miércoles, 25 de septiembre de 2013

EL PARTIDO DE MARTIN SABATELLA Y LA CORRIENTE PERONISTA DESCAMISADOS DE FORMOSA

La Corriente Peronista Descamisados y Nuevo Encuentro presentaron su lista de candidatos que incluye docentes, estudiantes, integrantes de Pueblos Originarios, luchadores sociales y militantes barriales.

Porque creemos que no es hora de aflojar. Desde Formosa sumamos nuestro esfuerzo militante para profundizar lo ganado en la última década y porque tenemos memoria.

En nuestra provincia hasta el 2003 había hambre, producto de la crisis a la que llevó a la región y al país el neoliberalismo. Había caminos de tierra, hospitales insuficientes, pueblos enteros sin luz y escuelas rancho entre muchas otras carencias de aquella provincia que Cavallo consideraba “inviable”. No queremos volver atrás en manos de los propiciadores del ajuste que siempre pagan los que menos tienen. Reivindicamos los logros de estos años para el pueblo formoseño. Y vamos por más escuelas, trabajo e inclusión social, sosteniendo el proyecto nacional y popular que es la garantía de una Formosa con futuro.

Queremos plena aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la profundización de los juicios por delitos de lesa humanidad contra aquellos que ensangrentaron y trajeron dolores irreparables a una generación de luchadores, democratización de la justicia, redistribución del ingreso, mas Asignación Universal por Hijo, jubilaciones para los abuelos, fortalecimiento de las economías regionales, agricultura para una economía familiar, dialogo y participación para los pueblos originarios. Nuestra fuerza política se propone hacer su aporte para que Formosa obtenga dos diputados nacionales, Juancho Diaz Roig y Analía Heinzenreder para fortalecer el bloque de diputados que sostiene y garantiza la profundización del proyecto iniciado en 2003 por Néstor Kirchner y continuado por la compañera Cristina Fernández de Kirchner. 

Llamamos a nuestros co provincianos a sostener y apoyar lo logrado por la Provincia de Formosa en estos años votando a los candidatos del Sub Lema Descamisados. No nos detenemos en polémicas estériles. Lo hacemos con esta Formosa siempre joven, como la totalidad de nuestra lista, para que sigan creciendo mil flores que no detengan la primavera que ganamos. 

Diputados Provinciales: 1 DELGADO NORA ESTHER 2 BENITEZ, CRISTIAN NELSON 3 CABRERA, JOSE OMAR 4 GODOY, KARINA AYELEN 5 MACIEL, KARINA NOEMI 6 PEREYRA, HECTOR JULIAN 7 MARTINEZ, MAXIMILIANO DAVID 8 MEDINA, SOFIA ADRIANA 9 ZARZA, CARLOS ESTEBAN 10 ABAD, PABLO FARID 11 ARCE, CECILIA RAQUEL 12 CORREA, EMILIANA 13 ARMOA, NICOLAS JAVIER 14 GODOY, SANDRA MICAELA 15 BENITEZ, Daiana Estefania 

CANDIDATOS A CONCEJALES 1 LEZCANO JUAN RAMON 2 FERREYRA, AGUEDA 3 SALIDAS RUBEN MARTIRES 4 MORALES ESPINDOLA JAVIER LEOPOLDO 5 VILLORDO CATALINO DIONEL 6 SANCHEZ, ROLANDO EMANUEL

GRASSI: Desconfianza y tibieza

Por Washington Uranga

Finalmente, la “preocupación” del obispado de Morón por la situación del sacerdote Julio Cesar Grassi se tradujo apenas en una tibia sanción disciplinaria que le prohíbe al cura “el ejercicio público del ministerio sacerdotal”. En realidad, se trata de una medida intermedia que la autoridad eclesiástica, en este caso el obispo de Morón, Luis Guillermo Eichhorn, adopta “hasta tanto se resuelva definitivamente esta situación” y a partir de la afirmación de que “contando con el asesoramiento de estudios especializados se desprenden dudas acerca de la culpabilidad del P. Julio Grassi”. En definitiva, a pesar de que la causa ya atravesó tres instancias y que prácticamente no quedan posibilidades de revertir el fallo condenatorio contra el cura acusado de pedofilia, el obispado de Morón sigue sin confiar en la Justicia. La disposición es la mínima que se puede adoptar y, más que una sanción, parece destinada a proteger al cura y a intentar disminuir el daño a la imagen institucional de la Iglesia que ha sido seriamente perjudicada por la inacción en muchos casos de pedofilia comprobados en diversas partes del mundo.

De acuerdo con las normas eclesiásticas, después de un juicio eclesiástico Grassi podría llegar a ser castigado con la “expulsión del estado clerical”, de acuerdo con lo establecido en canon 1336 del Código de Derecho Canónico, la ley que rige a la Iglesia Católica. Sin embargo, a la vista de los comunicados del obispo Eichhorn, todo parece indicar que el obispado de Morón prefiere seguir postergando una decisión definitiva y drástica contra el cura condenado por la Justicia civil. En un comunicado anterior, la autoridad eclesiástica señaló que Grassi “es nuevamente absuelto en quince casos y condenado en dos”, asumiendo como propios los argumentos esgrimidos por la defensa del sacerdote condenado. ¿Podría decirse que la conducta del cura puede medirse por la cantidad de hechos delictivos que se le probaron? ¿Y que su conducta es menos aberrante dependiendo de la cantidad de delitos que se le comprueben judicialmente?

El proceder del Obispado de Morón no guarda relación con la decidida actitud que el papa Francisco ha tomado desde que asumió para combatir los casos de pedofilia en la Iglesia. Por el contrario, a pesar de lo escueto de la declaración, el comunicado oficial parece inclinarse en el mismo sentido que el propio Grassi lo hizo ante el tribunal que decidió enviarlo a la cárcel: presentarse como una víctima de un complot urdido por quién sabe quién.

El obispo Eichhorn –que en ningún caso firmó personalmente los comunicados de su obispado– dice sí que “el proceso y la actuación del P. Grassi fueron elevados a la Santa Sede”, pero se sabe claramente que el Vaticano no procederá, al menos públicamente, si antes no hay una medida adoptada por el superior directo del cura condenado.

