CUENTAN LAS ABUELAS WICHÍ. MEMORIA DE LOS RIOS
Cuentan las abuelas wichí a sus nietos, en las noches alrededor del fuego, que ifwalas pantei (en los tiempos de antes), toda el agua del mundo estaba encerrada en un árbol, un gran yuchán (palo borracho). No existían los ríos. El árbol estaba lleno de pescados. Por eso la gente vivía cerca de el, festejando la pesca, con arco y flecha.
Tokwaj, el tío travieso no estaba allí.
Convertido en perro llegó hasta donde estaba la gente y comenzó a comer pescado y de todas las familias lo echaron. Los ancianos pensaron que podía ser Tokwaj y decidieron esperar. Al día siguiente, Tío Travieso estaba allí y el perro no.
Tokwaj hizo su propio arco y flecha y se dispuso a pescar. La gente tenía miedo que pesque un inmenso dorado que había en el Yuchan. Lo atravesó con una flecha. Pero el pez era grande y se movía por el árbol golpeando sus costados, hasta que los rompió. Así se escapó el agua que era de Fwichilaj, un espíritu y su hijo. Ellos con una vara marcaban el camino del agua. Se separaron… uno caminó con la vara por el norte formando un río, el Pilcomayo. El otro por el sur, formó el Bermejo.
A Tokwaj lo corrió el agua. Por eso si uno ve el Pilcomayo tiene muchas curvas, porque el siguió ese camino, y como estaba preocupado daba muchas vueltas. Tío Travieso alteró la pesca que antes estaba en el árbol, y ahora los wichí deben buscar el pescado a los largo de los ríos, en especial el sábalo que recorre muchos parajes hasta los weenhayek..
Asi cuentan las abuelas que se formaron los ríos que dan la vida.
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