martes, 30 de noviembre de 2010

MUJERES INDIGENAS - BOLIVIA

domingo, 28 de noviembre de 2010

VUELTA DE OBLIGADO: La historia oficial encadenada.



La Argentina cambió de paradigma y va consiguiendo márgenes de soberanía que son motivo de orgullo del pueblo y también de consolidación de vínculos con otras naciones.
  Luis Alberto Romero, hijo del historiador oficial José Luis Romero, descargó unos buenos castañazos contra la formidable decisión de recordar Vuelta de Obligado como una gesta. Romero hijo publicó en Perfil un artículo titulado “Epopeya, soberbia y paranoia”, destinado a refutar la brillante idea de afirmar la soberanía. Lo interesante es que Romero hijo no ahonda en el debate historiográfico o de interpretación de los datos de la época, sino que dispara sus cañones contra cualquier intento de revisar las verdades de la ideología mitrista. Dice Romero: “En el año del Bicentenario, el actual Gobierno, las empresas editoriales y muchos medios se unen para dar nuevo brillo a este viejo mito del revisionismo argentino, que en la década del ’70 estuvo unido a la militancia juvenil, el ‘antizurdismo’ y la violencia. Todo esto reaparece hoy, aunque ‘la zurda’ es remplazada por los más pacíficos demócratas republicanos.” Tan confuso es el párrafo que uno no sabe, honestamente, quién es la zurda y mucho menos el antizurdismo.
En verdad, Romero ocupa un lugar marginal en el debate de historia, pero no deja de destilar veneno cada vez que se publica algún texto de la historia que provenga del pensamiento nacional.
Así como otras veces lo hace con Felipe Pigna –por quien debe sentir una envidia completa dada la acogida que tienen sus libros entre los estudiantes–, en esta oportunidad Romero pretende desacreditar a Pacho O’Donnell, a quien Norma acaba de publicarle un trabajo imprescindible como La gran epopeya y que fue un estímulo a la magnífica celebración que encabezó la presidenta Cristina Kirchner el sábado en las riberas del Paraná, en el lugar exacto donde el general Lucio N. Mansilla y su concuñado, Juan Manuel de Rosas habían decidido presentarle batalla a la flota anglofrancesa y obstruir el camino a las decenas de naves que llegaban desde Europa para disponer la diplomacia de los cañones e imponer el mal llamado libre comercio. Curiosamente, Romero se refiere a Rosas como gobernador de Buenos Aires y deja de lado que presidía la Confederación Argentina. Una serie de pactos interprovinciales daban a Rosas no sólo facultades para el manejo del puerto de Buenos Aires sino también las relaciones internacionales. Una de ellas era la defensa de la integridad ante la agresión externa.
Es muy justo el nombre que dio O’Donnell a su libro, porque la idea de la Vuelta de Obligado como un acontecimiento epopéyico lo pone en el lugar de cómo recordamos los hechos fundacionales. “Epopeya” –según definición del Diccionario María Moliner– remite a la poética de los relatos de la Grecia antigua donde “interviene lo sobrenatural o maravilloso o sus hechos rebasan la medida ordinaria de las virtudes humanas”. Es decir, O’Donnell no pretende una épica militarista de esa batalla, por el contrario arranca el libro dando datos necesarios para entender la Europa post Bonaparte, incluyendo la relación entre los buques a vapor y las normas del comercio fluvial que, curiosamente, dejaban fuera de navegabilidad al Támesis y al Sena. Es decir, Inglaterra y Francia se eximían de las reglas que imponían a otros. En el contexto de un mundo con hegemonía colonial tiene sentido revalorizar la idea de soberanía no como un hecho geográfico sino como el gran acontecimiento cultural. En aquellos años, la idea de la construcción de una Nación tenía un correlato en las luchas civiles. Así se entiende que la escuadra que venía al Paraná tenía un plan político: separar la Mesopotamia de la Confederación. Además de ello, quería separar definitivamente la Banda Oriental, que en ese entonces estaba gobernada por Fructuoso Rivera, aliado clave de los unitarios porteños, mientras que el oriental Manuel Oribe quería retomar el poder y tenía cercada a Buenos Aires con apoyo franco de los federales.
Romero, en su artículo, no refuta a O’Donnell, pero se alarma por la mirada que orienta la defensa de lo nacional: “Eso es lo que está ocurriendo con esta celebración de la Vuelta de Obligado, el combate librado el 20 de noviembre de 1845 por las fuerzas de Rosas contra la escuadra inglesa que quería navegar por el Paraná hacia Corrientes. A la larga, la Confederación Argentina derrotó a la ‘diplomacia de las cañoneras’ británica y la obligó a negociar. Pero en el campo de batalla, Goliat venció a David: la flota británica cortó las cadenas que cerraban el río y navegó hasta Corrientes, donde fue recibida con cordialidad por la sociedad local. Es cierto que fue una derrota honrosa, y que una guerrilla de retaguardia infligió daños a la escuadra británica, algo que contribuyó, entre otros factores, a que Gran Bretaña abriera negociaciones con Rosas.”
Es decir, la historia oficial, que ninguneó esta epopeya, a la que Romero define –sin vergüenza alguna– como “derrota honrosa”, ahora pretende darle como premio consuelo que la gesta de Mansilla sirvió para “abrir negociaciones” que, dicho sea de paso, terminaron con la capitulación de ambas potencias.
PASADO Y PRESENTE. Lo que importa es qué rescatamos de los hechos pasados. Y lo que señala Romero es precisamente una buena medida para pensar en la Unasur, en el Club de París o en el desendeudamiento del FMI, por ejemplo, que son algunas de las marcas de identidad fundamentales de la etapa abierta desde el 25 de mayo de 2003. La Argentina cambió de paradigma y va consiguiendo márgenes de soberanía que son motivo de orgullo del pueblo y también de consolidación de vínculos con otras naciones. Algo que Romero no puede entender es la madurez de la conducción de esta etapa –Néstor y Cristina Kirchner– que tuvo una lectura de la relación de fuerzas para avanzar con realismo y, a la vez, con audacia y dignidad. Por algo la presidenta recordó el sábado que el colonialismo cultural es más grave que el de los cañones. Porque en estos años se registra una maduración extendida. Por todo lo que se sembró y se siembra en materia de pensamiento nacional y también por el trabajo de desmalezar. Sí, de ir poniendo negro sobre blanco cuál fue y es el rol de los académicos de la historiografía oficial.


Ayer, Pacho O’Donnell fue consultado por Víctor Hugo Morales en su programa de radio sobre quién es Romero. El gran periodista uruguayo tuvo la delicadeza, además, de pasar en la voz de Alfredo Zitarrosa “Aijuna por el repecho”. Y de leer párrafos de una carta de San Martín a Tomás Guido donde elogió la Vuelta de Obligado, recordando que era “del partido americano”.
Pacho mencionó en el programa no sólo los espacios de poder que Romero hijo tiene para la asignación de becas o recursos para investigación, sino que heredó el supuesto prestigio de su padre, José Luis Romero, que fue puesto al frente de la intervención de la Universidad de Buenos Aires por el golpe de Estado que derrocó a Juan Domingo Perón. Romero padre fue un gorila importante, que desparramó la ira contra las ideas nacionales y desalojó de las cátedras a quienes las defendían.
Los Romero cumplen con la santificación de la historia mitrista. Tal como lo hizo también Ricardo Levene, tantas veces presidente de la mitrista Academia Nacional de la Historia. El gran problema es que el fundador de esa nada aséptica academia fue una pieza clave del genocidio del pueblo paraguayo y no sólo un escritor prolífico o fundador de un diario todavía vigente. El año próximo Paraguay conmemorará su Bicentenario. Seguramente una buena oportunidad para que Uruguay, Brasil y la Argentina –ahora con presidentes populares y defensores de la soberanía– promuevan el conocimiento y el debate de lo que fue llamada Guerra de la Triple Alianza, y que exterminó a una comunidad entera. Paraguay tenía, en 1864, antes de la invasión promovida por la corona británica, alrededor de un millón y medio de habitantes. Seis años después quedaba sólo un tercio de esa población. De esos sobrevivientes, sólo uno de cada diez eran hombres adultos.
Estas historias, tan ocultadas como escalofriantes, tuvieron correlatos en los años setenta de los cuales Romero habla difusamente con la idea de “la zurda”. Las historias silenciadas de los crímenes y los campos de concentración no son motivo de interés histórico para académicos como Romero. En su artículo habla de la soberbia y la paranoia. Esta última debe ser atribuida, quizá, a la idea de que los poderosos no abandonan sus intereses. Así como los pueblos viven la soberanía como la recuperación de lo propio, los poderosos creen que eso fue un despojo, que les quitaron algo que les pertenecía. Por eso, el pensamiento nacional le da importancia al genocidio paraguayo y también al de la dictadura cívico militar de 1976-1984. Porque es una manera de advertir que con una sociedad unida, que conoce y debate sus raíces y sus intereses, no es más fácil conjurar nuevos crímenes y atropellos. Por todo ello, que viva la memoria y que vivan los historiadores que nos ayudan a conocer nuestras raíces.

lunes, 22 de noviembre de 2010

ABUELA LUISA

Las abuelas originarias. Marta y Lichet ´a, abuelas pilagá de la comunidad La Bomba, se nos fueron en 2009. Siendo adolescentes, sobrevivieron a la matanza de Rincón Bomba de 1947.