Tampoco hay información oficial respecto de si institucionalmente la Iglesia hizo algo en favor de las víctimas del abuso de Grassi, como sí ha sucedido en otras partes del mundo en casos similares. El Obispado de Morón se ha limitado a señalar su “profunda preocupación” haciéndose “solidario hacia quienes afecta esa situación” sin distinción y casi poniendo en pie de igualdad al cura condenado y a sus víctimas. “Acompañamos con nuestra oración” tanto a Grassi como “a las personas involucradas” dice la Iglesia de Morón.

Y algo más. Salva la responsabilidad institucional de la Iglesia dejando constancia de que “la Fundación Felices los Niños es una entidad civil, obra del P. Grassi, y no depende de este Obispado”. Por las dudas, aclaremos. No sea que además a alguien se le ocurra reclamarle algo a la Iglesia de Morón.

Fuente: Pagina12

miércoles, 18 de septiembre de 2013

CAMBIAR LA INDIFERENCIA POR LA CONCIENCIA HISTORICA

PALABRAS DE ROSA BRESANOVICH DE GAUNA A LOS JUECES DEL TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE FORMOSA EL 16 DE SEPTIEMBRE DE 2013 EN LA CAUSA CAMICHA JUAN CARLOS Y OTROS SOBRE ASOCIACION ILICITA, ETC).

Después de todos los alegatos y cuestiones jurídicas, en esto que es un juicio por crímenes de lesa humanidad, mas que como querellante particular, viuda de mi querido compañero de la vida, esposo, padre de mis hijos y gran hombre de las luchas populares, para siempre ÑAÑO, deseo expresar con el permiso de ustedes señores jueces:

Si hay algo que hemos recuperado en este tiempo de la Argentina de hoy es el ejercicio de la MEMORIA, la VERDAD y la JUSTICIA, pues nunca antes se pudo saber con detalles como en estas instancias y jornadas, los ultrajes a que fueron sometidos las victimas del proceso militar último de la Argentina.

Siete años y medio  ÑAÑO estuvo ausente de mi vida y de la vida de mis hijos. Siete años que nunca se pudieron recuperar. Siete años que me han hecho fuerte y me han puesto al frente de explicaciones que tuve que dar a mis pequeños hijos acerca de la ausencia de su padre, explicaciones que no siempre habrán sido suficientes seguramente.

Como mujer de esa víctima que fue mi querido ÑAÑO, quiero pedirles a los Jueces que pongan lo mejor de sí, que escudriñen en las virtudes más profundas y obren con mayor criterio aún, para que HAGAN JUSTICIA. No tengo rencor –tal vez- porque aprendí y procesé por la misma prédica de ÑAÑO que no teníamos que tener odio contra quienes hicieron atrocidades a seres humanos indefensos y sin culpa alguna.

Si tengo MEMORIA, quiero profundamente la verdad en esta circunstancia, porque creo profundamente en este valor de la VERDAD, porque como dice la Palabra “La verdad  os hará libres” y anhelo no como reclamo sino como expresión de deseo sincero, que se haga JUSTICIA, porque sin justicia no hay credibilidad en las instituciones de la Patria.

A la sociedad formoseña, argentina, invito a que piensen conmigo y se pongan en el lugar de cientos y miles de compatriotas que fueron víctimas y quedaron sin sus seres queridos por los crímenes que hoy se juzgan. Que piensen decía en que los errores del pasado si  no son vistos con sentido critico, verdad histórica y memoria colectiva pueden volverse a cometer en el futuro. Ojalá nunca mas se repitan estas situaciones, ¡!ojalá nunca más!!.

Finalmente me voy a permitir con la licencia de todos los presentes y quienes escuchen y lean este mensaje –y tal vez lo hago con un rapto de atrevimiento por haber sido y ser víctima de tanto daño- pedirles a los hombres y mujeres del pueblo, del llano, de a pié, del trabajo cotidiano,  del estudiante, del joven que empieza a soñar con su futuro, pero que va construyendo su presente, me permito decirles y pedirles decía, que cambiemos la lógica de los disvalores por los valores, cambiemos la indiferencia por la conciencia histórica y cambiemos el odio por amor, para que finalmente en el amor, la solidaridad y la verdad sean nuestros estandartes del vivir diario, para construir una Patria mejor, deseosa de ser vivida.

Muchas gracias.
Rosa Bresanovich de Gauna
(Integrante de la mesa Formoseña de la Liga Argetina por los Derechos del Hombre).

martes, 17 de septiembre de 2013

NOCHE DE LOS LAPICES: Más que una noche

Por Florencia Saintout *

El 16 de septiembre se ha narrado durante mucho tiempo como La Noche de los Lápices, una noche en que la dictadura secuestró a un grupo de jóvenes por pelear por el boleto estudiantil.

Este fue un relato posible, sostenido en la plataforma de la doctrina de los dos demonios, donde diez jóvenes “inocentes” (inocentes de la política) eran secuestrados, seis de ellos desaparecidos y el resto sobreviviente de la más cruel dictadura en el país. Y punto. Así, lo acontecido se podía contar en democracia sin cuestionamientos.

Fue Emilce Moler quien comenzó a de-sarmar la historia oficial ordenada en un pasado muerto y despolitizado para ubicarla como parte del gran saqueo que denunciara Rodolfo Walsh en su Carta a la Junta, aquella donde decía, luego de denunciar todas las violaciones a los derechos humanos de la dictadura, que en la política económica de ese gobierno debían buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino también la “atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Hoy la llamada Noche de los Lápices se ha transformado en La Plata en una fecha nada folklórica, protagonizada por jóvenes que la toman como bandera propia para discutir el presente. Tan es así que hasta se realizan dos actos públicos, uno convocado por la izquierda y otro por las agrupaciones kirchneristas de Unidos y Organizados. Y es interesante señalar cómo la construcción del 16 de septiembre como un asunto “del boleto estudiantil”, que parecía ir dándose por terminada, por cerrada en las décadas del ochenta y noventa, en los últimos años vuelve a abrirse en la disputa de estos jóvenes en torno del significado de la contemporaneidad y su relación con el pasado. Es más: la situación de las dos marchas por el 16 de septiembre permite rearticular sentidos en el presente, habilitando organización, alianzas, conflictos, planes de lucha, puesta en público de viejas y nuevas demandas. Enlazar luchas y generaciones, rompiendo la idea de que siempre hay que empezar de nuevo sin aprendizajes ni astucias colectivas. Permite hacer política. Es posible porque se hace política.

