viernes, 31 de agosto de 2012

NUEVO CODIGO CIVIL Y COMERCIAL: Pedidos de cambios en el proyecto

Por Sebastian Abrevaya

La comisión bicameral de reforma y unificación de los códigos Civil y Comercial continuó con su agenda de audiencias públicas. Ayer expusieron representantes de organismos de derechos humanos como el CELS, referentes de pueblos originarios, asociaciones de abogados, intelectuales y académicos como el sociólogo Fortunato Mallimaci. Desde el Centro de Estudios Legales y Sociales, Diego Morales y Carolina Varsky remarcaron la trascendencia y responsabilidad institucional de la reforma y plantearon modificaciones en materia de vivienda, salud mental, acceso al agua, libertad de expresión, además de una cuestión “estructural”, vinculada con la incorporación del desarrollo del derecho internacional en materia de derechos humanos.

La tercera audiencia de la comisión bicameral mostró una baja concurrencia de diputados y senadores, que acompañaron de manera irregular las más de 35 ponencias. La reunión pasó a cuarto intermedio hasta el martes, cuando finalizarán las exposiciones en el Congreso Nacional y comenzarán las visitas al interior del país. Una de las exposiciones más relevantes fue la del CELS, que organizó su postura en tres ejes centrales. Por un lado, planteó la necesidad de incorporar como fuente del derecho interno los avances jurídicos en materia de derechos humanos a nivel internacional. En segundo lugar, solicitó “reinterpretar en clave de derechos humanos” los derechos que aparecen en el Código Civil unificado. Por último, solicitó que se habilite una vía de acción colectiva para grupos sociales vulnerables, ya sea por su situación económica, su nacionalidad o su pertenencia a comunidades indígenas.

Varsky pidió que sea reflejado en el código el resultado de los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, en los que se demostró una red de complicidad civil con el poder militar. “Debería incorporarse la mención a la existencia de un interés social imperecedero por reparar las consecuencias del accionar represivo y por remediar los efectos que todavía persisten de las injusticias más graves”, señaló el CELS en el texto presentado a la comisión. La titular del área de Litigio y Defensa Legal del CELS resaltó los avances que contiene el código en materia de libertad de expresión, aunque reclamó que se incorpore el “interés público” como excepción a la posibilidad de reclamar una indemnización por acciones que impliquen entrometerse en “la vida privada”. Entre otras cosas, Morales sostuvo que debe garantizarse el derecho al agua y que su regulación debe seguir las definiciones que aparecen en los tratados internacionales.

El vínculo entre la Iglesia Católica y el Estado volvió a plantearse ayer como tema de debate. Mientras representantes del Colegio de Abogados de la Capital Federal se mostraron alarmados por los avances en materia de familia, adopción y matrimonio, el sociólogo Fortunato Mallimaci recordó que fue la reforma del Código realizada por la dictadura de Juan Carlos Onganía la que otorgó status de persona jurídica de derecho público a la Iglesia y señaló que por primera vez, en democracia, los legisladores tienen la oportunidad de eliminar esos privilegios para recoger la “pluralidad” de la sociedad, con una “propuesta democrática y participativa”.

Siete organizaciones que agrupan a pueblos originarios expusieron ayer sus críticas al nuevo Código, centradas en el reconocimiento de las comunidades como personas jurídicas de derecho público y en la falta de consulta para legislar en materias que afectan sus intereses. “¿Cuál es el interés del Estado, que debe velar por las leyes, en incluirnos en el derecho privado? ¿Será por interés económico, impositivo, extractivo o con fines de expropiación?”, preguntó Angélica Tena, de la agrupación Tormenta Calchaquí.

Fuente: Pagina12

jueves, 30 de agosto de 2012

Por teléfono con Astiz y Videla

El marino Jorge Vildoza fue uno de los jefes de la ESMA
y se apropió del hijo de Cecilia Viñas.
Por Alejandra Dandan

La Justicia detuvo a la esposa de Jorge Vildoza el 3 de julio de este año. Diez días mas tarde, el juzgado de María Servini de Cubría allanó una muy bien puesta sede de la empresa American Data SA, en San Isidro. En la compañía, dedicada a servicios de juegos de azar y apuestas, los recibió su presidente: Jorge Vildoza, hijo. Mientras los integrantes del operativo se llevaban unas cincuenta computadoras para analizar, el hijo del ex segundo jefe de la Escuela Mecánica de la Armada –que estuvo hasta 1988 en el Servicio de Inteligencia de la Marina– agarró su teléfono, hizo una llamada al Servicio Penitenciario Federal y del diálogo que tuvo se desprende que en ese mismo momento habló con Alfredo Astiz.

“Alfredo, estoy acá con personal de Servini –saludó–. ¿Les mando un saludo de tu parte?” “Alfredo” le dijo que sí, según los datos que surgen de la desgrabación de la SIDE, capturada en el marco de las intervenciones que ordenó el juzgado durante la búsqueda de Vildoza padre y de su mujer, prófugos durante 24 años. No fue la única comunicación del ex SIN con Astiz y quienes están detrás de la causa se preguntan si las conversaciones pueden dar cuenta de un aceitado mecanismo de coordinación que aún persiste en la confraternidad de los marinos.

Cuando Grimaldos llegó a la cárcel de Ezeiza, el que la llamó fue el dictador Jorge Videla. La información se desprende de otra llamada, esta vez una que hizo su hija, Mónica Vildoza. “¿No sabés con quién habló mamá?”, le dijo ella a su interlocutor. “¡La llamó el general Videla!” En esa conversación, Videla le dijo a la apropiadora de Javier Penino Viñas que a partir de este momento tenía que ponerse fuerte. Y le explicó que él mismo estaba bien, pero que le “temblaban las patitas”.

Este escenario en el que la trama de 24 años de los Vildoza combina a los marinos, la ESMA, el juego y la despampanante puesta en escena del edificio de American Data con mármoles y cristales, la llamada a Astiz el día del allanamiento es lo que despierta en la causa la hipótesis de que hay que seguir investigando. Para la querella, es posible que la empresa funcione como parte de una estructura que sigue alimentando gastos operativos de los que siguen estando operativos. O como mínimo (desde ahí se pagaba el teléfono de Grimaldos) que haya servido para garantizar los gastos que necesitó Grimaldos para mantenerse clandestina y Vildoza para seguir en calidad de prófugo.
¿American qué?

Según los papeles, American Data SA es una empresa creada a fines de los ’80, con domicilio en Repetto al 3300, en Vicente López. Según el objeto comercial, está dedicada “al esparcimiento relacionado con juegos de azar y apuestas”. Como presidente figura Jorge Ernesto Vildoza, hijo del represor, integrante del SIN hasta 1988. Y como vicepresidente, Rodolfo Fernando Giromini, marido de Mónica Vildoza, la otra hija biológica del marino. Giromini tiene su propia estrella: perteneció al Ejército como piloto, entre 1978 y 1983, según datos del Ministerio de Defensa a los que accedió este diario. En su vida de civil, fue gerente de operaciones en la empresa Austral y según las fuentes consultadas por este diario, todavía sigue siendo piloto en Aerolíneas. El dato es sugerente: piloto durante la dictadura y piloto mientras sus suegros entraron y salieron del país con documentos falsos y sin problemas durante 24 años.

La empresa es en este momento materia de investigación en tres causas. Servini investiga el contenido de las computadoras porque todavía busca a Vildoza padre. Su juzgado busca documentos que prueben que está muerto, como dice su mujer, o que está vivo, como está convencida la querella. El juzgado, que no tiene datos para sostener la hipótesis de la muerte, porque no tiene papeles que lo avalen y porque la mujer sigue cobrando una pensión como si él estuviese con vida, tampoco descarta la idea de la muerte. En esa línea creen que su familia podría no darlo por muerto porque su nombre podría estar vivo para el mundo de los negocios.

Las otras dos causas, en cambio, tienen de fondo la hipótesis de que esta estructura puede estar ligada al robo de bienes de la ESMA. Una causa está en Ushuaia desde comienzos del año 2000, con un eje que al final quedó reducido a una controversia entre abogados. Uno de los abogados que fueron indagados en esa causa abrió, sin embargo, la posibilidad de iniciar una nueva investigación. Se trata del misionero Oscar Beccaluva, contratado en algún momento por los Vildoza y que pidió ser relevado del secreto profesional para poder defenderse. En su declaración dijo que se encontró dos veces al marino prófugo en las oficinas de American Data SA del sur del país y señaló que “los hombres que en esa provincia le brindaban protección (a Vildoza) y blanqueaban el dinero obtenido producto de la apropiación de bienes de desaparecidos, lo amenazaban con entregarlo”.

A partir de esas declaraciones hubo un problema de competencia entre Ushuaia y el juzgado de Sergio Torres en Capital a cargo de la causa ESMA. Torres entendió que Ushuaia tenía que investigar la causa porque en el medio había un litigio local. La Cámara le dio la razón, pero él se llevó una copia del expediente para investigar la posible conexión con el robo de bienes en ESMA. Hasta ahora pidió a la Inspección General de Justicia los expedientes de la empresa y analiza balances y movimientos.

