El club del Bajo Núñez, que en 2001 había bautizado una tribuna con el nombre del fervoroso hincha y militante político desaparecido, hijo del actor homónimo, amplió ayer su reconocimiento con un mural que le pone rostro.
El mural fue realizado por el artista plástico Matías Morales.
Por Gustavo Veiga
Marquitos mira desde enfrente hacia la ESMA. Ahora tiene rostro su nombre grabado en la tribuna hace diez años. Lo retrató en un mural Matías Morales, profesor de Bellas Artes. El artista tomó en sus manos una iniciativa de los integrantes más jóvenes de la comisión directiva. “Nos cuida la entrada de la popular”, dice el presidente de Defensores de Belgrano, Marcelo Achile. “Era de corazón peronista, montonero y de Defensores de Belgrano”, lo evoca con emoción Osvaldo Zeta Nemirovsci, su compañero de militancia y hoy coordinador general del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre. “Si alguna vez tuvo una diferencia por cuestiones políticas, siempre Defensores lo cobijó y le brindó un lugar de afecto y cariño. Era su vida”, lo describe José “Pepe” Calcagno, el amigo comprometido con sus mismos ideales.
Desde ayer, el club del Bajo Núñez amplió su reconocimiento al hincha y militante político desaparecido. El 25 de mayo de 2001 había bautizado a la tribuna techada con su nombre, Marcos Zucker (h). Una iniciativa del ex dirigente Hugo Arbona. El mural llegó en tiempos muy distintos, de memorias recuperadas y genocidas entre rejas. Cristina, la hermana del Pato (ése era su apodo en los ’70), no pudo estar en el acto por un impostergable tratamiento médico. Mandó una breve carta que leyó el dirigente Diego Achile, primo del presidente: “Ahí nomás estaba la hinchada de Defe: somos la semilla de Marquitos Zucker, aullaban las pancartas que levantaban los más jóvenes, los que volvieron a soñar”, escribió remontándose al 24 de marzo de 2004.
Ese día el ex presidente Néstor Kirchner pidió perdón en nombre del Estado nacional por haber callado las atrocidades de la dictadura. La ESMA desbordaba de gente y los hinchas de Defensores saltaban su perímetro como si fuera el alambrado de la cancha.
Habló también Nemirovsci, un manantial de memoria que arrancó varias sonrisas cuando recordó que Marcos lo llevaba al club “para hacer el aguante” y que una tarde cantaron una consigna ya oxidada por el paso del tiempo: “Italiano, chupale las pelotas... a Defensores de Belgrano”.
Después se recibieron adhesiones del Instituto Espacio para la Memoria y la UES, hubo presencia de funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos, la agrupación peronista Markitos Zucker, ex detenidos desaparecidos que pasaron por la ESMA, como Lila Pastoriza, y Carlos Pisoni, de H.I.J.O.S. Norberto Perotti, subsecretario de Evaluación del Presupuesto Nacional e hincha del Dragón, también participó del acto, al que asistieron unas cincuenta personas.
Matías, el hacedor del mural, y su asistente, Federico, recibieron un aplauso subidos al andamio tubular desde el que habían terminado la obra unos segundos antes. El ambiente era tan militante como futbolero. Frente al acceso a la Techada (así la llaman con afecto los hinchas de Defensores) se cocinaban ristras de chorizos que un parrillero atendía con esmero.
Hincha de River, Calcagno también conocería la pasión con que Zucker acompañaba a su equipo. Los dos se hicieron amigos en el barrio de Palermo. Al verlo en el mural, se sorprendió con el logrado parecido físico del retrato, y sobre todo de su mirada: “Yo vine de Chivilcoy a estudiar derecho. Mi padre tenía un departamento en la calle Bulnes y cuando llegué, comencé a militar en la Facultad. Lo conocí al Pato, también a Osvaldo (por Nemirovsci), y lo que no sabíamos los dos es que vivíamos en el mismo edificio. El en el tercer piso con su madre y yo en la planta baja. Así que un día, riéndonos, nos encontramos abriendo la misma puerta, en el mismo edificio y cada uno entró en la familia del otro. Y desde ahí nació una amistad inquebrantable hasta ese triste final que tuvo él”.
Pastoriza destacó la “importancia que tiene unir la causa de los desaparecidos con una práctica social tan masiva como el fútbol”. Todavía lleva grabada en su retina la bandera que dice “Somos las semillas de Marquitos Zucker”, que colgaba aquel 24 de marzo del 2004 desde la platea del estadio con capacidad para nueve mil personas.
El único del país que le rinde tributo en su popular local a la memoria de un desaparecido. Su presidente se enorgullece por eso: “Lo decimos con la voz bien alta. Podemos explicarle a todo el mundo que el nombre de Marcos es algo que produce admiración. Mucha gente nos conoce por este tema. Algunos colegas del fútbol me señalan: ‘Ganamos tal partido histórico o hicimos tal obra’. Los de Chicago me dijeron una vez: ‘Mirá que nosotros cantábamos la marcha peronista en la época de la dictadura’, ese tipo de cosas. Pero nosotros siempre les decimos que esto es distinto a todo”.
Ricardo Marcos Zucker (tal su nombre completo) era hijo del recordado actor que murió el 14 de mayo de 2003. Un grupo de tareas lo secuestró en la calle en 1977. Lo liberaron 46 días después, salió hacia Brasil, se exilió después en España y regresó a la Argentina en 1979. La dictadura no le dio una segunda oportunidad.
Página|12
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