Sacar el relato moldeado, inclusive por las industrias culturales, de La Noche de los Lápices como un episodio aislado y ponerlo en la espesura de la historia ha sido una tarea efectivizada por los organismos de derechos humanos y de algunos de los sobrevivientes, pero especialmente de una política de memoria, verdad y justicia de Estado, a partir de la voluntad política de torcer el rumbo neoliberal del país.

Por supuesto que esto no implica desconocer nombres propios: María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Horacio Ungaro, Claudio De Acha, Daniel Racero, Francisco Muntaner (hoy desaparecidos), Pablo Díaz, Gustavo Caloti, Patricia Miranda, Emilce Moler. Todos jóvenes que, mientras les dolía el cuerpo por las torturas, pensaban en no perder las clases mientras algunos de sus compañeros festejaban el Día de la Primavera en el Parque Pereyra, y peleaban por algo más que un boleto. Peleaban junto a muchísimos más. Peleaban contra un modelo político, económico, social, que dejaría para las décadas siguientes a millones de argentinos fuera de la vida vivible.

Este 16 de septiembre, todos los centros de estudiantes de los colegios secundarios de La Plata se movilizan, en un país que ha decidido a favor del voto a los 16; donde entre todas las vacunas gratis se ha incorporado una contra el papiloma humano para las chicas de once años; donde la universalidad es un derecho y un horizonte; donde existe la ley de matrimonio igualitario; donde los represores están presos. Donde por supuesto falta tanto por ganar. Tanto por pelear en una sociedad en la que amplios sectores siguen creyendo que a la inseguridad se la combate exterminando jóvenes.

Que haya muchos jóvenes haciendo política es una muestra de algo ganado. Porque la política no puede hacerse sin la esperanza (inclusive de que se podrá cambiar la ignominia). Escribió Joaquín Areta (el que Néstor Kirchner leyó en 2005... quisiera que me recuerden), que había militado en la UES de La Plata y que desapareció en 1978: “Te debo un poema/ un ejemplo/ un empujón/ no haber dicho/ por ejemplo/ lo inmenso de tu presencia/ te debo algo, hijo,/ mucho más que un poema/ la esperanza”.

* Decana de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata.

Fuente: Pagina12

sábado, 14 de septiembre de 2013

OSVALDO BAYER: Historias del horror

14/09/2013

Por Osvaldo Bayer


Desde Bonn, Alemania

Hay hechos que avergüenzan a la humanidad y hay otros que hacen nacer esperanzas. Lo que en estos días ocurrió en Francia es un ejemplo de eso: el horror, pero la contrición. Ese reconocimiento del acto deshonroso. El presidente de Alemania, Joachim Gauck, fue a Oradour para pedir perdón por uno de los crímenes más abyectos de la historia del ser humano.

En 1944, las tropas alemanas que ocupaban Francia destruyeron totalmente la aldea de Oradour y dieron muerte a sus habitantes: 642 personas. A todos los hombres, las mujeres y los niños.

Sí, 207 niños. 207 niños, repetimos. 207. Niños. Es increíble. Jamás se va a poder disculpar un crimen tan abyecto. 207 niños. Fusilados. Lo podríamos escribir cien veces pero no lo lograríamos entender, y menos disculpar. Eso lo hicieron “hombres uniformados”. Hombres. El 10 de julio de 1944. Han pasado 69 años. El actual presidente de Alemania, Joachim Gauck, ha sido el primero que se ha atrevido a viajar a esa aldea francesa. Los franceses la tienen como monumento y la han dejado tal cual la destruyeron las tropas enemigas. Todo en ruinas, hasta la iglesia. Es un lugar para que quede constancia de lo que puede llegar a hacer un poder militar sobre otro. Y fusilar a la población: 181 hombres, 254 mujeres y 207 niños. 207 niños. 207.

En el acto que se llevó a cabo frente a las ruinas de la iglesia se abrazaron el presidente alemán, Gauck; el presidente francés, Hollande, y el único sobreviviente de la matanza, Robert Hébras, que hoy cuenta 89 años de edad.

El abrazo de los tres hombres duró varios minutos y se los vio a los tres plenamente emocionados. Luego, los tres depositaron flores en el cementerio de la aldea. Al final de los actos, el presidente alemán escribió en el Libro de Oro de Oradour, que es un libro de duelo, lo siguiente: “Con espanto, conmovido y con repulsión estuve yo ante lo que se llevó a cabo por orden del comando alemán. Y quiero dar testimonio de que hoy existe una Alemania pacífica y solidaria. Y así tiene que ser para siempre”.

En los ojos del presidente alemán había nuevamente lágrimas. Es que no podía ser para menos cuando vio cómo quedó en ruinas el lugar, con casas derruidas, autos y carros quemados en la calle, y tumbas, tumbas, tumbas... un monumento a la crueldad que jamás se podrá borrar.

En la aldea más próxima a Oradour, Tulle, el ejército nazi ahorcó a 99 habitantes, que fueron colgados de balcones, como venganza por un ataque que habían sufrido por parte de partisanos.

Pero, aparte de los detalles, lo que queda de esta lección es algo que no puede entenderse ni perdonarse: el fusilamiento de niños. 207. No queda otra cosa que repetirlo, que anunciarlo: ¡207 niños! ¡Doscientos siete niños! Porque no cabe en la cabeza de nadie, ni del más cruel.