RUBEN DRI: El movimiento, los partidos y las instituciones

Por Rubén Dri *
 
Tenemos en nuestra retina grabada la escena de Néstor Kirchner, tras recibir el bastón de presidente y jugar con él, como un niño travieso, sumergiéndose en la multitud para dar y recibir abrazos, inaugurando de esa manera el movimiento nacional, popular y latinoamericano en una nueva versión. No lo vimos entonces, pero eso era lo que inauguraba Néstor en el cercano o lejano 2003, según quién lo mire. Ese movimiento que Néstor ponía en marcha es el que Cristina retoma. Muestra clara de ello es el primer acto público que realiza tras la muerte de su esposo, pues se dirige directamente a los obreros de la fábrica Renault. El líder y el pueblo en relación directa y dialogal por sobre las instituciones, característica fundamental de los movimientos. ¿Qué son, pues los movimientos?

Los movimientos están constituidos por vastos sectores sociales populares que constituyen lo que en nuestra práctica política hemos denominado siempre como campo popular. Hablamos de sectores populares más bien que de clases sociales porque en las sociedades en las que se conforman los movimientos populares no se dan, entre los diversos grupos sociales, los contornos nítidos que son propios de las clases sociales.

Así, en nuestra sociedad es muy difícil ubicar en una clase social propiamente dicha a los cuentapropistas, a los villeros, a los que tienen trabajo temporario, a los desocupados. Esto no significa negar la existencia de las clases sociales, sino tomar cuenta que éstas se encuentran desdibujadas, con contornos confusos. Los sectores englobados por un movimiento van desde la clase obrera ocupada, a los trabajadores desocupados, a los villeros, pasando por los abigarrados y vastos sectores medios hasta los empresarios medianos. Si hay algo ambiguo, sumamente complejo, es todo lo que incluye el nombre de “clase media”.

En segundo lugar, los diversos sectores sociales para construir el movimiento se unen alrededor de grandes ejes que expresan sus problemas fundamentales y los de toda la nación. Así, cuando se forma el peronismo en la década del ’40, algunos de esos grandes ejes fueron la construcción de las organizaciones gremiales de los trabajadores, las obras sociales, la industrialización, la nacionalización de los resortes fundamentales de la economía, el voto de la mujer y otros.

En tercer lugar, los movimientos surgen de abajo, en un proceso de lenta gestación, alrededor de necesidades comunes de los sectores populares que se expresan en los grandes ejes que acabamos de citar. El proceso de gestación, en un determinado momento, encuentra la manera de expresarse, de salir a la luz y conformarse orgánicamente. El peronismo sale a la luz pública de una manera inesperada, el 17 de octubre de 1945.

Desde un punto de vista es correcto decir que nadie lo preparó. El 17 de octubre fue la reacción espontánea de los sectores populares ante la agresión de las clases dominantes. Pero desde otro punto de vista, se debe decir que tuvo un largo proceso de preparación. Desde la crisis del movimiento yrigoyenista al que suplantó, venía gestándose en las entrañas del pueblo.

En cuarto lugar, en la conformación del movimiento es esencial el surgimiento de un líder, un conductor que exprese cabalmente el sentimiento, los anhelos, las reivindicaciones, las utopías del pueblo. El líder no se elige, surge y se legitima por su accionar, su comprensión del proceso, su capacidad de dialogar con el pueblo.

Los partidos en cambio se conforman alrededor de determinados principios que se establecen en documentos que elaboran sus dirigentes. La pertenencia al partido depende de la adhesión a los mismos. Los partidos se constituyen desde arriba. Para formar un partido basta la voluntad de algunos ciudadanos. Naturalmente que el partido tendrá éxito si de alguna manera expresa intereses de las clases que lo componen, pero ésta es otra cuestión.

Cualquier grupo de ciudadanos con voluntad política puede formar un partido. Ello es absolutamente imposible si se trata de un movimiento. Por ello, es correcto decir que a los partidos se los forma, se los crea, mientras que los movimientos nacen por las necesidades de los sectores que los conforman, pero triunfan sólo cuando encuentran los instrumentos necesarios para ello. Nos referimos a las estructuras, las organizaciones, los análisis, etc. Los movimientos pueden ser ahogados en su mismo nacimiento si los sectores populares capaces de conformarlo, al salir a la superficie, no encuentran la manera de organizar su fuerza numérica. Sólo cuando ésta logra organizarse se puede decir que surgió el movimiento que venía gestándose.

- Los frentes y las agrupaciones políticas. Los frentes están constituidos por diversas agrupaciones políticas. Estas diversas agrupaciones se unen mediante un pacto, contrato o alianza que se realiza de acuerdo con un determinado programa, en el cual se especifican los límites precisos del frente, determinados por los objetivos que se persiguen. El frente puede ser hecho tanto para concurrir a una elección o para enfrentar determinado problema, como para plantearse objetivos de mayor profundidad. Pero cada sector o agrupación conserva su propia identidad, su propia libertad para actuar en todos aquellos problemas que no figuran expresamente en el programa conforme al cual se construyó el frente.

El movimiento es una unidad, actúa como un todo en todos los problemas fundamentales, aunque son admitidas las corrientes internas. Esto es sumamente importante. La unidad como un todo del movimiento puede degenerar en la dictadura corporativa si no se respetan las diferencias. Debe ser unidad en la diferencia, totalidad dialéctica de universalidad y particularidades. El frente, por el contrario, actúa unitariamente sólo en los problemas explícitamente contenidos en el programa que se ha pactado.

Vemos así al movimiento como una etapa distinta al frente. En el movimiento los diversos sectores sociales encuentran la manera de superar sus diferencias circunstanciales y unirse en todo aquello que les interesa vitalmente. No significa ello que el movimiento descarte al frente. Ello no puede ser, porque es prácticamente imposible que todos los sectores confluyan en el movimiento. El movimiento se planteará el frente con los sectores populares que no han entrado en él.

- Yrigoyenismo y peronismo. En la Argentina moderna, la que entra en la órbita del capitalismo iniciando su proceso de industrialización, los sectores populares siempre que lucharon eficazmente por sus intereses, lo hicieron en movimientos populares. Así aconteció con el yrigoyenismo y el peronismo. Ello no significa menoscabar o desconocer las luchas por la liberación que diversos sectores populares libraron en el seno de otras agrupaciones políticas, sino sólo señalar que los sectores populares pudieron reivindicar eficazmente sus derechos cuando se organizaron en vastos movimientos populares.

El primero de estos movimientos en la Argentina moderna fue el yrigoyenismo. Formado a fines del siglo pasado, llegó al poder a principios de este siglo, para entrar en crisis en la década del ’20, con el triunfo del alvearismo en su seno. Esta crisis tiene un lento y largo desarrollo que encuentra su solución recién en la década del ’40, cuando los sectores populares, con su fuerte componente obrero, logran organizarse en un nuevo movimiento, o logran pasar a una nueva etapa superior a la anterior.

El peronismo es este nuevo movimiento. Su gestación y lento desarrollo abarca desde la década del ’20 a la del ’40. El 17 de octubre constituye su salida a la luz, su emergencia a la superficie, “El subsuelo de la patria sublevada”, como diría Raúl Scalabrini Ortiz. Ese 17 de octubre no fue un milagro. Fue repentino, inesperado, pero conoció una larga gestación que sólo esperaba el momento oportuno para aparecer.

El movimiento repentinamente salido a la luz logra imponerse porque el trabajo de Perón, de Evita, de los integrantes de Forja y de otros compañeros le habían preparado los instrumentos necesarios. En la década del ’50, el peronismo entró en crisis como movimiento popular, como movimiento de liberación. La crisis se prolonga hasta la década del ’70, en la que finalmente se resuelve con la derrota del proyecto de liberación en su seno.

Por largos años el grueso de los sectores populares tuvo en el peronismo su referente político natural y la mayoría de sus cuadros populares se alistaron en sus estructuras para lograr eficacia en sus reivindicaciones. Finalmente, en los ’70, el proyecto de liberación es derrotado en el seno del peronismo. Ello creó la necesidad de que surgiese la nueva etapa del movimiento popular.

