los medios durante muchos años. Los medios
pensaban así. A esta altura, aunque suene algo polvoriento, todavía
seduce a muchas almas cuando se enuncia con la convicción de las dos
divas veteranas de tantas batallas.
Llaman la atención de todos modos en este discurso las concesiones
planteadas como datos indiscutibles de la realidad. Las dos coinciden en
el reconocimiento de una etapa de gran prosperidad que ha provocado un
respaldo electoral muy fuerte al Gobierno. Ninguna de las dos oculta el
sustrato ideológico desde donde hablan, sobre todo Susana, que participó
activamente en las campañas de Mauricio Macri y Miguel Del Sel.
El proceso de tejido permanente de ese sentido común granmediático
acusa recibo del resultado de las primarias: se previene del que se
anuncia para las presidenciales de octubre y lo explica por la situación
económica, pero lo acota al presente. Desde esa mirada hay muchos
problemas más graves que la economía (la confrontación, la corrupción o
la inseguridad) que están siendo tapados por la economía. Como en el
marxismo más ortodoxo, asumen que la economía determina los procesos
políticos.
Ese discurso explica el respaldo al Gobierno por la prosperidad
económica. Los grandes medios o la oposición no pueden hacer como antes,
cuando salían a discutir que todo estaba mal, que había más pobres e
indigentes, que el campo se estaba fundiendo, que iba a haber escasez de
todo, que habría crisis de energía y que no habría inversiones. Después
de las primarias detectaron que ese discurso era demasiado
controvertido con la realidad. Ahora dicen que está todo bárbaro, que la
gente tiene plata en el bolsillo y que por eso votó al oficialismo.
El nuevo discurso admite la prosperidad del presente, pero anuncia
el precipicio inminente. Así se explican los titulares de La Nación y
Clarín de esta semana. “Los bancos internacionales advierten de un
aterrizaje forzoso de la economía para el 2012”, tituló La Nación el
lunes, haciéndose cargo de los vaticinios de consultoras y bancos
internacionales que se han convertido en los principales adversarios de
la política económica argentina desde que Néstor Kirchner negoció la
deuda externa con la quita más grande en la historia. Gran parte del
artículo de La Nación es la opinión del Bank of America-Merrill Lynch.
Es como si fuera la crónica de la Segunda Guerra Mundial contada por el
nazismo alemán.
El lobby de los fondos buitre que acapararon bonos de la deuda
externa argentina también tomó nota de los resultados preelectorales y
lanzó una fuerte ofensiva a nivel judicial, mediático y político. En la
parte judicial es poco o nada lo que han logrado. La parte mediática
consiste en hacer anuncios terribles sobre el futuro de la economía. En
Buenos Aires, han sido Clarín y La Nación los dos grandes medios que
amplificaron esos anuncios agoreros cuya intención es dañar el proceso
económico y chantajear con ese daño posible.
En el plano político, el lobby parlamentario de los fondos buitre
presionó sobre Washington. El Tesoro norteamericano anunció entonces que
en señal de protesta por la situación de esos bonos (impagos porque no
aceptaron la quita) votará en el BID y el Banco Mundial contra la
concesión de préstamos a la Argentina. El anuncio es una formalidad que
no tiene ningún efecto. Estados Unidos no salió a convencer a los demás
países para que se sumen a su voto y además aclaró que hará una
excepción “con los créditos destinados a los humildes”. Simplemente
votará en contra por la presión de su lobby interno. O sea que perdería
las votaciones en caso de que Argentina solicitara esos préstamos como
ya ha sucedido con otros anteriores. De todos modos, el lobby de los
fondos buitre festejó la decisión del Tesoro norteamericano.
Clarín tomó esta problemática asumiendo el punto de vista de los
fondos buitre y proyectándola como el título principal de su tapa, ya
desde la semana anterior. Los titulares dieron la sensación de que
después de Irak, Afganistán y Libia, la próxima invasión sería en
Argentina. Cebado con la repercusión que obtuvo, el 28 de septiembre,
Clarín puso otro título catástrofe como el principal de su portada:
“Estados Unidos no descarta más sanciones contra Argentina”.
El título sonaba fuerte, pero no pudo ser más ambiguo. Nadie
descarta jugar al fútbol alguna vez como Maradona, nadie descarta que
alguna vez Argentina colonice las lunas de Júpiter. En realidad se
trataba de la frase que una periodista argentina le había sacado a la
fuerza a una funcionaria del Departamento de Estado norteamericano en
una conferencia de prensa donde estaba hablando de Africa. Sin que
tuviera nada que ver con el tema, esta periodista preguntó “si a partir
de los anuncios del Tesoro”, Estados Unidos tomaría otras medidas en
defensa de los fondos buitre. Tomada de sorpresa, la funcionaria dijo
que no descartaba nada. El lobby de los fondos buitre tiene un brazo
largo y generoso.
Ese mismo día hubo una desmentida del Departamento de Estado a
Clarín. Los norteamericanos aclaraban que no suspenderán la asistencia
bilateral ni tomarán otras medidas agresivas contra la Argentina, como
daba a entender el matutino.
Pero los desmentidos no importan porque el objetivo de esta campaña
es destruir lo que suponen que es el principal motivo del respaldo al
Gobierno, que es la situación de prosperidad económica. Desde su lugar,
para los grandes medios no importa si efectivamente la situación
económica es buena. Lo que importa es lo que perciba la sociedad a
partir de amplificar toda la campaña contraria de las consultoras
internacionales y los fondos buitre. De alguna manera están
transmitiendo que la situación está bien, pero a costa del futuro:
“Mucho pan para hoy se pagará con mucha hambre para mañana”.
Desde el 2003, los grandes medios se han cansado de anunciar el
fracaso de las políticas heterodoxas. Las votaciones en las primarias
les demostraron que debían incorporar más datos de la realidad para
construir una mirada que pudiera lograr una inserción mejor. Entonces
cambiaron: la catástrofe ya no está más en la actualidad, sino que el
Gobierno la habría instalado indefectiblemente en el futuro inmediato.
Motivados por sus intereses, los grandes medios han promovido a los economistas neoliberales que trabajan para el establishment y asumieron sus propuestas como las únicas sensatas. Esa
estrategia los lleva a coincidir además con estos fondos buitre de
especuladores financieros que apuestan al fracaso del país porque viven
de las desgracias y las sobras. Varios de esos economistas son empleados
de las consultoras y los fondos buitre.
Esa coincidencia llevó también a los grandes medios argentinos a
formar parte de la estrategia de presión contra la Argentina que
lanzaron estos fondos antes de las elecciones presidenciales de octubre.
Los fondos buitre especulan con la desgracia de los argentinos, son sus
enemigos. Y la alianza de los grandes medios con ellos sitúa a la
corporación granmediática en uno de los peores momentos de su historia.
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