Aunque hasta ahora no hay elementos para sostener esa relación punto a punto, hay otros elementos contextuales a tener en cuenta. Los marinos de la ESMA aparecen vinculados con negocios en época de la democracia con casinos, juegos de azar y, entre otros rubros, inmobiliarias. En este caso, lo que hay es un “enorme volumen de dinero” que se mueve en la empresa. Tiempos que Vildoza pasó prófugo y trabajando en este rubro en Africa, Londres y Estados Unidos. Otro elemento es un indicio del negocio inmobiliario. Según información de una base de datos de empresas, Jorge Vildoza (h) y su mujer, María Verónica Trucco Jaureguiberry, constituyeron Artescmos SA (cuit 30710800169) dedicada, entre otros, a “compra venta, permuta, alquiler, arrendamiento, de propiedad inmueble, incluidas las comprendidas bajo el régimen de propiedad horizontal, así como también toda clase de operaciones inmobiliarias incluyendo el fraccionamiento y posterior loteo de parcelas destinadas a la vivienda, urbanización, clubes de campo, explotación agrícola o ganadera y parques industriales, pudiendo tomar la venta o comercialización de operaciones inmobiliarias de terceros”. El domicilio legal con el que fue inscripto la inmobiliaria es Tres Sargentos al 1500, de Martínez.

Fuente: Pagina12

martes, 28 de agosto de 2012

EDUARDO BARCESAT: Una respuesta a Lorenzetti

Foto: Gentileza
Por Eduardo S. Barcesat *

En un reportaje publicado en Página/12 el domingo pasado, el doctor Ricardo Lorenzetti responde a críticas y observaciones que se le han hecho al proyecto de Código Civil y Comercial unificados. Habré de detenerme en la respuesta dada al tramo que me compete y que refiere a los contratos de arbitraje y normas de derecho internacional privado que regula el referido proyecto.

El primer tramo de la respuesta está destinado a la defensa del contrato de arbitraje, el segundo a decir que dichas previsiones normativas no atañen al Estado, el que estaría constreñido al tribunal Ciadi por tratados internacionales, no por contratos. En ese orden examinaremos los argumentos.

¿Jueces o árbitros? Comienzo por sostener, tal como lo hace el art. 116 de la C.N., que compete a la Corte Suprema de Justicia de la Nación y demás tribunales inferiores, conocer y decidir en todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución, las leyes y tratados internacionales. He destacado el cuantificador universal (todos) que emplea el texto constitucional. Es que se trata de un apotegma que no requiere de grandes desarrollos: no hay juez más constitucional que los que integran el Poder Judicial de la Nación y de las respectivas provincias. Va en este apotegma el principio de igualdad ante la ley, así como el requisito de idoneidad para el ejercicio de funciones públicas (art. 16, C.N.), y no es ocioso recordar que el art. 36 de la C.N. refiere al deber de observancia a la supremacía de la Constitución. Tal como está el proyecto de códigos unificados, el laudo arbitral que se emita a resultas de los contratos de arbitraje, causa ejecutoria; esto es, que no son revisibles por los jueces del Poder Judicial de la Nación; sólo pueden ser ejecutados, tal como establece el proyecto, con lo que se sustrae, en última instancia, el conocimiento y decisión a los jueces de la Constitución. A esto debe sumarse que los tribunales de arbitraje permanentes, como los de las Bolsas comerciales, cerealeras o de la construcción, son tribunales arbitrales corporativos que responden a intereses sectoriales. Ahora, de prosperar el proyecto, sus decisiones devendrán irrevisibles para los poderes judiciales, nacional y provinciales.

Es cierto que el proyecto excluye de la competencia arbitral a las cuestiones de capacidad de las personas, familia, relaciones de consumo y laborales. No me parece suficiente; es indispensable, por las razones que desarrollaré, excluir al Estado nacional y a los locales de la sujeción a convenios arbitrales. En sus relaciones negociales y que tienen por objeto contratos cuyas prestaciones principales se cumplen en territorio argentino, la ley y jurisdicción deben ser nacionales, tal como lo establece el Código Civil vigente. Así lo he propuesto a la Comisión Bicameral, en observancia a lo establecido en las cláusulas constitucionales invocadas y en el art. 27 de la C.N. que prohíbe al gobierno federal formular tratados con las potencias extranjeras que afecten el orden público constitucional.

Asimismo he propuesto excluir del contrato de arbitraje a los contratos de adhesión, donde el particular no discute ni puede discutir las cláusulas contractuales, en resguardo del económicamente más débil. No sea que con invocación de ampliar la autonomía de la voluntad se proteja a las corporaciones y se avasalle a los particulares.

Soberanía legislativa y jurisdiccional. El proyecto de unificación de códigos habilita que las partes pacten ley y jurisdicción extranjera. En resguardo del orden público constitucional (art. 27, C.N.), he propuesto la supresión total de este capítulo y la reposición del articulado del actual Código Civil, que establece nuestra ley y jurisdicción para los contratos que se cumplen y producen efectos en el territorio nacional, agregando que este capítulo es de orden público, para destacar su imperatividad, y que sus normas son indisponibles para las partes. Ello, nuevamente, en resguardo de nuestra soberanía legislativa y jurisdiccional.

En el reportaje, el doctor Lorenzetti afirma: “Los arbitrajes del Estado en el Ciadi surgen de tratados internacionales sobre protección de inversiones firmados en los ‘90, no de contratos”. Comienzo por esclarecer que los tratados internacionales en materia de protección de inversiones extranjeras son contratos y emplean la terminología de los mismos, y no tienen naturaleza jurídica diferenciada respecto de los contratos. De modo que las disposiciones del derecho interno argentino rigen –o deberían regir– los contratos de provisión de servicios o mercancías realizados por inversores extranjeros en territorio argentino. Destaco que el art. 42 del reglamento del Ciadi, que refiere al derecho aplicable en la resolución de los diferendos jurisdiccionales que configuran la competencia del Ciadi (art. 25 del Reglamento), establece la aplicación del derecho vigente en el Estado que recibe la inversión. De modo que cuanto se establezca en el Código unificado propuesto es norma de aplicación por el Tribunal Ciadi. Y si, como he puesto de relieve, los laudos arbitrales (nacionales, extranjeros o supranacionales) son ejecutorios, es decir, irrevisibles para los jueces del Poder Judicial de la Nación, los inversores extranjeros que han logrado sentencias arbitrales condenatorias contra el gobierno argentino, tendrán expedita la vía de su ejecución, sin posibilidad de defensa alguna por parte de nuestro gobierno.

El presente podría ser un debate doctrinario si no fuera por la dramática circunstancia de que la Nación Argentina tiene 40 casos de reclamación ante el Tribunal Ciadi, cinco de ellos con resoluciones arbitrales condenatorias, que deben ameritar el cúmplase (exequátur) de un juez de la jurisdicción nacional. Hasta aquí los inversores gananciosos se han abstenido de esa ejecución, no por “buenas personas” sino porque sus asesores jurídicos son conscientes de que esos laudos no soportarían la revisión de ningún juez sin caer fulminados de nulidad por las groseras violaciones a la normativa y dogmática jurídica en que incurren. Ahora, de prosperar el proyecto presentado ante el Congreso, el gobierno argentino habría renunciado a la revisión jurisdiccional de esos laudos internacionales. Y esto, utilizando terminología de la Corte Suprema de Justicia, inviste gravedad institucional.

* Profesor consulto de la Facultad de Derecho (UBA), consultor externo de la Procuración del Tesoro de la Nación.

Fuente: Pagina12

VENGO A PEDIR PERDON POR LA VERGUENZA DE HABER CALLADO DURANTE TANTO TIEMPO

La madre de Sara Fulvia Ayala y Viviana (izquierda), hija de Pedro
Morel y de Sara Fulvia, cuyos retratos fueron
incorporados a la sede tribunalicia.
(MDT) En el hall de entrada del Edificio Tribunales de la Ciudad de Formosa, se realizó un emotivo acto por el cual el Poder Judicial Formoseño rindió homenaje a trabajadores judiciales desaparecidos durante el terrorismo de estado y a ex detenidos.


El Presidente del Superior Tribunal cerró el acto pidiendo disculpas, al igual que el ex presidente Nestor Kirchner, "por la verguenza de haber callad durante tanto tiempo.

Se descubrieron cuadros de cinco desaparecidos pertenecientes a la Asociación Judicial Formosa y al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT): 

Los desaparecidos

Pedro Crisólogo Morel nació en Dalmacia e ingresó al Poder Judicial en marzo de 1967, habiéndose desempeñado antes de su detención en la Asesoría de Menores. Fue además secretario general de la Asociación Judicial Formosa. Cuando fue detenido tenía 32 años.

Zulma Nélida Sena. Nació en General San Martín (Chaco) e ingresó al Juzgado de Primera Instancia del Trabajo en julio de 1974 cumpliendo funciones como empleada administrativa hasta su secuestro en 1976. Tenía 24 años.

Sara Fulvia Ayala. Oriunda de San Lorenzo (República del Paraguay). Ingresó al Poder Judicial en marzo de 1975, desempeñándose como empleada administrativa en el Juzgado del Trabajo. En julio de 1977 fue secuestrada y tenía 22 años. Era la esposa de Pedro Morel y militante junto a el en el PRT-ERP.

Mirta Leónidas Insfrán, nació en Villa Escolar, ingresó al Poder Judicial en julio de 1975, desempeñándose como administrativa en el Juzgado de Paz de Mayor Cuantía N° 2. Fue secuestrada en el mes de agosto de 1976. Tenía 20 años.

Ricardo Ramón Borgne: nació en Formosa (capital), ingresó en octubre de 1975, cumpliendo funciones administrativas en el Juzgado Criminal y Correccional N° 3 hasta su desaparición en agosto de 1976. Tenía 23 años. Era el esposo de Mirta Leonidas Insfran.

Morel y Ayala fueron detenidos en la localidad bonaerense de Claypole y trasladados a Resistencia. Junto al resto de los homenajeados fueron torturados en los Centros Clandestinos de Detención "Regimiento 29 de Infantería de Monte" y "La Escuelita de San Antonio" de la Policía de la provincia de Formosa.

