Luego de que Cristina lo superara en votos en su propia provincia, el mandatario que soñó con ser candidato del “post kircherismo”, decidió respaldar el negocio agroindustrial de Clarín y La Nación. Sus críticas a la Ley de Medios y el escándalo de los “poliniños”.
En política, las contradicciones se pueden administrar –como pregona el manual de la conducción peronista– o, en cambio, pueden hacerse crecer hasta un punto de difícil retorno. Esto último es lo que acaba de plantear el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, al fotografiarse junto a Marcela Noble Herrera, heredera de la dueña del Grupo Clarín, el oligopolio multimediático que en su puja con el gobierno nacional adoptó prácticamente la conducta de un partido opositor. La instantánea para la que posó Urtubey fue tomada durante la apertura de la feria Expoagro Norte, el miércoles pasado, y viene a cerrar toda una secuencia de “imágenes políticas” que el reelecto gobernador salteño acumuló en estos años de mandato, en un poco disimulado intento por sumar porotos a sus sueños presidenciales, manteniendo la distancia respecto de Balcarce 50. Sin embargo, una cosa es el juego propio de un gobernador que no esconde sus aspiraciones, y otra sonreír para una foto que tiene bastante de provocación.
El megaevento chacarero que Urtubey decidió inaugurar en persona, sin delegar la faena en un funcionario de su Gabinete, está organizado por los grupos Clarín y La Nación. Y, junto a Marcela Noble Herrera, también estuvieron presentes Tomás Salvagni –gerente de ventas de AGEA– y Alejandro Saguier, Norberto Frigerio y Félix Sammartino, en representación de La Nación.
Justamente, uno de los principales motivos del distanciamiento entre Urtubey y las políticas del gobierno nacional tuvo que ver con los compromisos que el mandatario posee con el núcleo duro de la familia agropecuaria.
El antecedente más claro fue durante el conflicto por la Resolución 125, cuando en un primer momento el gobernador ensayó una estrategia a dos puntas, pero una vez que Julio César Cobos emitió su “voto no positivo”, dejó de disimular las críticas a la medida y comenzó el pase de facturas al kirchnerismo.
En esos tiempos, donde muchos dirigentes daban por finiquitada la “era K”, Urtubey era el hombre ungido por el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández como candidato a presidente de un supuesto “pos kirchnerismo”. Ya en 2009, cuando el gobierno nacional atravesaba un duro trance, luego del traspié en las elecciones legislativas, Fernández y Urtubey lanzaron desde Salta una nueva corriente política nacional, con la intención de proyectar al joven mandatario. Pero la dinámica de los hechos hizo que estas expectativas se diluyeran y que Urtubey retornara bajo el ala del oficialismo, más aún luego de la muerte de Néstor Kirchner y las demostraciones masivas de apoyo popular.
“Es de ciencia ficción hablar ahora de candidaturas: la muerte de Kirchner nos obliga a dejar pasar tiempo para ver eso”, declaró el 4 de noviembre de 2010, a la salida de un almuerzo que mantuvo en Roma con el entonces premier italiano Silvio Berlusconi.
Cinco meses más tarde, en abril de este año, Salta celebró sus comicios para elegir gobernador y Urtubey volvió a imponerse en las urnas, esta vez con casi el 60% de los votos. Su primera declaración como mandatario reelecto fue premonitoria: dijo que no era “un delegado del gobierno nacional” (ver recuadro).
En gran medida, el proyecto político que se encarna en la figura de Urtubey, así como los sectores de la sociedad que se referencian en él, se contraponen con algunos de los aspectos que definen al kirchnerismo.
Un buen ejemplo son las críticas que repetidas veces Urtubey manifestó con respecto al debate parlamentario por la nueva Ley de Medios. En septiembre de 2009, invitado por ADEPA, sostuvo: “Soy un gran defensor de la intervención del Estado pero hay temas como este donde esa intervención es peligrosa.”
Urtubey es un católico fervoroso, gran parte de su entorno mantiene buenos tratos con el Opus Dei y el gobernador no disimula su opción por el conservadurismo en materia religiosa. Por caso, durante su gestión, y a instancias del ex ministro de Educación Van Cawlaert, se instauró que las escuelas públicas salteñas enseñen catecismo como asignatura obligatoria y, entre otras cosas, que los alumnos den una oración antes de ingresar a clase.
En simultáneo, las autoridades locales son reacias a la enseñanza de la educación sexual en las aulas. La provincia se había negado a distribuir los manuales formativos elaborados por el gobierno nacional para los docentes y directores de escuelas. Recién en septiembre pasado, la polémica desatada por este desplante forzó a que el gobierno salteño aceptara recibir el material.
De todas maneras, los docentes aseguran que en los colegios no se imparte educación sexual y que desde 2004 esperan a que la Ley 7311 de Sexualidad Responsable sea reglamentada. Por otra parte, de acuerdo a la Ley nacional 26.150, para octubre de 2010 todas las provincias debían haber incorporado contenidos que ayuden a prevenir enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.
En varias oportunidades, Urtubey dejó en claro su apoyo a grupos antiabortistas. Es integrante de la red “Acción Mundial de Parlamentarios y Gobernantes por la Vida y la Familia”, presidida por la senadora puntana Liliana Negre de Alonso, miembro del Opus Dei y una de las principales opositoras a la sanción del matrimonio igualitario.
En Salta, las muertes por abortos mal practicados son un drama repetido, así como su criminalización. El pasado 18 de noviembre, la madre de una menor de 13 años que perdió la vida a causa de un aborto clandestino, fue detenida por orden de una jueza que la señaló como sospechosa de haberle suministrado a su hija un fármaco para interrumpir el embarazo. El hecho generó el repudio de las entidades que bregan por los derechos sexuales y reproductivos.
El tema de las policías infantiles es otro de los aspectos más polémicos del gobierno salteño, que Urtubey heredó de la anterior gestión y al que dio su apoyo. Salta es uno de los distritos donde más desarrollo alcanzaron estos programas que impulsan un ingreso temprano a la disciplina uniformada: cerca de 7000 niños de entre seis y 13 años asisten tres veces por semana a los más de 122 cuerpos que esta fuerza posee en toda la provincia.
En abril de este año, el Consejo Federal de Seguridad, reunido en Buenos Aires, se opuso al funcionamiento de los “poliniños”. Sin embargo, el 19 de octubre pasado, la gobernación celebró con un desfile un nuevo aniversario de la creación de los “Cuerpos de Policía Infantil”.
De la mano de estas definiciones políticas y de fotos como la que se tomó junto a la cúpula de Clarín y La Nación, el gobernador salteño parece decidido a recuperar el lustre que alguna vez tuvo como “esperanza blanca” del fallido “post kirchnerismo”.
Fuente: Tiempo Argentino
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