- Kirchner y la pueblada de diciembre de 2001. La pueblada del 19-20 de diciembre de 2001 significó un quiebre profundo en la conciencia de gran parte de los sectores medios que se unen, de esa manera, a los sectores populares que ya venían resistiendo con sus MTDs, piquetes, marchas, y cortes de ruta. El movimiento popular estaba ahí pero sólo en-sí, como diría Hegel.

El grito que atruena en Plaza de Mayo y se expande por las calles, plazas y parques de Buenos Aires y de otras ciudades del interior es “¡que se vayan todos!, ¡que no quede ni uno solo!”. En ese grito se expresa el quiebre el neoliberalismo, de los partidos políticos que lo habían asumido y, con ello, un rechazo visceral a la política. Como nunca se marcha, se forman grupos, surgen asambleas en las que se debate política al mismo tiempo que se rechaza la política.

De esa manera se tiraba al bebé, o sea, la política, con el agua sucia, es decir, los partidos políticos y los dirigentes políticos, responsables de la debacle. Poco a poco el movimiento se va apaciguando. Las asambleas, numerosas, bulliciosas, llenas de debates, al principio, se van apagando. A los tres años sólo quedan algunas, mientras que los políticos a los que se los conminaba a irse, volvían. Quedó la sensación muchas veces expresada de que no sólo no se fueron, sino que volvieron todos.

¿Fue ésa entonces una pueblada fallida? ¿No quedó nada de ella? Hubo alguien con un olfato político especial que leyó correctamente lo que había sucedido en 2001, y ése fue Néstor Kirchner. Por caminos azarosos llega a la presidencia en 2003 e inmediatamente comienza dar respuestas a los problemas que se encontraban implícitos en el “¡que se vayan todos!”. Limpieza de la Corte Suprema, descabezamiento de la cúpula militar, política de derechos humanos, no represión de la protesta social. Podemos seguir con las medidas, profundizadas luego durante la presidencia de Cristina, pero ello no es necesario. Lo que sí es necesario es tener claro que de lo que se trataba era de retomar el proyecto nacional, popular, latinoamericano, destrozado cruelmente desde la dictadura militar genocida con su culminación en la nefasta década del ’90.

Es el proyecto nacional y popular autocentrado, es decir, que mira en primer lugar al mercado interno, lo que supone industrialización, plena ocupación y amplio desarrollo de la cultura a partir de la promoción y defensa de la escuela pública en todos sus niveles. El proyecto no se restringe a los meros límites de la nación. Esta es la patria chica que sólo se podrá realizar en el horizonte de la Patria Grande Latinoamericana. Los pasos que se dieron en ese sentido son más que evidentes y prometedores.

¿Qué pasa entonces con las instituciones? Estas son instrumentos necesarios del movimiento. Si éste es vigoroso también lo serán las instituciones. Cuando se hace la prédica del salvataje de las instituciones, de hecho lo que se pretende es la derrota del movimiento. Quieren instituciones sin movimiento popular, es decir, instituciones que sirvan de pantalla a los grandes intereses monopólicos que se pretenden democráticos.

Es revelador ver a nuestros defensores de las instituciones, de la calidad institucional, asaltar las comisiones de la Cámara de Diputados para luego proclamar, como lo hizo Pino, que se trata de un “día histórico”. El triste espectáculo de la legislatura, obediente a las órdenes de la profetisa de los Apocalipsis, tratando de poner obstáculos a la gestión de gobierno es la realidad de los defensores de las instituciones o de la calidad institucional.

* Filósofo, profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

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EDUARDO ALIVERTI: BOCHORNOS

Por Eduardo Aliverti 
 
No será muy original que digamos, pero es imposible no preguntarse por el detrás de la escena boxística registrada en el Congreso.

Con las salvedades de siempre, se habló con prioridad de la cachetada en sí misma, de la suerte que debería correr Graciela Camaño y de la imagen institucional brindada. Si sólo se tratara de eso, no tendría sentido detenerse en el tema ni un segundo. Una calentura de momento. Un episodio aislado. Una agresión física incluso leve en comparación con las que se suceden en casi todas partes. Si hasta resulta patético que algunas voces del oficialismo reclamen la renuncia de la diputada como presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales, cual si estuviésemos frente a una convención de bibliotecarios noruegos. Déjense de joder. Más todavía: es de baja estofa facturarle a Camaño el marido que tiene. La tipa es una militante de toda la vida, y su laboriosidad como legisladora es ponderada por propios y ajenos. Como si no bastara, Camaño venía de bajarle el copete a la parturienta republicana al advertirle que eso no era una comisión investigadora de nada. No se merecía la provocación. Se sacó por las chicanas de Kunkel, lo acomodó y chau. No vengan con el bochorno de la violencia de quienes deberían predicar con el ejemplo, ni con el dolor que siente la República, ni con cómo puede ser que le paguemos el sueldo a esta gente; ni menos que menos con que esto fue uno de los productos de la crispación en que el kirchnerismo sumió al país, ni con ninguna de esa sarta de hipocresías inútiles, encima, porque ya no se las compra nadie. ¿O sigan así, pensándolo mejor? Porque continúan dejando las cosas más claras a cada paso que dan.

¿Bochorno? Sí, es un bochorno escandaloso lo que armaron al sugerir ofrecimientos impúdicos del Ejecutivo para aprobar el Presupuesto. Todo olió a opereta desde un comienzo, porque nada cerraba por ningún lado. Que el oficialismo pudiera estar tan sensible, cuando al cabo no habría perjuicio mayor en alargar los fondos de este año y a otra cosa. Que se oferte una coima por mensajito de texto. Que los llamaron por teléfono y les dijeron “pará, que te paso con el ministro”. Todo sonaba a ridículo. Sin embargo, como se expresó en este mismo espacio hace una semana, de tan ridículo que sonaba cabía dejarse algún lugar para no poner las manos en el fuego, porque también era increíble que se expusieran al grotesco de tamaña manera. Y sí, fue así; pero para agregarle volumen kafkiano lo confirmó la oposición misma. La evangélica itinerante Cynthia Hotton, que viene a ser la versión bien vestida de Cecilia Pando, admitió que fue ella quien llamó a la kirchnerista Patricia Fadel para pedirle su firma en un texto contra la legalización del aborto. No era que Fadel la llamó a ella munida de zanahorias. Ahora resulta que la propia comisión parlamentaria que encabeza Camaño desechó las denuncias por falta de pruebas. Y que la propia Hotton dice que evalúa dejar la política para que esto no le cueste quedarse sin su marido y sin sus hijos, en lo que puede interpretarse como la decisión de no seguir pasando papelones al menos con su familia.

¿Bochorno? Sí, es un bochorno que Carrió siga montada en las acusaciones que sus mismos compañeros desmantelaron al no poder fundarlas. Es un bochorno que se pueda quedar tan preso de un personaje. Es un bochorno que le haya dicho al hijo de Alfonsín que las mecánicas procedimentales con el quórum las inventó su padre, como si antes hubiera habido la nada misma de la que ella se pretende parida. Es un bochorno que le haya puesto a eso el nombre de “La Gran Jaroslavsky”, amparándose en un muerto que si pudiese contestarle le daría una lección política inolvidable a sus pretensiones de virgen eterna.

¿Bochorno? Sí, es un bochorno que, después de la indefinición de los diputados de su fuerza, incapaces de ponerse de acuerdo sobre si acompañar o no la sanción del Presupuesto nacional, Macri amenace con adelantar las elecciones porteñas si la Legislatura no le aprueba el suyo. Eso fue después de señalar que Camaño no debe renunciar porque no pudo noquearlo a Kunkel, en otra muestra esplendorosa de su nivel de análisis político al que esta vez agregó, es cierto, la virtud de articular una oración completa.

