El obispo Claudio Giménez, de Caacupé, anunció a los periodistas, sin ruborizarse, que la Conferencia Episcopal le pidió a Lugo que renuncie. No era la primera vez que los obispos le daban la espalda a su presidente y ex colega.
Por Mercedes López San Miguel
La Iglesia Católica paraguaya jugó fuerte en favor de la destitución de quien fuera su prelado y hasta ayer presidente de la república, Fernando Lugo. Anteayer, horas antes del inicio del juicio político, un grupo de obispos de la Conferencia Episcopal visitó al presidente en la residencia Mburuvicha Roga. Horas antes, Lugo había dicho que se mantendría en el cargo y pedía un juicio justo. Los religiosos estuvieron 45 minutos de reloj y se retiraron sin hacer declaraciones, salvo el obispo Claudio Giménez, de Caacupé, quien anunció a los periodistas, sin ruborizarse, que le pidieron a Lugo que renunciara para evitar que se registraran enfrentamientos.
Los obispos dócilmente aceptaron el castigo impulsado por la derecha política y avalado por los medios de comunicación hegemónicos. El diario conservador ABC, el más leído de Paraguay, tituló en la tapa de ayer dando por segura la salida del mandatario electo democráticamente: “Si Lugo no renuncia hoy, será destituido”. El medio no destacó en sus páginas la posición de la Iglesia. “Es lamentable que la Conferencia Episcopal presionara corporativamente. Es una corporación más de la derecha paraguaya. Al parecer, los obispos le prometieron a Lugo que se le aplicaría un juicio político y no criminal. No dijeron una palabra de que se estaba poniendo en peligro el proceso democrático”, señaló en diálogo con Página/12 Alberto Bo-ccia, analista político y columnista del diario Ultima Hora.
No era la primera vez que los obispos le daban la espalda a Lugo. Nos podríamos remontar al 25 de diciembre de 2006, cuando el otrora obispo de San Pedro Fernando Lugo anunció que renunciaba a la Iglesia para formalizar la candidatura a la presidencia de su país. Sin sermones, dijo entonces el religioso: “Hoy, 25 de diciembre, oficialmente tomo la determinación de ponerme al servicio del pueblo paraguayo a través de la política”. Tres días después Lugo recibió una carta del Vaticano en la que se le advertía que como primera sanción iba a recibir la pena canónica de la suspensión, un paso previo a prohibirle el ejercicio sacerdotal. Un año después, la Congregación para los Obispos decretó la Suspensión a Divinis del prelado. Los obispos de la Conferencia Episcopal paraguaya dócilmente aceptaron el castigo a Lugo. Hubo marchas y contramarchas del Vaticano y finalmente, a cuatro días de asumir la presidencia, el 15 de agosto de 2008, la Santa Sede le concedió el estado de ciudadano común.
La Santa Sede nunca pudo digerir el hecho de que un obispo se despojara de sus títulos para ser candidato presidencial de una coalición que integraba movimientos sociales, movimientos de izquierda y campesinos –también al tradicional Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA)–. Tampoco veía con buenos ojos que Lugo simpatizara con sus colegas de Venezuela, Hugo Chávez, y de Ecuador, Rafael Correa. Casi un pecado para la Iglesia paraguaya. “Los religiosos paraguayos provienen de la más rancia extracción conservadora. Lugo era uno de los tres obispos progresistas del país junto a Mario Melanio Medina y Juan Bautista Gavilán. El resto vio con resquemor el proceso hacia el socialismo que encabezó Lugo”, sostuvo Boccia. Y la gota que derramó la copa eclesiástica fueron las denuncias sobre la paternidad de Lugo. El reconoció dos hijos.
A todo esto se suma que la matriz social de Paraguay es profundamente conservadora. Hoy hay dos millones y medio de pobres y la desigualdad es enorme. La dinámica de conflicto es difícil de cambiar. Afirma Mariana Fassi en el libro Paraguay en su laberinto: “El sector agropecuario crece de manera sostenida, con sus productos insertos en el mundo, favoreciendo a grandes productores nacionales y extranjeros y a compañías multinacionales relacionadas a los agronegocios. Por otro lado, las acciones colectivas en oposición a la soja se multiplican”. Una y otra vez, la Iglesia advirtió que la toma de tierras podría generar violencia. En apenas 24 horas y de forma sorpresiva, la oposición orquestó con éxito un golpe parlamentario. Es que el Congreso está compuesto principalmente por opositores, quienes han trabado la mayor parte de las iniciativas del Ejecutivo, incluyendo los presupuestos. Fue casi inmediato el enfrentamiento que tuvo Lugo con el vicepresidente liberal Federico Franco, quien no disimuló sus ansias de ocupar el sillón presidencial. El PLRA era el principal aliado de Lugo pero a poco de asumir decidió darle la espalda. Históricamente, el PLRA fue funcional al stronismo y a partir de los noventa al Partido Colorado y sus políticas neoliberales.
No era la primera vez que el presidente Lugo se enfrentaba a intentos desestabilizadores de la derecha. Pero nunca como éste. En guaraní le llaman “chake!” (ojo!) a un estado de alerta permanente. Así gobernó el ex obispo, con la amenaza de ser destituido.mercelopez@pagina12.com.ar
Fuente: Pagina12
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