Como argentino no puedo dejar de recordar lo que hicieron nuestros militares durante la última dictadura: el quitarle los niños a las mujeres prisioneras encintas, en el momento de dar a luz. Y luego llevarlas a aviones militares que arrojaban vivas a esas mujeres madres al Río de la Plata o al mar. Y, al mismo tiempo, esos niños que recién habían abierto sus ojos al mundo eran regalados con preferencia a familias de militares sin hijos. Me pregunto: ¿cuál es una crueldad mayor, la de los militares alemanes en Oradour o la de los argentinos? ¿Videla, Massera y Agosti y sus secuaces?

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Así como el presidente alemán fue a Oradour a pedir perdón, así los comandantes actuales del Ejército, la Marina y la Aeronáutica deberían hacerlo al pueblo argentino ante el monumento a Nuestras Madres Desaparecidas, que deberíamos levantar los argentinos. Porque si bien en nuestro país se llevaron a cabo juicios a casi todos los responsables de esos crímenes abyectos y cobardes, falta todavía la contrición de las instituciones como tales. El presidente de la nación alemana era apenas un niño cuando ocurrieron esos crímenes, sin embargo llevó a cabo lo que correspondía como representante de la nación culpable. Lo mismo deben imitar ante nuestro pueblo esas instituciones militares. No va a ser un desdoro, sino un gesto de humildad para que jamás vuelvan a ocurrir crímenes tan crueles y vergonzosos. Un país que sigue mirando para otro lado cuando se le reprocha ese crimen que cometió con las minorías armenias es Turquía. Pero ya lo está pagando. Ultimamente fue candidata a ser sede de las Olimpíadas, pero quedó afuera. Y esto se debió en gran parte a los movimientos populares armenios que no cejan de luchar para que por fin Turquía reconozca el nefasto crimen cometido contra un millón y medio de armenios hace casi un siglo. Buenos Aires acaba de ser testigo de las marchas de protesta que hicieron los argentinos de origen armenio contra la presencia de Erdogan, el mandatario turco durante su estada en Buenos Aires. Pero, además, siguen en la propia Turquía las protestas. Ha sido una acción armenia de puro coraje. Es que ahora el racismo de los turcos ha llegado a límites imperdonables. Los diarios alemanes acaban de publicar lo que los turcos han llevado a cabo con el llamado Gezy Park, donde existía antes el cementerio armenio.

Señala el diario alemán Frankfurter Zeitung: “Donde están ahora el Hotel Divan y el Museo Militar hasta llegar al Hilton Hotel, era antes el cementerio armenio. Si se hace un foso en el Parque Gezy vamos a encontrar las tumbas armenias. Es que sobre ese cementerio erigieron hoteles de lujo y así ganaron una fortuna, utilizando el terreno del cementerio armenio y de la iglesia armenia. Acerca de eso ordenaron una campaña de silencio, ‘de eso no se habla’. Lo que los turcos hicieron con los armenios lo repitieron con los griegos y los arameos. Y ahora, desde hace treinta años, lo llevan a cabo con los kurdos. Lo vemos en la campaña de los diarios turcos. Todas las calles donde antes vivían los armenios ahora llevan los nombres de los genocidas turcos, lo mismo que las antiguas escuelas armenias tienen hoy el nombre de los genocidas turcos. Los armenios le acaban de gritar a Erdosian: ‘¡Terminen con los hoteles de lujo, basta con el museo militar y devuélvannos nuestro cementerio!’.”

La lucha de los pueblos por la vida. Y a veces se obtienen triunfos. Erdogan salió derrotado de la Argentina. Con esa realidad de su país, le votaron en contra. Nada de Olimpíadas en un Estado donde la represión es la política diaria. Como decimos siempre, puede durar a veces mucho, pero al final siempre triunfa la Etica.

Fuente: Pagina12

domingo, 8 de septiembre de 2013

La muerte de Pechito Ferreiro

Pechito con Alberto Cortez y Nino Bravo.
08/09/2013

LA MUERTE DE UN "NADIE": Los "perros de la calle", de un hombre bueno "de la calle" que el llamó "Nino Bravo" y "Alberto Cortes", se quedaron sin su amigo. Y los vecinos pudientes de Palermo, salen en defensa de un hombre que murió golpeado por el "Buenos Aires Presente" de Mauricio Macri, la misma basura que habla de diálogo.

Claro, es mas fácil vivir tirando mierda contra el gobierno nacional por cuanta desgracia, error o incluso culpas, pero silenciar cuando la violación de los derechos de los pobres viene de "propia tropa" como el caso de Macri, Binner, De la Sota, Massa y compañía. Dan asco.



Ayer murió el sin techo de Scalabrini Ortiz y Santa Fe, que fue detenido el 30 de agosto por el BAP del gobierno porteño. Un abogado, apoyado por cientos de vecinos, quiere explicaciones sobre su paradero y tratamiento.


Pagina12

Por Carlos Rodríguez 


Los vecinos dicen que era “un hombre simpático, con mucho carisma, que no molestaba a nadie y que, desde hace doce años vivía en la calle, por decisión propia, y nadie le podía negar el derecho de decir que vivía ‘en Scalabrini Ortiz y Santa Fe’, porque era su domicilio real”. Todos hablan en pasado porque ayer murió Adrián Alejandro Ferreiro, al que todos conocían por el apodo de Pechito. Su hogar estaba sobre la vereda, el mobiliario era un colchón, su familia dos perros a los que llamaba “Alberto Cortés” y “Nino Bravo”, y a los que él –justo él– había “recogido de la calle”, según contaba con algo de picardía. Sus “lujos” eran un televisor conectado al cable y un equipo de música con el que hacía karaoke. Alguno de los vecinos solidarios le había extendido un cable y dos enchufes para que pudiera disfrutar de la TV y la música, sin tener que abandonar su bunker callejero, que desde ayer empezó a extrañarlo, como la mayoría de los vecinos.

Uno de ellos es Pablo Tesija, un abogado que ya lleva presentados tres pedidos ante la Justicia: primero para que se investigue por qué Pechito fue levantado de la calle el viernes 30 de agosto, por una camioneta del BAP (Buenos Aires Presente), organismo que depende del gobierno porteño, en un procedimiento del que participó la asistente social Ada Quinteros. Segundo, por qué estuvo desaparecido 48 horas y finalmente por las razones de su fallecimiento. Hay datos que señalan que cuando lo internaron en el Hospital Rivadavia, en grave estado de salud, tenía señales en el cuerpo de que había sido golpeado con violencia.