¿Bochorno? Sí, es un bochorno el espectáculo que brinda el radicalismo, enfrascado en una interna cuya única lógica pasó a ser, primero, cómo afrontar el dilema que les provocó la muerte de Kirchner al desaparecer el elemento unificador; y después, o mejor antes, la renovada costumbre de que absolutamente nada de lo que discuten pasa por alguna confrontación de ideas siquiera superficial sino por el mero afán de espacios de poder. La sola mención de que andan despedazándose entre “alfonsinistas” y “cobistas”, como si además esas designaciones implicaran corrientes ideológicas, provoca vergüenza ajena. Un show de celadas sin otra dimensión que batallar por las autoridades de bloques parlamentarios, capaz de provocar el asombro y hasta la condena de los medios periodísticos que les son adictos; o que desesperan por la definición, si no de una candidatura próxima, al menos de cierto retrato de unidad apacible, en condiciones de dejar esperanzas para enfrentar al kirchnerismo. Cabe citar nada menos que al colega Julio Blanck, en nada menos que Clarín de ayer, en nota a toda página: “Esta vez fue en el bloque de diputados que (el radicalismo) quedó partido casi exactamente al medio por la renovación de sus autoridades. Los alfonsinistas acusan a los cobistas de apurar esa decisión el día que se debía discutir el Presupuesto. Los cobistas acusan a los alfonsinistas de romper un acuerdo establecido el año anterior, por el cual Oscar Aguad, cordobés y cobista, debía dejarle ahora la presidencia del bloque a Alfonsín y ocupar la vicepresidencia de la Cámara en su lugar (...) Los dos sectores presentaron escritos avalando a sus candidatos. Cada escrito tenía 22 firmas. El pequeño problema es que el bloque radical tiene 43 integrantes. Si había 44 firmas en total, es que alguien firmó dos veces. ¿Quién? La cordobesa Silvia Storni. Después explicó que los cobistas la habían engañado, porque le dijeron que el papel que firmaba se refería sin más detalles al cumplimiento del pacto preexistente”. ¿Bochorno?

Mientras tanto, Carrió les marcaba la cancha con el sainete que inventó o amplificó, ayudada por sus amigos mediáticos que a esta altura, con la difusión de esos lamentos vacíos de contenido y probanza, más parecen favorecer al Gobierno. Pero aún faltaba que los radicales no pudieran acordar ni tan sólo una postura única frente a las imputaciones de Lilita. Nada demasiado diferente a lo sucedido en el cuasi extinto Peronismo Federal, que exhibió al sector de Reutemann enfrentado a la jefatura del bloque a cargo de Solá, porque tampoco unificaron posición sobre las denuncias de la chaqueña. Reutemann y Solá, quienes justo venían de salirse y de amagar con alejarse de ese engendro de nombre tan abstracto como su domicilio. El uno, según su habitualidad imperecedera, no se sabe por qué; y el otro, porque parece que el funeral de Kirchner le cambió los jugadores. En una palabra, todos contra todos pero, a la vez, sin poder ser un todo ni apenas frente a la doncella embarazada por el Espíritu Santo que les fija la agenda, ni ante la urgencia de suplantar el llanto porque ese nene que me pegaba se murió.

La pregunta es: ¿y si fuera que detrás del cachetazo de Camaño grita piedra libre la obviedad de una incertidumbre e impotencia ya totales, en las filas de quienes se quedaron sin muro de los lamentos?

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Martín Granovsky: La CNU contada desde casa

Por Martín Granovsky
 
Gustavo Demarchi - ex fiscal prófugo - ex CNU
Es la primera vez que aparece su nombre en público. Mirta Masid ya declaró dos veces en la Justicia con identidad reservada y ahora concede una entrevista periodística. Su relato está marcado por una sigla, CNU, la Concentración Nacional Universitaria. Nació en 1968 como una fuerza de choque dentro de la derecha peronista y en 1975 se convirtió en una herramienta del Estado. Dependía de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y de las Fuerzas Armadas. Masid vio parte de esa transformación desde su casa: fue pareja de Carlos González, “Flipper”, uno de los asesinos de la CNU.

Mirta Masid declaró ante la Justicia como parte del Programa Verdad y Justicia del gobierno nacional y amparada en el Programa de Protección de Testigos.

Cuenta Masid, que da su nombre pero no quiere fotos, a Página/12: “El asesinato de Silvia Filler fue el primer patinazo de la CNU. Entraron armados a la universidad y empezaron a los tiros. Filler sabía que ellos iban a romper la asamblea. Fue más que eso. La mataron”.
Era diciembre de 1971 en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Provincial de Mar del Plata, que aún no tenía universidad nacional. La Justicia condenó por homicidio a Oscar Héctor Torres, que fue quien realizó el disparo que dio en la frente de Filler y la mató. También sentenció a Raúl Arturo Viglizzo, Marcelo Arenaza, Ricardo Alberto Cagliolo, José Luis Piatti, Alberto José Dalmaso, Raúl Rogelio Moleón, Eduardo Salvador Ullúa, Luis Horacio Raya, Eduardo Aníbal Raya, Oscar Silvestre Calabró, Carlos Roberto Cuadrado, Ricardo Scheggia, Carlos Eduardo Zapatero, Martha Silvia Bellini y Beatriz María Arenaza.
Quedaron libres en 1973, beneficiados por la Ley de Amnistía votada por el Congreso a instancias del presidente Héctor Cámpora.

Toby

“Yo estaba casada con mi primer marido, y era una señora de mi casa que no trabajaba”, recuerda Masid. Entonces simpatizaba con el Partido Socialista de los Trabajadores, el PST, que llevó de candidato a presidente en 1973 a Juan Carlos Coral.

En ese momento Mar del Plata recibía todos los veranos un aluvión turístico pero el resto del año era una aldea donde todos se conocían. En la secundaria, que cursó a fines de los ’50 y principios de los ’60, Masid fue primero al San Vicente y luego al Comercial. Tiene grabada la imagen de un profesor, Adolfo Domijian, “uno de los mejores que tuve”. Daba Derecho Comercial. El alumno que más le discutía era Ernesto Piantoni. También fue al secundario con Gustavo Demarchi.

Piantoni llegaría a ser el jefe de la CNU en Mar del Plata. Demarchi terminaría como fiscal. Desde su cargo sería, como mínimo, el gran amparo de los grupos de choque.

Cuenta Masid: “El padre de Piantoni tenía mucho dinero. En una época donde todos íbamos a bailar y bailábamos, Ernesto Piantoni se sentaba solo a una mesa con una chica muy educada. Siempre marcaba una diferencia. Como si no se mezclara. Era gordito, rubicundo, blancuzco. No era una persona muy agraciada. Tenía voz finita y lo llamaban Toby, como el personaje de historieta”.

Lo mismo pasó en el casamiento de Raúl Viglizzo, uno de los condenados por el asesinato de Filler. “La fiesta fue en el Círculo Militar porque la chica era hija de militares. Estábamos los reos por un lado, tirados arriba de la mesa por la novedad de los bocaditos de caviar, y Piantoni a distancia, en otro lado.”

Salvo Piantoni y alguno más, la generación que cumplió los 20 alrededor de 1966 usaba jean y pelo largo. E incluso después del asesinato de Filler, los marplatenses que militaban en política seguían mezclándose. Así fue entre 1973 y 1975. “Bar hasta las cinco de la mañana”, cuenta Masid. “Hablar de política. Ir a las peñas, como la de Julio Bosata, en Los Pinos de Anchorena, cerca del complejo universitario. El bar Artus. A El Bilbaíno iba a todo el mundo. Grupos de izquierda y también de derecha. Se retrucaba con cantos de la Guerra Civil Española. Unos cantaban canciones republicanas. Otros contestaban con las franquistas. Y también el sexo era una estrategia, porque así se conquistaban militantes. En las peleas, en ese momento no se pasaba de los gritos o los cantitos. A la vez, cada uno tenía también sus lugares preferidos. Los de la CNU iban todos los mediodías a la confitería del Hotel Argentino. También a una cervecería de unos holandeses, Old Dutch, en Belgrano y Mitre. Creo que era de los Hooft.”

Hijo de un nazi holandés refugiado en la Argentina, Pedro Hooft fue hecho juez por la dictadura, en 1976. Los familiares de los secuestrados en la Noche de las Corbatas, de 1977, lo acusaron de actuar por omisión o por complicidad directa con la privación de la libertad y el asesinato de las víctimas, todos ellos abogados.

Según Masid, los profesionales y los abogados eran la capa superior de la CNU. “Por un lado estaban ellos, con una posición social determinada y, por otro, los vagos, las bases, los más pobretones, los que no habían terminado el secundario o tenían algún antecedente penal por robo.”

Desde noviembre de 1973 su conocimiento de la CNU se hace más personal: forma pareja con Flipper.

A veces Flipper y sus amigos de la CNU se juntaban a discutir lo que leían. Cuenta Masid: “Hablaban de la aventura, de vivir peligrosamente. Declamaban. Leían a Nietzsche. También a Lartéguy. Estaban los centuriones, los pretorianos y los mercenarios. Los centuriones guerreaban por ideales. Los mercenarios, por dinero. Los pretorianos, por la guerra misma. Ellos se decían pretorianos. Criticaban a los que llamaban ‘los bolches’. Hacían comentarios antisemitas. Una vez se corrió la bolilla de que a una chica la había desvirgado un judío. Se la agarraron con el tipo. Primero porque se casaría con una novia desvirgada. Y además, porque había dejado de ser virgen por un judío. Para ellos era tremendo. Casarse con una mujer virgen era un orgullo. Muchos de los que tuvieron hijas les pusieron Celeste de nombre. Leían a Marechal y especulaban sobre las batallas celestes y las mujeres celestes”.

