"La amenaza ya no es Kirchner, no se confundan. Hoy Moyano tiene más poder”, advirtió Elisa Carrió. Por supuesto por TN. La vocera oficiosa de Héctor Magnetto, para referirse al secretario general de la CGT, no ahorró piropos: “Es el gran empresario, el gran oligarca de la Argentina”. Como si los televidentes tuvieran que cerrar las ventanas y encomendarse a los ángeles, dijo que “pretende quedarse con el transporte para manejar todo el tránsito de mercadería ¡no sólo legal!”. Como si se tratara de un protagonista de las películas de Francis Ford Coppola, Carrió explicó que “el manejo cooptado, mafioso y centrado de Moyano es la mayor amenaza de la Argentina”.
Las declaraciones de la blonda y bronceada chaqueña llegaron para conjurar la propuesta del diputado nacional Héctor Recalde consistente en que las empresas distribuyan entre sus trabajadores el 10 por ciento de las ganancias que no reinvierten y que además contempla la creación de un fondo para estimular el trabajo registrado. Recalde se apoyó en el artículo 14 bis de la Constitución que dice en su primer párrafo: “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial”. Pero, además, recordó que hubo un proyecto similar que no pasó el voto de los legisladores y que fue presentado en 1987 por el entonces senador Hipólito Solari Yrigoyen. El dirigente radical no dudó en expresarse a favor de la iniciativa de Recalde. Dijo, sin dudar: “Es una buena iniciativa”. Cabe recordar que Solari Yrigoyen estuvo preso durante los primeros años de la dictadura militar y que luego debió exiliarse en Francia. Como recuerdo más que amargo le quedó la muerte en la U6 de Rawson de Mario Amaya, otro radical de Chubut, que no había dudado en ser abogado de militantes presos y confinados en esa ciudad entre los que estaba el dirigente obrero Agustín Tosco.
Elisa Carrió, en los años que Solari Yrigoyen pasaba por la cárcel y el exilio, tuvo una vida muy distinta. Estaba en Resistencia y tenía un lugar entre los abogados de la dictadura genocida. Concretamente, el ex general Antonio Serrano, que usurpaba la gobernación del Chaco la nombró en la Fiscalía de Estado. Era, por entonces, muy joven y mientras algunos de su generación engrosaban las listas de detenidos desaparecidos, ella tomaba partido por la dictadura. Su compromiso y entrega le permitieron un ascenso dos años después hasta convertirse en secretaria de la Procuración del Superior Tribunal de Justicia de esa provincia. Alguna vez ensayó un descargo: “Lo hice porque necesitaba la obra social”. Agregó que, además, “si no hubiera aceptado esa tarea en la Justicia chaqueña hoy no estaría viva”.
Tras haber roto lanzas con Ricardo Alfonsín, Hermes Binner, Julio Cobos y casi todo el arco del pan-radicalismo y el socialismo, la chaqueña se entregó con una gran vocación a amplificar los ataques del Grupo Clarín. Sin que los representantes de las entidades empresariales se lo encomendaran, Carrió decidió cruzar recuperar un lenguaje que recupera lo peor del autoritarismo patronal y dictatorial. Un ataque directo al empoderamiento de los trabajadores.
Cabe recordar que los presidentes de la Asociación de Bancos, Jorge Brito, de la Cámara de Comercio, Carlos de la Vega, de la Cámara de la Construcción, Carlos Wagner, de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi, y de la Unión Industrial, Héctor Méndez, se sacaron una foto juntos y emitieron un comunicado para rechazar la iniciativa obrera. En un discreto comunicado, manifestaron “la gran preocupación que despierta una iniciativa de semejante alcance, proyectada sin consenso empresarial, en un tiempo en que el país necesita un muy fuerte aumento de la inversión que genere más empleo y desarrollo”. Sin embargo, no patearon el tablero ni insultaron al secretario general de la CGT. Porque el crecimiento del PBI de este año puede llegar al 9%, porque la rentabilidad de las grandes compañías creció en el primer semestre a niveles exorbitantes y porque el clima social es de escasísimos conflictos.
Precisamente, uno de los pocos choques prolongados fue el que tuvo de protagonistas a Siderar, del grupo Techint, y el Sindicato de Camioneros. Se debía a la negativa de los ejecutivos de Paolo Rocca de pagar salarios y aportes a la seguridad social que tenían injustificables atrasos así como a registrar trabajadores informales. Finalmente, con la participación del ministro de Trabajo, Carlos Tomada, Techint accedió a pagar. Cabe destacar que, en el acta acuerdo firmada por Techint dice que la solución alcanzada “persigue como finalidad suprema el combate del trabajo en negro, precario y las condiciones dignas de trabajo”. En definitiva, el cumplimiento de premisas de derecho, tanto constitucional como laboral.
Entonces, ¿por qué este abrupto odio de clase de parte de Carrió? No hay otra explicación que volver a las fuentes: ella empezó a trabajar a los 21 años en la Justicia dictatorial y no en tribunales democráticos. No se trata de compromisos políticos o favores circunstanciales. Ni siquiera la búsqueda de votos crispados antiK. El discurso de Carrió tiene que ver con sus convicciones íntimas. Está en sintonía con la visión editorial de los grandes medios que actúan como partidos políticos para defender sus privilegios y que van perdiendo voceros. Se trata de una lógica política: la mayoría de los dirigentes opositores descubrieron que tras los comicios del 28 de junio del año pasado, los únicos que recuperan posiciones en las encuestas son los principales referentes del Gobierno, particularmente la Presidenta y el ex Presidente. Verifican también que esa recuperación de imagen va en sentido contrario del trato que les brindan Clarín, La Nación y sus medios asociados. Pero para lo único que convocaron a los dirigentes opositores los dueños de esos medios fue para defenderlos en Papel Prensa o contra la ley de medios. Así, esos empresarios se quedaron con la lealtad a ultranza de unos pocos diputados y jueces federales, más Carrió, más el ex presidente Eduardo Duhalde. El resto va tomando distancia y se encuentra con que esos medios tienen otras urgencias, especialmente autodefensivas. Es decir, sus páginas y sus programas de radio y televisión no les sirven para hacer telepolítica. Además, la mayoría de esos políticos vaciaron la vida de sus partidos.
De modo contrapuesto a ello, tanto las organizaciones sociales, cooperativas de trabajadores y sindicatos recuperaron un protagonismo que hacía décadas no tenían. En parte, por el modelo económico basado en el estímulo del empleo, el consumo y la producción. Pero otro componente indiscutible es que la profundización de la democracia es el resultado del empoderamiento de las organizaciones colectivas con participación social. La CGT tiene una conducción surgida de las luchas de los noventas al calor de la creación del Movimiento de Trabajadores Argentinos, del cual Hugo Moyano fue referente desde el comienzo. También hay un protagonismo de la Central de Trabajadores Argentinos, que acaba de celebrar los comicios para renovar la conducción. Es cierto, y no puede escapar a este análisis, que los dirigentes de la CTA tienen ante sí una inmensa responsabilidad de cara a sus afiliados y a la sociedad: la incertidumbre respecto de qué lista resultará ganadora abrió un compás de espera que no puede ser llenado con ninguna especulación y menos aún con pronósticos agoreros. Es fundamental para la salud de las organizaciones sociales que el ejercicio del comicio de pie a un conteo transparente de los votos y a la aceptación de los ganadores por parte de las listas perdedoras.
Miradas al Sur.
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