Emotividad

Hizo uso de la palabra Sara Mareco, quien muy emocionada recordó a sus amigos y compañeros, destacando sus valores humanos y su compromiso político por un pais mejor "Están en nuestros corazones, siguen vivos; hoy están entre nosotros acá en esta emotiva recordación".


El delegado en Clorinda de la Asociación Judicial Formosa, Osvaldo Orué atacó con dureza al terrorismo de Estado imperante entre 1976 y el retorno de la democracia en 1983, sostuvo que el plan de exterminio de la dictadura militar quizo lograr impunidad por los crímenes cometidos. "Sin embargo hoy los desaparecidos son recordados más que nunca", acotó. Finalmente recordó la posición de su gremio y de las organizaciones derfensoras de los derechos humanos presentes en el acto, la APDH local, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, la agrupación H.I.J.O.S. y la Cátedra Abierta de Derechos Humanos de la UNAF: "Ni olvido ni perdón, Justicia".


Al hablar en el cierre del acto, el presidente del Superior Tribunal de Justicia, Ariel Gustavo Coll admitió que hace mucho tiempo tendrían que haber hecho este merecido homenaje, y calificó al acontecimiento como un acto de absoluta justicia reparadora de la memoria, no solo de quienes pertenecieron y pertenecen al Poder Judicial de Formosa, sino de la provincia toda.


H.I.J.O.S. FORMOSA
El Dr. Coll reconoció que el Poder Judicial de Formosa, como institución republicana, como parte del Estado, se mantuvo en silencio, pese a muchos de sus mejores hombres y mujeres sufrieron los horrores de la dictadura, y dijo que aún hoy, releyendo la última actuación útil que existe en los legajos de los empleados desaparecidos, -se nos hiela la sangre cuando leemos las Acordadas que los declaraban "allá por 1976 1977- cesantes por faltas injustificadas. A ellos, a quienes se llevaron para no traerlos nunca más".


Expresó que en nombre del Poder Judicial formoseño vino a perdir perdon, como ya lo hiciera un ex presidente de la Nación- "por la vergüenza de haber callado durante tantos años, por las atrocidades que se cometieron contra tantos compañeros judiciales, entre quienes se encuentran aquellos que hoy estamos recordando especialmente y cuyos cuerpos , sus cancerberos y verdugos, aún hoy se empeñan en ocultar, por el silencio, por el temor, por las anteojeras que impidieron ver lo que luego la historia hizo evidente".


Finalmente expresó ante los emocionados familiares de los caidos: "Compañeros bienvenidos a casa".


sábado, 25 de agosto de 2012

OSVALDO BAYER: Siempre por la igualdad en libertad

Por Osvaldo Bayer

Este discurso fue leído ayer por Alan Joos en ocasión de otorgársele a Osvaldo Bayer la distinción Mayores Notables por la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados.

Mi palabra agradecida tiene aquí un tono cargado de emoción. Gracias al diputado Roy Cortina por este premio que recibo hoy, y a todos los que apoyaron este noble gesto. No puedo concurrir a este acto porque estoy justamente en Alemania. Nuevamente, gracias por otorgarme este premio. Justamente para un ser que sufrió ocho años de exilio y que tuvo que abandonar su querida tierra con toda su familia, este acto de hoy posee un significado profundo.

Profundidad que llama a la reflexión. Constatar una vez más que la Etica triunfa finalmente en la Historia. Puede transcurrir mucho tiempo, décadas enteras, pero finalmente queda todo esclarecido y la sociedad de profundidad democrática pone la última palabra. El no al crimen, el no a la muerte, el sí a la vida, el sí a los hombres y mujeres de mano abierta. Y aquí quiero mencionar a mis más queridos amigos. Desaparecidos. Rodolfo Walsh, el Paco Urondo y Haroldo Conti. Ellos sí que hubieran merecido esta distinción. Y desde ya se las dedico a ellos. Intelectuales con el coraje civil para salir a la calle cuando vieron injusticias en su sociedad. Dieron sus vidas por ello cuando hubieran podido permanecer en la torre de marfil que eligen ciertos intelectuales, rodeados de libros y aplausos, ganando premios pero con las ventanas cerradas al dolor de los pueblos. Sí, Walsh, Urondo y Conti. Tres mártires auténticos de una sociedad injusta y medrosa. Los conocí y admiré sus sentimientos generosos para con la vida. No al hambre de los niños, no a las villas miseria, sí al trabajo para todos. La paz y el no definitivo a la muerte. La vida es muy breve. Construyámosla con las manos abiertas y la sonrisa siempre dispuesta.

Mi 85 años vividos me han ratificado todo eso. Aunque muy poco hemos logrado con nuestra lucha. Pero sí, esto de hoy, recibir el abrazo de los generosos, de los que comprenden el verdadero sentido que debe tener la vida.

Recuerdo los sueños hacia el futuro que tuve en mi adolescencia. La edad de la verdadera poesía. Soñar, descubrir el amor. Los besos, la ternura y admirar la naturaleza. En esos años fui aprendiz marinero timonel en un pequeño buque de carga que viajaba hasta el norte del Paraguay desde Buenos Aires por los ríos Paraná y Paraguay. Durante la navegación, esas noches plenas de trinos que nos observaban desde las costas tan próximas, puro bosques, esas lunas que besaban constantemente el espejo del río, la música guaraní de los marineros correntinos y paraguayos en esas noches interminables. Pero también las vacaciones en mi provincia, la querida tierra santafesina, recorrer a caballo esas llanuras cortadas por esos horizontes poblados del quebracho, ese árbol noble del color de nuestra sangre y con la dureza de la piedra. Luego los años de estudiante universitario en Alemania, a principios de la década del cincuenta. La posguerra, esa del hambre y de las ciudades en ruinas y las mujeres reconstruyendo como siempre lo que habían destruido los hombres. Las enseñanzas en las aulas con estudiantes que se preguntaban cómo sus padres pudieron aprobar a un dictador así y marchar hacia una guerra tan feroz e inhumana. Las enseñanzas a través de la experiencia y estar en ese paisaje de la desolación. Pero el estudio y el aprender de la experiencia de la vida.

Luego, mi regreso a la Argentina. Nuevas experiencias. En aquel final de los ’50, con dictaduras militares y la vida política coartada. Prisión por las ideas y villas miseria. Aquí desaté mi pasión por la investigación histórica, el periodismo y la docencia. Mi curiosidad extrema me llevaba a preguntarme: ¿qué nos pasó a los argentinos? ¿Y qué nos pasa a los argentinos? Por qué en el país de las espigas de oro estuvo siempre presente la muerte violenta, el autoritarismo, las grandes fortunas, las miserias, sí, hasta niños con hambre y falta de trabajo. Mi curiosidad, tratada de responder en mis escritos, me trajo cárceles, cesantías, prohibiciones y finalmente, el injusto exilio y la quema de mis libros, sí, quemados por “Dios, Patria y Hogar”, como dictaminó el parte militar del hoy general Gorleri. En nuestro país desaparecieron seres muy humanos y se quemaron libros.

Pero, después, la inmensa alegría del regreso. Aunque siempre la sombra de la enorme tristeza por la muerte de mis mejores amigos y de tanta juventud. La desaparición, la Muerte Argentina.

El regreso, el volver a empezar y el continuar. Miro hacia atrás junto a mi mujer, Marlies, con la cual ya hace sesenta años que compartimos este destino, veo a mis cuatro hijos, a mis diez nietos y mis dos bisnietos. Y mi país que sigue siendo difícil. Pero continuamos el camino en busca de más luz para todos. Lo muestra este acto, con vuestra actitud. La voluntad de no olvidar, de renacer. De pensar en los principios de aquellos hombres de Mayo, de los hombres de la digna Asamblea del año 1813.

Ved en trono a la noble Igualdad,
¡Libertad. Libertad. Libertad!

Gracias desde lejos, un abrazo agradecido.

Fuente: Pagina12

CARTA ABIERTA: LA DIFERENCIA

1.

El actual gobierno mantiene una diferencia que se hace notoria cuando crece la espesura de hechos que son portadores de cierta turbación y ambigüedad. Pero en las innumerables tensiones de la hora, permanece siempre un sentido decisorio ligado a un círculo efectivo de protección de las grandes reformas introducidas en la vida social, en la economía de los sectores populares, en las acciones que involucran al Estado asumiendo responsabilidades colectivas indelegables. Y, desde luego, en el tejido de la memoria nacional, como lo demuestran los juicios que siguen ensanchando las fronteras de la democracia activa, hijos del hiato que significó la decisión de que los símbolos del terrorismo de Estado caigan de las paredes del Colegio Militar en donde superponían la historia aciaga del pasado con las historias nuevas que debía vivir el país.

Así, el kirchnerismo es un implícito y explícito sentido de la historia basado en el igualitarismo político, social y de género; en el desarrollo nacional compartido con nuevas políticas ambientales, lo que aún debe perfilarse con vigor e imaginación nueva; en la modernidad basada en críticas pertinentes a la globalización; en el autonomismo de los movimientos sociales, aun cuando entre ellos y el Estado todavía deben generarse posibilidades más ricas de interrelación; en la promoción científica y técnica bajo el doble resguardo de la soberanía nacional y la autonomía del pensamiento crítico; en un latinoamericanismo activo que se inspire en los legados más que centenarios y pueda concretarse en el siglo XXI en nuevas sociedades mancomunadas sobreponiéndose a las acciones desestabilizadoras que son un acecho permanente, como lo demuestra el caso del Paraguay. Y tantos otros hechos, operantes en la memoria pública, que no se pueden oscurecer por los tropiezos y obstáculos que se ciernen en el horizonte. Pero el kirchnerismo es también una actuación posible, necesariamente creativa, en un mundo capitalista en quiebra, que como decían viejos y respetables escritos, surge y crece con sangre entre sus poros, arrastrando a los procesos populares, muchas veces, en su ordalía de decadencia y servidumbre.

