Por Adriana Meyer
Si la militancia ha cobrado un renovado vigor, de ella puede decirse que fue la militante eterna. Fanny Edelman falleció ayer en un hospital porteño por una afección en el hígado. Activa luchadora por los derechos humanos y presidenta honoraria del Partido Comunista, sus camaradas lamentaron su muerte “tras una exhaustiva trayectoria de luchas, cárceles, internacionalismo, solidaridad e intensa labor intelectual y política”. Página/12 la entrevistó en febrero pasado, en ocasión de cumplir cien años. Aquel diálogo había terminado con un amable pero firme “y ahora si me disculpa tengo una reunión”, tras lo cual Edelman partió. Sus restos serán cremados hoy a las 9 en el cementerio de la Chacarita, con una ceremonia de despedida.
Nacida Fanny Jabcovsky el 27 de febrero de 1911 –en San Francisco, Córdoba– en una familia de inmigrantes rusos, adoptó el apellido de su marido desde que comenzó su militancia, a los 23 años. Las inclinaciones corporativas y antisemitas del general José Félix Uriburu la llevaron a acercarse a un grupo de intelectuales de izquierda, entre los que se contaban Leónidas Barletta y Alvaro Yunque. Al tiempo que trabajaba en un taller textil y como maestra de música, concentró su actividad militante en la solidaridad con los presos políticos. En 1934 se afilió al Partido Comunista de la Argentina. Ese año, la brutal represión a la huelga minera en Asturias la encontró formando parte de una activa campaña de solidaridad. Y en 1937 viajó a España junto a su compañero, Bernardo Edelman, que era corresponsal de guerra. Allí integró el Socorro Rojo, luchó en defensa de la República y conoció a La Pasionaria. Ya como secretaria general de la FDIM (Federación Democrática Internacional de Mujeres, una organización creada luego del fin de la guerra) visitó a Dolores Ibárruri en su exilio en Moscú.
Tras su regreso en 1939 fue parte del movimiento de solidaridad con la República, del que participaron también Chile y Uruguay, que logró reintegrar a más de 3000 refugiados. Al finalizar la guerra, con un grupo de compañeras, Edelman impulsó la Unión de Mujeres de la Argentina (UMA), una organización de lucha por la paz, el trabajo, el salario, la salud y la vivienda. Trabajó allí durante 50 años y bajo su dirección esta entidad realizó importantes tareas con la ONU, Unesco, Unicef y la OIT. En 1972, en representación de la UMA, asumió la conducción de la FDIM e impulsó la creación del Día Internacional de la Mujer. Durante la dictadura llevó ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra el testimonio de cientos de familiares y víctimas del terrorismo de Estado.
Cuando ya se había convertido en una figura conocida en el ámbito internacional, participó de movimientos de apoyo a la Unión Soviética, China, Cuba, el gobierno socialista del chileno Salvador Allende y la revolución sandinista en Nicaragua. También estuvo en Vietnam y en varios países de Africa trabajando “por los derechos y reivindicaciones de los trabajadores y las mujeres”. En su extensa vida conoció a variadas personalidades, desde Antonio Machado y Miguel Hernández hasta los líderes soviéticos y del comunismo chinos, el Che Guevara y Fidel Castro. En marzo fue distinguida con la Orden José Martí, que confiere el Consejo de Estado de Cuba, y en esa oportunidad el presidente Raúl Castro se comunicó con ella para saludarla.
“América latina está preñada de revolución, en Bolivia, Ecuador y Venezuela hay cambios que no son revolucionarios pero son profundos, cambios que repelen al imperialismo norteamericano. Es posible radicalizar este proceso, la derecha neoliberal es un enemigo que crece para incivilizar. Hay una crisis civilizatoria de parte del gran capital, esa crisis quieren descargarla sobre nuestro continente, que hoy es el de la rebeldía”, había dicho en aquella entrevista con Página/12. Lúcida hasta su última hora, Fanny Edelman dirigía la cátedra libre de género y clase Alcira de la Peña, otra histórica militante del PC.
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