Tesija precisó que primero presentaron un hábeas corpus, con la firma de 200 vecinos, y el apoyo de las diputadas Gabriela González Gass y María José Lubertino, para determinar su paradero luego de que fuera “levantado” por el BAP, situación que “fue presenciada por una veintena de testigos, y que quedó registrada en tres cámaras de seguridad, dos del Banco Francés y una del Gobierno de la Ciudad, de 360 grados, que está ubicada en Santa Fe y Scalabrini Ortiz”. El abogado puntualizó que Pechito estuvo “desaparecido desde el viernes 30 al mediodía hasta las dos y media de la tarde del domingo 1º de septiembre”, cuando lo internan en el Rivadavia.

En ese lapso, la asistente Quinteros, del BAP, consultada por los vecinos, dijo desconocer el paradero del desaparecido. El gobierno porteño dijo después que había estado internado, primero en el Hogar Rawson y luego en el Hospital Penna, pero esos dos lugares “fueron visitados en esos días por vecinos y por la diputada Lubertino, pero en ambos les dijeron que nunca estuvo internada allí una persona con el nombre real de Pechito, de manera que es mentira lo que dijo la gente de (Mauricio) Macri y que conste que lo que denunciamos no tiene nada que ver con la política. Somos vecinos que lo conocíamos y que queríamos saber qué había pasado con él porque para nosotros era un vecino más”.

Pechito reapareció el domingo y desde entonces se hicieron otras dos presentaciones judiciales, una por el delito de “abandono de persona” y después de su fallecimiento, una tercera, ante la fiscalía nacional 18 “para que se haga una autopsia y se investiguen las razones del fallecimiento”. Las dos primeras denuncias se presentaron ante el fuero contravencional, en el edificio de Combate de los Pozos 155, y la segunda en la Unidad Fiscal Norte de la Justicia porteña.

La clave, creen los vecinos, está en la misteriosa desaparición de Pechito. Tesija insistió en que “no hay datos del ingreso de él ni en el Rawson ni en el Penna, y tampoco hay denuncia alguna del gobierno porteño de que se haya fugado de alguno de esos dos lugares”. Todos insisten en que la preocupación por Pechito fue “lógica y solidaria, porque era un personaje del barrio al que conocíamos desde hace doce años”. Primero estuvo viviendo en el Jardín Botánico, lugar de donde fue expulsado por el gobierno de Macri. De allí se instaló en la esquina de Santa Fe y Scalabrini Ortiz, donde hoy, a las 19.30, los vecinos se reunirán para hacerle un homenaje. Se ganaba la vida paseando perros, imitando a sus cantores populares favoritos y con la ayuda solidaria de los vecinos. “Era un personaje extraordinario y lo vamos a extrañar”, dicen todos.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Imperialismo de los derechos humanos

Por Guillermo Levy *

Con el fin de la Guerra Fría, ya hace más de veinte años, intervenciones militares o invasiones se empezaron a justificar, derrotado ya el fantasma comunista, en el marco de las banderas de la democracia y los derechos humanos.

El Consejo de Seguridad o la OTAN, o unilateralmente Estados Unidos con algunos aliados circunstanciales en busca de prebendas comerciales, han producido en estos veinte años diversas intervenciones militares, invasiones o simplemente han recalentado conflictos internos apoyando rebeliones armadas. El saldo de cientos de miles de muertos de esta geopolítica imperial de los derechos humanos es un balance devastador en el escenario mundial más desequilibrado militarmente que conoció la historia de la humanidad.

La primera guerra inaugural fue la del Golfo en el año 1991 para recuperar Kuwait para la monarquía absoluta que la gobernaba y que había sido invadida por Irak. Luego le siguieron las tremendas guerras genocidas que desmembraron a la ex Yugoslavia, tarea alentada tanto por los Estados Unidos como por muchas potencias europeas; cientos de miles de muertos en la guerra serbo-croata y luego en la de Bosnia. La cuestión musulmana, que no había aparecido en el escenario de los nuevos enemigos de la humanidad en la era poscomunista, aparece solapadamente en la guerra de Bosnia, que tiene combatientes chechenos y afganos peleando en el sur de Europa por su utopía de conquistar el primer Estado musulmán en Europa en reemplazo de la multiétnica Bosnia que había sabido construir el socialista Tito.

Ahí, los norteamericanos petardearon los acuerdos de paz europeos en 1995 para empezar a incidir fuertemente en la geopolítica europea e incentivaron a las partes a continuar con el conflicto que –decenas de miles de muertos mediante más– continuó hasta 1997. Luego de todo ese desastre y desmembramiento del hermoso país que supo ser la Yugoslavia socialista, vino la pequeña confrontación de Kosovo, región que sin ninguna tradición independentista y solo con el apoyo de los tanques de la OTAN y los medios internacionales, buscaba desmembrar más la en ese entonces Serbia y Montenegro. La OTAN intervino supuestamente para defender a los civiles kosovares hostigados por las tropas serbias luego de guerras civiles y genocidios permitidos por la ONU, por la OTAN y por el Consejo de Seguridad. El objetivo real, instalar tropas norteamericanas en el sur de Europa.

En el medio, el genocidio de casi un millón de personas en cien días en Ruanda no mereció intervención militar alguna. Esa región, en el medio de Africa, no merecía la pasión belicista en defensa de los derechos humanos, sobre todo cuando los Estados Unidos, luego de la fracasada intervención en Somalia, preferían no meterse mucho en Africa.

Más allá de estas idas y vueltas, el fin de la Guerra Fría vio nacer una nueva forma de “intervención humanitaria” que sirvió para justificar, con una gran hipocresía, las cirugías necesarias para el diseño internacional de la hegemonía norteamericana.

Llegó el 2001 y la cuestión del terrorismo pareció reemplazar en la pulsión invasora en defensa de los derechos humanos. Sin embargo, ambos argumentos supieron articularse.