Masid no recuerda qué leían los CNU de Friedrich Nietzsche, el filósofo alemán que había muerto en 1900. En su última declaración en la Justicia escuchó un murmullo entre los imputados. “¿Leíamos Nietzsche? ¿Y qué era? ¿Así hablaba Zaratrustra?”

Ni el pobre Nietzsche ni, menos aún, el pobre Leopoldo Marechal de Megafón o la guerra, que murió en 1970 reivindicado por los cristianos de base tras haber agregado a su peronismo la defensa de la revolución cubana, podrían responder al misterio de qué interpretaban en ellos los miembros de la CNU. En cambio, es menos misterioso el cuadro de la Argentina en 1975. Muerto Juan Perón el 1ª de julio de 1974, el Estado intensificó la represión con fuerzas propias que actuaban como clandestinas. En Mar del Plata una de esas fuerzas fue la CNU, involucrada además en otra batalla terrenal: la disputa dentro de la Iglesia Católica contra los cristianos de base, el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y los obispos que le dieran cobijo o, aun, que no les declarasen la guerra. Para la CNU, en Mar del Plata uno de los blancos era el obispo Eduardo Pironio.

Una base de los cruzados era la Universidad Provincial, donde el CNU Eduardo Cincotta, fallecido el año pasado en la cárcel como procesado, era entonces secretario general.

Pero en 1975 el asunto ya no era interrumpir una asamblea a tiros y matar al voleo. Hubo un día –una noche– en que la historia de Mar del Plata cambió y la patota dejó de confundirse con lecturas dispersas. El 20 de marzo fue asesinado Ernesto Piantoni, el Toby del relato de Masid, que seguía en pareja con Flipper y trabajaba en la Universidad Provincial. “Yo trabajaba, pero otros tenían contratos y no iban. Era ñoquis. Disponían de su tiempo para la CNU. Cuando me enteré de la muerte de Piantoni, por radio, a las 11 de la mañana, me puse muy mal. No sabía qué, pero sabía que un desastre pasaría.”

El desastre ocurrió en la madrugada del 21, luego del velatorio de Piantoni. La patota buscó en sus casas y mató a Enrique Elizagaray, Guillermo Videla, Jorge Enrique Videla, Jorge Lisandro Videla y Bernardo Goldemberg. Por uno (Piantoni), cinco de ellos. Cada uno fue acribillado con decenas de balazos, al estilo ostentoso de las masacres mafiosas.

Masid dice que los CNU hablaban sobre esa noche borrachos de Chivas Regal.

La patota no ocultó su identidad. Como protección, dos meses después el fiscal Demarchi ya pedía el sobreseimiento de la causa. Lo ayudaba el oficial segundo de tribunales Eduardo Ullúa, que renovaba su historia después de la condena por Filler.

Dice Masid que ella imaginaba la participación de Flipper pero que éste, además, se lo contó. Recuerda que por la muerte de Piantoni llegaron cuadros de la CNU de Buenos Aires y La Plata. Incluso Patricio Fernández Rivero, a quien los demás llamaban “El Patriarca” cuando aún no llegaba a los 30. Hoy tiene 64 años. Es el mismo que el último jueves fue detenido en Alta Gracia para ser investigado por crímenes de lesa humanidad a pedido del juez marplatense Rodolfo Pradas. También fue detenido, en La Plata, Mario Durquet.

Floristas

Al margen de la vendetta en la madrugada de marzo, en los meses siguientes la CNU redoblaría su letalidad ya como instrumento pleno del Estado.

Raul Viglizzo, prófugo, asesino de la CNU.
Masid recuerda la muerte de Daniel Gasparri, un militante del FEN, Frente Estudiantil Nacional, que en ese momento era una organización de la llamada izquierda nacional dentro del peronismo. “Mataron a unos floristas que tenían el puesto a la vuelta de la Catedral. Según ellos, era una forma de vengarse de Pironio porque decían que protegía a los montoneros. También secuestraron y mataron a María Maggi, la decana de la Universidad Católica. Argumentaban los mismos motivos: venganza contra Pironio.” (Pironio terminaría hecho cardenal y con destino en el Vaticano. En su libro La mano izquierda de Dios, Horacio Verbitsky escribe que desde Roma Pironio transmitió a su viejo amigo Emilio Mignone que ante el secuestro de la hija de éste no podía hacer otra cosa que orar.)

Dice Masid que, en una de sus declaraciones, uno de los defensores de los ex CNU inculpados la increpó y le preguntó por qué había continuado la pareja con González. “Yo venía de pasar momentos muy bravos en la vida personal. Carlos me ayudó mucho a salir del pozo. Era alegre, solidario. Pero empezó a caer en ese abismo de las muertes. Al final andaba como desesperado. Decía que no podía vivir con tantas muertes en su conciencia.”
Flipper, que también usaba facas y podía dar puntazos en medio de una pelea, murió matando a los 25 años, en noviembre de ese mismo 1975. La CNU, según Masid, tenía dos relaciones sindicales. Una era el Sindicato Unido Petroleros del Estado. El otro, el Vitivinícola. El primero estaba controlado por Diego Ibáñez, años más tarde socio de Alfredo Yabrán y primer presidente del bloque peronista, con hegemonía de los dinosaurios, en 1983. El segundo, Foeva, estaba bajo el mando de Fernando “El Loquito” Catugno.

Flipper y otros miembros de la CNU viajaron a San Juan. Les encargaron el asesinato de Pablo Rojas, diputado nacional justicialista sanjuanino. Hicieron un trabajo de inteligencia previo y esperaron que fuese a cenar a lo de un amigo. Uno le desinfló una cubierta. A la una de la madrugada Rojas salió de cenar, fue hacia el auto y se agachó al ver la goma demasiado baja. Escuchó pasos y metió la mano en la cintura. Estaba armado. Se dio vuelta y le disparó a Flipper, que le disparó a él. Mientras Flipper caía muerto, otro miembro de la patota remató a Rojas.

Listas

El relato de Masid a Página/12 no sólo incluye santuarios sindicales, judiciales y universitarios para la CNU. Masid también menciona la dependencia de la patota y sus jefes respecto del Estado en la comisión de cada crimen. “Por lo menos una vez por semana se reunían en el GADA. Para eso se vestían mejor, con corbata. Y además de los hechos que cometían, hacían listas. Lo sé por experiencia propia. Tengo un cuñado desaparecido, Pablo Trejo Vallejos. Antes de morir, Carlos me dijo un día que estaban confeccionando listas y me recomendó que le avisara a Pablo. ‘Decile que se vaya’, me pidió. Yo avisé, pero nadie me creyó. Y en 1977 lo secuestraron y está desaparecido. Me acuerdo que una vez fue a mi casa, con Carlos en vida, un muchacho joven que trabajaba en la Clínica Colón, supongo que de camillero. Y Carlos me dijo: ‘Este está con nosotros, marcando gente’. Bueno, mi cuñado trabajaba en la Clínica Colón. Los de la CNU robaban coches para uso personal, para sus operativos y para la policía.”

El GADA es el Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 de Mar del Plata, eje de la masacre en Mar del Plata antes y después de la dictadura. Cincotta reportaba al GADA. Según documentación de la ya disuelta Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires, aportada a los juicios por la verdad y a los juicios penales posteriores por la Comisión Provincial por la Memoria, miembros del GADA usaban tarjetas de Demarchi como protección. Y Ullúa era su jefe.

Hay nombres que se repiten. Los imputados por el juzgado federal número tres de Mar del Plata son Gustavo Demarchi, Raúl Viglizzo, Juan Carlos Gómez, Eduardo Salvador Ullúa, Daniel Ullúa, Oscar Corres, Mario Durquet, Marcelo Arenaza, Beatriz Arenaza, Fernando Delgado, Nicolás Caffarello, Piero Asaro, Juan Carlos Asaro, José Luis Granel, Roberto Coronel, Roberto Justel, Ricardo Oliveros y Fernando Otero. En el plano penal los querellantes no les imputan haber sido parte de una organización fascista, que no es un delito de lesa humanidad, sino una rama del Estado terrorista que secuestró, torturó y mató.

En 1976 los directivos de la Universidad Provincial le pidieron a Masid que grabara clases. Esa tarea era parte del espionaje habitual de la dictadura. Renunció y empezó a temer por su seguridad. Antes de irse a vivir a España, de donde después regresó, dice que le allanaron dos veces la casa. “Solo me faltó una cosa: las fotos de los casamientos, donde aparecían todos. Fue lo único que se llevaron.”

martin.granovsky@gmail.com

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domingo, 21 de noviembre de 2010

EDUARDO VALDES: Elisa Carrió-Patricia Bullrich: Infame traición a la Patria

 
Para un dirigente político no debe haber peor imputación que el delito contemplado en el art. 29 de la Constitución Nacional, que es el que lleva el título de esta columna.
 