Brecha, pausa, fisura, hendija, diferencia. Quedémonos con esta última palabra, aunque las demás son parecidas. En todos los casos se desea significar la figura de una innovación en la espesura de hechos, y como se ha dicho, de una peculiaridad irreductible que subsiste en el movimiento político que gobierna el país a pesar de que se lo quiere ver inmerso en el manejo de arbitrariedades, como disuelto en retrocesos y pequeñas maniobras de subsistencia. Decir diferencia presupone una fórmula para volcar los hechos hacia la percepción de las novedades, que los hace distinguibles a pesar del cúmulo de incidentes circunstanciales y con apariencias contradictorias con el significado que los origina. Es que el kirchnerismo, en primer lugar, es un modo de tomar decisiones bajo el acoso de severas circunstancias políticas. Hay en la Argentina un rompecabezas que no se descifra con los conocimientos clásicos, aunque muchos de sus tramos son sabidos. Continúa entre nosotros la tarea de desfondar el núcleo principal de creencias que selló, hace casi una década, la voluntad de revertir en el país los daños inferidos por una revolución conservadora indefendible, aunque sus consignas destructivas todavía se resistían a salir de escena luego de la formidable crisis del 2001, como lo prueba la votación del 2003, donde Menem aun ocupaba el primer lugar y el no muy conocido Néstor Kirchner el segundo. Para percibir lo que mencionamos como desfondamiento o violentación, basta leer los diarios, porque en ellos está la noticia y también el ariete que las recrea a la manera de un bonapartismo mediático.

¿Cómo se produce el permanente quebrantamiento de la institución gubernativa a partir de los procesos contemporáneos de la justicia y del bonapartismo mediático? Podemos ver que bajo el acoso de un impresionante aparato comunicacional se emplean estilos profundamente corrosivos. Toda inmediatez es promovida como si no hubiera diferencia entre las ocurrencias desdichadas en una sociedad compleja –accidentes varios, hechos de sangre, vulnerabilidad de derechos, todos los sucesos lamentables de la vida injusta, que no han desaparecido de ninguna de las grandes metrópolis mundiales, incluso las nuestras– y lo que podríamos llamar la Culpa Estatal. Tan sólo los que insisten machaconamente con que la Presidenta no distingue entre su vida privada y los asuntos públicos son quienes presentan la imagen de una sociedad quebrada por la inseguridad, la corrupción y la inflación. Para mostrar esta tesis, una batería de imágenes de situaciones de criminalidad se encarga cotidianamente de privar de contextos y de marcos explicativos singulares a acontecimientos que parecerían emanar de un gran hueco donde las vidas están en peligro constante y la responsabilidad de todo ello recaería sobre el Estado.

Todo gobierno de raíz popular hoy está en riesgo y debe partir de esa premisa. Y para disminuir esos riesgos sólo vale acentuar y promover un sentido de realidad tan efectivo e histórico, como empírico e intelectual. Este reclama una nueva visión crítica de los modos comunicacionales que no sólo por ideología y voluntad, sino también por su configuración tecnológica, encarnan una suerte de gobierno de las almas, donde se infunden las nociones fundamentales de miedo, el primitivismo justiciero del vengador y el pensamiento descartable y rápido, basado en golpes pulsionales que anulan toda mediación entre sociedad e instituciones. No se trata de negar la existencia de problemas, pero todos ellos, pasados por los tejidos conceptuales y redes mediáticas, adquieren un estatuto fantasmal, son generalizables como juego inmediatista de las conciencias, infundiendo un sentido de ciudadanía aterrorizada, dispuesta –frente al abismo conceptual que se les presenta– a darles sustento a ideologías de mano dura, securitistas, planes de ajuste, pedagogías del pánico; en suma, derechización de las sociedades.

Contra eso nos expresamos y luchamos. Sabemos que para atacar al gobierno, se ataca la diferencia que encarna. Y para eso se recurre no apenas a los grandes mitos comunicacionales de la vida segura y purificada –mito despolitizador, pues sólo la política pública y colectiva puede dar seguridad democrática a las poblaciones sin artificializar las formas de vida–, sino a enviar sus arietes de izquierda a las zonas de superposición con los grandes aglutinantes de la globalización –por ejemplo, la política minera, que aún no cuenta con suficientes resguardos en cuanto a las exigencias ambientales y, más todavía, a las exigencias de vida de las comunidades cercanas a los establecimientos extractivos–, sabedores de que allí hay tareas incumplidas, definiciones que deben transitarse. Pero al señalarse que se está frente a un gobierno que sostiene esquemas económicos atravesados por las dificultades de la hora, los grandes medios han decidido el esfuerzo máximo de travestismo. Mientras acusan al gobierno de apócrifo, deciden ser de derecha cuando atacan los horizontes avanzados en cuanto a las políticas de derechos humanos; deciden ser de izquierda cuando atacan las políticas extractivas; deciden ser lo contrario de lo que fueron en el 2008 cuando en el 2012 sugieren una sojadependencia; deciden ser libertarios cuando atacan a los periódicos oficiales por ser “pautadependientes”, abandonando como una ilusión adolescente su situación real de ser los grandes medios de comunicación que, a su vez, son empresas del capitalismo internacionalizado, siempre dispuestas a asociarse a las causas más retrógradas del vasto mundo.

Todo, con tal de atacar la diferencia, aquello que hace del kirchnerismo una instancia que se sitúa en el terreno de la decisión nueva. Nueva por guardar el espíritu de cambio de generaciones anteriores, nueva porque navega en las aguas inciertas de una humanidad sometida a poderes coercitivos e inhumanos, y preserva el hilo esperanzado de una sociedad con derechos y libertades redescubiertos para innovar las prácticas políticas. La lucha por mantener y ampliar la brecha está a la orden del día. No se ha oscurecido esa diferencia por la serie de obstáculos que surgen transversalmente de las afueras y del propio interior de ese movimiento político, si lo definimos como colector de amplias modalidades del ser político, tal como se ejerce en los partidos populares argentinos. Ante ello, son necesarios nuevos procedimientos, o la conciencia de nuevos procedimientos que eviten que la distancia de hecho y de derecho producida respecto de la política tradicional sea devorada por esa misma política tradicional que tiene a su disposición toda clase de máscaras para su oficio de desfondamiento: máscaras de moralidad abstracta y de izquierdas que no son lúcidas ante la paradoja.

Una nueva derecha quiere que se olvide que lo que da fuerzas a esta experiencia contemporánea es el modo en que, desde sus comienzos, se ligó a la idea de resistencia en los ’90, a las movilizaciones sociales inaugurales del siglo XXI y a las tenaces luchas por la memoria y por los derechos, para entonces sumergir la diferencia que organizó el espacio político de esta década. Lo suyo es el aplanamiento cultural a las formas más establecidas de un optimismo comunicacional y sentimentaloide, la legitimación de políticas de criminalización social ejercidas por policías bravas que siguen utilizando la tortura como brutal método represivo, la despolitización enunciada como horizonte de la gestión estatal, la realización de medidas de contención social sin vocación transformadora. Se erige, explícitamente, como alternativa de un tipo de concepción de la política que es conflictiva porque se pretende transformadora, que es reapertura de problemas porque se sabe disruptiva, que por muchos momentos parece apenas balbuceada pero porque no renuncia a su propia invención.

No puede haber, para nosotros, continuidad entre la experiencia política de la que somos parte y esa nueva derecha que quiere erigirse como heredera. Porque si apoyamos la ley de medios es también porque debatimos el formato bajo el cual se forjan subjetividades a la orden de la sociedad del espectáculo. Porque si habitamos el presente con angustia y entusiasmo es porque no creemos que el horizonte pueda ser definido por una idea de felicidad colectiva centrada en el consumo y en la reproducción del capital. Porque si hacemos política es porque vemos, en la escena contemporánea, los intersticios a expandir no sólo para la reparación de los muchos daños que vivió nuestro pueblo, sino también para la creación de formas de vida emancipadas. Nada de eso persistirá si triunfan aquellos que quieren acotar el kirchnerismo a una etapa casual del peronismo, transitoria y renunciable, declarando sucesores naturales a las derechas internas. Lo que está en juego no es poco. Y no se trata de una oscura disputa de poder sino de la posibilidad de que lo sucedido y lo realizado no sea liquidado por los agentes de la repetición, ni conjurado por las fuerzas –múltiples y extendidas– del conservadurismo argentino, presente tanto al interior como fuera de la alianza electoral triunfante.

La situación en el movimiento obrero organizado deja en evidencia el enorme retraso que existe en el campo nacional y popular con respecto a superar viejas modalidades de organización corporativa y de connivencia con las patronales que hoy se transforman en un lastre para el proceso que vivimos. Durante décadas se amasó en Argentina un modelo de sindicalismo que si bien defendía, en algunos casos, los derechos de los trabajadores que representaba, al mismo tiempo fue constituyendo lógicas empresariales en su interior y cercenando alternativas. De allí el nombre de “corporación” que se ha arrojado a la discusión pública. Si la actual hora argentina es, como creemos, de profundas transformaciones, y si está en juego la democratización de cada vez más esferas de la vida social, entonces lo que alumbra este conflicto es la posibilidad de modificar las antiguas organizaciones sindicales. Hoy necesitamos de la participación de los trabajadores, representados democráticamente, en la convocatoria a discutir la participación activa en la construcción conjunta del proyecto nacional.