Afganistán era el país de los talibán que habían volado las Torres Gemelas. Ex aliados contra los soviéticos, hoy eran los nuevos enemigos. Nombres como el Talibán, Al Qaida, cobraron una fama central que no deja de producir asombro cuando se ve que son estos sectores o sus aliados los que reciben ayuda de Estados Unidos, países europeos y dictaduras del golfo Pérsico, contra los resabios de los gobiernos árabes laicos de la región.

Afganistán era el refugio de los terroristas que habían volado las Torres Gemelas pero también era un país en el que las mujeres eran obligadas a usar chador y las libertades civiles eran inexistentes. A la búsqueda de los culpables y por la liberación del pueblo afgano nos anunciaron la primera gran invasión posatentados que aún continúa empantanada, con sus muertos permanentes y los ataques y bombardeos con aviones no tripulados en Pakistán. Hoy, como antes del 2001, esos tremendos enemigos presentados como el nuevo enemigo de la humanidad a la opinión pública mundial son los aliados en la lucha contra los Khadafi o Asaad.

Luego de Afganistán, llegó Irak por segunda vez en busca de armas de destrucción masiva que nadie vio ni creyó y el asesinato de Saddam Hussein. Un tiempo después, ya con las complejas y heterogéneas “primaveras árabes”, llegó Libia, en ayuda a los que querían derrocar a una dictadura y convirtieron al país, en su cirugía de bombas, en un infierno de tribalismo. Y ahora se viene Siria.

La impunidad de los argumentos que sobreactúan una indignación frente a violaciones a los derechos humanos cada vez es más grande. Antes, por lo menos, había una producción de relatos, imágenes y argumentos para lograr ciertos consensos en la opinión pública mundial.

Hoy la impunidad es cada vez más grande y los argumentos cada vez más insignificantes.

Solo personas con limitadas capacidades mentales pueden pensar que en la cúpula de poder de los Estados Unidos reina la indignación por el supuesto ataque con armas químicas contra civiles en Siria. Armas químicas que se producen en las democracias occidentales y que es altamente probable que haya usado la oposición occidental-islamista para producir una excusa que ni siquiera es sostenible para Gran Bretaña, el gran aliado de Estados Unidos en todas las invasiones desde el fin de la Guerra Fría. Arrancar la agenda de los derechos humanos de la nueva agenda imperial se hace imprescindible para no seguir legitimando un nuevo orden mundial donde, por lo menos hoy, potencias occidentales, especuladores financieros e islámicos radicales filo Al Qaida parecen que andan por el mismo andarivel.

* Docente Sociolgía UBA, investigador de la Untref.

Fuente: Pagina12

domingo, 1 de septiembre de 2013

LA GUERRA GUASÚ: "El capitalismo es peor que el feudalismo"

El historiador fue uno de los pioneros en contar la verdad sobre la Guerra de la Triple Alianza, eufemismo que el liberalismo utilizó para terminar con la independencia de Paraguay. Critica a la "moda" del revisionismo histórico, advierte sobre los intelectuales que "defienden los intereses dominantes" y asegura que "el capitalismo es un sistema que lleva a su propia destrucción".

Por: Manuel Alfieri


León Pomer escribió casi una veintena de libros y es uno de los intelectuales más importantes que tiene la Argentina. Sin embargo, y al igual que muchas de sus obras, todavía permanece oculto para gran parte del público aficionado a la historia argentina y latinoamericana. Es lógico: a lo largo de toda su carrera se dedicó a indagar en cuestiones de las que aún hoy parte de la academia y los grandes medios no quieren hablar. Lejos de los flashes y el rumor de los pasillos televisivos, Pomer se jacta de que su nombre nunca haya aparecido en las páginas del diario Clarín. "Publiqué 18 libros y nunca me mencionaron, algo que es un honor para mí", dice. Y al instante agrega: "En La Nación tampoco. Son cuestiones político–ideológicas." Pero esa situación no le molesta. A él solo le importa una cosa: que lo lean.

Su exclusión no resulta extraña. En su trabajo insignia, La Guerra del Paraguay: ¡Gran negocio!, Pomer se metió con los actores políticos y económicos más poderosos de la época. A través de una minuciosa investigación, develó por primera vez los entretelones de uno de los conflictos bélicos más importantes del siglo XIX, señaló con nombre y apellido a quienes se beneficiaron con la guerra, denunció el rol jugado por el entonces presidente Bartolomé Mitre y apuntó contra Gran Bretaña, la potencia mundial que financió a los ejércitos de Argentina, Brasil y Uruguay para arrasar con un territorio autónomo que no se adaptaba a las directrices liberales de la época: Paraguay.

En una extensa charla con Tiempo Argentino en su departamento de La Boca, este antiguo y desilusionado militante del Partido Comunista, exiliado en Brasil durante la última dictadura, desafió aquel precepto arcaico que sostiene que los historiadores sólo están para hablar del pasado y tocó todo tipo de temas: desde la Guerra del Paraguay, pasando por la actualidad latinoamericana y los abusos del sistema capitalista, hasta los debates historiográficos que se dan fuera y dentro de la academia. De formación intelectual marxista, pero influenciado por varias corrientes ideológicas, Pomer no se para en ninguna de las veredas impuestas por historiadores profesionales y divulgadores. Pero, aclara, le encanta que la historia salga de las bibliotecas y se haga cada vez más masiva.
 
–¿Cuándo comenzó a interesarse por la historia?

–Cuando era muy chiquito, mi viejo me sentaba en las rodillas y me leía cuentos de historia para niños, en una colección que venía de España. Para él, el libro era una cosa sagrada. Yo creo que ahí arranca la cosa. Después, a los 16 años comencé a escribir en revistas estudiantiles. Pero recién en el '68 aparece mi primera publicación importante: La Guerra del Paraguay: ¡Gran negocio!
 
–¿Qué historiadores leía en esa época?