Corrían los días finales de noviembre del año 2001 y la economía argentina agonizaba. La entonces diputada nacional por el Chaco, Elisa Carrió, de la flamante agrupación Argentinos por una República de Iguales, acusaba a la ministra de Trabajo de la Nación, Patricia Bullrich, de “infame traidora a la Patria” y de integrar una asociación ilícita junto a Fernando de la Rúa y los demás integrantes del gobierno de la Alianza. El motivo: la firma del Decreto de Necesidad y Urgencia 1390, por el cual “a cambio de mejores tasas de interés el Gobierno Nacional garantizaría el pago de los bonos de la deuda con la recaudación, incluso antes de asegurar la liquidación de jubilaciones y salarios de la administración pública”.

Basta leer la denuncia de Carrió para encontrar calificativos pocas veces vistos al dirigirse a un adversario político. Es más, en esos días corrieron ríos de tinta respecto de esta denuncia que llevó a cabo junto a los entonces diputados Mario Cafiero y Alfredo Bravo.


Sin embargo, hace tres años, sin pedir perdón en público, sin explicar absolutamente nada, con la causa judicial abierta, Elisa Carrió propone al electorado de la Ciudad de Buenos Aires a Patricia Bullrich como su mejor opción para diputada nacional, la misma persona a la que había acusado de integrar una asociación ilícita y de cometer infame traición a la Patria.


Por defender esta decisión no tuvo reparos en que se fuera la mitad de los diputados del bloque de su agrupación. Denostó a Macaluse, Raimundi, Delia Bisutti y compañía como si fueran sus enemigos. La flamante incorporación se transformó en la principal operadora de las decisiones de la “jefa”, según los diarios de esta época.


En esta semana, Elisa Carrió reapareció en escena después de mucho spa y poca misa en los últimos tiempos (nos hubiera gustado verla aunque fuera en la misa de monseñor Bergoglio el día del fallecimiento de Néstor Kirchner, de acuerdo con sus creencias, pero prefirió ir a internarse en Tanti, Córdoba, “para cuidar su silueta”). Reapareció haciendo otra denuncia que busca nada más que satisfacer su ego y ver cómo posicionarse de vuelta en la carrera electoral.


Acusó primero a sus socios del radicalismo de llevar a cabo un nuevo Pacto de Olivos con el Gobierno y luego denunció coimas a legisladores cuando vio que el oficialismo tenía número para aprobar el Presupuesto. Cualquiera sabe que Elisa Carrió es hija del acuerdo de Carlos Menem y Raúl Alfonsín, emergió en la política elegida por este último en el Chaco, para representar a la UCR de esa provincia en la Convención Constituyente de 1994.
Esta mujer no mide riesgo para saciar su odio si tiene que mandar cartas a embajadas extranjeras para inventar “olas de violencia”, que es respondida con multitudes festejando en paz el Bicentenario, denunciar sobornos que fueron archivados en 24 horas, denostar el Pacto de Olivos que antes defendió, denunciar a su hoy compañera Patricia Bullrich del peor delito. Siempre se juega con cosas que no tienen repuesto. De ser infundadas las denuncias que se llevan adelante, deberían llevar acarreadas la misma acusación que se imputa: Infame traición a la Patria.

 
Miradas al Sur

sábado, 20 de noviembre de 2010

LOS MUCHACHOS NI YANQUIS NI MARXISTAS

Van cayendo los prófugos de la CNU

Primero fue Patricio Fernández Rivero, ahora Mario Durquet. Esto es, dos de los nueve prófugos en la causa CNU (Concentración Nacionalista Universitaria) fueron detenidos en las últimas 48 horas por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) por delitos de lesa humanidad cometidos por ese grupo paramilitar de extrema derecha.

Página/12 informó ayer sobre el arresto de Fernández Rivero, alias El Manco, ex líder de la CNU, ocurrido el jueves en Alta Gracia. La captura de Durquet fue ayer en La Plata cuando se presentó ante la Justicia platense con un hábeas corpus, pero al ser notificado el juez de Mar del Plata, Rodolfo Pradas, pidió a su colega que ordenara su detención, hecho que se produjo en su domicilio. Ambos detenidos están imputados de participar en Mar del Plata de los asesinatos de Enrique Elizagaray, Guillermo Enrique Videla, Jorge Enrique Videla, Jorge Lisandro Videla y Bernardo Goldenberg, ocurridos el 21 de marzo de 1975 en venganza por el homicidio del abogado Ernesto Carlos Piantoni. En tanto, aún siguen prófugos el ex fiscal federal y candidato a intendente en 1983 Gustavo Demarchi, el librero Piero Assaro, Fernando Otero, Raúl Viglizzo y Raúl Molleón. Además, Ernesto Ullúa y Fernando Delgado ya estaban en la clandestinidad desde hace algunos años cuando fueron imputados de otros delitos de lesa humanidad.

Fernández Rivero permanece alojado en una unidad penitenciaria de Córdoba y el juez Pradas analiza la posibilidad de trasladarlo, a pesar de que la defensa informó sobre la imposibilidad de viajar por razones de salud. Durquet, en cambio, ya se encuentra en Mar del Plata y podría ser indagado en breve por el magistrado.

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De opereta

Por Luis Bruschtein
 
Hay una situación y una foto. La primera es el rechazo del Presupuesto, algo inédito en democracia. La foto es el piñazo de Graciela Camaño a Carlos Kunkel. La foto es la ilustración del rechazo, es una consecuencia y también su violencia. Y el protagonista central de esa situación no es ninguno de los que salen en la foto, ni la Presidenta que mandó el proyecto de ley rechazado. La protagonista principal es Elisa Carrió, cuyo estilo llevó el debate a la degradación violenta de esa piña.

No se entiende bien la forma en que los radicales y el resto de la oposición fueron arrastrados por Carrió a esa estrategia del rechazo sin debate ni negociación. Al oficialismo no se le movió un pelo porque se había dado cuenta de que el descrédito de esa actitud era para la misma oposición. Entonces esa estrategia derivó en las denuncias, con la precariedad de un golpe de timón sobre la marcha: lo importante era que el escándalo contra el Gobierno fuera más fuerte que el descrédito de la oposición.

Pero esa estrategia de denuncias a la que en un primer momento se sumaron también las otras agrupaciones opositoras, además de rudimentaria por la ausencia de pruebas y la baja credibilidad de los relatos, tenía una característica llamativa: la presión por la denuncias provino de la Coalición Cívica, pero ninguna de las diputadas que se prestaron a regañadientes al juego eran de esa fuerza política.

Se creó entonces una situación paradójica: las denunciantes estaban reacias para hablar y los que hablaban con los periodistas eran los de la Coalición. Patricia Bullrich decía que eran decenas de diputados los que habían sido presionados de una u otra manera, pero sólo designaba con nombre y apellido a las únicas dos que habían aceptado reconocerlo, Cynthia Hotton, cercana al cobismo, y la radical Elsa Alvarez.

Entonces, los periodistas les preguntaban a ella y a otros miembros de la Coalición: “¿Ningún diputado de su bloque fue presionado?”. Y la respuesta fue todas las veces del mismo tono: “¿Nuestro bloque?, no, para nada, ellos saben con quién tratan”. Estaban enlodando a las mismas diputadas a las que habían convencido para hacer la denuncia. El bloque de la Coalición no había sido presionado porque no sería objeto pasible de presión. En cambio, los demás, sobre todo los radicales, sí. Y los radicales entraron por el aro con la ingenuidad de un parvulario, aceptando de hecho que su espacio era el potencialmente más corruptible.

Dentro del bloque del radicalismo había varios legisladores que no estaban de acuerdo con la estrategia del rechazo que impulsaba Carrió y planteaban la posibilidad de aprobar el proyecto en general y establecer los desacuerdos en la votación en particular. Una discusión similar se producía entre diputados del socialismo. Ayudado por las tapas de Clarín, que amplificaban las denuncias sin pruebas, el golpe de efecto de-sarticuló cualquier posible cambio de radicales o socialistas.

Antes, Carrió había denunciado como delito de lesa humanidad que el radicalismo negociara el quórum con el oficialismo. “Van a hacer la Gran Jaroslavsky”, ironizó, al tiempo que descargaba más artillería sobre sus ex correligionarios. Las diferentes vertientes radicales se unificaron después para desagraviar al caudillo entrerriano, pero quizá tendrían que haberlo hecho también con su bloque, cuya imagen quedó maltrecha con el escándalo impulsado por Carrió.