La ruptura de un sector de la CGT con el gobierno, y su sorprendente alianza con la derecha, contrasta tanto en prácticas sindicales como en posicionamientos políticos con la experiencia que expresan los gremios nucleados en la CTA que conduce Hugo Yasky. A esta constatación no son ajenos ciertos sectores de la clásica central obrera, pero su rol minoritario diluye las posibilidades de incidir en los grandes trazos de la política que se construye desde Azopardo.

En el mundo sindical, las viejas conducciones no pueden admitir que la incorporación de más de cuatro millones de jóvenes trabajadores al circuito productivo acentúe la urgencia de un modelo sindical distinto, con democracia interna y mayores libertades de actuación y representación. La actual legislación no ha podido impedir la fragmentación política de las estructuras tradicionales, ni garantizar que alguno de esos fragmentos sea genuino apoyo para el proyecto que gobierna la Argentina desde 2003. La ruptura de su alianza con el gobierno no acredita, para Hugo Moyano, el papel que tampoco pueden acreditar para sí aquellos que claman para sucederlo.

La crisis del viejo modelo sindical seguirá siendo una atmósfera propicia para el conservadurismo y la reacción si no es superada con la promoción de leyes que garanticen la plena participación de los trabajadores, que establezcan métodos transparentes de elección, que ilegalicen los procedimientos y prácticas que naturalizan el fraude y la proscripción de listas opositoras, que aseguren la incorporación y representación de las minorías y que, en definitiva, preserven la autonomía sindical y la plena libertad de agremiación.

En esta escena el juicio y castigo a los culpables materiales e intelectuales del asesinato del joven Mariano Ferreyra, cuyo principal acusado es José Pedraza, constituye un inédito hecho contemporáneo que, paradójicamente, surge de un reclamo social, de las actuaciones estatales y de los giros político-culturales profundos de la etapa política, más que de una impostergable revisión del propio sindicalismo en crisis. Un antes y un después quedará sellado por el resultado de este juicio en el que no puede quedar habilitada ningún tipo de impunidad.

Por eso insistimos: son necesarios nuevos procedimientos, porque la diferencia que el kirchnerismo encarna está a la vista. Como ciertas constelaciones, en el agitarse de los días, a veces se ve más nítida y otras no, se balancea entre las zonas penumbrosas de un país difícil para las grandes transformaciones. Para los que hace mucho entienden qué es lo que está en juego, es precisamente por eso –por la diferencia, que es la forma de la esperanza– que lo atacan.


2.

Si algo se viene construyendo como identidad del proyecto en despliegue es lo democrático-nacional-popular. La frase no es un cliché, pues está abierta a la vida cotidiana, a las clases sociales productoras, a los intelectuales de todas las corrientes que interpretan con pluralidad de estilos las necesidades de un cambio civilizatorio. Lo recorrido desde el 2003 instituyó a la autonomía financiera como raíz de la política económica y también de la propia cultura de esta etapa histórica. Desendeudarse y ser libres para formular nuestros planes, establecer nuestra fiscalidad, direccionar nuestro crédito, manejar nuestra moneda, disponer de nuestras reservas, controlar los movimientos del capital especulativo, evitar la fuga de divisas. Una libertad que, articulada con valores patrióticos, resiste las imposiciones de las hegemonías mundiales, de amarrar con una lógica unívoca las institucionalidades nacionales, naturalizando un pensamiento único con un lenguaje hecho de palabras que hoy las mayorías populares perciben como penurias, mientras ellos las pronuncian como dogma de la virtud: mercado, ajuste, austeridad, clima de negocios. La nueva época fomentó el renacer de la industria y el vigor del consumo popular, lo que hubiera sido imposible sin el reencuentro de la economía y la política, de la mano de las decisiones distributivas.

El tránsito de años y de esfuerzos ha dejado una marca en la conciencia y la sensibilidad popular: no hay vuelta atrás, no se atará más el destino nacional al capital financiero internacional y sus préstamos usurarios. Ser dueños de lo nuestro conduce a otros debates y objetivos peliagudos: definir el proyecto de país, de estructura productiva, de diversificación sectorial, de innovación tecnológica, de modelo extractivo, de articulación en la integración regional; nada de esto puede ser agenda del mercado ni de decisiones de corporaciones oligopólicas, sino una cuestión de ciudadanía. Así, la determinación del ingreso de inversiones extranjeras reclama ser involucrado en esa esfera, con la discriminación estatal de cuáles son virtuosas y cuáles son innecesarias e indeseadas.

El ingreso indiscriminado de inversiones extranjeras vivido en otras épocas de nuestra historia significó desarrollismo sin desarrollo, restricción externa en lugar de aporte genuino de divisas, dependencia y no autonomía de la tecnología, estructura económica deformada cuando se la requiere integrada, polarización social que frustraba el anhelo de justicia distributiva, acentuación de las brechas entre regiones que conspiraba contra la unidad nacional. No hay proyecto de desarrollo conducido por una plétora de inversiones extranjeras descontroladas y con destinos errantes. Así, entre un desarrollismo mercantil y un proyecto nacional de desarrollo hay un abismo. El segundo necesita de un plan ejecutado por los liderazgos y representantes populares, apoyado en la participación social, y su conducción descansa en la dinámica de un bloque social diferente.

La nacionalización de YPF es un hito hacia la conquista de la autonomía económica. Junto al Correo, AYSA, la estatización de la administración de los fondos previsionales, Aerolíneas Argentinas, son decisiones políticas que revierten la descalificación que sobre la capacidad empresaria del Estado introdujo, en el sentido común popular, la hegemonía neoliberal. La subsistencia de ese prejuicio es un lastre, una rémora del desprecio por la política, un residuo del elogio de lo privado sobre lo público. Recuperar –revitalizado, mejorado y corregido– ese papel del Estado es vital para profundizar los cambios. Por eso, todo error en la conducción de la gestión estatal, toda desidia o interés particularista en este ámbito, revista una doble gravedad, la que significa en sí misma, y lo que carga en ella como desprestigio de la llave maestra de la reconstrucción popular: la democratización operativa del ámbito de la acción colectiva pública, encarnada en sus instituciones estatales para las cuales ser mejoradas es su obligación inherentemente ética y política.

Sin esa recuperación resulta imposible contrapesar la extranjerización heredada del neoliberalismo, uno de los ejes principales para la apropiación de los activos y su renta nacionales de la globalización financiera. La YPF previa a la nacionalización, la administración y el estado de las concesiones ferroviarias con sus episodios trágicos y los comportamientos oportunistas en la fuga de capitales son muestra acabada, por sus falencias, limitaciones y degradaciones, de la ausencia de una gran burguesía nacional que pueda jugar –por sí– ese rol. Más productivos y justos resultarán esfuerzos en apoyo y fomento del despliegue de un empresariado mediano ligado al empuje de mejoras en la productividad, a la redistribución de ingresos y a un destino propio comprometido con la suerte del proyecto. De la misma manera, deberán seguir profundizándose los esfuerzos por sostener y ampliar las experiencias de economía social que hoy recorren el país más allá y pese a la invisibilización a las que son sometidas.

El abordaje de la cuestión minera, que se entrecruza en los mismos nudos problemáticos, no puede resumirse en un productivismo que omita que toda producción es un acto social responsable, ni por una concepción purista de la naturaleza que omita que es el trabajo humano el que la transforma en habitable; sólo que la habitabilidad colectiva regida por el trabajo debe hacer de éste un núcleo que albergue por igual las grandes funciones de la tecnología y las conquistas del pensamiento crítico, según las cuales toda relación social, y toda relación del hombre con la naturaleza y sus dones, es en última instancia de carácter ético. Por eso se demandan justamente enfoques integrales que contemplen tanto la explotación de riquezas con potencia generadora de divisas, como el cuidado del ambiente y la integración de cadenas productivas que eliminen la lógica de persistentes economías de enclave, en las cuales la explotación se reduce a extraer y exportar minerales sin una doble mediación: tanto la mediación industrializadora autónoma como la mediación ética ambiental, de interés de los pueblos, no sólo los que habitan las regiones afectadas por esa explotación, sino de las naciones en su conjunto. Nada mejor que el ejemplo de YPF para avanzar hacia una minería sustentable aceptada por los pueblos a través de eficaces mecanismos de consulta: una empresa nacional que tenga centralidad en el desarrollo de la actividad y cuya racionalidad exceda la acotada mira de la eficiencia basada en la rentabilidad de los grupos oligopólicos.

Esa centralidad y revitalización de las instituciones del Estado es requerida también para revertir el deterioro producido por años de reacción conservadora en el sistema de salud. Sistema fragmentado, ineficiente e injusto, resultado de los sucesivos e intencionados golpes destinados a destruir lo público y dejar el campo libre a la voracidad del mercado. Y aunada a una noción de derecho a la salud, pero en igual relevancia a la expansión de derechos civiles que hoy atraviesa el debate público, se presenta la necesidad de legalizar el aborto y haciéndolo de alcance libre y gratuito, salvando vidas que por condición social no acceden hoy a intervenciones adecuadas, y realzando el derecho a la maternidad por sobre la servidumbre de la mujer.

3.

Una de las palabras que todos los pueblos aprenden a pronunciar con prudencia es la palabra tragedia. En este caso podemos decirla. La verdadera hecatombe económico-social internacional que proviene de la crisis de la financierización construye un momento trágico de la historia contemporánea: destrucción de servicios públicos que devienen en la desatención de derechos económicos y sociales; organismos internacionales de crédito interviniendo como policía financiera para garantizar las acreencias de los bancos en las periferias europeas; Estados nacionales del centro del mundo puestos al servicio de los intereses de las entidades bancarias de sus países; emisión desenfrenada de divisas para el salvataje de las ganancias y los capitales de los especuladores.