–Mi influencia proviene de múltiples lecturas. Yo tengo una formación marxista, pero no pertenezco a ninguna escuela historiográfica particular, y con el correr de los años fui acumulando influencias de muchos autores. Por ejemplo, Bourdieu, Foucault, Mariátegui, con su americanismo. Una reivindicación en la que coincide con Jaureteche, en el sentido de pensar con conceptos que reflejen nuestra realidad, que no sean prestados de Europa.

–¿Una especie de marxismo latinoamericanista?

–Abelardo Ramos, que era un gran constructor de frases, hablaba de un "marxismo de indias". Mariátegui reivindicaba el valor de las comunidades, de las antiguas civilizaciones, y reivindicaba sus modos de vida, mucho más humanos que los del capitalismo. Por otro lado, nunca fui revisionista. Entiendo que el papel del revisionismo ha sido muy importante, pero es una corriente con un amplio abanico ideológico y una de sus características, en muchos casos, es que hay escasa rigurosidad. Por ejemplo, José María Rosa citaba de memoria y se equivocaba. El trabajo de archivo, en cambio, es un trabajo pesado, aburrido y sucio.

–¿Por qué se interesó por la Guerra del Paraguay?

–A los 35 años, con un amigo viajamos a Paraguay, a Villa Encarnación. Cuando llegamos a Asunción conocimos a Juan O'Leary, un revisionista histórico paraguayo, de 90 años, muy bien erguido y con buena memoria. Él nos empieza a hablar de la Guerra Guasu, como le dicen ellos, y me dejó muy intrigado.

–¿Usted ya había leído algo sobre la guerra?

–No, muy poco. Cuando volví a Buenos Aires empecé a leer. Lo que había eran puros elogios del papel civilizador de la Argentina. Me fui desasnando y fui construyendo mi libro, donde hablo del "gran negocio" de los proveedores de los tres ejércitos aliados: Argentina, Brasil y Uruguay. Porque los soldados tenían que comer todos los días, reponer los zapatos, los uniformes, las armas. Fue un negocio fabuloso.

–Es por eso que usted prefiere llamarla "guerra de la triple infamia", en lugar de Triple Alianza.

–Creo que quien la llamo así por primera vez fue Galasso. Y es correcto. El embajador inglés en Buenos Aires participaba de las reuniones del gabinete de Mitre. Fue una guerra infame por donde se la mire.

–¿Cuál fue el rol de Mitre?

–Mitre fue el más lúcido y culto representante de la oligarquía mercantil de la provincia de Buenos Aires. Es Mitre el que arma la estrategia para extender la dominación de esa oligarquía sobre el conjunto del territorio nacional. En 1861, Urquiza le regala la batalla de Pavón, y ahí se dan las condiciones para que se invadan los 14 ranchos, para tratarlos como una conquista e incendiar pueblos. Ese es el momento de extender la dominación al interior, en alianza con la oligarquía azucarera de Tucumán.

–¿Y la Guerra del Paraguay fue la forma de consolidar esa expansión?

–Es un episodio indispensable. En primer lugar, para derribar al gobierno blanco uruguayo, con el cual Mitre no profesaba ninguna simpatía. Mitre intentaba consolidar un poder interior y para eso debía impedir que algún poder exterior pudiese servir a sus enemigos.

–Todavía hoy se relativiza el rol de Gran Bretaña en esta guerra, pero para usted el papel británico fue clave. ¿Por qué?

–Porque Paraguay no sólo era enemigo de Mitre, sino que también era un modelo antiliberal. Como tenía total autonomía y una participación estatal fuerte, constituía una afrenta a las ideas liberales de la época. Paraguay estaba inserto en un contexto mundial. Había una gran potencia central, Gran Bretaña, que organizaba el planeta en función de crear las condiciones para la penetración del capital para hacerse de materias primas y alimentos. Era una potencia que estaba configurando el globo para poder ingresar libremente, sin regulaciones que obstruyeran sus intereses. Además están los empréstitos británicos, que ocurren previos a la guerra, durante y después, y permitieron que la guerra dure mucho más de lo que habría durado. Porque ni los recursos de Brasil, y mucho menos los de Argentina, permitían aguantar cinco años de guerra. La guerra del Paraguay es una forma, entonces, de integrar a un país con desarrollo autónomo como el paraguayo al mercado mundial. Si hay historiadores que ignoran esto, es por mala fe.

–Usted sostiene que, para las ideas liberales de aquella época, Paraguay era un pueblo "bárbaro". ¿Esa lógica se puede ver hoy en día también?

–Claro. En Europa, por ejemplo en The Economist, ya no usan la palabra "bárbaro", pero sí hablan de ignorancia, de tozudez. Es lo que ellos despectivamente llaman "populismo", que no se ajusta a los moldes constitucionales que han fracasado rotundamente en Europa. En el populismo hay una participación de las masas que la juridicidad burguesa no acepta; no acepta que las masas se puedan expresar directamente. Siempre tienen que hacerlo por la intermediación de sus representantes. Es un típico ingrediente liberal de una juridicidad propia del capitalismo. Entonces, ahí hay una deformación ideológica que no llega al nivel de Clarín o de Perfil –que están en un nivel delictuoso, donde no hay respeto por la verdad elemental–, pero sí es cierto que The Economist es un diario muy ideológico. Y lo ideológico siempre deforma.

–¿Qué significa eso? ¿Cómo hace un intelectual para que lo ideológico no termine primando por sobre los hechos?

–En primer lugar, hay que ver qué clase de intereses priman en la cabeza de ese intelectual. A veces, el intelectual no es consciente, pero está defendiendo intereses dominantes, simplemente porque su formación cultural lo lleva a utilizar valores y significados que le proporcionó la clase dominante. En segundo lugar, está la honestidad intelectual. Si yo busco documentos y encuentro cosas que contrarían las hipótesis que tengo, yo no debo ignorarlas, porque eso va a corregir el error en mis hipótesis. La hipótesis no es una verdad: es una tentativa de arribar a una cierta verdad a partir de una idea previa. Entonces, si uno no corrige esa hipótesis, está falseando la historia. Cuando aparece la verdad, no hay que tratar de ocultarla o justificarla.

