El jueves pasado, Día Nacional de la Industria, Sergio Berensztein les dijo a un selecto grupo de empresarios y lobbistas que tanto Néstor como Cristina Kirchner habían mejorado de manera notable su posicionamiento frente a la opinión pública. El consultor de Poliarquía habló en el precoloquio del Instituto para Desarrollo Empresarial de la Argentina (Idea) en la ciudad de Salta ante un público de mayoría antigubernamental.
De acuerdo con una encuesta, entre enero y agosto, la imagen negativa de la Presidenta Cristina Fernández descendió de 52% a 38%, mientras que su imagen positiva repuntó de 21% a 36%. En cuanto a la aprobación a la gestión presidencial, la Presidenta mejoró ocho puntos: subió de 33% a 41%. En este mismo lapso, la percepción negativa de Néstor Kirchner descendió de 57% a 43%, mientras que la imagen positiva creció de 19% a 32%.
Entre los comentarios que Berensztein hizo a la audiencia fue que el Gobierno “buscará ganar en primera vuelta”, ya que, a juicio del consultor, “en la segunda sería imposible”. Los concurrentes tomaron nota de que, de acuerdo con los estudios de Berensztein, “un 30% de los electores” en octubre de 2011 podría volcarse a lo que llamó un “voto estratégico”. Es decir “votar al candidato que pueda asegurar que un Kirchner no gane en primera vuelta, en vez del que les resulte más cómodo”.
Silencio de prensa. Los datos brindados en esta conferencia fueron levantados sólo por la revista Fortuna, del grupo Perfil, pero hasta ahora cuidadosamente ignorados por los grandes medios nacionales. Entre ellos, La Nación, para la cual Berensztein hace encuestas regularmente desde hace años. Algo similar había pasado durante la exposición de la Sociedad Rural el mes pasado, cuando la consultora Ipsos-Mora y Araujo anunció que Kirchner aparece “como el candidato que potencialmente será más votado en la primera vuelta de las elecciones de 2011”. La única diferencia es que el experimentado Manuel Mora y Araujo evalúa un escenario diferente para el ballottage ya que, de acuerdo con sus sondeos, el ex presidente “aparece como triunfador en la mayoría de los escenarios de una segunda vuelta”. Ese estudio revelaba también que “un 57 por ciento de los consultados se pronunció en favor de profundizar la redistribución del ingreso para disminuir la pobreza. Por su parte, el traumático final que tuvo el modelo neoliberal instalado en los ’90 y que acabó en el estallido político y económico de 2001, sigue generando un fuerte rechazo en la población. Esto queda demostrado por dos indicadores de la encuesta de Mora y Araujo. Por un lado, un 63% de los encuestados se pronunció a favor de que las empresas estatales tengan primacía sobre las privadas, y un 62% señaló que el Estado debe intervenir en la economía para regular los mercados. Para la encuestadora, “estos datos explican por qué el discurso opositor se centra en las formas y no en las políticas centrales impulsadas en los últimos siete años”.
Es importante destacar que ni Poliarquía ni Mora y Araujo son consultoras que puedan ser calificadas como kirchneristas. Ambas brindaron información en escenarios claramente enemigos del oficialismo. Mora y Araujo lo hizo en la Sociedad Rural y los medios opositores no lo publicaron. Berensztein en Idea y sólo lo levantó una revista de negocios. En ambos casos, los números ponen en evidencia varias cosas.
La primera, muy curiosa, es que el bombardeo mediático antikirchnerista resulta directamente proporcional al mejoramiento de su imagen y no a su empeoramiento. Es decir, la pelea de Clarín y La Nación por Papel Prensa y –en el primer caso– por la ley de medios llevó a estas empresas a aumentar el ataque a Cristina y a Néstor Kirchner con el evidente propósito de arruinar su percepción en la población. Pues bien, resultó que esos ataques no tuvieron éxito. Más bien fracasaron rotundamente. Es más, la caída de ventas de ejemplares de Clarín durante los seis primeros meses del año fue de 14%; es decir, por cada punto que cayó la circulación de ese diario, Néstor y Cristina Kirchner subieron un punto en su imagen. Esto podría llamarse el Teorema de Magnetto y revela que el periodismo se parece poco a las matemáticas. El ataque y la manipulación de la información sobre el Gobierno producen la disminución de consumo de los medios de Clarín
Sin embargo, Magnetto no está sufriendo ningún maleficio y, además, este supuesto teorema es un sofisma completo. La mediación entre los actores políticos y los ciudadanos no es ni por asomo un resorte exclusivo de los medios de comunicación. Es cierto que muchos empresarios de medios y muchos políticos viven los artículos y los programas periodísticos como si fueran hechos decisivos para influenciar al pueblo. Pero entre su propia percepción y la de los ciudadanos de a pie hay una distancia muchas veces abismal. A los lobbistas opositores se lo dicen en la cara dos especialistas como Mora y Araujo y Berensztein. al tiempo que permiten mejorar sustancialmente la percepción del kirchnerismo. Este teorema difiere mucho del conocido Teorema de Pareto o teoría del equilibrio general, que intenta una explicación sobre el comportamiento de la producción, el consumo y la formación de precios. A diferencia del de Pareto, el de Magnetto sería algo así como una teoría del desequilibrio general.