Personajes mediocres gobiernan potencias como sombríos espantajos que balbucean lenguas susurradas, cuando no directamente dictadas por el poder financiero, y emiten discursos que reclaman mayores ajustes y penurias a los pueblos y regiones mundiales ya acosados por la globalización del capital bajo una implacable estrategia especuladora, mientras los propios esquilmadores se solicitan a sí mismos la continuidad de las políticas que condujeron al desastre. Ni una luz, ni una idea, ni un asomo de inteligencia estratégica en las entrañas de un poder mundial cada vez más tentado y familiarizado con las lógicas de la impunidad. Impunidad de las guerras injustas, de los ajustes despiadados, de los racismos, de las fronteras para los pobres y el internacionalismo para los capitales. Se está construyendo, ante nuestros ojos, un destino que bordea un sentimiento aterrador, con nuevas formas de vigilancia mundial, operaciones clandestinas e intervenciones militares que provocan lo mismo que dicen querer combatir, rediseñándose en las sombras un nuevo código penal sigiloso que internacionaliza puniciones, regula su misma ilegalidad e introduce en el propio campo civilizatorio nuevas formas de violencia disciplinadora, que incluye acciones militares selectivas que no quieren abandonar la conciencia humanista de Occidente, por lo que se consuelan creyendo que son acciones de la razón los más bárbaros atropellos contra la condición humana. Por eso, nosotros, también actuamos para rescatar un legado filosófico y moral, que aun con sus renunciamientos y deficiencias, todavía puede construir un destino colectivo basado en libertades irreductibles y consideraciones últimas de la razón política inspiradas en las raíces de autodeterminación que tiene toda vida colectiva.

La crisis que hoy se vive es una concurrencia compleja de discursos, sistemas y políticas. Es la evidencia de un fin de época de retrocesos servidos con palabras edulcoradas que velaban la realidad mientras subterráneamente el proceso avanzaba hacia el actual desastre: fin de la historia, globalización, aldea global. La idea que pudo ser generosa de una humanidad intercomunicada a través de sus mundos de vida puede quedar en manos de monopolios mediáticos que operan una forma de gobiernos sobre los pueblos, sostenida en el terror subjetivo, el miedo al futuro, el abismo de la historia que solo impondría un refugio en el oscuro placer de la sospecha, en una sociedad del espectáculo que en vez de hacer crecer las artes visuales con el recurso de las tecnologías vistas desde su lado emancipatorio, las ofrecen como circuitos de control de los símbolos de éxtasis, dándole una mísera resolución a la cuestión de la representación, el juego y la felicidad pública.

Como herida expuesta queda la característica estructural de la época y su actual desemboque: la hegemonía del capital y su despliegue revanchista contra el trabajo, manifestada en una redistribución regresiva del ingreso que facilitó la expresión extrema de la contradicción entre producción y consumo. Sin riesgo para esa hegemonía, el capital apuesta a una mayor financierización y dramáticos recortes de derechos humanos a los pobres. Una ruta a la barbarie. Sin embargo, las luces frente a las tinieblas del mundo central asoman en la periferia. La más prometedora, la más desafiante, la más transformadora es la de la nueva América latina y el Caribe, que en la situación mundial actual se constituye en lo que podríamos denominar un bloque de resistencia contra la barbarie.

El concepto de barbarie fue solicitado en múltiples ocasiones para juzgar las paradojas de la historia. Se lo usó para visualizar lo extraño o lo extranjero, aun cuando fuese portador de virtudes que no encajaban en la mochila de los vencedores. Ahora, como un envío de los tantos sacrificados por culturas políticas que cometieron el profundo error de sentirse superiores solamente por gozar del imperio de la fuerza, surge de los horizontes latinoamericanos un dictamen que viene de lejos y se escucha de múltiples maneras: la lucha contra la barbarie implica revisar historias, construir conceptos nuevos que en la maraña de horas de violencia que vive el mundo, rescate nociones arcaicas de libertad creadora con los lenguajes de una modernidad de los pueblos, que muestre que no cortar el hilo de la memoria es lo más avanzado que pueda ejercerse en materia de liberaciones políticas, intelectuales y artísticas.

Vaya paradoja de nuestros tiempos, reminiscentes como siempre de otros que se presenciaron en el pasado, y que sólo divergen de estos porque la astucia de la historia ha cambiado uno o dos nombres propios; los voceros de esa Europa que parecía ilustrada e inclusiva, cuna de todas las artes y las ciencias y de toda protección social, no trepidan en calificar de populistas a gobiernos democráticos latinoamericanos que han vuelto sus miradas a procederes más ajustados a los deseos y necesidades de sus pueblos. He aquí que si el voto en Latinoamérica y el Caribe está menos “bancarizado” y responde más aproximadamente a lo que necesitan sus indigentes y sus pobres, si crea trabajo en lugar de destruirlo, si sus empresas son más controladas por los Estados y los créditos bancarios se inclinan hacia los pequeños y medianos emprendimientos en lugar de como siempre, a oligo y monopolios, es porque los acogió el demonio. Pero el pacto con el diablo, gran fábula literaria de todos los pueblos, y que diera tanto en Europa como en Latinoamérica obras literarias ejemplares, desde Goethe hasta Guimaraes Rosa, puede interpretarse hoy como una nueva alianza entre ejércitos tecnológicos y tecnologías financieras, la que usurpando la libre decisión de los pueblos, da curso a una nueva camada de administradores de emergencia que suponen que las poblaciones agredidas canjearán su futuro entrando en las nuevas burbujas del ilusionismo en el nombre de lo que ya no puede pensarse a sí mismo: el capitalismo mundial, en todos sus aspectos.

Consideran honorable gesta atacar a numerosos gobiernos latinoamericanos, con la rara persistencia de un bombardeo continuo, porque se les ha ocurrido dar pasos hacia la autonomía de los países centrales. Estos herejes han decidido crear y fortalecer la Unasur y crear la Celac –una renovada región con expansión de derechos y nuevas formas sociales y económicas– inspirados en las mejores tradiciones independentistas y patrióticas. Las diatribas son feroces y odiantes. Más aún cuando provienen de los medios de comunicación de la propia América latina que les son afines y los partidos locales de oposición. Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, Dilma y Lula en Brasil, Néstor Kirchner y Cristina Fernández en la Argentina, Hugo Chávez en Venezuela y Mujica en Uruguay, tienen la gran oportunidad, aun en sus diferencias, para mostrar que las fuentes de la democracia que conciben como la mejor forma de organizar la sociedad implica una noción crítica frente a los que consideran que las naciones libres ya son artificios, meras superficies inventadas como efecto de los grandes negocios, tráficos clandestinos y dominio irracional de la naturaleza.

El más claro y reciente ejemplo de esta capacidad de la región es la sanción al gobierno ilegítimo que desplazó a Fernando Lugo, acrecentada con la decisión inmediata de incorporar Venezuela al Mercosur. Este hecho, que convierte a la región en la quinta potencia mundial, es la más dura derrota asestada a la diplomacia y a los servicios de inteligencia norteamericanos desde que el ALCA fuera liquidado en Mar del Plata en 2005.

Por eso es necesario preguntarse si este momento argentino y latinoamericano que se desenvuelve alrededor de los principios de la libertad, la justicia y la dignidad de los pueblos está en riesgo. ¿Es diferente este momento a otros, ya superados, donde se puso a prueba lo que se estaba logrando? Esta pregunta habita en los que han tomado la decisión de colocar sus esfuerzos alrededor de los principios legítimos que animan estos gobiernos de la transformación. No hay dubitación en nuestro apoyo, que se mantiene activo precisamente porque la pregunta por el riesgo, al hacerse, obtiene respuesta afirmativa. Si hay riesgo, que lo hay, hay redoble de la circunstancia solidaria con los gobiernos democráticos de la región. Por eso tomamos la palabra junto con nuestro pueblo, que busca, recuperando antiguas memorias y experiencias, atesorar en sus manos el destino colectivo, cuando pasa del uno aislado al múltiple, contradictorio y expresivo, diletante y combativo, crítico sin razón o con fundamento, que habita en el corazón de toda realidad. De ese pueblo somos parte. Este es el que ha decidido estar, en su mayoría, junto a nuestro gobierno, porque la historia marca su lugar.

Desde los ’70, cuando todo nuestro continente hervía en los pueblos movilizados por una historia diferente de la que labraron durante décadas la alianza entre las oligarquías locales, los grandes multimedios y los representantes de los intereses norteamericanos, la lucha dejó miles de muertos, cuya memoria destella como reclamo incesante por la justicia. En los ’90 el carnaval alegre del salvaje capitalismo festejó el triunfo de los poderosos y el de la miseria económica y moral de los pueblos. Aunque no es la historia esa mochila cargada con anécdotas y fechas, actos heroicos y traiciones, frases célebres y olvidadas, nombres de hombres que figuran con los datos del vencedor y del vencido. Hay una historia que se repite y vuelve a lo mismo. Pero hay otra, la que nos muestra lo que se repite en la historia cuando esta repetición proviene del futuro, y conservando lo más innovador, el acontecimiento del pasado, introduce una diferencia que resitúa ese acontecimiento, le da dimensión y sustancia, lo convierte en poder para realizar esas transformaciones que se pusieron en juego y fueron derrotadas.

No es una cuestión casual, aunque admite porciones importantes de anomalías en lo que nunca es el trazado lineal de una historia. Algunos, como Néstor Kirchner, pusieron en juego la capacidad de captar el momento y hacer lo necesario para la reparación del olvido que había caído sobre el pueblo, para recuperar la política como arma de transformación. No haremos el recuento de lo logrado y que se continúa, sin duda, en lo que Cristina Fernández produce en medio de las inclemencias de la hora y que es la continuidad histórica de una posición, de una decisión que transforma las luchas de los ’70 en un accionar sin tregua por la igualdad, la justicia social y económica de este tiempo, convirtiendo las heredadas utopías en el poemario laico y complejo de la acción popular. La entrada de cientos de miles de jóvenes a la política anticipa el rostro del futuro, porque sin una movilización masiva, en los momentos necesarios, queda sin soporte un proyecto que busca aún su tono, sus palabras justas, en medio de decisiones que tomadas siempre en tiempo de urgencia han cambiado la manera y la intensidad de la discusión política en el país.