–¿Y en cuanto a lo ideológico?

–Yo me fui del Partido Comunista de muy joven, porque nos dimos cuenta de que eso se derrumbaba, que era una gran mentira. Sin embargo, yo, como historiador, no puedo traicionar mis convicciones. Y por eso sigo pensando que si hubo un sistema podrido en este mundo, es este que estamos viviendo. El capitalismo es peor que el feudalismo. En el feudalismo todavía existían comunidades, con toda la opresión que significaba el régimen feudal, en las cuales el apoyo recíproco y la fraternidad tenían un valor para los pobres. En cambio, como dice Tocqueville, el capitalismo es una sociedad egoísta, de seres a los que no les importa absolutamente nada el destino de sus vecinos. Hoy leí un artículo donde un organismo que estudia los cambios climáticos explica que tenemos 20 años para cambiar esta situación de destrucción ecológica, porque de lo contrario la humanidad entera se va al diablo. La vida se va a hacer imposible para gran parte de las manifestaciones de la vida. Nos vamos a liquidar. El capitalismo es un sistema que lleva a su propia destrucción.

–En ese marco, ¿cómo pueden defenderse los países latinoamericanos que, con matices entre sus distintos gobiernos, tienen políticas y perspectivas distintas a las europeas?

–Mirá, hoy el gobierno de Venezuela está bastante jaqueado, el de Dilma está pasando por bastantes apreturas, el de Cristina acaba de tener una derrota electoral. Si estos gobiernos consiguen reponerse y dar continuidad a este proceso que ha tenido manifestaciones magníficas, entonces podemos tener confianza de que estaremos en mejores condiciones de defender un desarrollo autónomo. Ahora tenemos que enfrentar un debilitamiento simultáneo, la constitución de la alianza del Pacífico, que tiene un poder económico y bélico muy importante. Y eso es para tener en cuenta.

–¿Cómo ve a la academia actual? ¿Se mete en los debates importantes o la ve más bien alejada de la realidad?

–No, está alejada, y sus interpretaciones de la historia dejan mucho que desear. El mero hecho de que la guerra del Paraguay esté ausente de los cursos en la universidad… eso ya no es ignorancia, sino ocultamiento deliberado. Por ejemplo, una antigua alumna mía, Mirta Lobato, hoy es profesora y no incluye en su programa de estudio a la Guerra del Paraguay. Ella sostiene que fue una "guerra externa". Inventar ese argumento significa que hay algo que no es exactamente lo equivalente a la honestidad que debe tener un historiador.

–Hoy en día hay un debate entre dos posturas que parecen irreconciliables: los divulgadores y los llamados historiadores profesionales. ¿Usted se para en alguna de esas veredas?

–Yo estoy parado en el Instituto Varela, de Galasso. A mí me cuesta trabajo encontrar historiadores en el Instituto Dorrego, por ejemplo, con la excepción de Hugo Chumbita. La habilidad de Pacho O'Donnell es leer diez libros sobre Rosas y publicar un libro sobre Rosas. Jamás ha ido a un archivo y desde el punto de vista metodológico es muy rudimentario. Enfrente están Luis Alberto Romero y compañía, que son discípulos de Halperín Donghi, un gran historiador, muy inteligente, que maneja la ironía. Pero ellos no son grandes historiadores. Lo único que tienen es el monopolio de la academia y del CONICET.

–¿Le gusta que la historia sea cada vez más masiva y aparezca en televisión, radio y diarios?

–Me encanta. Yo lo he visto a José Pablo Feinmann, por ejemplo, que no es historiador pero sabe de historia, y me parece muy bien la divulgación que hace. Félix Luna era un gran divulgador y tiene obras muy importantes. Después está Felipe Pigna, que tiene menor estatura intelectual que Luna, pero hace bien en popularizar la historia, sacarla de cenáculos cerrados, hacerla masiva, algo que siempre es positivo.  
 
 
Castelli, el elegido

Para León Pomer, el personaje más interesante de la historia argentina fue Juan José Castelli, uno de los hombres de Mayo. “En Tiahuanaco, él lee un documento que si se hubiera podido realizar significaba la ruptura del régimen colonial, la liberación de los indios y su igualación con los no indios. Castelli era posiblemente el hombre más culto de los hombres de la revolución”, aseguró el historiador.
 
 
Las debilidades de la integración regional

Todas las mañanas, León Pomer dedica dos horas y media de su día a leer noticias internacionales. "Eso me ayuda a entender un poco lo que pasa acá", explica. Para el historiador, el proceso de integración latinoamericana está en un momento de "debilitamiento" producto de las complicaciones que tuvieron –y tienen– los gobiernos de la Argentina, Brasil y Venezuela. A esa delicada situación se suma lo que él llama las "amenazas" de Paraguay y Uruguay.

"Tabaré Vázquez, viejo amigo de Estados Unidos y posible candidato del Frente Amplio el año que viene, declaró que está convencido de que EE UU ya abandonó su política imperialista y, de paso, salió a criticar al Mercosur. En Paraguay, antes de que Cartes asumiera, un senador dijo que debían mirar más a la Alianza del Pacífico. Ellos, además, reniegan del ingreso de Venezuela al Mercosur. Vamos a ver qué pasa con eso, pero hay una amenaza ahí, es para tener en cuenta", sostuvo Pomer.
 
–¿Por qué cree que el pueblo paraguayo eligió como presidente a un personaje como Cartes? ¿El progresismo cometió errores?

–Cartes es un prontuariado en Brasil por contrabandista y tiene denuncias por narcotráfico. El grave error del progresismo fue dividirse en tres grupos. Es esa manía que tiene la izquierda por fragmentarse. El otro error fue haber confiado excesivamente en su propia fuerza, hubo una falta de desconocimiento total por lo que se estaba jugando ahí. Por otro lado, el Partido Colorado armó un régimen clientelístico en un pueblo con carencias sociales tremendas. El clientelismo implica que el pobre va a seguir siendo pobre, pero de vez en cuando va a tener algún rédito. Es lo que hacen acá algunos caudillos del PRO.

Fuente: Tiempo Argentino.

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