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Por Nicolas Lantos.
Cristina dijo: “En este momento, no soy la Presidenta. Hoy les hablo como una más de ustedes, como una militante”. Y el Luna Park estalló. Eran los últimos minutos de una larga tarde que comenzó poco después del mediodía, con unos pocos que comenzaron a juntarse para disfrutar de un festival de bandas que se llevó a cabo sobre la avenida Corrientes. Para cuando terminó de ponerse el sol, el estadio estaba repleto y sus alrededores desbordados de jóvenes que se acercaron a dar su apoyo. Aunque la intervención a la que fue sometido Néstor Kirchner el sábado no permitió que el presidente del Consejo Nacional del PJ encabezara la jornada, tal y como estaba previsto, la presencia de su mujer garantizó la asistencia. Desde el estrado, la Presidenta le apuntó a la oposición. “Como no tienen argumentos políticos para discutir, te corren con pavadas”, lanzó. Sin hablar, Kirchner hizo su primera aparición pública desde la intervención quirúrgica, se mostró en perfecto estado de salud y aplaudió como el seguidor más rabioso las palabras de la Presidenta
“La visión de ustedes me recuerda a parte de la historia del país y siento una sana envidia por ustedes –se dirigió Cristina a la audiencia–. No por querer tener veinte años o hacerme la nena, sino porque cuando fui joven también aposté a una nación diferente. No tuvimos la suerte de ustedes de vivir en un país con todas las libertades. Si en lugar de haber sido una juventud que crecía en medio de golpes de Estado, sin libertad ni elecciones, hubiésemos tenido esta Argentina que construye ciudadanía social, hubiéramos tenido un país diferente.”
Sobre el escenario la aplaudían en primera fila Néstor Kirchner, junto al legislador porteño y secretario de la JP Juan Cabandié y el titular de La Cámpora –una de las organizaciones que impulsaron el evento–, Andrés Larroque. Más atrás acompañaban ministros del gabinete, funcionarios, legisladores, personajes de la cultura y los deportes, más un centenar de referentes de agrupaciones juveniles.
La Presidenta continuó recordando su juventud, y trazó una línea entre ese momento y la actualidad: “El de 1976 no fue un golpe contra la subversión, sino algo mucho más terrible, porque significó arrancarnos una matriz productiva y de identidad”, analizó. “Después de eso vino el miedo y se instaló definitivamente. Sobre esa base se siguieron arrancando derechos y destruyendo trabajos. Lo más importante hoy es que vivimos sin que nadie tenga miedo a decir lo que piensa y lo que quiere. Eso es maravilloso.” Y se permitió una chicana contra las voces que levantan denunciando supuestas restricciones a la libertad de prensa: “¿En qué otro momento de la historia del país alguien ha visto insultar con tanta elegancia y soltura a quien ejerce la primera magistratura, todos los días?”, preguntó.
“Como no tienen argumentos políticos para discutir, te corren con pavadas –agregó–. No nos critican por las equivocaciones, sino que nos critican por los aciertos y las buenas políticas”, que comenzó a enumerar: “El Gobierno terminó con la política de subordinación” al FMI “y el mundo no se cayó sino que se levantó el país”. También remarcó que “se crearon millones de puestos de trabajo y se hicieron escuelas” y “se quintuplicó el presupuesto universitario” desde el 2003. “La columna vertebral de este proyecto político es la educación pública –aseguró–. La democracia ha crecido: pasó de repartir zapatillas a distribuir computadoras en los colegios.”
Entre los miles de asistentes que festejaban cada una de sus frases, los “sub 30” eran mayoría: tanto entre los que llegaron encolumnados detrás de banderas de La Cámpora, JP Descamisados, JP Evita, la Juventud Sindical, entre muchas otras, como entre los curiosos que se acercaron por su cuenta, que no eran pocos. La cuestión generacional se hizo manifiesta en los cantitos, ya que al repertorio clásico de estas ocasiones se sumaron algunas versiones novedosas y en la energía puesta en saltar: ni el Himno nacional se salvó del pogo. Uno de los grupos más ruidosos fue el de la agrupación de Putos Peronistas, que al calor de la discusión previa a la aprobación del matrimonio igualitario logró hacerse un espacio en el mapa de la militancia K.
A ellos (y a María Rachid, la dirigente de la Falgbt que se cargó sobre sus espaldas ese debate) miró Cristina cuando recordó que “el Gobierno ha ampliado derechos a las minorías y ha reconocido la diversidad”. La Presidenta también destacó que “se ha recuperado la administración de los recursos de los trabajadores”, lo que permitió “realizar la política de cobertura social más transformadora de las últimas décadas” en referencia a la Asignación Universal por Hijo. “Los trabajadores no son el problema, sino parte de la solución”, aseguró la Presidenta, que apeló “a la clase media tan volátil, universitaria, que muchas veces no entiende y cree que separándose de los laburantes y los morochos les va a ir mejor”. A ellos les dijo que “una de las cosas más importantes de estos años fue visualizar a los trabajadores como uno de los componentes esenciales” de cualquier modelo exitoso.
Para ese momento, el calor comenzaba a hacer mella en los asistentes, que en algunos casos –como si estuvieran en un recital– se sacaron las camisetas y comenzaron a agitarlas. Las chicas, en tanto, se subían a los hombros de sus compañeros para alcanzar a ver mejor el escenario y respirar un poco de aire fresco. Un hombre con un pesado disfraz de pingüino sufría a un costado, mientras dos chicas se sacaban fotos con él. “Esta es la Juventud Peronista del Bicentenario”, los festejó Cristina, aunque aclaró que “el proyecto es plural”. Citando a Perón, indicó en ese sentido que “para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino” y pidió “levantar fuerte esa consigna porque la unidad nacional es un valor importante para seguir encarando la transformación”.
“Si nosotros hubiéramos podido compartir un espacio con la Juventud Sindical, como están haciendo ustedes ahora, la historia habría sido otra muy distinta”, añoró la Presidenta, que concluyó con una arenga a dar batalla ante el avance de las corporaciones: “Vamos a aguantar. Hemos aguantado lo que nadie aguantó porque tenemos un proyecto argentino que es parte de la historia. Los empresarios que se quejan nunca han ganado tanta plata. Hemos contenido a todos. Necesitamos de la solidaridad como un valor fundamental. Este es un ejemplo de unidad, de militancia y de convocatoria. En otros tiempos hubiese habido guerra de lugares y consignas. Hoy somos un solo corazón y una sola voz”. Abajo, varios miles de pibes saltaban y agitaban sus banderas como poseídos. “Cristina / Cristina / Cristina corazón / Acá tenés los pibes para la revolución”, cantaban, como lo hicieron en tantas otras ocasiones durante los últimos años. Pero esta vez, parece, la oferta va en serio.
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