Si hablamos de riesgo sin mordaza alguna, sin ningún condicionamiento a nuestro apoyo irrestricto a este proyecto popular, es porque el bloque del poder tradicional puede aparecer como vencido, pero simplemente posterga, hasta encontrar el momento adecuado para golpear sobre estas jóvenes democracias populares. En nuestro país lo intentaron con la Resolución 125, y no pudieron. Pero han logrado voltear, utilizando los recursos cínicos del republicanismo constitucional y en nombre del rescate de la propia democracia de las manos de sus supuestos pervertidores, la incipiente democracia paraguaya e instalaron, nuevamente, en Bolivia, la idea de un golpe contra el presidente Morales. Como si de una recurrente pesadilla se tratase, la instalación en Mariscal Estigarribia, Paraguay, de la base militar de los EE.UU., con 1500 marines con inmunidad diplomática y un aeropuerto donde pueden aterrizar sus gigantescos aviones, recuerdan la evidente injerencia norteamericana en tramos aciagos de una historia no tan lejana que reclama de nosotros, y de nuestros gobiernos, el estado de alerta y denuncia que garantice la continuidad de los proyectos democráticos populares.

Pero sabemos que este escenario no es todo. Hay debates que nos corresponden a nosotros, como argentinos. La potencia imperial es previa a sus representantes, a las alianzas históricas con ese sector que representa lo inmóvil de la historia y más aún, el lánguido reclamo de retroceso de lo tanto que se ha logrado en la Argentina en estos años de gobierno popular. Ese sector nunca se dará por vencido. En la defensa de sus intereses, que radica fundamentalmente en sus tasas de ganancias. Por esto, es necesario afirmar, continuar, debatir, la lógica y hasta diríamos la epistemología que haga imposible ese retroceso del país, respecto del avance formidable de estos últimos años, con la única arma posible: profundizar, corregir, proponer, movilizar.

Por otra parte, los pueblos y los gobiernos de Suramérica son navíos en la tormenta que asumen la responsabilidad de rediseñar las magnas normas para que coincidan con los procesos de transformación que suceden en varios países de la región viabilizando, en algunas de esas experiencias populares, la eventual continuidad democrática de liderazgos cuando estos aparecen como condición de esta inédita etapa regional. Ello configura un “momento constitucional”, apropiado para ligar las transformaciones en curso y el andamiaje legal. No se trata de imponer normas, sectorizar gobiernos, arbitrar en causa propia en cuestiones de grave significación institucional, sino de pensar en forma completa el decurso de una historia. Si las formas más relevantes de los cambios deben ser protegidas, un armazón novedoso de normas debe legislar a una escala constitucional admisible y nueva las relaciones entre el Estado y la sociedad, entre la producción y el consumo, entre la economía y la política, entre la república y la nación, entre los derechos particulares y los derechos sociales.

Es posible que no se resista a utilizar la fácil calificación de nombrar el fenómeno como “constituciones de última generación” por la obviedad imperiosa de aparecer como nuevas, pero conviene descubrir y destacar que lo que las distingue es tanto el proceso que las genera como las definiciones con que rediseñan a las naciones. No se trata del antiguo constitucionalismo que lanzaba sus dictámenes luego del crepúsculo, luego de que las guerras terminaran y permitieran que “el búho de Minerva alzara vuelo”, sino que ahora el propio saber constitucional es parte de las acciones políticas reales. El proceso que aquí se desea es envolvente, popular, participativo, no se reduce a la mera emisión de un voto eligiendo a los que en la situación serían los constituyentes. El mandato se cuece en un intenso debate democrático y masivo, en algún caso entremezclado con innovaciones más sensibles de las formas de representación.

Un nuevo cuerpo normativo, realizado y sostenido por un sujeto constituyente popular, debe establecer una barrera antineoliberal, en el reconocimiento de la multiculturalidad, la reconstrucción de la geometría del Estado, la inclusión de nuevas formas de propiedad, el dominio nacional-estatal de los recursos naturales, la protección del ambiente humano y natural, el reconocimiento de la salud como derecho y la responsabilidad del Estado para ofrecer respuestas integrales a la necesidad de salud de las poblaciones con eje en servicios públicos, el respeto a la heterogeneidad lingüística del territorio nacional, las relacionales colaborativas entre sociedad y Estado: en suma, el reconocimiento de áreas que requieren un gran debate imprescindible.

¿Cómo no reconocer que Argentina necesita una nueva Constitución? El proceso de transformación en curso que en nuestro país reconfigura la nación es parte del fenómeno que recorre Suramérica. Y este fenómeno, sea que atraviese momentos de bonanza como de riesgo, merece una altura constitucional diferente. Esta es nuestra convicción y nuestro compromiso.

Fuente: Pagina12

ETERNAUTA: “No, definitivamente no entra”

Jovenes "PRO" haciendo "tareas solidarias" con la
remera amarilla de la campaña política "Macri 2011". La
doble moral del intendente de la Ciudad de Buenos Aires.
El jefe de Gobierno porteño consideró la obra como un sinónimo de “adoctrinamiento”, aunque durante la gestión de Narodowski en Educación se había repartido. Criticó a La Cámpora y reivindicó el 0-800 para hacer denuncias.

Para el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, El Eternauta se convirtió en sinónimo de “manipulación” y “adoctrinamiento”. Por eso anticipó ayer que va a impedir el ingreso de ese libro a las escuelas porteñas, luego de la controversia desatada por actividades de La Cámpora en donde se utilizaba esa historieta. “No. Definitivamente no entra. No entra ningún tipo de manipulación ni de adoctrinamiento”, aseguró ayer Macri al ser consultado sobre el ingreso del “libro o la revistita del Eternauta” a la Ciudad de Buenos Aires. Además, Macri defendió el 0-800 para denunciar la presencia de la agrupación kirchnerista y dijo que ampliaron el servicio a las “redes sociales y a todo tipo de sistemas”. El senador del Frente para la Victoria Daniel Filmus afirmó que “en su afán represivo, Macri se pelea hasta con personajes de historieta”.

De visita por Córdoba y luego de encontrarse con el gobernador José Manuel de la Sota, el jefe de Gobierno habló sobre las actividades de La Cámpora y ratificó la reacción del Ejecutivo: “La verdad (es) que estoy totalmente a favor del 0-800. Vamos a poner, hemos habilitado redes sociales y todo tipo de sistemas para que la gente denuncie lo que esté pasando en su escuela y no le gusta. Estamos en una sociedad libre en la cual a la gente no le gusta que la invadan, no le gusta que le utilicen los recursos del Estado para tratar de adoctrinar a la gente”, sostuvo Macri en declaraciones a Radio 10. Respecto de las imágenes de militantes con remeras amarillas del PRO en las escuelas, Macri argumentó que se trataba de “días solidarios”, en los que estaban “pintando paredes”.

Puntualmente, al ser consultado sobre el ingreso de la historieta creada por el guionista desaparecido Héctor Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López, Macri sostuvo que “definitivamente no entra” a los colegios de la Ciudad. Sin embargo, acto seguido agregó que quieren que “los jóvenes sean libres, que lean toda la biblioteca y que se eduquen de la mejor manera posible, porque lo único que les garantiza su propia libertad es lo que hayan adquirido como conocimiento, sin depender ni someterse a ningún tipo de gobierno ni a ningún tipo de persona”.

Además del “adoctrinamiento” con libros de El Eternauta, Macri fue un poco más allá en sus críticas: “Que haya escuelas ofreciendo planes futuros para capacitación, computadoras a cambio de alistarse en La Cámpora es indigno”, remató el líder de PRO.

Durante la gestión de Mariano Narodowski como ministro de Educación, el gobierno porteño repartió gratuitamente la obra de Oesterheld con el patrocinio de la Fundación Noble. Reconocido por el propio Narodowski, quien hizo el acto de entrega junto a Elsa Oesterheld, esposa del guionista desaparecido. En 2010, el Ministerio de Educación, ya a cargo de Esteban Bullrich, publicó y difundió un libro de “aportes para el desarrollo curricular” de la enseñanza media, donde figura para segundo año un “Corpus de lecturas sugeridas” en el que se encuentra la historieta.

“Emulando a la dictadura, que hizo desaparecer al autor de El Eternauta, Macri quiere hacer desaparecer el libro que su entonces propio ministro de Educación distribuyó entre todas las escuelas el Día de la Memoria. ¿Quién es el intolerante? ¿Quién practica la censura?”, se preguntó Filmus, ex ministro de Educación. Además, el senador kirchnerista aseguró que recibió llamados de directores de escuelas preocupados por el funcionamiento del 0-800, que en la práctica sirve para denunciarlos a ellos porque autorizan las actividades. “Sienten que se los pasa por encima para generar una cultura de la delación, de la cual los directores de escuela son víctimas al poner a los padres en situación de denuncia”, concluyó.

El legislador Francisco “Tito” Nenna le exigió al gobierno porteño el “cese de la persecución política a los jóvenes y estudiantes”. “Como está procesado y va directo al juicio oral por espionaje, Macri apela a la delación para que no se hable de política en las escuelas”, agregó el dirigente de la CTA.