Algunas ideas. La primera es que Idea debería tomar nota de su pobreza intelectual. En siete años no hizo otra cosa que ir a contramano de lo que pasa en la Argentina y el resto de Latinoamérica. En cada coloquio sólo logra invitar a algunos opositores que pronostican desastres que no se cumplen. Harán esto, sin pena ni gloria, en algo más de un mes en Mar del Plata y contarán con muchas páginas en Clarín y La Nación. La segunda idea es que ambos medios continuarán con sus ataques antigubernamentales a diario sin que eso les reditúe ningún beneficio. Ya tensaron la cuerda al máximo y quedó claro que cualquiera resiste tres tapas de Clarín. Tercera idea: en vez de pensar que Néstor y Cristina mejoraron su imagen positiva gracias a la “comunicación paraestatal”, es hora de darse cuenta de que el rumbo del país, además de dar buenos resultados, es el que quiere la mayoría de los ciudadanos. Es decir, puede haber vaivenes en la subjetividad de sectores de la población respecto del Gobierno, pero en siete años queda claro que tanto Néstor como Cristina Kirchner expresan los deseos e intereses de vastos sectores populares. Y que eso se debe al curso de acción del país. La cuarta idea es que el mejoramiento de la Argentina permitirá que siga en ascenso la percepción del kirchnerismo en sectores que hoy le son esquivos. Es decir, a más redistribución y mejora en la vida de los hombres y mujeres comunes, más y mejor posicionamiento de Néstor y Cristina Kirchner. Si algunos empresarios creen que Clarín y La Nación pueden convertirse en el partido político que reemplace a la raquítica oposición se equivocan. Los consultores que aconsejan a los hombres y mujeres de negocios deberían explicarles bien que los golpes mediáticos vivieron el efecto saturación. Clarín y La Nación tensaron al máximo las fuerzas. Sus ataques no tienen el efecto de hace unos años y no lo tendrán de cara a las elecciones de 2011.
La confusión empresarial. El pasado jueves, en la Argentina se celebró el Día de la Industria. Cristina Kirchner disertó entre los directivos y trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Industrial. Allí no estuvieron ni los directivos de la Unión Industrial Argentina (UIA) ni los ejecutivos de Idea. Es decir, sí estuvieron cuando Berensztein les advertía cómo mejora la aprobación de su gestión. Pero no fueron a escuchar a la Presidenta que tenía para contarles cómo mejoraron los indicadores de producción y exportación industrial en los últimos años.
Cristina también participó de un almuerzo organizado por la Cámara Argentina de la Mediana Empresa en la localidad de San Martín. Allí dijo que “las pymes exportan el 15% de los productos industriales, tres veces más que otras empresas de América latina”. Como era de esperar, se refirió al vacío hecho por las entidades de los grupos corporativos, tanto la UIA como la Asociación Empresaria Argentina (AEA). Porque ambas entidades, días pasados, se fotografiaron con Héctor Magnetto.
“No es un problema sólo de intereses –dijo Cristina–, creo que también hay mucha hipocresía en algunos sectores.” A renglón seguido, fue explícita con “un empresario textil muy importante, de una de las industrias más importantes del país” que viajó con la comitiva oficial a China y que “corría detrás de Débora (Giorgi, ministra de Industria) pidiéndole por favor que no los entregue”. Se refería a Jorge Sorabilla, director de TN Platex y tesorero de la UIA. Este empresario fue uno de los que acompañó al CEO de Clarín. Sin embargo, a los pocos días, Sorabilla fue a buscar la foto con la Presidenta. Fue el 24 de agosto, cuando Cristina dio ese histórico discurso en el que contó la verdad sobre Papel Prensa.
Pero la contradicción que viven ciertos representantes gremiales empresarios no es exclusiva de Sorabilla. Al día siguiente del Día de la Industria, donde la UIA curiosamente no había asistido a actos oficiales, las autoridades de esa entidad empresarial fueron a la Casa Rosada a sacarse la foto con la Presidenta e invitarla a la cena anual que harán el 19 de noviembre. Le entregaron una carta de invitación, la llevó su presidente Héctor Méndez y dice textualmente: “Para la UIA sería un alto honor que la señora Presidente nos pueda acompañar con sus palabras en la Ceremonia Anual de Clausura que se realizará en Buenos Aires el 19 de noviembre”.
Clarín y La Nación pueden intentar ser los voceros del empresariado. Pero por más que recurran a pronósticos de catástrofe, los números de la economía y los de la opinión pública dan cuenta de otro país, bastante distinto al del momento en que se apropiaron de Papel Prensa.
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