Por Adrián Vitali *
Benedicto XVI decidió conservar en secreto el informe sobre el caso Vatileaks (la filtración masiva de documentos secretos papales y que habría decidido la renuncia del pontífice) y resolvió dejarle a su sucesor las conclusiones de la investigación y que sea él quien decida cómo actuar.
Los cardenales descubrieron una red clandestina de homosexuales integrada por cardenales, obispos, sacerdotes y seminaristas, que organizaban encuentros sexuales en algunos lugares en las afueras de Roma, como en habitaciones de la Ciudad del Vaticano.
¿El nuevo papa Francisco I profundizará en estas denuncias? ¿Las hará públicas? ¿Expulsará a los responsables? ¿O simplemente lo archivará en los cajones de la negación y el olvido?
¿Será capaz de renunciar a la infabilidad que le dio el Concilio Vaticano I, para lograr un verdadero diálogo ecuménico?
¿Será capaz de renunciar a la monarquía absoluta vaticana y volver a la fuente de la Iglesia horizontal, fraterna y democrática?
¿Será capaz de renunciar al territorio vaticano como sede de poder y trasladarse al Tercer Mundo?
¿Será capaz de renunciar al Banco Vaticano y a los fondos de inversión, para confiar un poco más en la providencia, como los pobres?
¿Será capaz de renunciar a los prejuicios dogmáticos contra los divorciados y los homosexuales y sentarse a una mesa de diálogo con ellos?
¿Será capaz de llevar a la Justicia a los pederastas que tanto daño le hicieron a los más vulnerables?
¿Será capaz de hacer público el informe sobre la corrupción dentro del Vaticano?
¿Será capaz de investigar las muertes dudosas dentro de los muros vaticanos del papa Juan Pablo I, Anabella Orlandi (una joven de 15 años que desapareció dentro del Vaticano y que nunca más se supo de ella), el jefe de la guardia suiza que fue asesinado junto a su mujer?
¿Será capaz de renunciar al celibato obligatorio y dejar que las mujeres puedan acceder al ministerio ordenado?
¿Será capaz de renunciar a la pena de muerte y derogarla para darle paso al perdón?
¿Será capaz de renunciar a la persecución de los teólogos y teólogas que Juan Pablo II y Benedicto XVI emprendieron como los inquisidores?
Si el nuevo Papa se dedica a eximir a Benedicto XVI y a Juan Pablo II de todas sus responsabilidades, de sus errores, de sus autoritarismos, de sus irregularidades económicas, de los malos gobiernos, sólo tendremos un Papa más en el anecdotario de la larga historia de la Iglesia que dice tener la franquicia de Dios en la tierra, para salvar y condenar.
* Ex sacerdote.
Fuente: Pagina12
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