Fuente: Pagina12

jueves, 23 de agosto de 2012

Eduardo Grüner: Trotsky, un hombre de estilo

Por Eduardo Grüner

Opinión

En uno de los films de la estupenda Tetralogía del Poder de Alexander Sokurov, Stalin visita a un Lenin ya casi agonizante en su dacha, y le entrega un bastón con el puño exquisitamente labrado, que le envía de regalo el Comité Central. Compungido (cínicamente, hay que entender: al ascendente Stalin no se le puede escapar la simbología de regalarle un bastón al declinante Lenin), le informa que se había pensado inscribir en él una dedicatoria: al más grande hombre de la URSS, padre del socialismo, héroe titánico de la revolución, cosas por el (deplorable) estilo. El problema es que una decisión tan importante (¿?) requiere el voto unánime de todos los miembros del Comité y ha habido un voto en contra. Lenin lo interrumpe sin vacilar: “Ya me imagino: Trotsky”. La tragedia que ya ha empezado a atravesar a la Revolución Rusa está plenamente condensada en este episodio –sea verídico o imaginario–: poco tiempo después Lenin estará muerto, Trotsky será un paria, Stalin transformará el gobierno de los soviets en su personal dictadura burocrática y sanguinaria. La anécdota también pinta de cuerpo entero una posición política e intelectual de Lev Davidovitch Bronstein (a) Trotsky: los liderazgos son respetables y necesarios, pero la causa revolucionaria, llevada adelante por las masas en su conjunto, no puede ni debe reducirse al culto de la personalidad, así la “personalidad” sea el mismísimo Lenin. Cuando eso termina triunfando, se puede decir que ya está casi todo perdido. Las personas sin duda existen: no hay dos hombres que sean iguales, los “estilos” (políticos, literarios, lo que fuere) de los líderes pueden hacer mucha diferencia en la historia. Pero la diferencia es en la historia: los individuos y las masas la hacen, en condiciones que no pueden elegir –para hacer una cita canónica–. Tampoco pudo elegirlas Trotsky. Pero sí eligió no traicionar la parte de la historia de la que había sido un protagonista central. Y no traicionarse a sí mismo, ni siquiera –y quizá sobre todo– en el “estilo”.

También elige, Trotsky, escribir su autobiografía (en 1929, ya en el exilio, del cual sólo saldrá con su asesinato por los esbirros de Stalin en 1940) en primera persona. Y titularla Mi Vida. Ese hombre se piensa a sí mismo como, nuevamente, persona: no deja de lado las singularidades de su existencia, sus pasiones, angustias, placeres, gustos. Sin embargo, lo que ocupa el centro de la escena, prácticamente en cada página, es su persona política: aquellas singularidades “existenciales” nunca dejan de serlo, pero están atravesadas y “sobredeterminadas” por el papel que cree le ha sido dado cumplir en la historia que, lejos de ser un “ya fue” (como reza cierta sintomática jerga actual), es una historia en curso, en la cual hay que “seguir participando”, y en la primera línea. Con mucha frecuencia, y con razón, se ha señalado la pasmosa personalidad de alguien que, mientras dirige el Ejército Rojo en medio del fragor de la batalla revolucionaria, escribe Literatura y Revolución. Es decir: con una mano, apunta los cañones o diseña las cargas de infantería al mismo tiempo que debate la lógica política de las decisiones militares (porque no es un “militarista”, sino alguien a quien la política y la historia han obligado a tomar las armas); con la otra –caso único de apertura intelectual entre los grandes dirigentes revolucionarios– teje palabras para hablar de Tolstoi, Maiakovski, Gorki o Gogol, pero también de Céline, de Silone, de Jack London o de Malraux, y para defender –con las reservas y matices que correspondan, pero defender al fin– cosas tan poco “proletkult” como el surrealismo, la literatura de vanguardia o el psicoanálisis, y en general la libertad más absoluta en el arte, la literatura, la filosofía o la ciencia.

El título mismo, Mi Vida, adquiere pues una nueva resonancia: es lo que se intuye que está en juego, que muy probablemente se va a perder, pero que sin embargo hay que defender –como un león– hasta el último aliento: no sola ni principalmente por un comprensible instinto de supervivencia, sino porque está indeleblemente inscripta en toda una historia que debe ser defendida contra la barbarie.

En ningún momento se escucha, en esa escritura, ni una nota de arrepentimiento (que no es lo mismo que “autocrítica”), mucho menos de autoconmiseración: no se permite la indulgencia consigo mismo que hubiera significado salirse de su posición protagónica en el campo de batalla. Esa también es, para él, una cuestión de “estilo”: otra vez, el mismo estilo vital que lo sostiene en ese campo de batalla es el que le hace generar concepciones teóricas decisivas como el desarrollo desigual y combinado y la revolución permanente (que tantos bien poco simpatizantes de Trotsky usan incluso sin saber de dónde las sacaron: hasta ese grado ha fracasado su “borradura”). No son muchos los que en el siglo XX, incluso estando en una posición similar, han sido capaces de hacer algo así, y encima de regalarnos una gran escritura, ante la cual es imposible no conmocionarse cualquiera sea la opinión sobre posiciones políticas particulares. Después de la citada y magistral biografía de Deutscher (y a su manera, la de Victor Serge), no ha sido capaz de estar a esa altura ninguna de las biografías o novelas biográficas que nos han caído en la última década –y cabría preguntarse por este verdadero “síntoma” en el contexto de la feroz crisis mundial que está atravesando el capitalismo–: con la muy estimable excepción de la novela del cubano Leonardo Padura, las demás oscilan entre un estúpido odio reaccionario que lleva hasta la más delincuencial falsificación, y las tonterías apenas epidérmicas que insultan la inteligencia de cualquier lector mínimamente sensible.

Este 72º aniversario del asesinato de Trotsky coincide con la aparición de una nueva edición de Mi Vida. Esta autobiografía será el segundo volumen de las Obras Escogidas, publicadas por el Centro de Investigaciones y Publicaciones León Trotsky, de Argentina. Esta serie de obras del revolucionario ruso, inaugurada con Stalin, el gran organizador de derrotas, se publicará como parte del esfuerzo conjunto del CEIP y el Museo Casa de León Trotsky, de México, por poner al alcance de nuevas generaciones que, lejos del “ya fue”, vuelven a reclamar su lugar en la historia.

Fuente: Pagina12

martes, 21 de agosto de 2012

Una ciudad más justa es posible

Alan Stefano Tapia
Por Emiliano Ojea *


No podemos decir que nada cambió porque Alan Stefano Tapia ya no está. Se cumplen seis meses de su asesinato. El pasado 16 de febrero el GEOF –grupo especial de la Policía Federal– realizó un allanamiento en la casa de los Tapia, en Barrio Mitre de Saavedra, donde se encontraban Alan Stefano Tapia y sus abuelos durmiendo. Este allanamiento (ordenado por el fiscal de Saavedra, José María Campagnoli) terminó con la vida de Stefano, más conocido como el Mono, producto del balazo en el abdomen que recibió por parte del agente Rodrigo Valente, quien logró transformar la tentativa de homicidio (delito por el cual era acusado el hermano del Mono) en un asesinato por mano propia. De inmediato, el Ministerio de Seguridad de la Nación puso a disposición a la Gendarmería Nacional, fuerza que realizó un allanamiento en la casa de los Tapia, que determinó la culpabilidad del oficial Rodrigo Valente, quien estuvo prófugo y hoy se encuentra detenido.

Según los testigos, no sólo le dispararon sino que retuvieron 40 minutos a Stefano, que se desangraba, hasta que lo llevaron al Hospital Pirovano. Allí falleció a las 11 de la mañana.

Stefano estaba finalizando sus estudios secundarios, mientras trabajaba en la Coordinación General de Actividades Deportivas de la Universidad de Buenos Aires, dando clases de tango, en el marco del Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo. Era un joven que, como tantos, a pesar del estigma de una sociedad que todavía segrega y excluye, se esforzaba por encontrar su vocación e incluso se animaba a soñar una sociedad distinta.

Su ausencia todavía se percibe y su pérdida es irreparable. El infinito dolor de la familia, de sus amigos, del barrio todo, se profundiza y subleva cuando se conjuga la reincidencia con la violencia cotidiana.

Hace tres semanas, la Policía Metropolitana, bajo la acusación de averiguación de antecedentes, persiguió a un grupo de jóvenes que viven en el barrio, y terminó golpeándolos brutalmente a muchos de ellos, luego de que se resistieran a una serie de allanamientos que pretendían realizar sin la autorización de ningún órgano competente.

Es inadmisible que aún sigan persiguiendo y reprimiendo a los jóvenes, profundizando la estigmatización y la discriminación a los vecinos de Barrio Mitre.

Las organizaciones que militamos en el barrio y en la Comuna 12 asistimos a la Mesa Barrial de Participación en Seguridad para discutir sobre lo ocurrido y repudiar, no sólo el asesinato de Stefano, sino la violencia cotidiana y la sistemática represión a la que son sometidos los vecinos.

Quienes sostenemos la construcción desde Colectivo Militante, hace más de diez años en Barrio Mitre, estamos convencidos de que debemos estar allí donde las contradicciones se agudizan, donde los derechos se vulneran, acompañando a los vecinos a organizar sus legítimos reclamos, consolidándose como sujetos críticos que luchen por la satisfacción de sus derechos.

No podemos decir que nada cambió porque Stefano ya no está. Pero sí podemos exigir que las cosas en la ciudad cambien en el sentido y hacia el horizonte en el que lo viene haciendo el país de 2003 a esta parte, liderado por un gobierno que hizo de los derechos humanos una política de Estado, para que ya no se vulneren los derechos de los vecinos, y porque estamos convencidos de que una ciudad más justa es posible.

* Colectivo Militante (colectivomilitante.ba@gmail.com)

Fuente: Pagina12

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