El escándalo no fue espontáneo y terminó más como opereta que como operación. En la previa de todas las sesiones importantes hay conversaciones, llamados o versiones como las que se verificaron para el debate del Presupuesto. Se comentan en los bloques, algunos se quejan, pero todos saben, incluso los que se quejan, que forman parte de las reglas de juego de la actividad parlamentaria. No las descubrieron en este debate. Por eso, más que espontáneo, el escándalo de las denuncias fue un recurso muy claro de la Coalición Cívica para orientar el debate según sus objetivos. Hotton fue físicamente presionada por Patricia Bullrich para interrumpir al diputado de la Coalición que tenía uso de la palabra. Este diputado ya había arreglado que cedería parte de su tiempo a Hotton. La maniobra fue tan clara que es difícil entender que el radicalismo se dejara llevar de la nariz. El grupo de Solanas, siempre expectante de lo que hace Carrió, fue el único que intentó sumarse tímidamente a la maniobra. Ante el riesgo de aparecer como menos anti K que la chaqueña, incluyó rápidamente otra denuncia de su secretario legislativo, Mario Mazzitelli. Más ingenuos todavía: en el relato de Carrió, ellos también se convertían así, y por decisión propia, en un bloque potencialmente corruptible frente a la incorruptibilidad de la Coalición Cívica, que era la que denunciaba sin haber recibido ningún llamado. Los radicales y los de Solanas fueron los únicos que, por lo menos públicamente, recibieron llamados telefónicos del oficialismo ofreciéndoles “cosas”. Cuando advirtió el trasfondo de la maniobra, el grupo de Proyecto Sur se apresuró a hacer de perdonavidas y anunció que no presentaría la denuncia.

De alguna manera, los grandes medios más algún abogado denunciero –que publicita así su estudio– y el bloque de la Coalición le impusieron una estrategia al resto de la oposición, provocándole así una nueva crisis parlamentaria. En el último acto, el radicalismo trató de retomar la dirección de sus acciones y le pidió al Gobierno que incorporara el Proyecto de Presupuesto 2011 para sesiones extraordinarias. Intentó seducirlo sugiriendo que daría quórum para iniciar el debate tal cual era su disposición inicial antes de ser arrastrado por la estrategia de tierra arrasada de Carrió. Pero el Gobierno ya tiene la experiencia de lo ocurrido con el Presupuesto, frente a una oposición que rápidamente se deja conducir por Carrió. Difícilmente vuelva sobre sus pasos.

Si los opositores se preparaban para hacer una demostración de fuerza y rechazarle el Presupuesto al Gobierno para imponerle otro, eligieron un mal momento y lo que debía haber sido costo para el oficialismo se convirtió en un duro golpe para la imagen de la oposición. Tenían razón los sectores que dentro del radicalismo, el socialismo y hasta el PRO planteaban otro curso de acción.

En ese contexto, el hecho patético de la piña de Camaño a Kunkel, que tanto festejó Mauricio Macri, el hombre de la nueva política, es nada más que la consecuencia de la estrategia de Carrió de vale todo contra el Gobierno. Una estrategia que lleva a la degradación de la política. Pero los que se degradan son mayormente los que la practican, porque el vale todo nunca puede ser aplicable en ninguna situación. La oposición que festeja el puñetazo termina defendiendo a Luis Barrionuevo y la operación se convierte en opereta.

Carrió surgió a la luz pública a mediados de los noventa, anunciando nuevas formas de hacer política, y construyó su prestigio durante el menemismo sobre una imagen ética. Finalmente se subió a ese pedestal, construyó un partido a imagen y semejanza de ese crédito que había ganado en la sociedad y hasta los dirigentes de su partido se circunscribieron a ese libreto. Un libreto del que abusó. Convirtió la denuncia honesta de aquellos principios en puros golpes bajos y denuncias efectistas sin pruebas, siempre orientadas según su interés político personal.

Sus anuncios proféticos apocalípticos podían ser un estilo político y su oposición al Gobierno, una actitud legítima, pero el denuncismo recurrente, sin pruebas y siempre con un fin que se acomoda a sus intereses políticos, se convierte en funcional a la corrupción, ya que las denuncias verdaderas pierden credibilidad en la maraña de sus permanentes denuncias incomprobables. En esa pirueta de su carrera termina en las antípodas de donde estaba cuando empezó. Usar una denuncia falsa o forzada sólo para su interés es una forma de corrupción de la política, no hay fiscal de la República y menos un bronce para la historia.

Patricia Bullrich lo reconoció: “Si no lo hubiésemos denunciado, no ganábamos la votación”. Exagera, porque la votación no estaba en riesgo para la oposición, pero reconoce que la denuncia fue una operación. Y lo que logró no fue ganar la votación, sino presionar al resto de la oposición para que se sume a la estrategia de Carrió. Una estrategia que consiguió, al igual que con el 82 por ciento móvil, que en una situación desfavorable, el Gobierno perdiera sin pagar costos e hiciera lo que se había propuesto: un ejercicio todavía más discrecional del Presupuesto, también sin pagar costo. En toda esta comedia de enredos, el único trofeo que le quedó fue la trompada de Graciela Camaño a Carlos Kunkel. Una forma de violencia que la oposición legitima si no sanciona a la agresora. Lo que hizo Kunkel fue solamente recordar lo que había dicho Luis Barrionuevo en primera persona de que no había que robar por dos años. En ese sentido fue mucho menos ofensivo que la falsa acusación que había urdido Carrió contra el oficialismo y que Camaño estaba apañando. Siguiendo esa lógica, el oficialismo tendría que andar a los cachetazos con los que hicieron esas denuncias. Sería la forma de hacer política que promueven varios sectores de la oposición al convalidar la impunidad de la presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados.

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jueves, 18 de noviembre de 2010

MARIO WAINFELD: Apuntes desde el ring side

Por Mario Wainfeld
 
Y pegue, Chaca, pegue. Hace un par de semanas se cumplieron cuarenta años de la victoria de Carlos Monzón sobre Nino Benvenuti, que le valdría el título mundial. El santafesino era un noqueador frío y temible. Tan sereno que más de una vez acomodó a su rival con una mano (la zurda, si podía elegir) para zurrarlo quirúrgicamente con su tremenda diestra. El recuerdo, atrevido, invadió la mente del cronista cuando vio a la diputada Graciela Camaño surtir a su colega kirchnerista Carlos Kunkel. Lo acomodó primero y trascartón le calzó una estimable piña. Luego se retiró, asintiendo con la cabeza, como diciendo “se la di”. Quien la vio, pudo concluir que esa mujer sabe pegar.

De todas formas, conviene no dramatizar. Las voces alzadas, los exabruptos y algún desmadre forman parte del juego parlamentario, en el mundo real. En la historia parlamentaria hay anécdotas surtidas, incluyendo un bife propinado por la entonces frepasista Mary Sánchez al menemista Jorge Matzkin. En otras latitudes, las peleas son más rudas y colectivas. En algunos países asiáticos se castigan más y a lastimar.

Ya en el plano de la inferencia, quizá la mano alzada tradujo la impotencia del Grupo A para instalar sus denuncias y sus alegatos.

Aun sin exagerar y sin caer en la indignación que es regla entre tantos comunicadores, usemos un eufemismo. Camaño hizo un flaco aporte a la calidad institucional, al debate y a la construcción de consensos. Lástima, porque, como se sabe, son la estrella polar de la oposición en general y de los peronistas federales en particular.
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Cero tres, cero tres, cuatro, cinco, seis. La reunión en la comisión de Asuntos Constitucionales, que preside Camaño, fue patética. Las supuestas denuncias de la cívica Elisa Carrió, la radical Elsa Alvarez y la episcopal-cobista Cinthia Hotton quedaron expuestas en su endeblez. Carrió aludió a discusiones públicas, tratando de mover el voto de diputados de otras banderías y a la bronca del federal Enrique Thomas porque “le querían operar a sus diputados”. González insistió en que no recibió ninguna oferta aunque chimentó que cortó la comunicación cuando le iban a pasar con un ministro. Hotton se sinceró: nadie la llamó, fue ella la que discó el número de la diputada Patricia Fadel (FpV) para pedirle su apoyo para un petitorio. Lo hizo en pleno debate de otra norma, medio extraño el momento elegido. En réplica, habría recibido una propuesta indecente, que Fadel negó indignada.

Las versiones desparramadas por la diputada Patricia Bullrich (itinerante, hoy cívica) acerca de SMS autoincriminatorios de oficialistas quedaron en el tintero.

Ninguna declarante tiene la menor prueba de una tentativa de cohecho. Una sola alega haber sido llamada. La judicialización de las fantasías de Hotton seguramente forzó su sinceridad. En una comisión comandada por el Grupo A puede armar cualquier relato. Una eventual pesquisa sobre cruce de llamadas en Tribunales le pone límites precisos.

