Hijo de desaparecidos, recuperó su identidad en 2003 y ahora ocupará una banca en la Cámara baja. “Formamos parte de la renovación política que llega para apoyar a la Presidenta”, dice y confiesa estar entusiasmado “porque se vienen cuatro años que espero que sean históricos”.
Por Julián Bruschtein
Mide casi dos metros y de los rulos que tenía cuando le devolvieron su identidad en el 2003 ya casi no queda nada. Horacio Pietragalla Corti es militante de Abuelas de Plaza de Mayo y fue electo diputado en las elecciones del 23 de octubre. El 10 de diciembre asumirá su banca junto a una decena de jóvenes que integraron la lista del Frente para la Victoria y en la que figuraban al menos dos hijos de desaparecidos más. “Es muy fuerte esto de ser un puente entre lo que hicieron mis viejos y lo que puedo hacer yo. Además formamos parte de la renovación política que llega para apoyar a la Presidenta, y para proponer”, aseguró en diálogo con Página/12 en un intervalo de su trabajo en la Legislatura porteña.
–¿Cómo se fue acercando a la idea de intervenir en la política?
–Siempre tuve la idea de hacer algo de política en el barrio. La reconstrucción de la historia de mis viejos me empujó mucho en esa dirección. Porque tuve que leer mucho y comprender su militancia –eran militantes montoneros– y el proceso político que vivieron para poder entender qué pasó realmente. Metiéndome en toda esa historia me di cuenta de la importancia de la política. Por eso abrimos un espacio en Lugano hace dos años; primero militábamos, pero no teníamos lugar, y un año más tarde conseguimos uno.
–Su historia es muy fuerte: en un año recuperó su identidad, restituyeron la identidad de los restos de sus padres y los enterró...
–Recuperé mi identidad el 4 de abril del 2003. Yo me acerqué a Abuelas en octubre del 2002 y pedí una entrevista. Como ellas tenían sospechas de que yo podía ser hijo de desaparecidos por denuncias anónimas, cuando me acerco ya habían iniciado una causa judicial para acercarse a mí, fue algo mutuo. En marzo me hice la extracción y en abril tenía el resultado, fue muy rápido también por el parecido físico que tenía con mi mamá. Cuando fui a la genetista llevé la foto que había en Abuelas de mi mamá, la puse al lado de mi cara para que los compare y le dije: “No pierdas el tiempo, compará con este grupo familiar”. En 17 días estaba el resultado. Ahí me encuentro con la familia, con un montón de compañeros de mis viejos que sobrevivieron. Ahí mismo me comentaron que existía la posibilidad de que los restos de mi papá pudieran estar en el cementerio de San Vicente. Y me acerqué al Equipo Argentino de Antropología Forense para dejar la muestra genética y a los tres meses recuperé los restos de mi viejo. Fue muy rápido, estuvo muy bien, porque fue fuerte, pero profundizó el proceso que estaba haciendo. Después, casi al año de recuperar mi identidad, también se restituyó la identidad a los restos de mi vieja.
–Explicaba que ese proceso lo fue acercando a la política. ¿En qué momento surge la necesidad de armar algo?
–Recuperé mi identidad en abril y en mayo estaba en Abuelas. Tenía otro trabajo, pero necesitaba involucrarme más en todo lo que me estaba pasando. Lo hablé con Estela (Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo) y me abrió las puertas. Después de dos años de laburo renuncié e hice un viaje por Latinoamérica que me hizo muy bien. Cuando volví me metí a militar otra vez en Abuelas, pero recién cuando empecé a trabajar hace dos con Gabriela (Alegre, legisladora de la Ciudad) me vinculé más a la política. De ahí que terminé con un local en Lugano, que es mi barrio, y tiene el nombre de mis viejos.
–¿Qué expectativas tiene con su llegada a la Cámara de Diputados?
–Siempre comparo dónde estaba en el 2001 y dónde estoy ahora, y me doy cuenta del tiempo histórico que estamos viviendo. Es una responsabilidad grande porque hay que ponerle mucho laburo legislativo, pero también una posibilidad de aportar desde ese pequeño espacio al proyecto y reconozco la confianza que me están dando de arriba para que yo tenga una banca. Si vos mirás la lista te das cuenta de que hay una renovación de gente joven que me parece lo más importante. La verdad es que yo no tenía esta ambición política, pero las circunstancias me fueron llevando. Estoy muy entusiasmado porque sé que se vienen cuatro años que espero que sean históricos como estos dos últimos que pasaron.
–En el bloque va a haber varios hijos de desaparecidos: usted, Eduardo de Pedro y Marcelo Santillán, de Tucumán...
–Es muy fuerte esto de ser un puente entre lo que hicieron mis viejos y lo que puedo hacer yo. Con todo lo que pasó en el medio, de apropiarme, robarme mi identidad y recuperarla. Hay una generación que responde a esa militancia y a esa insistencia que tuvieron los organismos de derechos humanos. Yo les dije a las Abuelas: yo soy el diputado de las Abuelas. Esto con otro gobierno no pasaría. Porque también hay otros hijos que están en otras fuerzas políticas, como Victoria Donda, que está en el Frente Amplio Progresista, o Victoria Moyano, que está en la izquierda.
–¿Cómo ve el caso de Donda que también llegó a la banca por las Abuelas y hoy está en la oposición?
–La decisión que tomó para mí es errónea. Entiendo que en cualquier otra fuerza política ella no hubiera llegado ahí, es decir, ese lugar se lo dio el kirchnerismo al igual que hoy se lo está dando a otros hijos de desaparecidos. Hoy estamos políticamente en veredas opuestas, pero espero que podamos hablar porque tenemos la misma historia y hay ciertas cosas que no las podemos diluir como si fuera lo mismo. Fue muy triste verla con el grupo A, con Patricia Bullrich, peleando por las comisiones. Pero bueno, por ahí en unos años hace algún movimiento y vuelve para este lado.
–¿Dentro del kirchnerismo dónde se para orgánicamente?
–Me acerqué naturalmente a La Cámpora por mi relación con Juan Cabandié. También Máximo (Kirchner) alguna vez me alentó para que vaya a La Cámpora. Hoy estoy en el área de derechos humanos, pero la idea es que se transforme en una secretaría, se está terminando de armar. Cristina y Néstor siempre vieron a la juventud como la continuidad del proyecto porque sabían que la etapa intermedia de su generación se contaminó. Nosotros vamos a acompañarlos y a la vez cuando Cristina pare un poco, seamos nosotros los que vamos a seguir. Tenemos que acompañarla, apoyarla y también proponer. Si no estamos para eso, estamos en el horno.
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