Por Juan Eduardo Lenscak
La ciudad se llenó de pesebres, arbolitos navideños y escaparates
con muérdagos, luces y campanillas, expresando una tradición ancestral de
celebración al nacimiento, a la buena nueva, a un cambio de paradigma, a una
forma armónica de convivir que aspiramos lograr, desde lo más profundo, todos
los seres humanos.
Y como en aquella arquetípica navidad, también hoy existen los
Herodes que hicieron desaparecer a una generación de primogénitos; un imperio
dispuesto a mantener sus privilegios;
escribas y fariseos que olvidaron sus orígenes siendo funcionales al
imperio, y sobre todo, la proliferación de los mercaderes del templo.
Masificación que ha convertido al mercado
en un gran templo contemporáneo.
Las noticias sobre los avatares del dólar y del euro en los países
del norte, provocando rebeliones plebeyas en el corazón mismo de los dominios
del César, nos da la pauta de la vigencia de un profundo sentido de
explotación, aún vigente y acechante.
Fue la propia Presidenta quien denunció que hubo cinco corridas
bancarias para desestabilizar el actual gobierno, que felizmente fueron
sofocadas. Conociendo la lógica del imperio, y sin ser entendido en cuestiones
macroeconòmicas ¿quien puede dudar que no las hubo?.
Pensar que vivimos en democracia, que la lluvia de votos garantiza
seguridad para los màs humildes favorecidos por polìticas de inclusión, cuando
el imperio asesina a un presidente como Kadafi,
y revolotea por el continente africano como lo hizo en paises asiáticos
ricos en petròleo, serìa algo asì como entender que la navidad es solo un
cuento de reyes magos. Los marines se van de Irak, pero entran en otros paises.
Los capitales buitres no dejan de revolotear desde lo alto buscando su presa
para quitarle primero, nada menos que sus ojos.
Pensar que en nuestro país, después de lo que hemos sufrido, con solo
hecho de elegir gobernantes basta y es suficiente, no solo serìa una ingenuidad,
sino algo parecido a suicidio. Entender que
el haber comenzado a incluir a los que nacen en los pesebres de la
periferia significa agotar la navidad, ya no serìa ingenuidad, sino pecar de
necio. Hay Herodes sueltos, a pesar de estar procesados por delitos de lesa
humanidad; Barrabás ovacionados por escribas y fariseos que manejan
monoplicamente los medios de comunicación social; y varios Poncio Pilatos
lavándose las manos de su participación en la dictadura, para seguir en
funciones de gobierno en la gestión actual.
La navidad, ayer como hoy, es la victoria de un paradigma de vida,
sobre el paradigma de la explotaciòn y de la muerte. Y los argentinos, como
aquellos humildes pastores, trabajadores diríamos hoy, rurales y urbanos, nos congregamos a celebrar
esa victoria de la vida. Acompañados por una estrella latinoamericana que marca
el camino para la celebración con todos los trabajadores, que ofrecen los
atributos del poder –el oro, el incienso y la mirra- a este nuevo proceso de
crecimiento con inclusión social que nace desde los pesebres, muy a pesar del
imperio, de sus matanzas y crueldades.
Hay motivo de celebración para los trabajadores. Para sumarnos en
coro navideño a festejar por un nuevo estatuto del peón, que deja de lado la
normativa impuesta por el gobierno de facto cívico militar del 55, y mantenido
hasta la fecha. ¿No es acaso una buena noticia para los trabajadores rurales
recuperar beneficios laborales obtenidos durante el primer gobierno de Perón y
conculcados por las sucesivas dictaduras y gobiernos neoliberales? Medio siglo
de despojo de derechos laborales son motivo más que suficiente para entender lo
que significa esta novedad, y darle la categoría de muy buena noticia.
¡Qué decir de la ley que declara de interés público la producción
y distribución de papel prensa! Desarma a escribas y fariseos cooptados por el
imperio para dar lugar a todos los escribas y defensores de la ley que no hay
perdido el sentido original de su responsabilidad social para que comuniquen y
defiendan la buena nueva… y Barrabás no vuelva a ganar elecciones, ni Poncio
Pilatos se lave tan hipócritamente las manos cuando se crucifica a los
inocentes.
En nuestra provincia, también alumbra la estrella de un Belén
liberador. Se jubila un emblema de la dictadura reciclado en democracia nada
menos que como máximo doctor de la ley; y si bien quedan otros como él con
mucho poder aún, los primogénitos no tendrán que vivir en la clandestinidad
para sobrevivir, ni tendrán que vender su dignidad por un plato de lentejas.
También hemos protagonizado sucesos novedosos y auspiciosos para
los trabajadores. Meses antes que la Presidenta anunciara topes para los
intereses aplicados a los créditos otorgados a los jubilados, en Formosa se
había hecho lo propio con todos los empréstitos buitres que carroñeaban a los
estatales con intereses usurarios, y descuentos sin tope de sus ingresos
gracias a la bancarización del sistema. ¿Cómo no alegrarnos los trabajadores en
actividad y jubilados con la posibilidad de poder utilizar libremente la casi
totalidad de nuestro salario? ¿Cómo no alegrarnos cuando se comienza a poner
coto a la voracidad de quienes hasta ayer mantenían acorralados a su arbitrio
los salarios de los trabajadores? Hay motivos para brindar.
La reciente creación del Instituto Pedagógico Provincial también
aparece como una muy buena noticia. La corrupción del escalafón dirigencial
docente por acumulación de puntajes y supuestos méritos por la presentación de
certificados de cursos arancelados, donde la lógica de la recaudación prevalece
sobre las necesidades pedagógicas reales, parece tener la misma suerte de
Herodes, que no pudo evitar el nacimiento de una nueva institución pedagógica,
formadora de formadores, centrada en el paradigma de la “justicia social”.
Enclavada en corazón de la periferia, con todo el oro, el incienso y la mirra
que pueda imaginarse para solventar semejante infraestructura, y con servicios
totalmente gratuitos.
¿Cómo no brindar en esta
navidad? ¿Cómo no festejar estas buenas noticias? ¿Cómo no estar esperanzados?
Es cierto que el nacimiento de hoy puede culminar en una nueva
crucifixión mañana; que los huevos de la serpiente anidan en nuestro medio; que
existe una crisis internacional promotora de mayor voracidad en los buitres de
las finanzas; que hay vino nuevo en odres viejos… pero que estamos
protagonizando un parto continental, es casi una verdad de perogrullo para los
trabajadores. Y resuenan como una profecía
aquellas palabras de Fidel Castro, fuente de inspiración para ideólogos del
peronismo como Willam Cooke, cuando decía : “Nosotros consideramos que este
continente tiene en su vientre una criatura que se llama revolución. Que viene
en camino y que inexorablemente por ley biológica, por ley social y por ley de
la historia tiene que nacer. Y nacerá de una forma o de otra. El parto será
institucional, en un hospital, o será en una casa. Serán ilustres médicos o
será la partera quien recoja la criatura pero de todas formas, habrá parto.”
Fidel no es católico, ni confeso creyente en religión alguna, como
tampoco fueron sacristanes, ni feligreses obsecuentes de la oligarquía
eclesiástica ni Perón ni Kirchner, pero cada uno a su manera supieron
interpretar el profundo sentido cristiano de la navidad y del sentido
trascendente de lo que significó y sigue significando el anuncio, para los
trabajadores, de una buena nueva.
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