Las protestas de Thomas son lógicas: a nadie le gusta que le operen al bloque. Pero esas maniobras integran el funcionamiento parlamentario. Si lo sabrá Thomas, quien, junto a su jefe Felipe Solá, se cambió de camiseta partidaria durante la disputa por las retenciones móviles. En ese debate, como en tantos otros, lobbies y grupos de interés entraron en las comisiones, se movilizaron y, por cierto, llamaron a legisladores.

Thomas, luego, actuó de gestor de negocios de los multimedios defendiendo sus intereses en los tribunales, sin mandato formal pero con enorme enjundia. La Corte Suprema lo zarandeó de lo lindo por litigar sin legitimidad procesal.
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¿Por qué no charlamo’ un ratito?: Un mito indigerible condiciona, por mala fe o ignorancia, toda la polémica. Pretende que las negociaciones pueden hacerse sin cruzarse, sin mezclarse con “el otro”, sin regatear. El disparate cunde.

Todas las normas se negocian entre distintas facciones, ni qué hablar la Ley de leyes. La plata es fungible y limitada, la asignación presupuestaria se construye con tiras y aflojes, demandas y transacciones. Los profanos pueden ignorarlo pero la rutina comienza al interior del propio Ejecutivo. Ministerios y reparticiones formulan sus peticiones, en Hacienda las acomodan. Todos piden de más, se contraoferta, se bluffea un poco, como ocurre en tantas ventas al menudeo.

Con los otros poderes pasa lo mismo. Ya no se evoca, pero hace poco cundió la cólera porque el Ejecutivo no aceptaba a libro cerrado el generoso aumento de partidas solicitado por la Corte Suprema. A Sus Señorías, libro cerrado, a la Presidenta ni justicia.

El juez Eugenio Raúl Zaffaroni señaló que siempre se abultan un poco las demandas y luego se adecuan. Y justificó que en la coyuntura había más necesidades porque se querían construir o mejorar edificios. Su claridad y honestidad intelectual resaltan por contraste y aleccionan. Son muchos los que tienen intereses en el Presupuesto, a ellos les cabe solicitar, fundar, luego negociar.

Con las provincias ocurre igual, en cualquier sistema federal. La filmografía de Hollywood describe esas tratativas con detalle.

Todo el tiempo las hay. También en el espectro opositor existen canjes y trueques: Proyecto Sur transó apoyar algunas normas a cambio de que el llamado Grupo A le avalara el tratamiento de otras.
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Cristina reconducción. Las flaqueantes denuncias robaron cámara a la contradicción principal: el Presupuesto 2011 no se discute, y aunque podría replantearse, todo indica que el Ejecutivo se manejará con el del 2010 “reconducido”, o sea prorrogado.

Para llegar a eso, los opositores negaron cuorum. Meses atrás habían armado un escándalo porque el FpV hacía lo mismo. El vicepresidente Julio Cobos los amenazó con sanciones. El senador cordobés Luis Juez se comprometió a estar siempre en el recinto. Perjuró lo mismo anteayer, en un road show por canales de cable. Luego ordenó a sus diputados no participar. De nuevo, el cronista se confiesa crítico del sentido común dominante: dar o no cuorum es un recurso, una táctica válida en la dinámica del Congreso. Claro que puede ser criticable cómo o cuánto se hace. Lo que no es serio es predicar con doble standard. Y menos, retractarse de la palabra propia a cada rato.

El radicalismo, que está ensimismado en sus internas, tampoco bajó al recinto. Fue funcional a la estrategia de Carrió, que los fustiga y asocia a prácticas corruptas. Lilita tiene mucha más cintura mediática y mucho menos potencial de voto que sus ex correligionarios hoy día y busca mejorar esa ecuación. Los boinas blancas se dejan conducir, se someten a las sospechas, producen desagravios a Jaroslavsky. Y son partícipes principales de un hecho inédito en 27 años, se le retaceó el Presupuesto a un oficialismo. Todos lo tuvieron, sí que all uso nostro.
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Dibujos tardíos y subestimaciones. En gestiones anteriores al kirchnerismo, el Presupuesto se aprobaba tarde y mal: una vez ejecutados, al menos parcialmente. Era consecuencia de la imprevisibilidad de la economía y de la dependencia del financiamiento externo, fuente principal (sí que catastrófica) de la mayoría de los recursos.

La asignación de recursos no se sustanciaba, pues, en la supuesta república perdida. El kirchnerismo produjo mayor sustentabilidad económica y previsibilidad, los presupuestos insólitamente se presentaron y trataron en la fecha prevista por la Constitución. Es cierto que no todo fue juego franco: desde sus albores, el kirchnerismo subestimó crecimiento e ingresos para disponer de más recursos sin control opositor. De cualquier modo, hubo un avance que sería bueno redondear con cálculos más ajustados. Eso sí, acatando el esquema constitucional: el oficialismo prepara la ley, la oposición la debate y controla. La existencia de dos dictámenes del Grupo A y de Proyecto Sur invadiendo la esfera del Ejecutivo desbarata la lógica constitucional y demuestra que la intención no es mejorar lo avanzado.

Es falaz argüir que el pase a Comisión decidido el miércoles anterior era un escollo insalvable para el tratamiento en recinto. No es un mandato divino: podía dejarse de lado con una decisión en contrario. El informado on line El Parlamentario.com relevó un antecedente en ese sentido, durante el mandato de Raúl Alfonsín, cuando el bien apodado “maestro” radical Juan Carlos Pugliese presidía Diputados.
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Trastocados. El decano de Sociales de la Universidad de Estocolmo escribe con urgencia a su discípulo, el politólogo sueco que hace su tesis de postgrado sobre Argentina. “Sé que una diputada le pegó a uno de sus adversarios. ¿Otro caso de crispación kirchnerista? ¿Diana Conti golpeó a Felipe Solá? Acláreme, acá llegan cables confusos”. El politólogo, abatido tras la derrota de Boca, responde de taquito. “Siempre le explico, profesor, acá las cosas no son tan sencillas”.
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Agenda deportiva. Gestionar con el Presupuesto 2010 distará de ser imposible pero algún trastorno traerá y es un retroceso institucional. Las imágenes de ayer, tanto como las denuncias revoleadas, damnifican a “la política”, no sólo a algunos protagonistas.

Por suerte, durante el martes y miércoles dos partidos de fútbol, golazo de Messi incluido, dominaron la atención del público. La agenda deportiva se completó con el piñazo de Camaño, que gozará de mayor repercusión que otros hechos más relevantes (y más preocupantes) consignados en estos apuntes.

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martes, 16 de noviembre de 2010

CHARO BOGARIN: LOS HIJOS DE DESAPARECIDOS

16/11/2010

Charo Bogarin es una gran cantante popular, conocida por el dúo TONOLEC, que conforma junto a Diego Pérez. Nació en Clorinda, ciudad de la Provincia de Formosa limítrofe con Asunción del Paraguay.

En 1976 en Clorinda desapareció su padre, Francisco Javier "Pancho" Bogarin, junto a Cantalicio Mazacote y Porfirio Dominguez.


Pancho era militante del peronismo, docente, musiquero y organizador eventos sociales deportivos. También apoyaba a las Ligas Agrarias, organización campesina que hizo historia y sufrió como pocas la persecusión de la dictadura. Cuando los personeros del exterminio lo secuestraron definitivamente (fue secuestrado dos veces), Charo, muy niña en ese entonces, tenía cinco años,  huyó de Clorinda junto a su madre, que era maestra de frontera y enseñaba a las mujeres a coser a máquina,  y su hermana con rumbo a Resistencia, Chaco, donde se crió. Fueron épocas duras.

Con algunos años, Charo comenzó a tocar el bombo, como su papá. Y a interesarse por la cultura del pueblo Toba-Qom, como su papá, quien visitaba y era amigo de los integrantes de la comunidad toba-qom de Clorinda. Y en definitiva se dedicó a su gran pasión: la música.

En su primera detención clandestina, luego de un terrible día de torturas, Pancho Bogarin escribió un poema que lo muestra como era: comprometido con su pueblo, firme y solidario:

Que no lloren mis amigos

Porque nunca podrán lograr
Las cadenas ni las jaulas,
Aprisionarles las alas
A las ideas y al canto.

Porque no lloran los santos
Ni en los infiernos se reza,
Aunque ruede mi cabeza
Mis coplas me irán nombrando.

Que no lloren mis amigos
No desperdicien su llanto,
Ahoguen su pena en canto
Desparramando los cielos.

Que unan sus cantos quiero
En un grito temerario,
Al reclamo milenario
¡¡LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS!!

La vida siempre se abre paso y la historia de Charo es la prueba que demuestra que no existe pacto de silencio o política de exterminio que pueda con la fuerza de la MEMORIA DE LA TIERRA.




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